Melina Pogorelsky, Florencia Esses y Carolina Tosi: "Existen ciertos temas que las editoriales son bastante reticentes a publicar."

¿Cuáles son las tensiones, los límites y las posibilidades para la nueva literatura infantil?
El ciclo "Nuevas voces", en el marco de los Encuentros con autores de Literatura infantil y juvenil que organiza el Programa bibliotecas para armar, reunió a las escritoras Melina Pogorelsky, Florencia Esses y Carolina Tosi que charlaron con Mario Méndez sobre los límites, los desafíos y los obstáculos con que se enfrenta la literatura infantil. Hablaron sobre los temas conflictivos que aparecen como tabués y complican la publicación. También sobre los obstáculos o desafíos de los trabajos a pedido: cuentos, poesías, trabalenguas, rimas coplas o los temas inesperados e insólitos que muchas veces encargan editoriales para satisfacer una demanda escolar. Acerca de estas y otras cuestiones gira la primera parte de la triple entrevista que hoy publica Libro de arena (La segunda parte, el viernes próximo. Las fotos son gentileza de Aldana Chiodi)



Mario Méndez: Hoy nos acompañan Melina Pogorelsky, Florencia Esses y Carolina Tosi, a quienes agradecemos mucho que estén acá. Es un placer. Y como fue el lunes pasado voy a empezar, recordándoles que el día de charla general yo comencé presentando a los autores. De Carolina Tosi había dicho (y me actualizás lo que esté atrasado), que es doctora en Lingüística, Magíster en Análisis del Discurso, y Profesora y Licenciada en Letras por la Universidad de Buenos Aires. Actualmente es ayudante de primera de Corrección de Estilo, materia de la carrera de Edición de la UBA, de Filo, y de Semiología. Obtuvo una beca de CONICET  para finalizar sus estudios de doctorado, y otra para cursar estudios de posgrado en la Universidad de Campiñas, Brasil, y la Universidad Complutense de Madrid. Dictó cursos de especialización en escritura, lectura y edición y publicó artículos en revistas científicas nacionales y extranjeras. En el ámbito editorial, se desempeñó como correctora de estilo, autora y editora de manuales escolares, libros de literatura infantil y científico-académicos. Además es crítica literaria, autora de literatura infantil, de libros como La red del miedo, de Ediciones Edebé, uno de los temas que salió justamente el lunes pasado, uno de los géneros menos transitados de la literatura infantil, que es la ciencia ficción. Acá tenemos un caso. Esta novela que Caro publicó en Edebé. Otro libro que tuve la suerte de editar, con dibujos de Didi Grau, son dos cuentos para chicos más bien chicos, ¿Cuándo llegamos? Y también  Cerro dulce, el pueblo de la magia, que todavía está marcado del segundo lunes, cuando hablé de todos los autores invitados y les leí el Capítulo 2, el de la llamada telefónica, del papá que está en la Guayana Francesa y la nena que está en la Patagonia. Conmovedor ese Capítulo 2 de esta novela, que fue la primera que editaste, ¿no?

Carolina Tossi: Sí, fue la primera.

MM: ¿Cuándo llegamos?, que tiene Amauta. Además ¿A qué jugamos? en Uranito, para primeros lectores, y me faltan, así que vos podés contarnos…

CT: Cuentos de valientes, que está editada por El Náufrago, y La princesa trasnochada, de Uranito, que recién salió.

MM: Bien. Florencia Esses, nació en Buenos Aires en 1973, trabajó como bibliotecaria durante muchos años, hasta que decidió dedicarse a escribir poesía y cuentos para chicos. Tiene muchos libros publicados. Algunos son, La sopa de Carola del que les leí el primero de los cuentos…

