Cinco lecturas para combatir el calor

¿Qué mejor manera de cerrar el 2013 que con buenas lecturas recomendadas por los lectores de Libro de arena? En este final de año los libros vienen de la mano de la entusiasta feriante de Tierra de Libros, Silvina Rodríguez, quien sugiere una serie de cinco títulos para tener en cuenta a la hora de elegir y acerca su vivaz comentario a partir de la impresión que cada texto dejó en ella. ¡Para que el 2014 arranque con todas las ganas de leer!



Por Silvina Rodriguez


Antes de que el 2013 nos deje, recopilo mis recomendaciones del año para adultos, dado que me han solicitado en algunos casos que, además de nuestros queridos niños, me ocupe un poco de los grandes…El tiempo es tirano, y escaso además, así que mi lista solo llega a cinco títulos:


1) Justo para el verano, pero más bien leve que liviano, rescato lo que dije en una reseña a principios de este año:
“Y ya en la playa, sin el ritmo loco de los parques, empiezo con la novela, a la cual pienso como una lectura liviana y veraniega relacionado con el métier de librera…Y resulta que el destino me depara sorpresa tras sorpresa, alusiones y citas a Austen, Poe (¡escribí sobre él hace dos semanas atrás!), Dickens, la Dickinson, Beatrix Potter, E. B. White y el mencionado Seuss, una historia fantástica en el sentido estricto del término, donde los fantasmas de los escritores le susurran al oído sugerencias a la analista de finanzas devenida en librera por un mes. Además de sentirme tan representada en muchos momentos de la novela, esos instantes en que se me aparece “el” libro para “la” persona que pide la recomendación, la magia de leer cuentos a los chicos, en fin, cuando me acuerdo ya di cuenta del libro y me pregunto, una vez más, cuáles son las causas y cuáles, los azares.”




2) Lo que me conocen ya saben cuánto me gusta esta escritora, así que ninguna novedad. Recreo parte de mi reseña de febrero:
“Si no te enganchan las historias de la España de la posguerra, abstenete, nomás. Pero “El lector de Julio Verne”, la última novela de Almudena Grandes, segunda entrega de su proyecto “Episodios de una guerra interminable” (en un homenaje a los “Episodios nacionales” de Benito Pérez Galdós), trae lo mejorcito de esta autora, a saber: un modo de contar que nos atrapa desde el minuto cero de la lectura, un lenguaje bello, unos diálogos creíbles, irónicos, paródicos, un protagonista de nueve años que nos lleva a su mundo de infancia (vivida en un casa cuartel con su padre, oficial de la Guardia Civil), de sueños por cumplir, de amores que se inician, y ensombreciéndolo todo, la guerrilla. Porque claramente, la Guerra Civil terminó en el ’39. Y sin embargo…En 1947 los bandos siguen coexistiendo, y más aun en el pequeño pueblo inventado de Fuensanta de Martos, y me quedo, de todo el relato, con Nino, en su papel de hermano mayor, en aciagas noches de tortura, cantándole a su hermanita Pepa, para que no escuche el horror de la vecina interrogada, entremezclado ese relato con el diálogo del cuartel vecino, de los guardias y la detenida (…) Lo que quiero destacar es que en el caso de esta autora, la investigación histórica, el oficio de quien sabe narrar y una singular preocupación por el lenguaje, forman una base muy sólida para que esperemos con ansiedad que vengan nuevos capítulos de esta saga”.



3) Este año me di el gusto de presentar, en la Feria del Libro de San Isidro, este libro de Claudia Piñeiro, especie de biografía o retrato de su padre ficcionalizado. Distinto a los anteriores, donde siempre el suspenso era la característica principal del relato, los dejo con un fragmento, donde la emoción es protagonista:
“Fue entonces, cuando la mirada de la profesora ya no se interponía entre la mía y el ombú de la plaza, que lo vi. Escondido detrás de ese árbol, un poco a la izquierda de esa rama que todos usábamos de asiento, tratando de pasar inadvertido. Vi a mi padre. ¿Era mi padre? ¿De verdad estaba allí? Tenía que serlo. Necesitaba que esa sombra que se movía detrás del ombú fuera él, lo necesitaba como testigo de lo que yo acababa de hacer, de lo que estaba haciendo…” (de “Un comunista en calzoncillos”, Claudia Piñeiro).



