Victoria Bayona y Leonardo Batic:"El fantasy tiene muchos puntos a favor."

La escritura todo lo une. Fantasía, imaginación, deseo. Leo Batic y Victoria Bayona, escritores de fantasy en la literatura infantil y juvenil hablaron sobre sus respectivas obras en la charla que dieron en La Nube como parte del ciclo “Encuentros con autores de literatura infantil y juvenil” durante 2013. Con la moderación de Mario Méndez, se explayaron acerca del género y su historia personal como escritores, de sus intereses y gustos y de cómo los hacen convivir en los textos. En la segunda parte de la entrevista los escritores continúan hablando de su común formación en Bellas Artes y su vinculación con la escritura.


MM: Vicky, vos también sos egresada de Bellas Artes y has hecho un camino desde la ilustración. Este libro que Franco acaba de traer, Los conejos están vivos, tiene ilustración de tapa de Victoria, que pinta. A ver, ¿cómo se llega de la pintura a la escritura?

VB: Lo que más me gusta hacer desde muy chica, es escribir. Estudié Bellas Artes porque también me gusta mucho dibujar, y no quise estudiar Letras por miedo a que me quitara el disfrute de la lectura o de la escritura. Fue una elección consciente. Pero desde muy chica, lo que más me gusta hacer es escribir. Fui haciendo varias cosas además, pero intento mantener la escritura como lo central.

MM: Porque además sos actriz y cantante. Pero vos destacás la parte literaria…

VB: Sí, lo que más me gusta es escribir. Y si me preguntás, si tuviera que elegir, me quedo con la escritura. Me gustaría que fuera lo que más proyección tenga en mi vida.

MM: Hace poco publicaste (voy a hablar un poco del último), el de Los monos fantasma. Una novela que no sería de fantasy… ¿Cómo fue eso?

VB: Me enfrenté al desafío de escribir un policial con algunas notas de terror, que tenía que ser un poco más acotado de lo que estoy acostumbrada a escribir. Mis novelas tienen más de doscientas páginas y esta es una colección que tiene cien. El director de la colección, Franco Vaccarini, me preguntó si me animaba, y me animé. Fue la primera vez que tuve una fecha de entrega y una consigna, y fue muy interesante porque fue la primera novela que escribo en primera persona, en un ámbito realista. Por más de que tenga elementos fantásticos —se llama Los monos fantasma—, está ambientada en el Zoológico de Buenos Aires, todos los espacios que nombra la novela se pueden transitar… Yo vivo a tres cuadras del Zoológico, así que es un barrio que conozco, y la verdad es que me divertí mucho escribiéndola. Después, lo que me pasó fue que cuando volví al documento que estoy escribiendo ahora, la tercera parte de Camino…, que es fantasy y está en tercera persona, me costó volver a ese registro.

MM: ¿Y la cosa esotérica? El protagonista es un detective de fantasmas…

VB: Él dice que es un psicólogo especializado en lo paranormal. Como ve espíritus, lo contratan para convencerlos de que pasen al otro lado…

MM: ¿Y ese interés por eso de dónde salió? ¿Alguien te dijo?

VB: No, por nada en particular. Hay un montón de historias así, en las que los fantasmas son seres con asuntos pendientes. Me pareció interesante trabajar el tema de un animal fantasma, en este caso un mono, y de plantear esa incógnita. El protagonista empieza diciendo que los fantasmas de los animales no se aparecen. Eso es algo extraño para él, porque hasta ese momento sólo se había topado con fantasmas de personas. Y se plantea el interrogante de por qué se aparecen fantasmas de monos, cuando no es lo “habitual”. No sé cuánto contar y cuánto no…

MM: No, no, que quede el interés…

VB: La novela surge a partir de la imagen de un fantasma de mono, aferrado a los barrotes diciendo: “No somos monos”…

MM: Terrible. Y en Dalila…, hay una transmigración del ser humano a animal. La madre de Dalila, presa de la enfermedad de la tristeza se convierte en un manatí. Muy interesante.

