170 años de la muerte de Emily Brontë

En agosto pasado se cumplieron 200 años del nacimiento de Emily Brontë. Ayer se conmemoraron 170 años de su muerte. Compartimos una mirada sobre Cumbres Borrascosas, su gran novela y sobre algunos aspectos de la vida y la manera de ver el mundo de esta gran escritora.



Por María Pía Chiesino

De las novelas que tres hermanas Brontë, publicaron de manera casi simultánea y con seudónimo masculino, la de Emily es la que pone a los lectores frente al vínculo más complejo de comprender y  tolerar.
Fue la quinta hija de un pastor protestante, y a diferencia de su hermano Branwell y sus hermanas Anne y Charlotte, es improbable Emily Brontë haya sufrido por  un amor imposible.
Muy apegada a su padre y a su casa, Emily trabajaba a la par de Tabby, la criada de la familia, quien había nutrido su imaginación de y la de sus hermanos narrándoles relatos populares y folklóricos.
Ese fue el marco en el que concibió una de las historias de amor más intensas y fascinantes de la literatura del siglo XlX.
Presentó a los lectores, la relación inseparable entre el amor y la muerte, y haya querido o no, los llevó a hacer una lectura de los hechos, que podía coincidir o no con la de la narradora,  Nelly Dean, que conoce la historia desde la infancia de los protagonistas. Y que desde ese lugar, lo que hace es presentarle a Lockwood, (el otro narrador) su mirada particular, su versión de los hechos.
La mirada de Nelly se corresponde con la de la moral de la época. Para ella, el casamiento de Katherine con Linton es “lo que debía hacer”. Condena los intentos de Heathcliff por romper ese vínculo, y la condescendencia de Kathy que le abre la puerta de su casa.
Podríamos acompañar esta mirada. Pero en Cumbres Borrascosas, el fantasma de Katherine es una presencia tangible desde el comienzo de la novela, y acecha la casa de Heathcliff  rogando que se le permita entrar. Golpea las ventanas en medio de la noche, para espanto de Lockwood, que por una tormenta de nieve es huésped  y testigo involuntario.
La novela está atravesada por situaciones que se producen de hecho, y repercuten dramáticamente en  la vida de los personajes.
Así, cuando el padre de Katherine adopta a Heathcliff, no puede prever la historia de amor que se desarrollará en el futuro entre él y su hija. Cuando Katherine cuenta que Linton le pidió matrimonio, ni se imagina que Heathcliff está escuchando lo último que querría escuchar en su vida.
Y cuando Elizabeth Linton “se enamora” de Heathcliff no sospecha que al  casarse con él va a ser un engranaje en la máquina de venganza puesta funcionar  por el personaje, y que no se detiene ante la muerte ni ante las generaciones que los siguen.
Los lectores actuales no tenemos ninguna obligación de que nuestra mirada coincida con los prejuicios de los narradores cuando hacemos nuestra lectura. La novela se publicó hace más de cien años. Podemos entender la historia, como una consecuencia de lo que sucede si se deja de lado el deseo para amoldar la vida amorosa a las convenciones sociales.
Porque lo que sucede en la novela, no es otra cosa.
Es tremendo asistir a ese resentimiento despiadado, que marca el vínculo de Heathcliff con quienes comparten la casa con él. La única pulsión que lo mueve es la destrucción de lo que lo rodea.
De la misma manera, es desolador que el alma de Katherine  deambule por el páramo y regrese a la casa en la que pasó su infancia, y en la que vivió los momentos más felices de su vida  junto al único hombre que amó de verdad.
Las versiones cinematográficas de la novela, hacen hincapié en la historia de amor, y en la pareja protagónica. Se entiende por donde va la cuestión de mercado, pero no le hace justicia a la complejidad de los vínculos que nos presenta la novela. Ni  al peso que tienen el dinero y la situación social para el desarrollo de la acción y la conducta de los personajes.
Asistimos al costo que representa para cada uno de ellos acomodarse a las convenciones sociales en detrimento del deseo.
Emily Brontë sabía lo que significaba ganar dinero para vivir, ya fuera con la publicación de lo que escribía, o como tutora de niñas de clase alta.
La docencia como posibilidad de sostén económico había sido un proyecto fuerte para ella y sus hermanas, y antes de ponerlo en práctica descubrieron que la literatura también podía ser un medio de vida.
Emily no quiso para ella una vida fácil, ni dedicó su corta vida a buscar un marido.
Cuando leemos Cumbres Borrascosas, no podemos no pensar que la muerte en vida a la que condena a Heathcliff, y la errancia a la que condena al alma de Kathy, tienen que ver con su mirada acerca del amor. La felicidad solo es posible si se acepta con honestidad lo que a cada quien le pasa.
En ese sentido, Heathcliff es diez veces más honesto que Katherine: en ningún momento  niega que ella sea el amor de su vida. Y cuando se casa con otra mujer, lo que nos duele como lectores es que haya llegado a esos niveles de cinismo, que ponga a funcionar su capacidad de daño con personajes que están al costado del conflicto. Porque a pesar de todo, Heathcliff  es querible.
Ninguno de los personajes de esa generación tiene posibilidad de redención; porque obedecieron a la hipocresía o a pasiones oscuras. No es el caso de los hijos, en los que vemos un rechazo por el legado de rencor que pretenden dejarles, y a los que Emily les permite la felicidad que para los otros ha sido imposible.
Emily Brontë murió a los treinta años. No se casó, no abandonó la casa paterna, excepto en un par de ocasiones y por razones de estudio.
En esa casa de piedra, en ese paisaje arisco en el que creció, concibió su poesía, y la única novela que dejó publicada. Acaso no haya tenido nunca una gran historia de amor. No quedó registro de eso, no podemos saberlo.
Lo que sí podemos suponer, gracias a la hermosa novela que dejó para los lectores y lectoras de todos los tiempos, es que si hubiera sido así, hubiera intentado ser fiel a su deseo.
Eso no era fácil para una mujer, en la primera mitad del siglo XlX. Acaso Emily pensara en estas cuestiones, cuando paseaba por el páramo de Haworth, acompañada solamente por los perros de la casa.


Cumbres Borrascosas
Emily Brontë
Alianza Editorial, 2017.

Comentarios

Entradas más populares de este blog

El crimen casi perfecto, de Roberto Arlt, Ilustrado por Decur

“Esa mujer”, de Rodolfo Walsh, por Ricardo Piglia

"El libro", un cuento breve de Sylvia Iparraguirre