Babaï en teatro de papel

Hace algunos meses el equipo de la Residencia Interdisciplinaria de Educación y Promoción de la Salud del Hospital Tornú se acercó a Bibliotecas para armar con una inquietud: estaban interesados en incorporar a sus actividades de animación a la lectura el uso de un teatro de papel -kamishibai-, pero no disponían del dispositivo. Así surgió este trabajo que encaramos juntos y que relatan las docentes que participaron de los encuentros.


Por Laura Migliarino y Natalia Fores.

Ante el desafío propuesto por un grupo de residentes del Hospital Tornú de participar en el armado de un teatro de papel para sumarlo a las actividades que llevan adelante habitualmente con los pacientes internados de clínica médica, comenzó la indagación en esta técnica milenaria del lenguaje oral japonés. El origen del kamishibai se remonta al siglo XII, cuando los monjes budistas utilizaban rollos con dibujos para instruir a la población analfabeta. Sin embargo, el “kamishibai callejero”, tal como se lo conoce en la actualidad, cobró popularidad luego de la crisis de 1930 y la Segunda Guerra Mundial, cuando miles de desempleados japoneses deambulaban en bicicleta por las calles de Tokio contando cuentos y vendiendo golosinas.



Con toda la información disponible y la idea de replicar esta particular manera de compartir lecturas es que decidimos planificar los encuentros a partir de tres ejes de trabajo. En un primer momento, nos dedicamos a descubrir e investigar sobre la historia, las características y las temáticas que dieron origen a esta práctica. Abordamos algunas obras y elegimos cual era la mejor opción para compartir en una sala de internación. En una segunda instancia, a confeccionar el “butai”, el teatrillo de tres puertas que contiene las láminas y los textos. Elegimos utilizar el cartón en reemplazo de la madera, dado que es un material liviano que posibilita el traslado de sala en sala sin mayores inconvenientes. Por último, trabajamos sobre el cuento y sus ilustraciones. Elegimos la adaptación de El jardín de Babaï, de Mandana Sadat, y los y las residentes elaboraron láminas con técnicas de collage y acuarelas.



Estaba todo listo: la caja, la historia y las imágenes. Quedaba entonces la prueba de fuego: la primera función. Y así fue como invitamos a Diana Tarnofky a contar el cuento en la sala y compartir luego con el grupo de residentes algunas ideas en torno a la narración.



El componente teatral del kamishibai es mágico, produce una interacción entre el intérprete y el auditorio que, a diferencia de otras artes escénicas, permite la participación del espectador.
Una excelente manera de pensar y promover la lectura como un complemento más del camino hacia el bienestar.

Hospital Gral. de Agudos Dr. Enrique Tornú
Combatientes de Malvinas 3002, Paternal

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