Natalia Méndez y Carola Martínez: "Desde el 83 hasta ahora hay muchos libros que se mantienen vigentes."
Mateo Niro: Bueno,
gracias por venir a este nuevo ciclo que va a empezar hoy. Y antes que nada,
antes de agradecerles que vengan, quiero agradecerles a Pablo Medina y a todo
su equipo. Son nuestros anfitriones acá, en esta hermosísima biblioteca que la
mayoría de ustedes conocen. Y si no la conocen, este encuentro es también una buena excusa para conocer La Nube , a Pablo, que está por
ahí, que es un gran amigo y un gran maestro de todos nosotros, así que es un
honor y una alegría. Es como estar en el lugar en el que debemos estar. Esa es
la sensación que nos da para estas charlas. Además, la Biblioteca La Nube
tiene una tienda ahí, en la que quizás muchos de los libros que se necesiten, y
que no tengan en su biblioteca, los que quieran
pueden comprarlos, y esa es también una manera de colaborar con este
emprendimiento tan lindo de La
Nube. Y otra cosa que La Nube realiza (y que muchos de
ustedes lo saben) son unos espectáculos muy lindos para chicos, además del Club del Libro… La
programación de la
Biblioteca está a disposición y si no, a través del
Newsletter que también mandan muy generosamente. Este ciclo que comienza con la
organización de La Nube
y del Programa Bibliotecas para Armar, tiene unas características especiales,
pero para hacer una explicación propia voy a querer que la haga Mario, que es
quien va a ser el timonel de este barco… no como el barco Costa Concordia,
esperemos… (Risas)
Mas allá de eso, yo quería decirles algo acerca del
Programa Bibliotecas para Armar que es en donde trabajamos junto con Mario, que
es un Programa del Gobierno de la
Ciudad de Buenos Aires que el año que viene va a cumplir diez
años, por suerte. Esperemos que tenga unos años más… o meses, si no es años…
(Risas.) El Programa trabaja con bibliotecas comunitarias de la ciudad que son
muchas y muy heterogéneas, distribuidas en hospitales, en el Complejo
Penitenciario de Villa Devoto, Centros de Salud, clubes, etc. En ese sentido
organiza acciones de promoción de la lectura, les provee de bibliografía, pero
fundamentalmente acompaña la tarea de los mediadores de lectura, que son los
representantes, cada uno, de esos lugares, de varias maneras. Una es a través
de la capacitación en cuestiones ligadas a esa tarea y otra es en este tipo de
encuentros. Sabemos que quienes se interesan por este tipo de encuentros son
mediadores de lectura, son escritores, son lectores, son papás, son tíos, son
abuelos, pero siempre están interesados en el libro y el lector. Así que de una
manera u otra, en este tipo de encuentros, el Programa está cumpliendo su
cometido. Nuevamente, gracias por venir, y muchas gracias a Mario otra vez,
porque estuvo a cargo de tantos y lindos encuentros. Todos estos encuentros
después van a verlos en la página del Programa Bibliotecas para Armar que se
llama Libro de Arena y ya les vamos a indicar cuándo. Cualquier cosa tienen
nuestro mail y nuestros teléfonos, muchísimas gracias Mario, mucha suerte y
gracias a tus invitadas. (Aplausos).
Mario Méndez: Buenas
tardes. Me sumo, por supuesto al agradecimiento a La Nube. Este es el
segundo o tercer ciclo que hacemos acá, acá, además varias veces hicimos la
fiesta final de Bibliotecas para Armar a fin de año, cuando entregamos los
certificados, en el lugar que Pablo siempre está dispuesto a ofrecer. Les
agradezco también a Carola Martínez y
Natalia Méndez quienes hoy me acompañan en la apertura del ciclo. Carola
Martínez es especialista en literatura infantil y juvenil, dirige el blog “Donde viven los libros” que lo
recomiendo a quienes no lo conocen. Anótenlo. Es un blog donde van a
encontrar crítica de libros, comentarios, y donde se van a poner al día con un
montón de cosas si es que no lo están, y Natalia Méndez es editora, autora
también… podría haber estado en el ciclo de las Nuevas Voces del Siglo XXl.
Editora con una larga experiencia que empieza en Sudamericana, si mal no
recuerdo, sigue en Norma y ahora está en Edelvives, y además es profesora en la Facultad , en la carrera de Edición. Y mucho más, seguro.
Ambas dos. Pero seremos sucintos. Es también una alegría la gran cantidad de
gente. Y esta vez, para asegurarnos de que hubiera mucha gente hicimos un ciclo
como con quince invitados que están casi todos acá. (Risas) Ya los van a
escuchar si siguen viniendo los que no son los quince invitados. (Risas) Acá
están los futuros invitados Cristina Macjus, Florencia Esses, Vicky Bayona, Andrés
Sobico, Nicolás Schuff y además otros autores como Franco Vaccarini, María
Laura Díaz Domínguez, Germán Machado que vino especialmente de Uruguay... no,
pero acá está. (Risas).