VB: Admito que tengo un interés por la Biología en general. En algún momento me planteé estudiar Zoología en La Plata, pero no podía hacer todo. Me gusta mucho ver documentales y soy consciente de que manejo datos de Biología que son totalmente inútiles en mi vida, pero me gusta saberlos. En cuanto a la transformación en Dalila, es un poco lo que hablaba Leo hace un rato sobre la metáfora. Quería contar las consecuencias de alejarse del deseo, de lo que es la tristeza para mí. En la novela, los que están tristes se enferman y se convierten en mamíferos acuáticos. Los mamíferos acuáticos, escuché una vez, están relacionados con el retorno a uno mismo… porque la vida se originó en el mar, ellos caminaron en tierra y volvieron al mar.  En un momento, Dalila empieza a experimentar estos síntomas (voy a contar algunas cosas que quizá no está bueno que cuente, pero está bien), y se cura cuando vuelve a hacer lo que más ama, que es nadar. Ella tiene una fuerte conexión con el agua. Quería hablar de esto, de lo que puede pasar cuando uno está desconectado de su deseo, de lo que uno más ama hacer en la vida. Eso, innegablemente lleva a la tristeza, y estando triste uno puede convertirse en alguien desconectado de lo espiritual. Esa es la metáfora que tenía ganas de contar.

MM: Acá te metiste también con una historia de amor muy fuerte. Hay que ver (lo verás vos, especialmente), cómo lo toman los chicos. Estrada, en la colección Azulejos, que es una colección bastante escolar, incluso los libros vienen con actividades, pero la mamá de Dalila la abandonó cuando era niña, siguiendo un amor. Eso es bastante fuerte…

VB: Volvemos al viejo tema de que se asocia al fantasy con lo infantil o juvenil. No creo que ninguno de los que escribimos fantasy estemos pensando en un lector de cierta edad. Estamos contando historias que están conectadas con nosotros y que un adulto puede leer perfectamente. En esta, en particular, tenía ganas de salirme de la línea del cuentito feliz. Lo que mueve toda la novela es que, a los dieciséis años, Dalila va a buscar a una madre que se convirtió en manatí cuando ella tenía uno, y que nunca conoció. Me propuse salir del estereotipo del reencuentro esperado y después somos todos felices. Ella encuentra a su madre, pero… ¿lo cuento?

MM: Son todos lectores adultos…

VB: Se había enfermado de tristeza porque no podía tener todo lo que ella quería en la vida, que era estar con el hombre que más amaba, y estar con sus hijos. Si estaba con sus hijos estaba triste porque estaba lejos de su amor, y si estaba con su amor estaba lejos de sus hijos, por lo tanto, también estaba triste. Entonces esa incapacidad de tener todo lo que más amaba, que son esas personas juntas, la lleva a enfermarse de tristeza. Pero en última instancia, cuando Dalila la encuentra, y tiene que hacer una elección, elige al hombre. Y eso me pareció algo interesante de trabajar, para salir de los estereotipos de las madres que son siempre buenas. Porque socialmente se cuestiona que elija a un hombre antes que a sus hijos. Hay más… está la historia de Maese y Elvira, que también es una historia de amor bastante adulta. Es un matrimonio que se separa por la imposibilidad de comunicarse después de la muerte de su hija. Son temas fuertes. Pero también está bueno, me parece interesante que no haya habido “peros” de parte de la editorial. Igual, hoy en día los chicos están expuestos a tanta variedad de dramas humanos…

MM: Pero la escuela se resiste…

VB: Esperemos que no con lo mío…

LB: En Albatros no querían sacar mi primer libro porque había hadas en tetas. (Risas). Y uno de los dibujantes estaba re caliente. Al final lo publicaron. Muchos nos negamos a hacer cambios y ellos dijeron que nunca jamás iba a entrar en las escuelas. Durante dos años consecutivos lo vendieron a las bibliotecas nacionales. A veces las editoriales ponen excusas. Es lo que hablamos siempre entre los escritores. No hay peor censura que la que se impone uno. De hecho, no hubo un solo chico que me haya dicho que el hada está en tetas.

MM: ¿Fuiste a muchas escuelas con este libro?

LB: A todo el país.



MM: Antes de que lean, porque lamentablemente ya es hora de ir despidiéndonos, y ya que yo no la leí, Vicky contanos un poco de Camino a Aletheia.

