La palabra hecha poesía



Diana Tarnofky, narradora y docente, comparte cómo es la experiencia de trabajar en las Capacitaciones de Narración oral y lectura en voz alta con su mejor aliada: la palabra hecha poesía.





La palabra no dice
 lo que dice
 ¿qué dice
            entonces?

palabra
         sonido
             vibración del aire
                          ¿dice más?

discurre
        oculta
               revela

la rama cubierta de rocío
   la hoja que difunde su brillo
      el árbol que levanta
        su frágil geometría
          este cielo vacío
 ¿es real este cielo?
 ¿la palabra es real?

cielo
    árbol
        hoja
            se sumergen
            vuelan
                  mueren
sílabas quedan
     sólo sílabas
       sonidos
           sonidos
Hugo Gola



¿Por qué la poesía en la Capacitación de narración oral y lectura en voz alta?


Dice la poeta Diana Bellessi en su libro La pequeña voz del mundo. En la intimidad del habla:

“…la experiencia de la poesía surge muy tempranamente en la vida del ser humano, un momento antes de la apropiación del lenguaje, cuando agrestes aún nos expresamos en el grito, el llanto, la risa (…) Allí sabemos que el lenguaje canta y que no proviene sólo de nuestra cabeza, sino también de nuestro cuerpo, del rumor de la sangre, y el hálito de nuestra respiración…”

La primera invitación es a respirar con conciencia de ese aire que llega cargado de rayos de sol y que luego se teñirá de sonido, de palabras…leer, narrar…tal vez sea “iluminar” con palabras:

“…La palabra poética nace del silencio. Después es palabra, pero primero es silencio…”
“…me interesan las palabras que llegan a ponerse en ritmo, en temperatura…juntar unas palabras con otras, que choquen y den chispas. Calentarlas de tal manera que uno las ve mejor. Porque hay una luz también. A la vez que dan silencio, las palabras dan luz. Y calor. Calentar las palabras es estar con ellas…” (Arnaldo Calveyra)

Los encuentros de la Capacitación en Narración oral y lectura en voz alta que vamos compartiendo en las Bibliotecas Ricardo Güiraldes y Baldomero Fernández Moreno tienen la particularidad de comenzar su travesía con lluvias poéticas. Los pequeños universos portátiles (PUP) abren su espacio para albergar gente que se encuentra durante breves minutos a convidarse poemas leídos a viva voz. Circulan las palabras, pasa de boca en boca la poesía, toca la piel. Autores y autoras diversos ofrecen la música y el ritmo de sus versos para invitarnos al encuentro con nosotros mismos y con los otros:

“…hondo en los otros, nos encontramos a nosotros mismos; hondo en nosotros mismos encontramos a los otros. Ese parece ser el saber de la poesía” agrega Diana Bellessi.



El motor es el juego; el desafío, explorar modos diversos de lectura en voz alta. Indagar en lo que se dice y en cómo se dice. Buscar hasta encontrar diferentes tonos, ritmos, intensidades, volúmenes. Permitir que cuerpo y voz construyan un lenguaje poético que despliegue múltiples sentidos. Y en esas búsquedas, aventurar senderos que construyan puentes entre lenguaje poético y lenguaje narrativo.

¡Alimento indispensable, la poesía, para este recorrido en el arte de leer en voz alta y narrar, se sugiere una dosis diaria para bien respirar!

Cuando busco respuestas a la pregunta ¿por qué la poesía en este camino de lectura y narración? vuelvo a releer las palabras de mi querida maestra Mirta Colángelo en su libro De susurros y susurradores (Ed. Comunicarte):

“…creo que la poesía establece una relación de unidad y de totalidad con el mundo. Es una forma de conocimiento. Se opone a las demostraciones, desconfía del razonamiento, las explicaciones que se dan no la manifiestan, sorprende, trastoca, interroga, provoca rechazos, seduce, enamora. Por su carácter eminentemente polisémico se cruza con la polisemia de la realidad. La poesía elige, se resigna o permite una forma de aproximación oblicua hacia aquello a lo cual convenimos en llamar mundo. Busca el revés de las cosas, lo oculto, la ambivalencia, y está emparentada con lo abierto, con la posibilidad. Ella, “la que fuego es”, como la nombra Haroldo de Campos, es la que abre el juego…”


El entrenamiento lúdico para leer-narrar es esencial. El misterio, el silencio, también, y son atributos de la poesía. 


Continúa diciendo Mirta: “…En el poema las palabras resisten, exponen involuntarios significados, tienden trampas, se reinventan. El poema rehúye de los lectores pasivos, provoca a los que hacen funcionar los textos desde el deseo.

Hecha de lenguaje, ideología y experiencias; hecha también de recortes del habla, leerla es una provocación para leer lo que no se ve; es extrañarse en el misterio, es leerse a uno mismo. Cuando acciona puede generar imprevisibles asociaciones donde no sólo importa lo que dice sino también lo que calla. Como toda tarea artística requiere procesos de pensamiento particulares, habilidades para aceptar lo diverso sin reglas convencionales…”


  Palabras
…ahora y aquí y mientras viva
tiendo palabras-puentes hacia otros
Hacia otros ojos van y no son mías
no solamente mías:
las he tomado como tomo el agua
como tomé la leche de otro pecho
Vinieron de otras bocas
y aprenderlas fue un modo
de aprender a pisar, a sostenerse.
Circe Maia



Celebración de la voz poética, del juego con el cuerpo para encontrar el lugar singular de cada voz en cada ocasión: “…el poema vuelve a abrirse en cada lectura, en la magia del diálogo secreto con su lector, sin el cual nunca existiría. Sólo solicita nuestra atención, nuestra entrega por un momento, para que ambos, poema y lector, bailen llenos de dicha en la pista. Luego cada uno se replegará hasta que llegue nuevamente la cita, con el mismo o con otro, pero más se baila, mejor se baila, y más se lo disfruta…” Diana Bellesi




Si la poesía
no se fuera alguna vez
para el lado de los tomates,
sólo probaríamos
ensalada de
frutas

(el poeta
cuando no sueña,
vuela)
Juan Lima



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