Florencia Esses: Mirá quién vino…

MM: ¡Ah bueno!  Tenemos el honor de tener con nosotros a Graciela Repún, nada menos, y a Enrique Melantoni. Bueno, para los que no los conozcan, (no creo que haya muchos acá que no los conozcan, porque todos nos dedicamos a la literatura infantil), Graciela Repún, autora, coordinadora de Talleres. Muchos de los autores de nuevas voces de la literatura infantil de este ciclo, pasaron primero por el taller de Graciela. Flor y Melina, por ejemplo. Carla Dulfano, que todavía no vino, Andrés Sobico… y algunos más que ahora se me olvidan pero seguramente de los quince, cinco o seis, que es una cantidad importante. Sigo con Flor, entonces. Algunos de sus libros publicados los escribió también en compañía de Graciela, profesora y amiga, ¿Adónde va el Príncipe?, ¿Está lista la princesa?, que publicaron con dibujos de Valeria Asís, y textos de Graciela y de Flor. ¿Puede volar un cangrejo?, también con textos de ambas, un libro bellísimo de Océano, con hermosos dibujos de Javier Peña, con preguntas y respuestas. “No”, dice ásperamente uno de los personajes, “Sí”, dice otro. Y después la respuesta posible: “Sí, si se sube al ala de una gaviota, sí, pero si no se sube, no.” Como éstas hay varias de estas preguntas hermosamente ilustradas por Javier Peña. Después me contarás que tuvieron un trabajo terrible con éstas preguntas, una gran cantidad de idas y venidas con el editor. A veces los textos para chicos chiquititos, los textos muy breves son los que mayor cantidad de trabajo llevan. Parece mentira, pero hay que trabajar muchísimo para poder sintetizar en una pregunta. Flor es una autora versátil, les decía aquel segundo lunes, que trabaja y juega con las palabras constantemente. A los chicos les encanta su estilo lúdico, y les decía que tuve la oportunidad de verlo en ferias y en presentaciones, ver cómo se divierten con los textos de La sopa de Carola, por ejemplo. Algunos de los libros que tengo acá para mostrarles, Manunga y otras monadas, y otro con Valeria Asís, que es Mamá Maga, que publicó SM, y esta serie que es muy interesante, de adivinanzas, Poesías divertidas, a partir de cuentos clásicos, Trabalenguas, Coplas Más Adivinanzas. Y La Cebra, que es de Abran Cancha. Mucho trabajo.
Y ahora, Melina Pogorelsky, que nació en Buenos Aires en 1979, en primer grado descubrió que le encantaba leer y escribir cuentos más que cualquier cosa. Trabajó muchos años como maestra de primaria y se especializó en lo que más le interesaba: la literatura para chicos. Actualmente da talleres de literatura para chicos y grandes, y es autora de libros de texto para la editorial Santillana. De la mano de una maestra de la escritura que se llama Graciela, empezó a tomarse en serio eso de ser escritora. En 2010 publicó su primera novela que es Petunia Pretérita, que es de Suimanga, editorial muy pequeñita que la publicó y con mucho éxito ¿verdad?

Melina Pogorelsky: Sí… (Risas)

MM: Cuando compartimos esa Feria con Amauta y Abran Cancha se vendió mucho. También es autora de las colecciones Escenarios, Monstruos pegajosos y Cubo animal, de Ediciones infantil. Y yo le decía de este bello libro, Nada de mascotas, de las bellas ediciones de Edelvives de las que les leí el principio, cuando encuentra la ballena, si mal no recuerdo. Y les cuento que Melina, además de tener un cuento en una colección de cuentos de terror de Amauta que se llama Un mes después, tiene una novela para adolescentes inédita, Cuyo título… ¿está definido?

MP: El título es Como una película en pausa. Un editor muy querido me dijo que le dejemos Una película en pausa, y en cierto taller de  escritura y corrección del que yo participo circulaba como “la novela del putito” (Risas)

Asistente (Graciela Repún): Cariñosamente….

MM: Yo les decía en el segundo encuentro que es una novela de esas que desafía a los editores, porque sabemos, los que somos parte de la industria del libro como industria cultural, que se necesita vender. A una novela como esta es difícil encontrarle la colección. Es la historia de un adolescente que está buscando su identidad sexual, que es claramente homosexual, y que se resuelve en la novela, pero que todavía no se ha resuelto en el plano editorial. En Amauta teníamos muchas ganas de publicarla, si contábamos con los fondos para lanzar una colección más bien osada de literatura infantil. Por eso nos presentamos en un crédito que no nos otorgaron. La verdad es que nosotros sabemos que los libros circulan muchísimo por las escuelas y por las compras ministeriales, entonces son apuestas difíciles, cuando no hay dinero, cuesta más. ¿Por dónde ha recorrido ese proyecto de novela, Melina?

