Destellos literarios
Un fragmento, un tono, una línea en la vida de un personaje es suficiente excusa para anclar el recuerdo de una escritura. Así ocurre cuando un texto ejerce esa particular fascinación con los lectores que no dejar de evocarlo. En la semana del aniverasrio de la muerte de Roberto Bolaño, Libro de arena publica las impresiones de un lector de Estrella distante.
Por: Julieta
Murata*
Hace unos años
leí una novela de Roberto Bolaño que se llama Estrella distante. A decir
verdad, sólo quedó en mi memoria un fragmento fugitivo, que es algo así como el
recuento accidental, breve, anecdótico de una vida que experimenta el mundo
como una invitación a la aventura. Lorenzo es un niño indigente, sin brazos,
que crece cantando en las calles. En la flor de su juventud descubre su
condición homosexual y tras una de sus muchas desventuras amorosas, decide
suicidarse, arrojándose al mar. Se sumerge en el agua con los ojos abiertos, en
la búsqueda de una imagen que pudiera retener en este acto de renuncia a la
vida. Sus cuadros mentales eran relámpagos de experiencias, el relato de su
vida en impresiones visuales. Bajo la certeza de que sólo se vive una vez,
decide que no morirá. “Matarse”, dice “en esta coyuntura socio-política, es
absurdo y redundante. Mejor convertirse en poeta secreto”. Así, Lorenzo pinta,
escribe, baila, compone música y ahorra para ir a Europa. Una vez allí, como
artista callejero, se encuentra con un grupo de actores y es invitado a
participar de las Olimpíadas Paraolímpicas, la conquista de su felicidad.
En Bolaño, me fascina la proliferación de personajes anónimos que, como Lorenzo, se despliegan con una urgencia íntima y cierta determinación de vivir. No concebir la existencia como el desarrollo de un proyecto calculable, me pareció, al momento de la lectura, una mirada renovada del mundo, que se dirige hacia la exploración de un juego de posibilidades, implícito en el tránsito de cada vida. Y pensé que el juego de naipes que es la literatura es capaz de trabajar y reflejar como ningún otro arte esa variabilidad.
En Bolaño, me fascina la proliferación de personajes anónimos que, como Lorenzo, se despliegan con una urgencia íntima y cierta determinación de vivir. No concebir la existencia como el desarrollo de un proyecto calculable, me pareció, al momento de la lectura, una mirada renovada del mundo, que se dirige hacia la exploración de un juego de posibilidades, implícito en el tránsito de cada vida. Y pensé que el juego de naipes que es la literatura es capaz de trabajar y reflejar como ningún otro arte esa variabilidad.
*Julieta Murata: es Licenciada en Letras de UBA, en la especialización de lingüística; se encuentra viviendo actualmente en Bélgica por su trabajo, pero siempre encuentra un tiempo para leer y escribir acerca de sus impresiones.
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