Alberto Breccia. Un recuerdo familiar.

Para ir cerrando el tema del mes de febrero, que relaciona la literatura con el dibujo, compartimos un recuerdo del sobrino nieto del autor de Mort Cinder, El eternauta, y otros clásicos de la historieta argentina. 





Por Juan Ignacio Breccia

Mi nombre es Juan Ignacio Breccia. Tengo 28 años, y hace poco me recibí de arquitecto. Alberto Breccia era primo de mi abuelo paterno. Por eso, compartimos el mismo apellido, además de unas tupidas cejas y una prominente nariz.

El dibujo ha sido un legado familiar en mi historia personal. Un valor inculcado desde muy niño. Tanto es así, que a los cinco años aprendí a leer con historietas. Me encantaba pensar que los dibujos que estaban fijos en el papel pudieran moverse y cobrar vida.





A lo largo de mi infancia el dibujo ha provocado mis mayores diversiones. Fui un hijo muy barato para mis viejos, porque con un lápiz y un papel me entretenía horas. Hoy, ya en la adultez, soy arquitecto. Muy posiblemente la decisión de estudiar Arquitectura haya estado apañada por mi pasión por el dibujo. Me gusta agregarle un sentido más artístico a la obra arquitectónica, no sólo técnico. Me gusta dibujar los planos a mano, más que en la computadora. Porque creo que la mano y el papel guardan secretos que no comparten con las nuevas tecnologías.



Personalmente, no tuve la oportunidad de conocer a Alberto Breccia, porque murió poco después de mi nacimiento. Pero en mi familia se cuenta una historia sobre él y su vocación por el dibujo. Se dice que tanto Alberto Breccia como su primo Roberto Breccia, eran enviados por su abuelo constructor a talleres de dibujo técnico. La idea era que aprendieran a dibujar planos de obras. Ambos se escapaban de la clase y se metían en el taller de dibujo artístico. Un día, el abuelo se enteró de esta desobediencia, y los retó : “Ustedes se van a cagar de hambre dibujando figuritas.” Después de este episodio, Roberto retomó las clases de dibujo técnico. Pero Alberto continuó con su empeño en el dibujo artístico. Así llegó a ser quien fue en la cultura argentina, y se estableció como Día Nacional del Dibujante el 10 de noviembre, en conmemoración por la fecha de su fallecimiento.



Empecé a acercarme a la obra de Alberto ya de grande, porque no me parecían historietas para niños. De chico admiraba sus dibujos, sí. Pero su trabajo codo a codo con Oesterheld, le daba una impronta política a su labor que empecé a entender y valorar con posterioridad.

Su técnica le otorga dramatismo a la trama; sobre todo el uso del blanco sobre el negro sin escalas de grises, que acentúa el destello de la luz sobre la oscuridad. Creo que ahora, siendo adulto puedo disfrutar más y entender la complejidad de historias y de argumentos más profundos que el mero análisis superficial de la primera lectura, que hice cuando era chico.



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