MP: Primero me sorprendió la dificultad para editarla por el tema. Sí esperaba dificultades por no ser conocida en los circuitos tradicionales. Esperaba más resistencias por ese lado, pero recibí varias devoluciones en las que me decían que les había encantado, que era buenísima, pero que no podían publicarla. Primero la mandé al Premio Norma y parece que estuvo cerquita, por lo menos en Argentina estuvo pre seleccionada. En ese momento estaba Natalia Méndez y ella me comentó que le gustaba mucho. Te llegó a vos… sé que anda circulando, pero… Me sorprendió porque yo no pensé en escribir una novela jugada, tampoco pensé en escribir sobre un pibe gay ni sobre la homosexualidad, ni sobre “salir del placard”. Empezó siendo una novela con un personaje que tiene muy resuelto su tema con la sexualidad. Y me fui encontrando con chicos de la edad a los que les fui mostrando, y ellos me devolvían y no podían creer que fuera difícil que esto entrara a la escuela por el tema. Me parece que es un tema que circula mucho más en el cotidiano o en las charlas que en las propuestas curriculares. Pero no es que yo pensé que no había nada escrito sobre esto y que entonces iba a escribir sobre la homosexualidad. En realidad es una historia de amor y de desamor. Un amigo que está enamorado del otro y el otro no. Podrían haber sido un chico y una chica. Más que nada me parece una novela de histeria. Yo quería mostrar como era esa tensioncita entre dos amigos que se quieren mucho… también hay una chica, en realidad es un trío de amigos. Y hay toda otra parte de la novela que a mí me parece más jugada que es la de Flora, la de la chica que me parece mucho más conflictuada. Una chica muy adolescente, muy en conflicto con su cuerpo, con la mirada de los amigos… y ojalá se publique pronto.

MM: Yo pienso lo mismo.  Ojalá se publique pronto. ¿A ustedes les sorprende también? Sobre todo a vos, Caro, que tenés mucha experiencia como editora,  que un tema así provoque reticencias en el mundo editorial.

CT: Yo creo que es un poco contradictorio. Es como una paradoja. Todos sabemos que la literatura circula en los colegios y en el currículum figuran como contenidos la educación sexual, la aceptación de la diversidad, etcétera… Supongo que en algún momento estos temas van a ser más potenciados dentro de la LIJ y va a haber una mayor difusión para que puedan circular.  Pero cuando uno va a los casos concretos, se ve justamente lo contrario. Hay temas que a veces son mucho más “light”, o aparentemente menos controversiales que el que contó Melina, y no pueden entrar en un colegio. Hace poco me contaban que un libro de literatura juvenil que tocaba el tema de acoso escolar, es decir el bullying, fue leído en un colegio secundario y los padres de los chicos se quejaron. Objetaron la elección del libro  argumentando que incentivaba a la violencia. Yo creo que a veces es un rollo más de los padres y de los directivos que de los chicos. En este sentido, existen ciertos temas que las editoriales son bastante reticentes a publicar porque  están atentas a sus espacios de venta; por ejemplo hay muchas editoriales que tienen como público privilegiado a los colegios católicos y, por lo tanto, hay ciertos tópicos que saben que estas instituciones van a rechazar. Por ejemplo, la homosexualidad o la discriminación de distinto tipo, o tópicos que pueden ser controversiales en ciertos ámbitos, como la muerte, la drogadicción, etc. Incluso la presencia de “malas” palabras, pueden herir las susceptibilidades de este público y esto puede provocar que los libros no sean adoptados en determinados colegios. Y ahí se encuentra una tensión bastante complicada porque uno piensa que la literatura tiene que salir de eso, de esa limitación temática, pero también tiene que circular, y los colegios quizá son el lugar más fértil para la circulación de los libros, y, en consecuencia, el editor  de LIJ entra en muchos casos en esa contradicción. De todos modos, creo que, por lo menos en los últimos tiempos, muchas editoriales tienen algunos títulos que plantean temas un poquito más jugados, que antes estaban más condicionados o directamente eran excluidos. Sin duda, ese tire y afloje todavía está bastante presente en el escenario editorial actual de LIJ.

MM: Una de las líneas con las que más polémica se produjo, en el primer encuentro, cuando vinieron Natalia Méndez y Carola Martínez, y volvimos a retomar con Cristina Macjus, Sebastián Vargas y Florencia Gattari el lunes pasado, creo que tiene relación, es si hay o no un crecimiento en la literatura infantil y juvenil en la Argentina en este siglo. En este corte arbitrario que hicimos, “Las Nuevas Voces” les pusimos a los que empezaron a publicar a partir del siglo XXI, y se me ocurre que cierta libertad mayor para temas más difíciles podría ser una de las líneas en las que medir un crecimiento. Pero les pregunto a ustedes, a Florencia: ¿Cómo lo ves vos? ¿Hay crecimiento o no en el mundo de la literatura infantil?

FE: Yo creo que sí. Con la cantidad de libros que hay, la variedad…

MM: Bien, de cantidad ¿y en qué otra cosa pensás vos que puede haber, o no, un crecimiento?

FE: De lo que tengo leído sí, porque no son todas las cosas iguales. Más allá de los temas. Si hay estilos, si hay diferentes maneras de contar, me parece que sí.