Bien, lo primero que yo quería decir antes de empezar a
charlar es una cuestión que es bastante obvia. Son quince los invitados, si mal
no recuerdo, pero podrían haber sido otros quince u otros treinta. Yo me hice
un listado enorme de autores y a muchos no los convoqué porque uno hace un
recorte absolutamente arbitrario de acuerdo a muchísimos conceptos, algunos de
los cuales tienen que ver con la amistad, la cercanía, las posibilidades de
invitarlos… Por ejemplo no pude invitar a Lydia Carreras de Sosa, premiada y
exitosísima autora santafesina, porque vive en Rosario, o a Laura Escudero, dos
veces ganadora del Premio Barco de vapor, que es cordobesa y allá vive. Y cómo
no mencionar a Liliana Bodoc… pero cómo la pone uno dentro de las “nuevas
voces” si es quizá una de las voces más resonantes de la literatura infantil…
que sin embargo publicó su primer libro en el 2000, que no sé si se considera
siglo XXl o no. Hoy me hacía una lista y dio la casualidad de que me llamó por
teléfono una profesora, maestra, coordinadora de talleres que tiene mucho que
ver con algunas de las generaciones que están acá, que es Graciela Repún, que
tiene todavía sus talleres y ayudó a muchos a llegar a la publicación, y me
ayudó a completar la lista. Entre otros muchísimos podría haber invitado a
Luciano Saracino, a Joaquín Sevilla (pero vive en Mendoza), a Olga Appiani, a
Claudia Czerlowsky, a Marcela Silvestro, a María Laura Dedé que nos está
acompañando, a Silvina Rocha, a Karina Echevarría, a Carolina Tosi, Silvia
Guiard, Paloma Fabrykant, Teresa Prost, María Fernanda Maquieira, Mariana
Kirchner, Mónica López, Fernanda Argüello, Juan Chávez, Marina Elberger, que
estuvo varias veces acá en los otros encuentros y publicó en una colección que
se llama Colectiblos, que es una de las tantas nuevas colecciones. También
vamos a hablar de las editoriales que están dando cabida a nuevas voces de la
literatura infantil. Colectiblos es de la editorial Riderchail, es una
colección que dirige Graciela Repún. Y sigo mencionando autores editados en este
siglo: Julián Melantoni, Lorena Scigliano, Natalia Schapiro, Daniela Feoli que
es a la vez Laura Quirós, porque a veces firma con seudónimo, Luciana Murzi,
Adriana Fernández, Jaqueline Romero, Sebastián Lalaurette, Valeria Dávila,
Cucho Cuño que además es ilustrador, Hernán Carbonel, reciente autor que tuve
la suerte de editar, Emiliano Rodríguez Egaña, Alejandra Viacaba, Diego Muzzio,
Gabriel Sáez, Hugo Mitoire, un escritor del interior, de la zona del nordeste,
por el noreste y el litoral es realmente un best seller y conocidísimo en
Chaco, en Formosa y el Litoral, y es un escritor que acá no hemos leído mucho,
y es un exitoso autor del siglo XXI. Y podría seguir y seguir mencionando
nuevos autores, seguro. Tan seguro como que estoy cometiendo la torpeza de
dejar afuera autores que he leído y me gustan mucho. En fin. También son muchas
las editoriales que por suerte han dado cabida a estas nuevas voces, desde
algunas de renombre internacional, como Edelvives, pasando también por Uranito…
(que pertence a Urano, que es una multinacional). Y otras chicas y pujantes y
vanguardistas como Abran Cancha o Del Eclipse, Crecer Creando, Calibroscopio,
Amauta, Longseller, Edebé, del Naranjo, Salim…Todo esto hace que haya una
suerte de explosión de la literatura infantil que no es referida exclusivamente
al siglo XXl. No es que nació en el 2000 ni mucho menos, ese es otro corte
arbitrario, pero lo hay, desde hace quince, veinte, veinticinco años, así que
empiezo con esa pregunta, mis queridas Carola y Natalia. Recientemente se abrió
una discusión en la Web, a partir de una entrevista que hicimos nosotros,
acerca de si hay un crecimiento de la literatura infantil, o si hay un
crecimiento del campo. Hay una sutil diferencia que Ricardo Mariño hizo entre
“campo” y “literatura”. ¿Cómo ven ustedes el panorama actual de la LIJ y esta
suerte de explosión?
Natalia Méndez:
A ver… yo creo que por lo que vos estás diciendo ahora, la sutileza esta de
términos, implica pensar el campo en un sentido más amplio, pensando en un
mercado, digo yo. Por ahí desde la editorial lo veo más como un mercado. Lo
puedo entender más, con más actores y cuando él habla de literatura está
hablando de obras, ¿no? A mí me parece que el crecimiento del mercado, del
campo, de la cantidad de mediadores, de cursos de capacitación en todo sentido,
para escritores, para ilustradores, para mediadores, para docentes, para
bibliotecarios, actividades específicas relacionadas con los libros infantiles,
profesionales de la edición, me parece que ha crecido muchísimo en los últimos
diez años. Muchísimo. Hay un montón de oferta de cursos de distintos tipos, y
además esto que nombrabas vos, todas estas editoriales relativamente nuevas,
que ya han logrado instalarse para nosotros como lectores o actores de este
campo. Que ya están instaladas hace tiempo. O como vos decías recién, Bodoc o
Escudero… uno pierde a veces la noción de en qué momento aparecen porque ya
están instalados. Me parece que eso es innegable, existe y hace diez años no
había. Con respecto a la literatura, creo que ahí es un terreno mucho más
delicado. No sé si uno puede pensarlo, o definirlo o medirlo desde lo
contemporáneo. Por lo menos a mí no me resulta el planteo más interesante. A mí
me gusta y prefiero toda esta variedad de oferta y sí, quizás hay demasiada oferta,
demasiados libros parecidos a otros. Pero me parece que también eso es parte de
ese crecimiento. Con el tiempo algunos irán quedando, otros no, o quedarán
todos o encontrarán sus caminos. A mí me parece que eso suma, no resta. Ponerse
a pensar qué es literario y qué no, hasta dónde… es muy difícil desde el hoy,
desde el trabajo que uno está haciendo en el momento. Hay cosas que sí se
pueden pensar, pero en lo genérico no es una discusión tan interesante.
