EL DIOS DE LOS POETAS

Hoy se cumplen doscientos años del nacimiento de Charles Baudelaire, una de las voces fundamentales de la poesía francesa de todos los tiempos. Lo celebramos con esta nota que nos hizo llegar Mario Gelvez



Por Mario Gelvez*


“Usted ha creado un nuevo estremecimiento” dicen que le dijo Víctor Hugo al joven con pinta de viejo Charles Baudelaire después de leer “Las flores del mal”, en una de las tantas fiestas a las que fue invitado por el ya encumbrado Hugo. Sospecho que Baudelaire sólo habrá hecho una mueca con su boca como respetuosa respuesta. En otra ocasión, en otra fiesta invitado por el mismo anfitrión, Baudelaire estaba parado bajo el dintel de una puerta con una copa en la mano con la mirada absorta, y el mismo Hugo le preguntó “¿Qué hace usted aquí solo?”, y como si volviera de un ensueño, Charles le respondió “Veo pasar cadáveres”.

Leer la biografía de Baudelaire es entender la profundidad y el desencanto que brota de su obra. Todo el miasma humano cabe en ese manantial de páginas llenas de poesías, y en todas esas tantas donde las palabras se entrelazan para encenderse unas a otras, como queriendo iluminar los ojos del lector, mostrarle como lo infecto puede ser trovado lleno de belleza,  señalarle cuando termina una época y comienza otra, y como eso deja en el camino un tendal de muertos,  que él bautizó “El spleen de Paris”, la ciudad de los artistas, los “flaneurs”, la bohemia, el ajenjo, la locura de los demiurgos del arte, llenos de perfumes y colores con los cuales denunciar al nuevo Moloch que escupía fuego y luces de todas las chimeneas de antaño.

Baudelaire el caminante, el paseante solitario, el de los ojos en llamas, el hacedor, el de las buhardillas en penumbras cuidando a su tísica amante mulata, el que dio una conferencia en Bélgica ante un solo espectador con la pasión atávica como si el salón estuviese atiborrado de gente, el juzgado por pornográfico por jueces cuyos nombres la historia enterró en el olvido, el dios de las palabras, que por ironía del destino, él, justo él, fue condenado a la pérdida del habla en su último año de vida.

Charles Baudelaire, la bestia negra de la poesía, el maldito, el sifilítico, el hemipléjico, el afásico, nacía hace 200 años. El creador de un nuevo estremecimiento late como el primer día que abrió los ojos al mundo. Doy fe, ya que mientras redacto esto en su memoria, me estremezco con sólo murmurar su nombre, mientras también siento en mi cabeza el roce de las alas de la imbecilidad.


*Mario Gelvez es poeta, periodista y librero. Es parte del Consejo de Redacción de la publicación digital Avellaneda Cultural. En 2010 se publicó “Las hierbas de Dionisio, que por el momento es su único libro de poemas

Comentarios

Publicar un comentario

Entradas más populares de este blog

El crimen casi perfecto, de Roberto Arlt, Ilustrado por Decur

“Esa mujer”, de Rodolfo Walsh, por Ricardo Piglia

"El libro", un cuento breve de Sylvia Iparraguirre