MP: Yo acuerdo. Aspiro a que haya un crecimiento. Para mí hay mucho por hacer, también. Es como un semillero. Lo venimos viendo con una profesora que ahora no está (Risas, que se deben a que es una referencia a Graciela Repún, que había declarado que ella “no estaba”). Hay muchos que todavía no han sido publicados, siempre más voces está bueno. Me parece que a veces circulan opiniones un poco fuertes, y para mi gusto, injustas, sobre que no hay ruptura, o que no hay nada nuevo bajo el sol… va de la mano de lo que acabamos de hablar. No sé cuánto habrá en estas voces que estamos proponiendo y cuánto en que esas voces se reciban. Hay muchísimos autores que ni siquiera tienen publicadas sus primeras cosas, y que tienen algo nuevo para decir o estéticas diferentes, o formas de contar diferentes, o no tan innovadoras pero sí frescas. Para mí se gana siempre en eso.

CT: Sí. Obviamente que el crecimiento está, y creo que se ve sobre todo en los últimos años en los nuevos productos o géneros de edición, en todo lo que es el libro álbum o el libro objeto. Creo que ese fue un logro de las nuevas editoriales. Este libro, por ejemplo, es espectacular (Habla del libro antes mencionado, de las preguntas, de Florencia Esses y Graciela Repún, con ilustraciones de Javier Peña). Ya desde el planteo, de partir de una pregunta, vemos que no es el típico relato con el conflicto que demanda la estructura narrativa tradicional. El conflicto puede aparecer desde otro lado. En eso la dejo a la autora que hable del texto.

MM: Acá está. 

CT: Me parece que esas perspectivas están buenas, y que posibilitan el crecimiento.

MM: En este, ¿Puede volar un cangrejo?, que es el libro que Caro está mostrando, habíamos dicho que hubo muchísimo trabajo editorial, para resolver las preguntas. Después está  (lo abrí al azar) ¿Puede un sapo besar a una hermosa princesa?, que es una pregunta de cuento de hadas clásico. El grupo de  “amargos” dicen que no, y Frida Kahlo y algunos más dicen que sí, y la respuesta que las autoras proponen es: “Si la princesa quiere, sí, pero si no, no.” ¿Por qué fue tan trabajoso?

FE: Porque nosotras con Graciela nos divertimos muchísimo haciendo cualquier cosa, en realidad, pero haciendo estos libros, cuando vemos que nos divertimos y que le estamos encontrando su personalidad al libro… en éste el formato lo teníamos, el final más o menos, presentamos varios finales, y trabajamos a distancia. Trabajamos con Daniel Goldín por mail y por Skype. Entonces él nos pedía algunas preguntas que tuvieran un tono más histórico, y eran discusiones, y eran pedidos y también plantear posibilidades, porque este libro fue muy trabajado con Daniel, con el editor, y con el ilustrador. Y la verdad es que lo enriquecieron un montón.



MM: ¿El ilustrador es argentino?

FE: Sí. Javier Peña. Trabajamos nosotras con Daniel y Daniel con  él. Y mucho pensar, y mucho darle la vuelta, y además nosotras propusimos un montón de ideas y decíamos: “Pobre el que lo tenga que dibujar”. Y por suerte, Daniel lo agarró y lo siguió volviendo loco porque si mirás cosa por cosa, no queda detalle sin pensar. Ni estilo. Nosotras le habíamos pedido si podía armar algunos de estos dibujos pensando en el estilo de Da Vinci. Le hicimos como una sugerencia, a ver si lo hacía (Risas) Y bueno, se las arregló muy bien. Y él nos dijo que lo corrigieron un montón. Entonces, hay que tener una paciencia… y pasarla bien, también, porque para mí, la clave es que si uno la está pasando bien cuando lo hace, probablemente al otro le genere algo así. Yo al menos, cuando escribo, si me aburro, lo borro o lo dejo. No sigo.

MM: Eso me da pie a una pregunta que también vino surgiendo y el lunes pasado la hicimos. Hay autores que no pueden (yo sé que ustedes sí, y que por lo menos Caro y Melina están del lado de los que piden, a veces, trabajando en las editoriales) ¿Cómo se llevan con el trabajo a pedido?