Carola Martínez: Sí…
pensando en esa diferencia entre el campo y el mercado frente al campo
literario notaba que venimos de un período que piensa, digo yo, Mariño, en el
que la literatura estaba atomizada en una cantidad de autores que eran la
vanguardia. Autores de mucho renombre, con una cantidad de obras, etc. Y que en
los últimos diez años, a propósito de las compras institucionales, de la
necesidad del mercado, del cambio del canon en la escuela, han empezado a
aparecer voces nuevas. Y acuerdo con Natalia en que la apertura, lo que hace es
aportar. No podríamos seguir con un mercado en el que se siga leyendo siempre o
mismo, y no aportaríamos nada a la literatura en la escuela con esos mismos
autores y esos mismos libros, porque aunque son autores súper interesantes no
salen del tema al que ya están acostumbrados. Dentro del catálogo de Mariño son
todos más o menos iguales. Lo mismo pasaba con Roldán. Entonces, después de
leer tres libros sobre piojos, que son increíbles, son súper buenos, pero
¿cuántos más podes darle a leer a los chicos? En ese sentido, la cantidad de
autores nuevos, que dan nuevas voces, que dan nuevas temáticas, que tocan
nuevas cosas, permite cambiar el canon en la escuela. Sí me da la impresión a
veces de que hay una superabundancia de material. Y que en ese mar de libros
muchas veces uno se pierde. Y que ahí es muy importante el papel del mediador.
Porque una maestra frente a quince editoriales, que le traen diez libros cada
año que salen como novedad, no va a tener la capacidad de leerlos todos y no va
a poder elegir aquellos que puedan aportarle más a los chicos. O al tema que se
quiera tratar. Porque cada promotor que va a la escuela va a explicarle que lo
que tiene él es lo mejor del mundo. Entonces, ahí sí el papel del mediador y de
la capacitación, aporta más a la lectura de la escuela.
MM: Ustedes
han trabajado las dos en esa mediación. Carola formó parte de un proyecto muy
innovador si se quiere, que era un Programa que lo conocíamos como “Tres por
uno”… ¿Cuál era el nombre real?
CM: “Leer para
crecer”.
MM: “Leer para
crecer”, que era un Programa del Gobierno de la Ciudad que compró libros y los
distribuyó.
CM: Siguen
comprando…
MM: Sí, y
Natalia como editora, obviamente. Eso que decís de la mediación me parece que
es un punto central. Carola: cuando vos estabas dirigiendo, codirigiendo,
trabajando en el Programa este, tenías que actuar mediando entre el Estado que
iba a comprar una gran cantidad de libros, y los chicos que iban a recibir
estos libros gratuitamente. ¿Qué criterio seguías?
CM: Yo
coordinaba un grupo de selectores. Ese grupo de selectores tenía cada uno un
bagaje importante. Y cada uno tenía un gusto distinto, lo que me permitía a mí
un montón de miradas. Nosotros elegíamos, en principio por calidad literaria,
por la calidad de las ilustraciones, un poco mirando el currículum de los
autores, pero principalmente por leer el libro y ver si era bueno o no. Yo
entiendo que es muy difícil decir: “Es bueno” o “es malo”, y que eso podemos
debatirlo diez años. Pero es muy fácil darse cuenta qué libros son malos. Uno
lo abre, lee dos páginas y dice: “Bueno, lo voy a dejar acá, vamos a ver en
otro momento”. Y eso pasaba con una cantidad de libros que llegaba. Nosotros,
además, sentíamos mucha responsabilidad de que ese libro que estábamos
eligiendo le iba a llegar a veinte mil niñitos de primer grado. Y que iba a
haber veinte mil padres que nos iban a venir a tocar la puerta y a decir: “Che,
mirá que el libro no es bueno”. Aplicábamos un poco una cierta autocensura, si
había textos que eran muy complicados… Me viene a la mente algo. ¿Viste que
hubo un debate muy importante sobre los libros éstos que entregaba Nación?