VB: Bueno, Camino… tiene como protagonista a la capitana Marion, que es una capitana de barco. Su nombre está puesto en homenaje a Marion Ravenwood que era la novia de Indiana Jones en la primera película, y después reaparece en la última y se casa con él, porque es el amor de su vida. Yo soy fanática de las películas de Spielberg, de George Lucas… Y me encantaba ese personaje porque no era la típica “noviecita del héroe”. Tenía carácter, golpeaba. Yo miraba la película y pensaba que quería ir por ahí con Indiana Jones, ser ella. Me dije que cuando escribiera algo, iba a poner como protagonista a una mujer con esas características. Valiente, poderosa… En cuanto al título,  “Aletheia” es una palabra griega que significa descorrer el velo para mostrar algo que está oculto. La verdad como desocultamiento. En el libro no se habla directamente de eso, Aletheia se llama la isla a la que va la capitana. Es un juego de palabras. Por un lado camino a la isla, que es Aletheia, y por otro, camino a la verdad. Durante la aventura ella va a enfrentarse con su propia verdad. Cuando empieza el libro está muy enojada por cosas que le fueron pasando, y la idea era que su paso por la isla —que va a enfrentarla a su esencia—, la “amigue” con su pasado.

LB: El viaje a la isla, es claramente un viaje del héroe, sin lugar a dudas.

MM: Tenías unos gustos que no son muy habituales en las niñas lectoras o espectadoras…

VB: Eso es claramente una influencia familiar. Mi papá es cinéfilo, amante de ese tipo de cine, un amante de la electrónica también. En casa era muy común que tuviéramos la primera innovación tecnológica que aparecía. El Súper 8, el Atari… me enganchaba. Eso era natural en mi casa. Todas las películas de “La pistola desnuda”, ese tipo de humor… ¿Dónde está el piloto? Son medio de varoncito… también tengo un hermano mayor que influyó mucho en mis gustos, sobre todo de música. Por ahí mis amigas jugaban a la casita y yo estaba vestida de Indiana Jones con un gorro y un impermeable de mi mamá.

MM: Que bueno. Bien, para terminar, ¿nos van a leer algo? ¿Se acordaron de traer?

VB: Sí, algo de los libros…

MM: Lo que ustedes quieran. En lo posible, de ustedes… (Risas).

VB: Bueno, voy a leer un capítulo cortito que es uno de mis preferidos de Dalila. También en esta historia hablo mucho de la relación Abuela-nieta. El libro está dedicado a las madres. Yo tenía una relación muy especial con mi abuela, y creo que aproveché para contar un poco mi historia con ella. Les voy a leer el capítulo que viene después de que Dalila se entera de que la abuela muere, que es al principio, así que no estoy contando cosas terribles. O sí.


En el bosque un pájaro de pecho rojo entonaba una melodía triste. A su lado, las ramas congeladas de los árboles crujían mecidas por el viento. La corteza de aquel árbol donde el ave cantaba su lamento era áspera y grisácea. Sus raíces, sin embargo, dormían abrigadas por la tierra. Allí abajo todo era cálido y fértil. Dentro de las venas de madera, la savia obraba de manera silenciosa su labor, y se preparaba para el comienzo de la primavera que llegaría en tan solo unas semanas. Aunque por fuera el árbol pareciera muerto, la vida latía agazapada en sus entrañas.
El cielo se quejaba un poco y anunciaba con sutileza que habría de llover durante la noche. Dalila escuchó el canto de aquel pájaro desde el umbral de la casa de su abuela. Miraba las nubes como esperando que dijeran algo, como si se supusiese que del cielo tuviera que bajar una voz a consolarla. Por más de que sabía que aquel día estaba próximo, no había nunca imaginado que iba a sentirse como se sentía. Algo se había roto. Algo que no podía ni quería reparar. La herida que se abría, de algún modo, era recibida con afecto: su cicatriz le permitiría llevar a Nonita consigo para siempre.
Cerró los ojos, que se deshicieron en un sinfín de lágrimas, y quiso fijar la cara de su abuela en su memoria. Una inmensa ternura la asaltó de pronto: la expresión que había enfrentado hacía tan solo unos minutos le pareció la de un niño pequeño. El rostro amado se había convertido en un pergamino en blanco donde todo gesto había sido borrado, y donde una historia nueva estaba ya por escribirse.  
Recordó las tardes de relatos, los juegos, las sonrisas, el brazo mullido donde las penas se olvidaban, y lloró; lloró el nunca más que venía aparejado a todas esas cosas.
La penumbra le pisaba los talones a las últimas nubes rosadas, y Dalila no se había movido. Todo parecía haber cambiado de repente: la calle, los juncos, el cerco; la noche que llegaba, el aire y el perfume a leña que viajaba desde algún lugar, en alguna parte. Todo en derredor parecía haberse transformado con las horas.
Solo después de un tiempo lo entendió: lo que se había transformado era su corazón.
APLAUSOS.