MP: Somos las reinas nosotras. Y para mañana. (Risas) Caro y yo estamos de los dos lados. De las que hacemos y de las que nos pedimos mutuamente. Es un trabajo un poco bastardeado, y para mí a veces es muy difícil. Caro y yo, a veces seleccionamos textos para manuales. Pero con una serie de pedidos bastante complejos de las editoriales. Y que eso tenemos que transmitirle a los autores… y entonces, pedir un cuento que sea sobre el ciclo reproductivo de las ranas con el valor de la solidaridad en doscientos caracteres con conflicto, para Primer Grado, algunos lo resuelven muy bien. A mí me divierte. Me parece la mejor consigna del universo. Es un desafío que te lleva a lugares a los que no hubieras ido. Por ejemplo, Nada de mascotas, nació porque una editora se confundió en un pedido para un manual. Era sobre los materiales y me dijo que podría ser algo sobre el agua y el fuego. Y lo empecé a escribir, empecé a pensar esta idea del dragón y la ballena que se apagaban y que se hervían, y me di cuenta de que el agua y el fuego no son materiales. Son elementos. Tuve que hacer otra cosa pero el texto quedó ahí dando vueltas. Al que no hubiera llegado de otra forma. No es que me había bajado la Musa… Entonces, a mí, eso me divierte mucho. Es verdad que en algunos casos, a veces no ponemos el corazón como en otros textos. Pero a mí me da la posibilidad de sentir que trabajo de escritora. Que vivo de esto y que me mantiene en ejercicio. Cuando te sentás a escribir tus proyectos tenés otro entrenamiento que me parece que está bueno.

FE: Yo me acuerdo cuando iba a lo de Graciela y me decía que estaba escribiendo algo a pedido, para un manual o algo así, y yo lo leía y no lo podía creer. Me parecía algo imposible. Ella me decía: “Esto me pidieron y esto hice”. Y la verdad es que me parecía algo imposible. Para mí, lo que tiene de bueno es que te da mucho entrenamiento. Y este trabajo es tan solitario y uno en general no siente que está haciendo algo genial ni nada… Cuanto más uno se anima a hacer y hacer  y hacer, le da más trabajo a las manos, a la cabeza, es como que te obligan a animarte. Y además es trabajo, porque los derechos de autor no son una cosa increíble. Y eso se paga al mes o al poco tiempo. Es otra entrada y además es otra perspectiva. Cuando me pidieron el de los limericks, pensé que no iba a poder hacerlo, que era tremendo. O el de los trabalenguas también .Y después, cuando te metés vas aprendiendo.

CT: A mí lo que me pasa es que cuando me piden algo es como una especie de consigna de taller literario. Yo lo tomo así, como un juego. Y es un poco como lo que contaban las chicas. Por ejemplo, me piden un cuento sobre el espacio. Y tal vez, yo jamás hubiera pensado un cuento sobre el espacio. Son esas temáticas que quizás son insólitas para un autor. Y cuando me piden algo, lo voy pensando y tal vez al principio creo que no me va a salir, pero de a poco va saliendo. Lo que a veces me pasa es que por ahí escribo algo limitado según los caracteres que me piden y a veces es como una semilla o un puntapié para otra historia. O quizás una parte de ese cuento desemboca en otra. Muchas veces, cuando  escribo no sé exactamente adónde voy. La misma escritura va  provocando o creando por sí misma… es algo loco pero pasa eso. Cuando es al revés y yo tengo que encargar un texto, a veces sé que hay autores a los que les encanta y lo toman como un desafío. Y hay otros a los que quizá no les gusta tanto, y justamente hoy lo hablábamos con Melina, que según el contexto, a veces hacer los pedidos es muy difícil. Cuando las editoriales piden textos con “valores” a mí no me gusta y trato de no darles bolilla. Una cosa es pedir un cuento con un tema determinado. Ya cuando piden “valores” y eso, trato de huir.

MP: En lo que me quedé pensando, que no dijimos pero que también es súper lindo es que en el caso de los libros de texto, más que nada, es la llegada. Tienen una distribución tan masiva que incluso en escuelas en las que no circulan tantos libros… que ese también es otro debate, y es triste que se queden con esto solamente… bueno, igual para los autores es una llegada a lugares a los que  no llegaríamos de otra manera. A veces te escribe una maestra o un chico de una escuela de un pueblito, porque por los Planes llegaron los libros y ahí está tu cuentito o tu poesía, y son lugares en los que no estaríamos.

FE: Yo una vez fui a una escuela estaba este libro y un nene me dijo: “Yo leí esa poesía”.

MM: Además de los temas… en este caso Florencia, y no sé si ustedes también lo hacen, me lo dirán… yo me quedé muy sorprendido con esta colección de Albatros, en la que no solamente está la cuestión de los temas y de los caracteres, sino también las formas: adivinanzas, poesías, coplas,

FE: Con Graciela y con Enrique hicimos unos libros para Planeta, que yo no tengo ni uno, y ahí escribimos de todo…

MM: ¿Y cuál es el método? Porque, ¿a vos cuántos trabalenguas te pidieron para éste?

FE: Te hago la cuenta ya. Más o menos catorce, por cuatro.

MM: Cincuenta y seis. Sesenta, redondeando… y además en este caso había que hacerlo para cada letra.