MM: En
Mendoza, creo…
CM: Sí. Yo,
durante todo el tiempo que pasaba eso pensaba, que hay una cosa que es
primordial cuando uno trabaja en el aparato estatal. Cuando uno piensa en los
libros para todos, para todos los niñitos de primer grado, por ejemplo, el
lector que tenés que tener en la cabeza es un niñito que tiene padres ateos,
que tiene padres judíos, que tiene padres adventistas, que los papás son
Testigos de Jehová… entonces, hay un montón de temas que no podés tocar, porque “todos” es “todos”. No es mi
hija, que tiene una mamá progre, que lee un montón de cosas. Son todos. Eso
también implica esos que a mí no me caen
tan bien. Para mí, entonces, era entendible que un señor en Mendoza dijera: “Yo
no quiero que este libro esté en la escuela”. Porque él ahí está pidiendo su
“todos”. Y ese es un “todos” que a mí no me cae bien. Yo no estoy de acuerdo
con ese señor. Porque si no, volvemos a pensar que yo soy la única que puedo
decidir y soy yo la que tengo la razón. Entonces, elegíamos también con esto en
la cabeza. Que había un montón de temas que había que tocar de otra forma. O
que había un montón de libros que había elegido, pero que tenía la certeza de
que iban a crear bardo en la escuela. Y que en la escuela ya hay suficiente
bardo como para mandar libros que creen más. Teníamos esa responsabilidad.
MM: Muy bien,
muy interesante. Podríamos seguir con este tema un largo rato pero ya vamos a
volver.
Asistente (la autora María Laura Dedé): ¿Podrían
describir en dos palabritas qué fue lo que pasó en Mendoza?
MM: Resumido:
hubo un rechazo hacia algunos libros que se acusó de eróticos o excesivamente
violentos. Entre ellos una selección de historietas de Colihue, y después esto
se replicó también en Misiones.
CM: Eran dos
escuelas dentro de la provincia donde el director dijo que no.
MM: Lo que
pasa es que hubo también un aprovechamiento, como suele pasar y está pasando,
periodístico del asunto, y se habló inmediatamente de que Colihue tenía una
conexión con el Gobierno Nacional, y que llevaban libros de Colihue que, de
paso, fue el que más vendió. Hubo un uso
y aprovechamiento de la situación por una cuestión política. Vos, Natalia, también
recibís cantidad de libros.
NM: Sí. Yo
pensaba qué diferente pensar en criterios, elegir para veinte mil lectores. Es
muy diferente del trabajo que uno hace en una editorial, porque por más que
cualquiera quiere vender lo más posible, o lograr que algún título de su
catálogo entre a las compras institucionales del Estado y demás, que son esos
números, cuando uno está pensando en los criterios de selección para un
catálogo determinado, entran otro tipo de variables. Que obviamente, un público
lector amplio, que depende mucho del tipo de catálogo. Yo estoy seguro de que,
por ejemplo, una de las editoriales que no sé si la nombraste, Calibroscopio, o
Del Eclipse, que tiene libros álbum con un estilo, no están pensando en que eso
se venda masivamente, porque uno no hace tiradas masivas. Entonces, de entrada,
uno va haciendo un testeo posible de los libros para una tirada razonable que
haga la editorial. Ahí cambia totalmente la escala. Y después, también entran
en juego otras variables que tienen que ver con el resto del catálogo.
Necesariamente, cuando uno selecciona un título para ponerlo en una colección o
en un catálogo, es como que entra un jugador a la cancha con otros jugadores. Y
a veces es muy bueno pero no combina con ese grupo. Eso también a veces es una
cosa difícil de explicar o de manejar. Y es que más allá del criterio
literario, estético, artístico, que uno tenga sobre la obra, que como decías
recién, podemos discutir mil años sobre eso, hay otras variables coyunturales y
del resto del plan de publicaciones, del resto del catálogo donde ese título se
incorpora, que también a veces mueven el tablero un poco. Y sí hay algo que ya
sé más por vieja que por diabla (Risas) y es que al principio, cuando yo empecé
a trabajar en esto, me importaba muchísimo esto de los criterios, y saber, y
entender, y definir, por qué sí y por qué no, y a medida que fue pasando el
tiempo, para mí, muy desde mi experiencia, cada vez creo más en la
subjetividad. En que hay una cosa en este trabajo, de olfato y de dejar que
juegue el gusto. Me parece que eso hace a la diversidad de la que hablamos, a
esa cantidad de opciones que hay para publicar hoy. Es como que me puedo
permitir… uno tiene una cantidad limitada de títulos a sacar, por año, por
plan, por lo que sea, entonces me puedo permitir cierto margen o cierta cosa
más personal. Como confiar también en eso, porque seguramente ese libro está
bien, ese texto que está bueno, ese proyecto, va a encontrar lugar en otro lado. Para mí, eso fue parte de
un aprendizaje. Empezar a usar esa pata un poco en el trabajo.
MM: Varios
temas se abren de lo que dijeron. Uno es el de la cantidad. Cuando vos decís
“tengo una cantidad limitada de títulos”… y a veces es al revés, por lo menos
con las editoriales grandes…Tengo que cubrir una cantidad. ¿Y ahí qué pasa?