MM: Leo…

LB: Voy a leer el comienzo del Primero de la saga.

Los dragones emergieron como inmensas ballenas. Por un instante, sus poderosos cuerpos se suspendieron fuera del mar, giraron, y se zambulleron detrás de ella con estruendo. La entrada al agua fue perfecta. El cielo voluptuoso, el viento cortante, el frío que entumecía sus huesos, todo desapareció en la calma del océano.
Verde frío. Celeste denso. Azul profundo. El mar, más allá de la superficie, se parecía mucho al espacio en el que caminan los astronautas. Las estrellas eran las pequeñas partículas que reflejaban el cielo iluminado de relámpagos, allá arriba. Las burbujas eran planetas que giraban sobre sí mismos Mientras se precipitaban hacia la superficie.
Cualquiera habría sentido la tentación de ascender, de llenar los pulmones antes de seguir. Pero Sofía no necesitaba eso. Se dio vuelta para asegurarse de que los enormes dragones la seguían, y se lanzó como una flecha hacia los abismos.
-No me alcanzarán fácilmente-sonrió. Y puso atención en el enorme universo que se abría delante de ella.
Un cardumen de arenques se dividió para dejarla pasar. Llegó a la zona donde la luz apenas se percibía. Se detuvo uniendo los brazos. Sintió la vibración en su piel. Los dragones estaban cerca.
Reemprendió el juego, disparándose en línea recta con el lejano techo de olas sacudido por el viento.
La primera cabeza de dragón la alcanzó cuando la lluvia perforó el mar. Podía escuchar en su piel el golpeteo de las olas sobre el océano. Miró a sus lados, extendió los brazos, aminorando la marcha. A la izquierda, una hembra le guiñaba un ojo del tamaño de su mano. A la derecha, un macho joven, seis veces más grande que Sofía, se movía como una serpiente.
Con la punta de sus dedos extendidos rozó las cabezas duras y brillantes pero cálidas como piedras al sol. Los cuellos largos estaban cubiertos de escamas azules, pegadas unas a otras con tanta precisión, que parecían talladas en una sola pieza. Se agrandaban al llegar al lomo y se hacían pequeñas en las patas. Las zarpas, fuertes y macizas, terminaban en garras filosas del tamaño de un pie humano. Las colas largas se sacudían de manera diferente en cada dragón. Un sello distintivo, que relataba historias, batallas libradas, y el amor que los había marcado.
Seguían a Sofía como si fuera la guía de una bandada migratoria. Ella apretó las manos contra sus muslos, y se impulsó con los pies hasta la superficie. Saltó fuera del agua, y recibió el cosquilleo de las gotas de lluvia. Los dragones detrás de ella, reflejaban los relámpagos de la tormenta. Se sumergieron, salieron, volvieron a sumergirse, cosiendo las profundidades con extensos hilos de espuma. Arriba, el frío de la tormenta aumentaba, y las gotas golpeaban con fuerza. Abajo, el sonido amortiguado, la calidez del agua, la caricia del mar.
Giraron y produjeron un escudo de agua que señaló algún punto distante en la oscuridad del abismo. Hacia allí se dejaron arrastrar. Tan profundo que nada podía verse, salvo el círculo iluminado por los ojos brillantes de aquellas criaturas, llenas de fuego interior.
Un dragón anciano se puso debajo de Sofía, para que se sentara en su lomo. Extendió las alas y planeó en aquel cielo de aguas profundas. Su panza casi rozó el fondo marino, iluminado como el atardecer.
Treinta y tres dragones de todas las edades y tamaños, se reunían para danzar, imitando al viejo, abriendo sus enormes fauces, y dejando que su fuego calentara el agua.
Sofía desmontó y bailó entre ellos. Líder de los seres más majestuosos que hubiera visto jamás. Sonrió mientras giraba, y se encendió como una estatua de cristal iluminada por dentro. Siguió danzando, al compás del canto de los dragones, y sintió el agua haciéndose densa a su alrededor, como miel. Abrió los ojos sorprendida. Con cada vuelta le costaba más moverse. Ya no podía estirarse. Se asustó, y respiró instintivamente. Una bocanada de miel ingresó en sus pulmones. No se ahogó, pero su pecho se negó a moverse, henchido de melaza submarina.
Los dragones bailaban mientras calentaban el mar, ignorando a Sofía. A su alrededor, se formaba una burbuja densa, amarilla, compacta. Quiso gritar, llorar, nadar hacia la libertad, pero no pudo. Poco a poco, la esfera fue cerrándose sobre sí misma. Sofía era un mosquito enterrado en ámbar, en una perla transparente que la obligaba a encogerse como un bebé dentro del útero.
Los dragones danzaron hasta que ya no pudo moverse. Entonces se fueron, abandonándola en aquella meseta con luces extrañas, ajenas a las profundidades del mar. Y como si se tratara de una película pasada a toda velocidad, vio entrar y salir peces, ballenas, seres de todas las especies conocidas y desconocidas. Quiso gritar. Lo intentó una vez. Y otra. Y otra.
(APLAUSOS)

