Recorridos poéticos de Adela Basch
El mes pasado, a raíz del cuento de Adela Basch que se relaciona con la obra de Homero Manzi, Diana Tarnofky nos acercó una nota en la que adelantaba que su charla había continuado por otros caminos. Compartimos la continuidad de esa charla, y nos acercamos a otra zona de la escritura de Adela, en la que se cruzan la palabra y la imagen.
Por Diana Tarnofky
Adela Basch, escribió “Dejame ser la negra María”, el relato que fue puente de encuentro el mes pasado, con la poesía de Homero Manzi. En aquella ocasión tomamos un desvío en la conversación. Ese sendero nos llevó a caminar por otras propuestas literarias que son parte del enorme universo de posibilidades que Adela comparte: diálogo de poesía y fotografía.
Rama rama, rama negra de Ediciones la mariposa y la iguana, con fotografías de Silvia Sergi se editó en 2017. Bello libro, su textura invita a deslizarnos por las aguas del arroyo Rama Negra en el Delta. Las fotos tienen una luz onírica, un misterio que se expande y abre otros canales a lo dicho en cada uno de los poemas. Rama rama, rama negra propone un viaje por el río y sus orillas, nos invita a detenernos en los muelles, a escuchar el silencio y las voces de los pájaros, a palpar la noche, a embriagarnos con el perfume de la isla, a ser danza de juncos y sauces. Un río que puede ser espejo de mujer. Sensualidad. Sutilezas. Maravilla y misterio.
Los poemas y las fotos lo dicen con su propia voz:
Otoñea
Otoñea en la isla.
El río cruje entre las ramas.
El agua balbucea, anárquica
Y sagrada.
A orillas de la noche
A orillas de la noche
hay pasos de un baile
cantado a dos voces.
A la vera del río
se entreveran las bocas
una piel y otra piel se entretejen,
como si una sola fueran
al disfrazar el frío
que lo oscuro evoca.
Los cuerpos se abrazan
y en conjunto hilan
la luna que arrasa,
deshace y mutila
la ilusión de ser dos
y al sonar las gargantas
se fusiona la voz
en lo que cada una canta.
Los cuerpos se entrelazan,
gozosos, golosos,
en el país llameante
sin después ni antes
donde el rumor del arroyo
se deja ser arrullo
desnudo de escollos,
mecido en murmullos.
Los cuerpos se entrecruzan
sobre tierra flotante
siempre pasajera,
isla sin esclusas,
regazo de amantes.
Conjunción de caderas,
de espaldas y cuellos,
de torsos y piernas,
de brazos y dedos,
todo tiene ese sello
de incógnita eterna,
en que de dos que se abrazan
un río florece, guarece los cuerpos,
los arropa envueltos
en su acuosa seda
dichoso, los acuna
por dentro y por fuera
en ese solo átomo que feliz los aúna.
Léxico isleño básico
Calandria, muelle, biguá,
luciérnaga, sol, colibrí,
fondear, remo, estacada,
sudeste, caña, azalea,
luna, atracar, marejada,
isla, camelia, marea,
bajante, ligustro, sauce,
jazmín, galería, bote,
álamo, repunte, cauce,
madreselva, camalote,
boga, bichero, glicina,
achira, pava del monte,
barro, tero, casuarina,
pilote, luz, horizonte,
hortensia, canoa, chajá,
junco, hamaca, camuatí,
chalupa, lirio, papiro,
zorzal, albardón, cuerpo,
corriente, lirio, respiro,
liquidámbar, benteveo,
camino de sirga, puerto,
palmera, orilla, deseo
desnudo en la mirada
de mujer de cielo abierto
tontamente enamorada.
Tan efímero
Tan efímero es el tránsito del río,
tan fugaz el destello de su voz…
A mis ojos es como un poema
que apenas comenzado ,
terminó.
La dupla Adela Basch / Silvia Sergi continuó explorando el encuentro entre sus lenguajes poéticos. Y en una nueva oportunidad, nos proponen otra geografía: la ciudad de Buenos Aires, sus calles en Que no calle la calle.
Es un libro que invita a caminar por la ciudad, a mirarla otra vez con ojos nuevos y redescubrirla.
El formato y tamaño del libro provocan e invitan a leer poesía e imagen como si estuviéramos en una exposición de fotografía con la luz adecuada para disfrutar de la lectura de los poemas en diálogo con lo que cuentan cada una de las fotos. El color-grosor-textura de las páginas, las fotografías en blanco y negro, todos los detalles están hilvanados de modo tal, que construyen una narrativa que convida la apertura de sentidos y lectura de la ciudad de Buenos Aires.
Me detengo en la foto de la portada, tengo la sensación de estar allí, en la vereda, escuchando la música en esa esquina de la calle Chile, a punto de ingresar al bar literario “La poesía”. El músico abrazado al contrabajo, las luces y sombras, las personas allí siendo parte del paisaje, y el título como una gran bandera, una rogativa “Que no calle, la calle”.