NM: Ahí es más
difícil. Depende muchísimo de la estructura de las editoriales… para aclarar un
poco esto que dice Mario, a veces en ciertas editoriales uno recibe como una
grilla que después uno tiene que llenar. Tantos libros para tal edad, tantos
títulos de tal colección… Y ahí es cuando para mí por lo menos, juega en
contra. Ahí podemos hablar de cierta sobreabundancia de cosas, de títulos
publicados. Porque si yo no encuentro cuatro novelas juveniles… bueno… yo no
encuentro. No es que no hay. Uno también tiene tiempo limitado para leer,
recursos limitados para mandar a leer a otra gente, para recibir
recomendaciones. Yo sería partidaria de no sacar si uno no encuentra, pero a
veces, en las empresas no es una decisión que le atañe al editor y que viene de
más arriba. Depende del tipo de estructura. Y hay que respetarlas. Y ahí se
terminan publicando cosas con las que uno como editor, incluso, no termina de
estar del todo convencido. Por eso mismo, sí creo que todas esas editoriales
más chicas o más nuevas que vos nombraste, tienen esa ventaja competitiva. Lo
que van a publicar es mucho más lo que quieren publicar, lo que necesitan en un
sentido muy amplio. Desde las cuentas y
desde el contenido. Entonces me parece que eso les da una ventaja de reacción
en el mercado, en el “campo”, por ahí de entrar de una forma que quizás las
editoriales más grandes no tienen del todo. Por falta de recursos, por
distintas maneras de organizar los recursos pero también es cierto que casi todas
las editoriales grandes, de diez años a esta parte, han achicado un montón sus
planes editoriales. Se empiezan a parecer un poco más a las otras. El mercado
se atomiza en más editoriales pero la cantidad de títulos es mayor, claramente,
pero no hay tanta diferencia entre una editorial más grande y otra más chica.
MM: Vos
recién, Carola, hablabas de que entre los mediadores está el promotor que va
desde la editorial y dice: “Este es el mejor del mundo”. La macana es que a mí
me da la impresión, (perdón no debería haber subjetivado la pregunta) de que a
veces no es eso lo que dicen los promotores, sino que apuntan a que: “Con este
vas a poder trabajar con tal tema”. La vaca, la solidaridad, la discriminación,
etc.
CM: Sí.
También el promotor está respondiendo a una necesidad de los docentes. También,
igual que cuando los editores tienen que completar una grilla, los docentes
tienen que cumplir una cantidad de contenidos, y tiene que haber libros sobre
solidaridad y sobre una cantidad de valores. De hecho hay un montón de
catálogos de editoriales que vos los mirás y dicen, en una grillita: “Este
libro habla de” y marcan dos o tres puntitos, y muchas veces los docentes
eligen a partir de eso. Pero los docentes de Lengua están cada vez más formados
y eso hace que estén empezando a elegir desde otro lugar y no desde el que le
ofrece el promotor, o el que trae el bolso más lindo o el que te da una birome
mejor. Yo creo que los docentes están cada vez mejor formados, tienen mejor
gusto, también. Vos hablabas con docentes hace diez años y hablás hoy, y saben
de ilustradores, por ejemplo. “A mí me
gustan más figurativos” o “Me gustan más abstractos”. Están empezando a
entender un poco más y a tener otros criterios para elegir. Es cierto que sigue
siendo muy importante también la taza y la birome, pero bueno… son importantes
en la escuela la taza y la birome. Estoy convencida de que ahora estamos en un
lugar mejor que hace diez años atrás. Estamos todos con un poco más de
formación. Todos sabemos un poquito más.
MM: Y esto que
decías vos, Natalia, acerca de la cantidad de editoriales pequeñas con alguna
ventaja competitiva y alguna desventaja, por supuesto, y la enorme
proliferación… ¿No les da el temor de que
el mercado no aguante y que nos convierta en un parripollo? (Risas)
NM: Puede
pasar.
MM: ¿Se
acuerdan de los parripollos, o las canchas de paddle? (Risas)
NM: Sí, estoy
de acuerdo en que eso es un riesgo y por ahí estamos a medio milímetro, pero
para mí está bien abrir ese juego de esa forma. Esto que decíamos al principio
de la entrada al juego de nuevos autores de la mano de nuevas editoriales, de
la mano de que hay un mercado más grande, de la mano de que eso produce más
formación a todos los niveles. Para mí, está bueno. Como dice ella. Estamos mejor.
Después… cómo quede…como la burbuja inmobiliaria en algún momento va a explotar
y nos vamos a quedar con tres autores y tres editoriales, la verdad es que no
me parece. No lo veo así. Supongo que irá decantando con el tiempo. Hay una
cosa, insisto con la palabra, que tiene más que ver con la subjetividad de la
lectura, que permite que la formación de lectores a todo nivel, desde lo
profesional, los mediadores, los chicos que leen… es algo que se construye.
Puede ser que un mal texto, un mal libro, una mala capacitación te deje afuera.
Pero en general hay más oportunidades. En el colegio al otro año te dan otro
texto. O a los dos meses te dan otro. Hay muchas puertas de entrada a eso. Y
cuanto más variado es, uno puede confiar en que se va haciendo su camino. Todas
las personas con las que voy hablando de estos temas, coincidimos en que hoy en
día leemos cosas que no son los grandes clásicos. Y nos ensartamos con libros.
