Alma de poeta
Cuando el origen humilde no hace mella al deseo de superación surgen los grandes hombres cuyos legados merecen recordarse. Almafuerte fue autodidacta, escritor, docente, periodista, heredero de la estética romántica y precursor del vanguardimo argentino, leído y admirado por las posteriores generaciones de escritores. En el aniversario del nacimiento del poeta Pedro Bonifacio Palacios, más conocido por su pseudónimo, Libro de arena publica uno de sus textos a manera de homenaje.
Yo soy flor que se marchita
al sol de la adversidad,
el arbolito en mitad
de la llanura infinita.
La paloma, pobrecita
que arrastran los aquilones,
entre oscuros nubarrones
de tempestades airadas,
soy la barca abandonada
en el mar de las pasiones.
Soy el ave que al bajar
de los aires fatigada,
no tiene ni una enramada
ni un árbol en que anidar;
y si vuelve a levantar
las tristes alas del suelo,
encuentra nublado el cielo
y desecha la tormenta,
y el pájaro se lamenta
y vuelve a tender su vuelo.
Yo no canto por llamar
la atención que no merezco,
yo canto porque padezco
penas que quiero olvidar;
que tan solo con cantar
se va al viento nuestra pena,
y yo tengo el alma llena
de pesares y amarguras,
¡Más que en La Pampa hay anchura
más que en la mar hay arena!
¡Adiós primorosa flor!
Adiós lucero invariable,
solamente comparable
a la estrella de mi amor;
cuando sientas un dolor
parecido al que yo siento,
Dios quiera que tu lamento
no sucumba en la ignorancia,
y atraviese la distancia
sobre las olas del viento.
al sol de la adversidad,
el arbolito en mitad
de la llanura infinita.
La paloma, pobrecita
que arrastran los aquilones,
entre oscuros nubarrones
de tempestades airadas,
soy la barca abandonada
en el mar de las pasiones.
Soy el ave que al bajar
de los aires fatigada,
no tiene ni una enramada
ni un árbol en que anidar;
y si vuelve a levantar
las tristes alas del suelo,
encuentra nublado el cielo
y desecha la tormenta,
y el pájaro se lamenta
y vuelve a tender su vuelo.
Yo no canto por llamar
la atención que no merezco,
yo canto porque padezco
penas que quiero olvidar;
que tan solo con cantar
se va al viento nuestra pena,
y yo tengo el alma llena
de pesares y amarguras,
¡Más que en La Pampa hay anchura
más que en la mar hay arena!
¡Adiós primorosa flor!
Adiós lucero invariable,
solamente comparable
a la estrella de mi amor;
cuando sientas un dolor
parecido al que yo siento,
Dios quiera que tu lamento
no sucumba en la ignorancia,
y atraviese la distancia
sobre las olas del viento.
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