MM: Muchas gracias, chicos. Antes de despedirnos les recuerdo a los asistentes de siempre que el lunes que viene es el cierre. No van a venir invitados, las estrellas van a ser ustedes. La idea es que tengamos un ida y vuelta evaluatorio de los encuentros, y que se traigan algo leído, en especial algo de estos quince autores que no hayamos podido analizar mucho, y hacemos un cierre que creo que va a valer la pena. Y ahora sí, si alguien quiere hacer una pregunta más…

Asistente: ¿Cómo surgen los personajes, cómo se los imaginan, o “les aparecen”?

LB: Yo trato de que los personajes tengan algo que ver con mi familia o con mis momentos cercanos. Una vez en la playa, estando con Estela en Mar de las Pampas, empecé a pensar en esa nena de dos años y medio que estaba corriendo en la playa, y me imaginaba qué pasaría cuando cumpliese quince. Y así nació Heredera de las Hadas. Yo pensaba en que ella fuera adoptada, como era yo. ¿Quién la adoptaría? Pensaba que nadie podría adoptarla, si no era una dragona. Y así empecé a entretejer esa historia que terminó generando El Último Reino. En esta los personajes tienen mucho que ver con personas cercanas a mí, y en la última saga, que sale el año que viene Albatros me llamó para pedirme tres novelas para presentar en la Feria del Libro, no me dejaban que fueran continuación, así que decidí hacer una trilogía que no tiene continuación, son tres novelas, pero uno elige cuál es la primera, y eso te va a condicionar la lectura de las otras dos. Y como me costaba mucho pensar en treinta y pico de personajes (porque es un viaje de egresados que sale mal, y para mí en esto lo fantástico tiene que ver constantemente) hice un “casting”. Acabábamos de volver del Azabache, y me habían nombrado padrino de dos grupos. Uno de Harry Potter que se llama La Oreja de Van George, y otro que se llama Freaky, y entonces les escribí a ellos, a ver quiénes querían formar parte de este viaje de egresados. Y les daba las posibilidades. O ser Freaky, o aliarte a los seres oscuros o aliarte a los seres de la luz. Muchos pidieron ser magos, ser un mago oscuro, ser un hada… etc. Así que junté a mis treinta y pico de alumnos. Me resulta raro, porque los veo y chateamos constantemente y sin embargo, en algún lugar son mis personajes de fantasía. Uno vive con sus personajes. De hecho, cuando terminé El último Reino, estaba tan desesperado (Estela lo sabe porque es la que tiene que bancarse cuando termino algún proyecto), después de los ocho años que me llevó, al día siguiente no tenía nadie en quien pensar. Los personajes ya no estaban ahí. Y me agarró una desesperación, que el primer día me la banqué, el segundo no tanto, y el tercero salí corriendo (yo escribo cuando camino, me pongo los auriculares hasta que se me ocurre una historia, se me ocurren demasiado rápido para mi salud) y ahí, escribí en cuarenta y cinco días una novela que es la que sale en Ediciones B el año que viene, en la Feria del Libro de adultos.

MM: ¿Cómo se llama?

LB: Soy mago. La imagen que se me vino en ese momento fue la de un mago de espectáculos, podría haber sido de la calle Corrientes, que se manda una macana y termina animando fiestas infantiles. Un día decide hacer un cambio en el show, y saca de una galera, un conejo. Y él está consternado porque ese conejo nunca es igual. Y ahí empieza la historia.