FE: Lo que hice fue armar los grupos de palabras, de la letra que me tocaba, y empezar a enredarlos. Armar oraciones y buscarles la forma de volver a preguntar, o de inventar un personaje y ver qué puede pasarle, a partir de las palabras que tenía.

MM: Es una cosa sorprendente.

FE: Igual yo pensé que no me iban a salir… (Risas)

MM: Sin embargo… les leo uno: “Hebe envuelve nueve naves/ se las vende a Eva y las desenvuelve/”… Yo no lo puedo ni leer… (Risas) “Eva las devuelve /y Hebe las vuelve a envolver /y las vuelve a vender.”

Asistente: Mi hijo ama los trabalenguas. Lo mismo que a Graciela. Dragoncito… sabe toda la historia. Y le lee las adivinanzas al padre, a mí, a la abuela, a los compañeros del jardín,

FE: Y después hice tantas adivinanzas, que había escrito para La Valijita. En una sección de adivinanzas, después de esos.

MM: Acá hay catorce por seis. Son como ochenta.

FE: Y son tres libros.

MM: Es impresionante. (Risas). A ver, les leo una: “Flaquitas y amarillas, amigas de la hamburguesa, con una lluvia de sal, nos sentamos en la mesa”.

FE: Esas son muy para Primer Grado. Cuando en mi trabajo me pedían que les buscara adivinanzas, sobre tal tema, yo las buscaba y me daba odio porque muchas eran incontestables. Yo pensaba en que para qué se las íbamos a leer, si se iban a frustrar. Tenían que ir siempre a la respuesta. Y algunas de estas yo sé que pecan de fáciles, pero la verdad es que esa es la idea. Las adivinan en general… pero son ese tipo de adivinanzas, están para eso, son así, no tienen otra aspiración.  No son acertijos. Ni buscan ser muy ingeniosas…



MM: Pero lo son. ¿Ustedes también Caro y Meli, han mezclado la adivinanza, o coplas…?

MP: Yo sí, para los manuales.

FE: Pero el truco es, como me enseñó Graciela, empezar por la respuesta…

Asistente: (Graciela Repún): Develaste lo oculto… (Risas)

MM: ¿Y en los trabalenguas? ¿Cómo hacés eso de mezclar y combinar…? Es difícil…

FE: Después de pasar el momento en el que no me sale… o los limericks…

MP: Es como jugar con las palabras al nivel más básico. Yo tengo un taller literario para chicos. Hace poco Flor vino al taller como invitada, y estuvieron escribiendo trabalenguas, y ella les mostraba eso… cómo era su truco, y enseguida los chicos empezaron a hacerlos. Era muy fácil para ellos. Cuando les dijo que buscaran todos los sonidos que empezaran en “br”, los juntaran… “bruma”, “brumoso”,… y van saliendo. Es un método muy relajado…bah…no sé…

FE: No, relajado no es… (Risas)

MP: No, pero es como jugar con sonidos.

FE: Pasado el primer momento en el que uno piensa que esto no le va a salir nunca… Cuando tuve que hacer los limericks (el libro no lo traje), ya te digo cuántos eran… Eran catorce por cuatro. Y los agrupamos por tema. Ahí me ayudó muchísimo la editora. Me ayudaba en un par y me alentaba.

MM: Y como autoras, Caro y Meli, ¿qué relación histórica han tenido con el trabajo editorial?

MP: El mío es muy cortito. Fueron todas mis primeras experiencias. Mi primer editor fuiste vos. (Risas). Fue muy chiquitito porque es una antología y eran muchos autores con textos muy trabajados porque habían nacido ya en el marco del taller Cracovia. Y ahí tuve, no tanto con vos sino con Jorge Grubissich, mi primera experiencia editorial que fue… me acuerdo de que mi cuento tenía muchas malas palabras… (Risas)

MM: Sí, me acuerdo.  

