Cenizas, un viaje hacia el presente
Dios ha muerto; el hombre ha muerto; finalmente, la
literatura ha muerto. O, al menos la forma de concebir cada uno de estos
centros del pensamiento occidental se ha transformado al punto de necesitar ser
repensados. Las nuevas tecnologías y modos de comunicación, el papel de los
medios en la construcción del orden social, abren nuevas formas a lo humano. El desafío
es emprender otros viajes y otras lecturas. Los textos favoritos que los
lectores de Libro de arena
comparten, abren lugar a esas experiencias. Dublinesca,
la novela de Enrique Vila-Matas es
el viaje recomendado de hoy.
Por Abril Sanguinetti*
Para
mí, la muerte y los viajes se parecen. Hace un tiempo leí un libro sobre un
viaje y un funeral, la muerte de una era que es también- como todo viaje, en
realidad- un viaje en el tiempo. Han pasado tan sólo unos días desde la
despedida de una gran poeta a quien pude velar junto a sus seres más queridos.
Ese momento, aunque triste, tiene para mí una magia especial. Son los últimos
instantes con los restos físicos de ese espíritu que ya no está, es el último
adiós a la carne que ya es ceniza y, sobre todo, es cuando algo se detiene,
termina, es el final de una vida, de un viaje por el tiempo y el espacio.
Dublinesca, una novela de
Enrique Vila-Matas, nos sitúa en una Barcelona lluviosa, nublada, muy irlandesa,
que planta en Samuel Riba, editor retirado, la urgencia de viajar a Dublin a
celebrar el funeral de la Era de Gutenberg. Elije para ello la fecha del
Bloomsday cuando se conmemora en esas costas a Joyce y a su Ulises.
Rehabilitado del alcoholismo que lo acompañó durante su edad de oro profesional
y conviviendo con su mujer posmodernamente budista, Riba carga con dos muertes:
la de la imprenta literaria y la del genio artístico quien nunca siquiera dio
sus primeros pasos hacia él.
Dublin
es el destino de dos viajes: uno hacia el pasado, hacia el Ulises que pervive
en hojas de papel y otro hacia el futuro - que ya es presente- de la era
digital. Entre estos dos tiempos, Riba recorre las distancias irreconciliables
de dos eras y al interior de la neurosis de un abstemio. La resaca del alcohol
lo suspende en ese instante sin movimiento, en ese momento en que el mundo se
detiene cuando un alma se desprende de su sustancia y el viaje termina o, más
bien, continúa con un tripulante menos y a la deriva.
Tal
vez, luego del funeral de la Era de Gutenberg, luego de que la literatura se
desprenda de su sustancia, la lectura nos proponga un viaje nuevo, distinto, un
viaje por nuevos universos digitales, incierto pero, a la vez, inquietante. Y,
para Samuel Riba, la travesía comienza con un buen final, fúnebre, nebuloso,
con un tono gris que, de a momentos, se mezcla con los más oscuros matices de
un humor delicioso.
Dublinesca
Enrique Vila-Matas
Barcelona, Seix Barral, 2011.
*Abril Sanguinetti: es estudiante de la carrera de
Letras, siente una particular fascinación por el viaje como tema literario por
lo que disfruta de las lecturas relacionadas con los textos que trabajan sobre
este eje; es más sensible a la expresividad de lo breve- cuentos, poesía- y al teatro aunque sus preferencias varían por temporadas. De los viajes, los que son en carpa son sus favoritos.
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