A través de un largo túnel
Se cumplieron ciento diez años del nacimiento de Ernesto Sábato, uno de los escritores más importante de nuestra literatura nacional, autor de dos novelas emblemáticas, ambas llevada al cine: Sobre héroes y tumbas y El túnel, además de Abaddón el exterminador y muchos libros de ensayo. Premio Cervantes en 1984, tuvo una notoria intervención como presidente de la CONADEP y la publicación del indispensable informe que conocemos como Nunca más, hito de nuestra recuperación democrática.
Por Mario Méndez
He leído, como muchos argentinos, Sobre héroes y tumbas y El túnel. Este último en la adolescencia, tantos años hace ya que no recordaba más que el asunto general y, sobre todo, el efecto que me había causado leerlo: incomodidad, vértigo ante lo que para mí, lector joven, era pura extrañeza: las atormentadas elucubraciones de Pablo Castel, pintor, artista desaforado, asesino.
Sabía que se acercaba la fecha del nacimiento de Ernesto Sábato y que en nuestro Programa lo recordaríamos. No hay casualidades, en un ciclo de cine argentino al que concurro como estudiante, nos propusieron ver la película El túnel, que León Klimovsky filmó en 1952 y que, según nuestro profesor, es parte de una nueva estética que oscurece la pantalla de la industria cinematográfica argentina para contraponer, a la época dorada donde predominaban los buenos sentimientos, una mirada gris, negra incluso, que anticipa la llegada del nuevo cine de los años 60, un cine que opta mucho más por el drama psicológico o social que por la comedia blanca o el melodrama.
Me gustó la versión fílmica de Klimovsky, me pareció que, con los recursos de la época, logra transmitir la locura de Castel, su amor enfermo por María Iribarne, sus dudas, sus celos desbordados y su decisión atroz. Fue ver la película y de inmediato recuperar de la biblioteca mi viejo ejemplar de El túnel. Quería recuperar la memoria de las peripecias de María Iribarne y Pablo Castel, quería comparar con lo que había visto en la pantalla y quería, sobre todo, pensarme a mí mismo hace casi cincuenta años, leyendo esta novela.
No sé bien, hoy, que habré entendido a los dieciséis o diecisiete años. Sí sé que, a tantos años de aquella lectura, Sábato volvió a producirme inquietud, desasosiego, extrañeza. El túnel, con mi mirada de hombre grande, con mi mirada atravesada por los cambios del siglo XXI, me resulta una lectura conflictiva. ¿Cómo vemos, hoy, ese femicidio delirante de Castel, el artista desgarrado que -tal vez- tenía una explicación perdona vidas hace setenta años, cuando fue furor?
Muchas dudas, y una certeza. La novela, guste más o menos, sigue produciendo lo que, quizá, Sábato buscó, a sabiendas o no: transmitirnos angustia.
Ernesto Sabato
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