Los que somos lectores de chicos, leímos cosas que hoy son cien por ciento
olvidables. Que hoy las agarrás y no durás ni medio minuto leyéndolas. Y otras
obras que hoy podés seguir leyendo y recomendando. Me parece que entonces hay
que confiar un poco más en ese proceso. Me parece que no estamos todos comiendo
pollo. Hay mucha oferta. Quizás con el tiempo nos vamos a quedar comiendo más
una cosa, y la otra queda más olvidada o con menos prestigio. Y el prestigio
también es un tema… ¿Qué es el prestigio? ¿Los Premios? ¿Vender mucho?
¿Publicar mucho? Yo confío. Como dice Carola, estamos mejor. Si ir mejorando es
que haya algunas editoriales, porque
están repitiendo modelos, o porque no les dan los números, se dan cuenta de que
no tienen nada interesante para decir con sus libros y cierra, bueno… los libros
interesantes de esas editoriales entrarán en otro catálogo. Sabemos que desde
el 83 hasta ahora hay un montón de libros que han ido cambiando de editoriales,
se mantienen vigentes. Hay mucha obra que se mantiene vigente en literatura
infantil y juvenil por más de treinta años y que seguimos leyendo hoy. Eso para
mí es una señal clara de que la obra buena sigue encontrando lugares.
CM: Yo igual
soy medio fluctuante. Depende mucho de cuántas veces he leído en el año
demasiados libros. Si yo leo más de una vez en el año demasiados libros pienso
que todo va a explotar mañana. (Risas)
CM: Cuando me
pasa eso empiezo pensar que es demasiado, pero creo que la diversidad permite
que uno se vaya encontrando de otra forma con los libros. Uno entra a una
librería y hay tanto, que puede tomarse mejor tiempo para mirarlo. Están
ocupando un mejor lugar dentro de las librerías. Antes lo tenías al señor que
vende que tenía los libros abajo del mostrador para poder dárselos a las mamás cuando
iban a comprar. Ahora tienen vendedores que se ocupan del espacio. O sea,
estamos en un lugar mejor. Pero a veces pienso que cuando las editoriales
venden mucho al Estado, piensan que tienen un lugar ahí para poner muchos
libros y empieza a ser como los restaurantes en Palermo, que hay trecientos en
una misma calle.
NM: ¡Seguimos
con los ejemplos de comida! (Risas). Es cierto que hay muchas editoriales y
muchos proyectos editoriales, y escritores haciendo obra repetida de sí mismos.
Es lo que está pasando ahora porque evidentemente hay un mercado que lo está
recibiendo. Para mí, eso no es necesariamente malo. Con el tiempo, quizás de
esos títulos queden los dos más memorables. No lo sé. Pero para el hoy es un
buen campo de juego.
MM: Eso de las
compras institucionales me parece muy importante porque es algo que ha dado un
empujón grandísimo al mercado de la literatura infantil. ¿Vos sentís, Carola,
que había editoriales que sacaban cosas con la intención de que fueran
comprables?
CM: Completamente.
Después del segundo Vaccarini que compramos, aparecieron setenta
“vaccarinianos” (Risas).
MM: ¿Y vos
como editora sentiste esa presión? “Pensemos en libros que se puedan comprar”.
NM: No.
Presión no, pero yo tuve la suerte de que saqué dos “Vaccarinis” (Risas). No,
hasta ahora he tenido la suerte de no haber tenido mayor presión profesional.
Obviamente, para mí no está mal decirlo, hubo una cosa muy estigmatizada de que
queda feo decir que me gusta que los libros se vendan. A mí, a esta altura, me gusta
que los libros se vendan porque me gusta que circulen. Que lo que yo elijo para
publicar y los autores con los que yo me comprometo tengan la mejor circulación
posible de su obra. De hecho, al principio me ha pasado ver una cosa que me
encantaba pero que me daba cuenta de que en ese catálogo no iba a poder
venderla ni hacerla circular. Y les pedía que las llevaran a otro lado o que
la llevaran a TAL lado donde me parecía
que sí. En ese sentido hay una cosa de honestidad con lo que yo puedo hacer
mejor para los autores del catálogo con el que me toca estar trabajando. Por
suerte nunca me pasó tener esa presión a nivel personal o de jefes acerca de
qué compra el gobierno. Además de que es azaroso y sumamente difícil porque hay
tantas editoriales y cosas publicadas que así sea que compren un libro de cada
editorial, si yo saco quince libros al año ¿qué hago? ¿Publico uno para el
gobierno y los otros catorce por cosas que a mí me divierten? No funciona de
esa forma.
CM: No, y
además como la gente que está eligiendo están cada vez más formados, las
elecciones son bastante buenas.
NM: También
hay catálogos de editoriales chicas que sabemos que ese dinero que entra de una
compra institucional, es lo que las sostiene un año más de vida. Y que quizás
el día a día de la venta, de promoción escolar, no te ayuda a publicar tu
título. Me parece que está bien. Que es válido ese juego en un punto. Es más
riesgoso por la discontinuidad, y porque hay mucha oferta y las compras también
son limitadas. Cuantas más oferta hay, menos oportunidad tiene un libro de
entrar.
MM: Hablabas
antes del currículum de los autores, y después vos hablaste del prestigio y de
cómo medimos el prestigio de los autores. Si es porque publicaron mucho, si es
porque publicaron poco… porque también está la mirada al revés. A veces
pareciera que el autor o la autora que publicó pocos libros es mejor porque los
trabaja más.