En este tiempo tan difícil que estamos atravesando mundialmente por la pandemia, en el que se extraña tanto ese deambular por la ciudad, recorrer callecitas, encontrarse con la singularidad de cada barrio y sus vecines, está este libro pidiendo que la calle hable su idioma, esté cercana, entre en nuestros hogares, converse con los caminos ya transitados y los que vendrán. Leyendo este libro, los sentidos se multiplican junto con las lecturas; encuentro texturas y temperaturas, sonoridades, nuevos modos de mirar y percibir esta ciudad. Invitación y deseo de volver a cada una de las calles mencionadas en cada poema, recorrerlas con el libro en mano, decir a viva voz cada poema en cada esquina. Y también, la invitación que subyace, escribir a partir de las calles de mi entorno, recorrer y mirar con ojos de asombro y descubrimiento lo ya visto para encontrar nuevas maneras de leer mi ciudad.
Comparto algunas poesías y fotos:
Es claro que no es lo mismo
sopa y sapo, rastro y rostro,
trampa y trompa, costa y costo.
Es claro que es diferente
gorra y garra, rusa y risa,
corto y carta, lento y lente.
¡Qué cosa excepcional
lo que puede una vocal!
Yo misma me maravillo
al ver que un pequeño cambio
es capaz de convertir
una costilla en Castillo
Avellaneda
Ha venido el otoño.
Hojas doradas llenan la avenida.
Él la ve colmada de hojas caídas.
Piensa en una escoba.
tal vez un rastrillo,
que limpie ese reguero
que cruje amarillo.
Súbitamente cae un aguacero.
Que él lave la calle,
piensa el caminante,
y él la ve colmada
de hojas doradas
que la lluvia lava.
Ha venido el aguacero,
ha venido y ha lavado,
alabado el cielo,
ha lavado el suelo.
Ahora llega un ave
con certero vuelo.
el ave ya nebulosa
Surca el espacio celeste,
el ave ya anhela
norte, sur, este, oeste.
Y el ave ya necesita
Descansar de sus corridas.
el ave ya llega,
el ave ya anida
en su hogar,
en la avenida
Avellaneda.
Cerrito
en medio de la ciudad.
No es un cero, no es un cero
por una erre de más.
No es un carro, no es un carro
por causa de una vocal.
No es un perro, no es un perro,
por una letra, no más.
Es un cerro muy pequeño,
esa es la pura verdad.
Díganme si no es un sueño
que esté allí donde está,
entre edificios y autos,
en medio de la ciudad.
Pero también les comento
que es bonito, bien bonito,
ser un poquitín incautos
y junto a tanto cemento
encontrarse con Cerrito.
Yerbal
un mate de calabaza;
si vas a salir de casa,
acá te lo doy, tomate
un mate de esos sabrosos.
En cualquier mate que uses
verás que la yerba late
con un sonido espumoso.
No es té, ni jugo ni chocolate
lo que te sirvió mi mano
con agua que no se hirvió.
Yo te preparé hermano,
una bebida exquisita,
la que ofrezco a las visitas
porque también bebo yo.
Mirá vos la elegancia
Que tiene esta bombilla
fijate bien como brilla
en contacto con la yerba
que ayer alguien cosechó
en tierra colorada y selva
no aquí a la vuelta, no.
Y mientras en Buenos aires
el mate sigue sus bailes,
yendo de una mano a otra
y de una boca a otra boca,
lo que yo pienso es así
y no es un disparate.
¡Qué bueno que existe el mate!
¡Gracias, gente guaraní!
En la contratapa una foto maravillosa, en la que un ser de piedra “dice” a su modo desde su postura erguida y su cuerpo semidesnudo. Sostiene desde hace años ese edificio, entra en el cuadro que toma la cámara, la luz encendida que se adivina desde el perfil del semáforo. Allí, en esa poderosa postal de una típica fachada de Buenos Aires, se puede leer:
Poemas con fotos,
fotos con poemas.
Esto es lo que noto:
la ciudad florece plena
de noche y de día.
Acá se lo digo,
por si no lo sabían.
Buenos aires, amigos,
Buenos Aires, amigas,
Simplemente es poesía.
En la última página del libro, en diálogo con la solapa que muestra un collage de fotos muy potente se pueden leer los carteles de algunas de las calles de Buenos Aires que dan título a los poemas. Por ejemplo:
Este libro callejero, que nació junto al río y fue creciendo verso a verso hasta hacerse un arrabal se terminó de imprimir en julio de 2019 (…) Ciudad Autónoma de Buenos Aires, y vaya a saber hacia dónde irá para continuar cantando su poesía.
¡Muchísimas gracias querida Adela Basch y Ediciones abran cancha!
¡Muchas gracias Silvia Sergi por las bellísimas fotografías!
Diana Tarnofky
AL LEER "Rama rama, rama negra"; AL MIRAR SUS FOTOS; EN PLENA PAMPA ARGENTINA, PERCIBÍA LAS ONDAS DEL RÍO Y EL LATIDO VIVIENTE DE LAS ISLAS DEL DELTA... ¡GRACIAS ADELA BASCH!!!
ResponderBorrarGracias Diana por este recorrido por la poética de Adela. Me conmueve profundamente Rama rama, rama Negra
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