MM: Vicky, ¿Querés contestar?

VB: Sí, me pasó que cuando terminé de escribir Camino…, tuve ganas de probarme y de escribir otra historia y escribí Dalila. Pero después, cuando volví y empecé con la segunda parte de Camino…, volver a los personajes fue como reencontrarse con amigos. Esta cosa de saber cómo van a reaccionar, qué van a decir, es algo muy loco. Creo que todos los personajes tienen cosas de uno o de gente que uno conoce. Están ahí. La relación que uno tiene con los personajes es muy linda.

Asistente: ¿Cómo decidís tus proyectos? ¿Influye la demanda de las editoriales?

LB: Uno de los grandes problemas que tenemos en este siglo, es que las editoriales están tan pendientes de lo que quiere la gente que le dan lo que la gente quiere. Casi lo mismo que pasa con el cine. Nosotros vamos a ver películas que están “prefabricadas”, específicamente para que el público vaya y las consuma. Y sabemos cómo son esas películas. No está mal. Ahora, por ejemplo, estoy leyendo un libro que se llama La Mansión de los Secretos. El autor es Columbus, el director de las tres primeras películas de Harry Potter. Director de Gremlins, de Mi pobre angelito… para los que tenemos unos años más de edad. Vengo de leer el libro de Neil Gaiman El océano al final del camino. Y son bellísimos ejemplos del fantasy bueno. El libro de Columbus es una aventura, no da respiro. El día que cierre este libro, cuando lo termine, no va a haber pasado nada en la vida. El libro de Neil Gaiman es un planteo acerca de lo que nosotros recordamos de nuestra infancia, y hacia dónde vamos cuando nos sentimos mal, y cuál es la proyección de eso que hacemos en nuestro futuro. Son dos libros distintos. Uno no voy a poder olvidármelo en mi vida. Y ruego poder olvidarme del otro cuando lo termine. La verdad es que tenemos un montón de ejemplos de un fantasy hecho específicamente para un público que está buscando tal cosa. Quizá muchos hayan escuchado hablar de Cazadores de sombras. Nace como un “fanpic”. Es un libro escrito por un fanático, usando los personajes, o de una novela. En este caso, es un “fanpic” de Harry Potter. En este caso, lo que hizo el autor fue convertir esa escuela de magia en una escuela de vampiros o de monstruos. De hecho, Rowling le acaba de ganar un juicio contra la gente que hizo la historia, y por eso no se va a filmar la segunda película. Es claramente un plagio, una reversión de Harry Potter. La gente está alucinada. Mueren por comprar el último libro de  Cazadores de Sombras, y bueno… eso es lo que le dan las editoriales. Todos sabemos que después de que salieron los libros de la saga de  Crepúsculo, había, donde uno quisiese en una librería, un libro con tapas negras, con rojo, con blanco o gris que tenía que ver con vampiros. A mí me han llamado, cuando todavía no había terminado El Último Reino, para preguntarme si tenía alguna novela de vampiros. O para saber si me animaba a escribir uno o si tenía alguien conocido que escribiera novelas de vampiros. Y yo contestaba: “No, no, no”. Es un género denigrado por las editoriales y además por esa desesperación del público por consumir algo…

VB: Creo que el fantasy tiene algunos puntos que no lo favorecen. Ya sea que se vende mucho, como es el caso de Harry Potter, que han sido fenómenos, y hay como un prejuicio ante el best seller, que yo reconozco que también lo tengo. A veces pienso que si algo vendió millones no lo voy a leer. Por otro lado, esto que decía Leo de “copiar y sacar”, mil libros de niños magos, que obviamente sólo le interesan al mundo editorial. Ahí tenemos el tema de lo que se consume mucho, que nos preocupa. Después, lo de la cosa en serie. Obviamente de los mil libros que se publican no todos van a ser buenos. Y después, y esto es parte de todo lo que es literatura infantil y juvenil, y es que gran parte del público piensa que es una literatura de menor calidad, porque es más fácil o menos interesante que la de adultos. Hay como un prejuicio además con los genios o los duendes, y no se le da la oportunidad de demostrar que si es una buena historia no importa el género ni la edad a la que está dirigida.

MM: Muy bien, coincido plenamente. Bueno, aquí quedamos, muchas gracias.
(Aplausos)

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