El viejo Hemingway
Ernest Hemingway es, sin lugar a dudas, uno de los escritores más célebres de la literatura norteamericana y universal. Contradictorio tanto como agudo, pero en cualquier caso insoslayable, Hemingway es un autor que merece ser leído y pensado. A dos días del aniversario de su muerte, Libro de arena propone recordarlo a través de un comentario que revisa su obra y su trayectoria, con especial interés en la nouvelle por la que obtuvo el premio Nobel en 1954, El viejo y el mar.
Por Ernesto Hollman
La mayoría de los elementos que rodean a Hemingway, han sido, son y serán un enigma: un hombre solitario, sombrío, cazador y bebedor empedernido –capaz de matar en una noche de borrachera cientos de animales en el desierto de Arizona-, y también un asesino compulsivo que no dudo en hacer fuego contra la cabeza de un prisionero fascista y repitió que volvería a hacerlo, si tuviera la oportunidad nuevamente, ya que no lo conmovía. Su “deporte” fue la matanza indiscriminada de animales salvajes, peces, tiro al pichón y varios etcéteras más. Entre ellos fue su pasatiempo favorito, la corrida de toros. Evento que para algunos plantea la eterna disyuntiva entre el hombre y la muerte. Y para otros, como para el gran escritor español Vicente Blasco Ibáñez, un entretenimiento propio de salvajes, al que defenestra cuando en el año 1908 publica Sangre y Arena, una novela magistral.
Pero también Hemingway llegó a tener
cincuenta y ocho gatos en su famosa finca “Vigía" y "Cojimar" en
Cuba -patria que él amó y adoptó para vivir los últimos años de su vida. Y enterraba a sus perros alrededor de la piscina
para poder estar cerca de ellos y recordarlos uno por uno. Sin duda su
santuario cubano fue lo que más quiso, el lugar donde vivían seres sencillos,
trabajadores y leales, rodeados por una naturaleza cautivante. Allí están hoy
su barco, su máquina de escribir y los miles de objetos que rodeaban su
creación cotidiana, además de una inmensa colección de fotografías. Este es el
mito, el hombre y también el escritor fascinante que nos envuelve en cada una
de sus páginas. Sin duda se trata del escritor norteamericano más
complejo y contradictorio de todos los de la llamada “generación perdida”.
Su obra la integran sus maravillosos
cuentos cortos: concisos, dolorosos y estremecedores y sus famosas novelas.
Entre sus relatos -que muchas veces no llegan a las dos páginas- quizá el más
perfecto de todos ellos sea Las
Nieves del Kilimanjaro y también Los Asesinos. El segundo, a mi modesto entender, con menos riqueza expresiva que el primero.
Como broche final de toda su extensa escritura publicó la novela corta que le
sirvió para ganar el Pulitzer y nada
menos que el premio Nobel de Literatura de 1954: El Viejo y el Mar.
En la literatura de Hemingway se
potencia la eterna lucha entre la fuerza bruta (la naturaleza) y la conciencia
filosófica del hombre, el abismo entre la muerte y el dolor, inseparables de la
condición humana, ese fue su karma y aquello que, parafraseando a Jean-Paul
Sartre, estaba “condenado a elegir”.
El boxeador sueco Ole Andreson,
protagonista "ausente" de Los
Asesinos, elige la muerte en la cama del hotel, a la espera a sus verdugos
con determinación; ya no le queda salida posible: al final del cuento el
"chico vivo" Nick Adams (alter ego de Hemingway) determina abandonar
el pueblo pues ya no soporta la idea de que alguien pueda sentarse a esperar la
muerte sin oponer resistencia.
Algo similar sucede en Las Nieves... pero con un componente
distinto, que es la lucha. En una
narración agobiante de recuerdos dolorosos, el protagonista agoniza carcomido
por una gangrena en medio de la selva africana, mientras se pelea con su amante
que lo acompaña en el safari. Aquí en un texto exquisito, Hemingway hace que la
muerte cobre sustancia corporal y que avance lenta e inexorablemente por
la pierna de Harry hasta cubrir con su peso de hielo el pecho y la conciencia
de su víctima; pero se elabora una resistencia de ensueño que es el relato
final del cuento. Harry hace su elección, su cuerpo será depositado junto al
esqueleto del leopardo que yace en las cumbres del Kilimanjaro, y de cuya
existencia nos enteramos desde el epígrafe: "El Kilimanjaro es
una montaña cubierta de nieve de 5895 metros de altura, y dicen que es la más
alta de África. Su nombre es, en masai, «NgájeNgái», «la Casa de Dios». Cerca
de la cima se encuentra el esqueleto seco y helado de un leopardo, y nadie ha
podido explicarse nunca qué estaba buscando el leopardo por aquellas alturas"
Vida y muerte,
lucha y soledad se contraponen constantemente en la narrativa de Hemingway,
esos son los dilemas perpetuos e indisolubles en su conciencia creativa.