MP: … porque eran dos chicos…y “eh, boludo”… y ahí me enteré que había que morigerar por la escuela. Yo todo eso lo venía viendo como autora de textos escolares, y no me extrañaba que fuera así, y me sorprendió. Y después me encontré en una Feria, con una maestra que decía: “Este no lo pedimos mucho porque hay uno que dice…” (Risas) Ya estaba morigerado. Ella no sabía que era yo. Y después empecé el de Petunia con una editora independiente que se lanzaba a su primer proyecto, la editora es Adriana Franco, y en ese momento me pareció bien porque era mi primera novelita, y me gustaba apostar a alguien que también estaba concretando un sueño que tenía hace mucho tiempo. Pero fue una edición muy tranquila, a la que casi no se le hicieron cambios, ella eligió el ilustrador que a mí me encantó. Y después trabajé con Natalia Méndez en Edelvives, en Nada de Mascotas, y estoy trabajando ahora en una que va a salir que se llama Los Súper Minis, en Edelvives también, que vos leíste, Mario, vos fuiste como un editor amigo porque lo leíste y me sugeriste un cambio en el final. Que lo hice. Y entonces después no me lo publicaste. (Risas). Y lo que decíamos recién en Begonia, en ese momento estaba Maru Pons, y fue un proceso delicioso. Ella amó el texto, y fue muy rico, porque yo tenía un cuento. El primer capítulo de Begonia, era un cuento y ella me dijo si quería ampliarlo. O si quería buscar otros textos que “maridaran” con Begonia, y entonces fue un proceso que no sé si es frecuente o no en la edición pero que a mí me encantó…mientras iba escribiendo se lo iba mandando. No se lo mandé terminado, y nos íbamos fogueando las dos en la historia de Begonia. Y después en Roque y  Bigote, era la primera experiencia de Verónica Sukaczer como editora en un sello nuevo que se lanzaba. Pero era una historia que ya estaba casi terminada. Y también estaba ilustrada. Fue una cosa genial que nos pasó con la ilustradora. ¿La cuento?

MM: Sí, sí.

MP: La ilustradora, que se llama Sofía Ramaccioti y era compañera mía de los grupos de Graciela, antes de escribir, ilustraba. Yo había escrito esta historia, se la había mandado a Graciela, que la vio y por su cuenta le dijo algo a Sofía. Me llegó un mail de Sofía diciendo: “Me dijo Graciela que te mande este dibujo”. Yo estaba por bañar a mi hijo, lo miré y pensé: “Qué lindo, qué simpático.” Y cuando lo vio mi marido en la computadora me preguntó quién había dibujado a Roque. Es la historia de un señor, Roque, y su bigote que toma vida y le habla. Y Sofía tenía, de casualidad, el mismo personaje que se le había aparecido en una sombra o en un sueño. El personaje con el bigote. Entonces, seguimos para adelante, lo ilustró todo y cuando Verónica me contactó y quise mandar esta novela, se la mandé con todo.

MM: Y la verdad es que es un muy lindo libro. Roque y Bigote es una novela breve, según la editorial, “Desde seis años”… Yo la vi como para chicos un poco más grandes…

MP: A mí también me pareció.

MM: Pero bueno, eso siempre es relativo. En la tradición de “La Nariz”,  de Gogol, el bigote toma vida, interviene, incluso consigue que este tímido señor consiga novia. No voy a contar toda la historia, pero es muy lindo. Novelas breves tenés estas dos, Petunia, tres, y…

MP: Y ahora Los Súper Mini.

MM: Además la de los adolescentes que también es bastante breve. Ese es un problema editorial…

MP: Sí, me lo  dijeron…

MM: Pero eso depende a veces de la osadía de las editoriales. Acá invitamos una vez a Esteban Valentino, que tiene Es difícil llegar a Ítaca, no sé si la leíste…

MP: Sí. Bellísima.

MM: Sí, y la verdad es que SM, con Laura Leibiker como editora, se atrevió a publicarla en Gran Angular, que es para más grandes,  con muy poco texto, y le agregó una carta o algo así, no me acuerdo, un paratexto.  El mar y la serpiente, de Paula Bombara, que también ha venido, es otra novela muy breve. Muchas veces esos son impedimentos porque a veces, parece mentira, pero los promotores, que son los que llevan los libros de las editoriales, o las maestras y bibliotecarias que son las que interceden para las compras, dicen que no pueden venderle eso a un Séptimo Grado porque son muy pocas páginas…

MP: Los leen en dos minutos.

MM: Dicen que los padres no van a pagar cincuenta pesos para leerlos en diez minutos. Cosas que parecen raras pero que ocurren.

Asistente: O cuando te piden una historieta…

MM: Tal cual. Esa es una de las cosas que suelen ocurrir, o con la poesía, con la que muchas veces no se sabe bien cómo trabajar en clase. Y entonces también tiene cierto rechazo. Caro, también has escrito novela breve, ¿no?

CT: Vos también fuiste mi primer editor, con Cerro dulce, el pueblo de la magia.