CM: Un
escritor Gourmet. (Risas) Está Santa Ana que dice que es un escritor Boutique.
(Risas)
MM: Pero cuál
es para ustedes (arriésguense) ¿Cuál es
la medida? ¿Dónde pesa más el currículum y cuál es el prestigio?
CM: Cuando yo
recibo obra pido que no me manden el currículum. No me interesa.
MM: Pero ya lo
sabés…
NM: No
siempre. De hecho he publicado autores nuevos, algunos que publicaban casi por
primera vez. Para mí, el peso es la obra en sí misma. Esto es un criterio. No
pasa por ese lado. Obviamente hay cosas que pueden ayudar, que a mí me sirven
después como argumento de venta interno: “Ah, Fulano ganó un premio o vendió su
libro en tal cosa”. Pero ese es más el argumento de venta que yo tengo que usar
para adentro de la editorial que a la hora de tomar la decisión yo, sobre la obra que voy a contratar. Quizá a
otros editores les interese más eso, pero a mí no. El libro después circula
solito. No va nadie leyendo la biografía del autor o si tiene tal premio. Puede
ser en la prensa, en el momento de la compra, pero no en el del lector. El
libro tiene que poder defenderse a sí mismo. Si no, por más premio y que te
hayan elegido porque el promotor le vendió a la docente que el autor tiene un
montón de premios, si después el libro no funciona, no lo van a volver a
comprar al otro año. Me gustaría pensar más a largo plazo en la vida de los
libros.
CM: Nosotros
miramos el currículum como forma de autopreservación. Si nosotros elegíamos un
libro, y después el señor o la señora, tenía un libro anterior que se llamaba Cincuenta formas de tener sexo, lo más
seguro era que un grupo de padres viniera a tocarnos la puerta. Más que
currículum miramos los antecedentes. (Risas) Y les decíamos: “Discúlpeme pero
no voy a poder publicar su libro…”
Asistente: Discúlpenme,
¿ustedes están hablando de la edad exacta de la escuela primaria?
MM: No, no.
Estamos hablando de literatura infantil y juvenil…
Asistente: Porque
yo pienso en los chicos más chicos a los que se les lee, y me parece importante
crearle al chico la necesidad de ir a leer. ¿Hay pautas para eso?
NM: En
general, lo que pasa en casi todas las editoriales es que hay distintas
colecciones. Entonces hay colecciones que están pensadas no tanto para la
escuela, a veces son libros más ilustrados, con otro formato, con otras
características desde el objeto, pero también siguen siendo los mismos
criterios de calidad estéticos, artísticos, en todo sentido. ..
Asistente: Y
valores también.
NM: No
necesariamente. Puede ser. Hay colecciones o hay catálogos que están pensando
que los valores entran por los libros. Para mí, no es el criterio. Pero sí hay
colecciones y editoriales que se piensan en ese sentido. Para mí, una buena
historia, o un buen libro informativo, para chicos chiquitos, no lo pienso para
transmitir valores. Es más amplio, en todo caso, pero depende de cada catálogo,
de cada colección, de cada editor. Quizás nos quedamos hablando de este tipo de
libros pero se puede aplicar a distintos niveles
MM: ¿El
Programa elegía también libros para primeros lectores?
CM: Sí. Desde
sala de cinco. Con criterios distintos. Criterios para los libros de primaria,
para los libros de secundaria, porque cada edad tenía características
distintas. El libro de sala de cinco podía ser más lúdico, libro álbum,
libros muy ilustrados, y los libros que
elegíamos para secundaria, para los últimos años de la escuela Media eran
libros para adultos. Los chicos tenían ya dieciséis, diecisiete, dieciocho años
y no entraban en los catálogos de las editoriales… los que piensan para
literatura juvenil. Por eso nosotros lo que más comprábamos para esa edad era
lo de Zona Libre que piensan en un lector un poco más grande que el que
normalmente se piensa como el de la literatura juvenil.
MM: Zona
Libre, para los que no están al tanto, es una colección de literatura juvenil
de la editorial Norma.
Asistente: Yo
quería preguntar a propósito de lo que Márgara Averbach decía que la literatura
juvenil no existía. Mariño reiteraba eso. ¿Cuál es el criterio de selección?
NM: Que no se
lo digan a mi jefe (Risas). Para mí eso
es una forma de decir que está bien, una forma de ver, de que cuando uno es un
lector formado puede leer cualquier cosa y acceder a cualquier estante o a
cualquier anaquel de la librería o de la biblioteca. Hay otra cosa en todo
caso, en estos criterios de selección o estas colecciones más pensando en
juveniles dentro de este tipo de editoriales que apuntan a los libros que se
recomiendan en la escuela en general. No son libros que uno va a ver en las
mesas de la librería, que salen como novedad. Entonces, tiene que ver con los mismos criterios con los que
se les dan los libros a los chicos en la primaria. Temas que les puedan
interesar o historias bien construidas. En ese sentido mantienen lo mismo. Es
cierto que hay toda una serie de libros que uno puede leer de adolescente, y después
dejan de interesarte porque hay ciertos temas, ciertos modos de encarar que con
cierta carrera lectora quedan atrás, como hace un rato yo decía. Todos leemos o
hemos leído variados títulos, pero para mí tiene que ver con eso. Con ese tipo
de libros. Lo otro que circule, y de lo que quizás no hemos hablado porque
excede un poco el tema es el de los libros que yo pienso más de ficción
comercial, los que no están pensados para la escuela, del tipo de Crepúsculo, Harry Potter, que son grandes best sellers juveniles… Harry Potter no está pensado para la
escuela. A mí me encanta, pero lo vas a encontrar en una mesa de una librería.