El viejo y
el mar es
la nouvelle que lo redime de todo su pasado, sin duda la mejor de todas las que
escribió en su vida. Él mismo lo afirmó cuando le puso el punto final. Escrita
en Cuba en el año 1951 y después de los fracasos rotundos de sus dos últimas
novelas: Al otro lado del
río y Entre los árboles. Inspirada en la vida de un vejo
marinero cubano, Gregorio Fuentes, esta
novela refleja lo más maravilloso del mundo individual de Hemingway. La
perpetua lucha con un oponente en igualdad de condiciones, el intento de
ganarle a la vida en la postrimería de la existencia, un paso antes que la
vejez lo despoje de sus fuerzas vitales. Se establece en la mar (en femenino), en un barquillo, la contienda entre el viejo pescador y el pez espada que
capturó–el más grande que ha visto en su vida, y que aparentemente colocaría al
hombre en el lugar del ganador. Pero las sucesivas batallas contra los
tiburones hacen de su triunfo un esqueleto monumental, a su regreso a las
costas de la Habana en la más absoluta de las soledades. Paralelamente hay un
personaje en tierra, que es un joven en
el que se ha establecido una relación de enseñanza-aprendizaje mutua en la que
se expresan los valores de la amistad y
la solidaridad.
Si esta obra
perdura en la memoria de quien la lee, es, sobre todo, por su alcance metafórico
y filosófico. Aquí no hay un hombre y un animal, hay dos seres que se enfrentan
a una lucha de supervivencia, tesón y orgullo. Ambos se sienten competidores en
una partida que dirime la astucia y la
resistencia. Todo está en esta pequeña gran obra maestra, lo político-social,
Dios y el hombre, la naturaleza y la porfía humana, la lucha contra el mal en su
acepción más demoníaca (los tiburones que terminan devorando y consumiendo su
amado pez) y la amistad incondicional del joven ayudante que es lo que recibe como paliativo en su
devastadora derrota final.
Tampoco hay que olvidar la prolífica
vinculación de Hemingway con el cine, (quizá el autor más trasladado a la
pantalla de la historia del séptimo arte que ningún otro) y recordar la
memorable adaptación cinematográfica que se hizo de El viejo y el mar con un inmenso Spencer Tracy bajo la
dirección de otro grande de Hollywood: John Sturges. Y una banda de sonido
original -ganadora del Oscar- electrizante, debida a la mano de Dimitri Tiomkyn. Si la
pueden rastrear por Internet no se la pierdan.
Que este nuevo aniversario de su
nacimiento, sirva para releer o descubrir a este escritor tan dispar y sobre
todo que puso todas las agallas en el dolor de sus palabras volcadas en tinta
de sangre.
* Ernesto Hollmann: nacido en Buenos Aires el 23 de septiembre de 1947. Hizo crítica de cine para las revistas Siete Días, Biógrafo y El Porteño. Ha publicado Hierofanía de Samael (poemas), editado por Faro en 1992. Fue integrante del FLH en los años '70, participó en el año 2008 de la película "Rosa Patria", de Santiago Loza, dedicada a la vida y la poesía de Néstor Perlongher. Se han publicado, además 12 poemas suyos en la antología Poesía Gay de Buenos Aires-Homenaje a Miguel Ángel Lens, de Acercándonos Ediciones.
* Ernesto Hollmann: nacido en Buenos Aires el 23 de septiembre de 1947. Hizo crítica de cine para las revistas Siete Días, Biógrafo y El Porteño. Ha publicado Hierofanía de Samael (poemas), editado por Faro en 1992. Fue integrante del FLH en los años '70, participó en el año 2008 de la película "Rosa Patria", de Santiago Loza, dedicada a la vida y la poesía de Néstor Perlongher. Se han publicado, además 12 poemas suyos en la antología Poesía Gay de Buenos Aires-Homenaje a Miguel Ángel Lens, de Acercándonos Ediciones.
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