MM: Si,  bellísima. Y ahora esto es más grande…

PT: Sí, en realidad a mí me gusta escribir textos cortos. Y esta (habla de La red del miedo) tardé en crearla, en darle forma, pero no tanto en escribirla, sino que fui pensándola mucho. La tuve como un año en la cabeza. Una vez que la tuve bien armada (porque como es de ciencia ficción tiene muchos vericuetos, hay como dos realidades paralelas, es bastante compleja), debía entenderla bien yo primero, es decir tener bien claro cómo era este nuevo mundo, después me puse a escribirla. Una vez que lo tuve claro creo que la escribí en dos meses. La escritura fue muy abrupta. Después este libro lo editó Verónica Carrera, que trabajó en Alfaguara, y ella me hizo muchas sugerencias. Como yo tenía todo ese mundo nuevo en la cabeza, ella, al poder verlo de afuera, me fue haciendo sugerencias y fue un lindo trabajo de ida y vuelta.

MM: Y vos, Flor, ¿tenés un proyecto de novela?

FE: Y… estoy ahí. Tengo uno, La caja de lápices de Julia, que creo que me la olvidé…

MM: ¿Está publicada? ¿Es breve?

FE: Sí. La misma colección. La que hice pero todavía no me respondieron…

MM: ¿Qué género? Contá un poco, hacete un poco de propaganda (Risas).

FE: Es la historia de un personaje que aparentemente es muy valiente, totalmente valiente, y que se anima a todo y que no le tiene miedo a nada… pero que en realidad, no. Digo el final, total ni sé qué va a pasar (Risas)… le inventé un trabajo de mensajero, entonces tiene que atravesar tres situaciones terribles en un bosque, y cada vez que las pasa, las pasa sin hacer nada, y después puse la voz del personaje que lo ayuda.

MP: ¿Él nunca se entera?

FE: Él nunca se entera. Lo dejé así, feliz, y puse que al final, él llega por fin con su mensaje, y ahí se revela que en realidad era un plan de su prima, que había querido ayudarlo a que se sintiera mejor,  porque en realidad era muy miedoso. Llega el final y ahí se devela. Igual nunca se entera y lo manda de vuelta en carruaje. Llega con una carta en la que ella le dice a un príncipe que quiere casarse, y le dice: “Y ya que estamos mandámelo de vuelta en carruaje porque no debe poder más, después de todo lo que hizo”. Y en el medio, puse unos personajes que no se me ocurría bien qué eran, entonces son fantásticos, pero no puse qué son. Puse cómo son. (Risas). Ni me lo corrigieron todavía. Estoy en eso. La pasé bien escribiéndola, porque me encantó escribir lo del negador. Le hice decir cualquier barbaridad. Ahí me divertí. Se cruza con un gigante y dice que se agachó para saludarlo… todo así.

MM: ¿Y tiene un título provisorio, aunque sea?

FE: No. Porque la historia iba a ser otra y como no me salió… en realidad yo quería hacer un personaje que encontrara alguien que lo ayudara en el camino pero no pude resolver cuál era el otro. Y se me ocurrieron estos. Se iba a llamar Valiente de a dos, pero no tiene nada que ver ahora.

MM: No está mal.

FE: ¡No, me encantaba! Pero ahora son más. Es que uno escribe tan solo…

MM: Es que hay que escribir de a pares o de a tríos,  ¿han probado?...  Vos sí, Flor,  con Graciela… ¿Y vos, Caro?

CT: No, yo siempre en la soledad, la escritura.

MM: ¿Y te pesa? Porque a Florencia parece que le pesara un poco…

CT: No, porque yo lo veo como el lugar para encontrarme a mí misma y para disfrutar. Pero me gusta mucho la primera lectura de un otro… Me gusta y a veces me da como miedito. “Es un desastre” “¿Qué me van a decir?”. Eso es lo lindo de compartir las primeras lecturas: la sorpresa, la incertidumbre, la alegría de que a ese primer lector le guste lo escrito. Pero también he escrito algo de a dos, con una amiga, hace unos años, peroaunque quedó ahí. Lo voy a retomar. Ahora que me lo decís, es un punto para tener en cuenta.

MP: Yo escribí de a dos hace muy poco y fue divino, con una muy amiga mía que se fue a vivir a España hace muchísimos años, y escribimos vía mail. Nos sacamos cuentas paralelas de nuestros personajes y se escribían ellas.

MM: ¡Está bueno!

MP: Fue muy divertido porque se escribían en tiempo real. Y eran muy graciosos los vericuetos por los que nos íbamos para que estas dos adolescentes no se hayan podido responder. Una estaba embarazada, la otra estaba mirando una peli, y en realidad como queríamos respetar los tiempos del propio mail, las cosas que estaban haciendo estaban bien, y aparte era inevitable que tuvieran mucho de nosotras de chiquitas.

MM: ¿Se lo plantearon como una novela para adolescentes?

MP: Sí.

MM: Qué bueno. ¿Y ya está lista?

MP: Está en un concurso. No puedo decir (Risas).



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