La traducción
Sin perder el espíritu del policial Libro de arena sigue las huellas de los textos que se relacionan con el género y presenta a sus lectores una reseña sobre el libro de Pablo de Santis, La traducción, a cargo de Mateo Niro.
Por Mateo Niro
La trama de La traducción se monta en un pueblito costero y perdido del sur de la República Argentina, en un hotel a medio construir donde se organiza un simposio de traductores. Ahí, la primera noche, uno de ellos muere y no se sabe por qué. El narrador es uno de los invitados que participa de la convención y que guarda historias antiguas de amor con Ana, una colega, y competencia profesional con otro, el tal Naum. Naum, en realidad, parece ser la estrella del convite. Al día siguiente muere otro y así.
La novela de Pablo de Santis fue finalista del premio Planeta y toma para sí y expande algunos de los tópicos de la literatura policial clásica. O mejor, los entrelaza. En un lugar distante, fuera de todo, se suceden unas muertes extrañas. El narrador, sin un ánimo detectivesco pleno, pero sí con la misma curiosidad que hace a un traductor revelar el sentido de lo que se desconoce, va descubriendo algunos indicios que permiten atar una muerte con otra. Pero la pista que será clave para el desciframiento del enigma será una carta, como en el film célebre de Bette Davis. Es que la carta -toda carta- testimonia un pasado que luego se deja ver como tendencioso, cuando ya las piezas se movieron hacia algún lado, pero que en el momento de firmarse de puño y letra era inocente. Como las cámaras de registro de las sucursales bancarias, que plasman el movimiento del inminente ladrón cuando sólo era un cualquiera que pagaría sus cuentas de alumbrado-barrido-limpieza en la caja habilitada.
Esta edición de Planeta incluye una guía de lectura con propuesta de trabajo para estudiantes secundarios.
-Feliz cumpleaños -dijo, chocando con disimulo mi copa-. Hace rato que
pasaron las doce.
- Me había olvidado.
-¿Cuál fue el primer regalo que te hice?
-No me acuerdo.
-Una caja de óleos que nunca usaste. ¿Y el último?
Ése sí lo recordé. Una lapicera con la que le escribí varias cartas que no me contestó.
-Tampoco me acuerdo.
- Me había olvidado.
-¿Cuál fue el primer regalo que te hice?
-No me acuerdo.
-Una caja de óleos que nunca usaste. ¿Y el último?
Ése sí lo recordé. Una lapicera con la que le escribí varias cartas que no me contestó.
-Tampoco me acuerdo.
La traducción
Buenos Aires, Planeta, 2000
Edición con guía de lectura
Introducción, notas y guía de actividades a cargo de Adriana E. Narváez
Edición a cargo de Diana Paris
Introducción, notas y guía de actividades a cargo de Adriana E. Narváez
Edición a cargo de Diana Paris
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