A eso me refiero. Es otro producto editorial. Y entonces ahí, son criterios que
tienen un público lector más amplio. La verdad es que para mí, la frase de que
“La literatura juvenil no existe”, es como decir que no existe esa columna.
Está ahí. La estoy viendo. Que te guste o no, que sirva o no, es otro criterio.
Otra discusión. Es como decir una cosa para provocar, pero sí que existe y
tiene su propia vida.
MM: Márgara
Averbach, que vino a las charlas que compartimos en la primera parte del año,
acentuaba que ella consideraba que eso era un criterio comercial de
clasificación.
NM: Sí, sí.
Pero, ¿Por qué no?
CM: Completamente.
En la escuela necesitás libros para primero, segundo y tercer año y los chicos
tienen catorce, quince y dieciséis, y los libros que sacan las editoriales no
les gustan porque dicen “Doce años”… si no dijeran, les gustan igual. Entonces
necesitás para esa edad, algo que no tenga escenas profundas de sexo, y
entonces tenés que inventarte un libro, o un tipo de libro en el que la maestra
no tenga después a todos los padres rompiéndole la cabeza. Ese es el criterio
que se usa en la escuela.
NM: Si, pero
incluso lo pienso como criterio comercial. Saliéndonos de la escuela, en las
librerías, Porque uno puede romperse la cabeza pensando en para quién es el
libro, quién es el lector, pero después en la librería funciona mucho: “Hola,
tengo un sobrino de doce años. ¿Qué le puedo llevar?” Y el librero puede darle
Tolkien o puede darle cualquiera de estos libros. El librero, el mediador, que
tiene que saber un poco más de la mayor cantidad de libros posible, tiene que
poder clasificarlos de alguna forma para poder ofrecerlos. Para poder entender
cuál se toca con cual
CM: Algunos
tienen distintos colores…
NM: Por
ejemplo. Y aunque no lo tuvieran. Lo de las edades de los libros es
relativamente nuevo. Hace veinte años no lo tenían.
MM: Estamos en
problemas porque si eso es relativamente nuevo y estamos hablando de los
autores del siglo XXl…
NM: No, para
los autores no. Para el mercado. El librero tiene que saber dónde va a poner
tal libro y a quién va a recomendarle cada uno. Está bien. Es un criterio
comercial.
NM: Eso tiene
que ver con que entró en el canon de lectura que se da en la secundaria. Que se
enseña en Lengua y Literatura de la secundaria, que es más estable. Son ciertos
autores argentinos clásicos. Tienen que ver con una especie de historia de la
literatura. No es que están haciendo promoción de la lectura. Es historia de la
literatura. En ciertas materias, o en ciertos momentos de las materias, ese
libro entró al canon de la escuela. Ahí hay un tema de mercado: mantener un
libro en catálogo tiene determinado costo. Como hay una editorial, por ejemplo
la edición de Sudamericana Joven, lo que hacen los autores o los agentes, es,
para tener más posibilidades comerciales, subdividir los derechos. Entonces te
dan los derechos para la edición juvenil. Y los mantienen en catálogo porque es
cierto que es más barato. Quizá ya no muchas editoriales tengan una colección
de autores clásicos argentinos que se mantienen constantemente en stock.
Entonces, ahí sí es una decisión comercial que salga con la etiqueta de
Sudamericana Joven, pero el libro es exactamente el mismo. Y tiene que ver con
que ahí entró primero al canon escolar, por los motivos que sean, y la
editorial lo sostiene de esta forma.
CM: Muchas
veces también edición juvenil quiere decir que está un poco retocado…
NM: No, no, en
este caso no.
MM: Puede
haber un glosario…
Asistente: A
veces traen actividades.
NM: Claro, en
este caso no. Es una edición que tiene la tapa distinta, nada más, como para
que no te dé tirria agarrarlo.
Asistente: (el
especialista y docente Ramón Páez, de Donde viven los libros) No siempre
depende de la voluntad del docente. Uno tiene un programa…
NM: Por eso te
digo lo del canon escolar. Es otra cosa. ¿Por qué Rosaura a las diez se sigue leyendo? U Oliver Twist…
Asistente: (el
especialista y docente Ramón Páez, de Donde viven los libros) Bueno, en la
currícula de la Provincia de Buenos Aires
se mantiene el clásico español y tenés que ver cómo entrarle…
NM: Claro,
pero te aseguro que si se leyera en una escuela en particular posiblemente no
sería nada fácil de conseguir. No estaría editada actualmente.
Asistente: (el
especialista y docente Ramón Páez, de Donde viven los libros) Rosaura a las diez, Oliver Twist, están en todos los manuales de literatura…
CM: Los árboles mueren de pie…
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