4) Al día siguiente del anterior, también en la Feria de San Isidro, tuve el placer de sentarme junto a Leopoldo Brizuela, para que él desgranara, de un modo muy personal, historias que tenían que ver y no con este libro, el cual a la sazón ya cuenta con traducción al francés. Historia ubicada en el hoy y en el ’76, que ganó el premio Alfaguara de novela en el 2012, dividida en capítulos que siguen el alfabeto y del cual les comparto el último, el “Y”:
(…)
Un colibrí centellea en las flores del jazmín paraguayo, como si no se decidiera por blanco o por violeta.
Unas avispas labran su panal en las vigas del quincho. Y el terror que les tengo me ayuda a zambullirme.
Doy un salto. Me tiro a la pileta.
Ah, dentro del agua, el tiempo se diluye y yo mismo me diluyo.
Oigo una voz que llama, lejanísima, afuera. Y no es mi madre, no.
Es la chica de Kuperman, que me ha oído y protesta. En su ventana.
No, no saldré. Me hundo un poco más, hasta llegar al fondo.
Ya casi no resisto. Pero quiero saber que puedo resistir. Cómo es no poder más.
Cierro los ojos y veo el fondo espléndido, el centro de la tierra. Su negrura.” (de “Una misma noche”, Leopoldo Brizuela).



5) Otro de mis preferidos, Guillermo Martínez, sacó este año una nueva recopilación (la anterior, “Infierno grande”,
ya cumplió 20 años) y en líneas generales, de los diez cuentos, tiene cinco que son geniales, lo cual es un porcentaje altísimo para cualquier libro de relatos de un solo autor…Aquí mi reseña sobre el primero y que da título al libro.
“(…). Que en todo caso, es la historia de dos familias. Los M (nunca sabremos el apellido completo) y la del narrador, en rigurosa primera persona, y también innominado, trucos a las cuales Martínez ya nos tiene acostumbrados. Los M, decía, una familia sempiternamente feliz, al menos, a los ojos de los que “ven” desde afuera. Y me doy cuenta de que mi pregunta sobre qué sería “Una felicidad repulsiva” a unos chicos de secundaria, para ver si podían predecir sin leer, había tenido una respuesta correcta: “La felicidad de otros”, me dijo uno de los alumnos.
El protagonista se obsesiona con esos jugadores de tenis que siempre triunfan, con los adolescentes que se le parecen y a la vez no, que tienen un estilo de vida tan diferente. Y en esa obsesión, de la que no se despega siquiera yéndose del país a estudiar primero y a trabajar después, vemos desfilar años de su vida y de su propia familia, que va desmoronándose poco a poco, como la metáfora de su casa, literalmente “meada por los perros de los vecinos” del piso de arriba, a quienes tuvieron que alquilar por falta de dinero, y por la mala suerte, o vibra, o energía, como se prefiera llamarla. “La ruina de la casa Usher”, le cuenta su hermana y confidente, en una carta y la sombra de Poe asoma, así como la de Wilde en “El retrato de Dorian Gray” para ilustrar a los que nunca envejecen, y siguen siendo felices, reencarnados en nuevas familias, en cualquier parte, que no son las nuestras. También pienso en “Casa tomada”, de Cortázar, para remedar a la que va perdiendo lenta pero inexorablemente a manos de sus inquilinos, la de la familia del narrador.
El cuento tiene un efecto hipnótico y queremos saber, en forma perentoria, cuál es la receta para la felicidad perfecta y sin fisuras de la familia M. Citaremos como el narrador, al catalán Joaquín Bartrina, quien aconseja

“SI quieres ser feliz, como me dices, no analices, muchacho, no analices”.
Una trampa (la de no analizar) que el narrador no puede soslayar, y en la búsqueda de una respuesta satisfactoria se le va la vida.”

Así que, tarea cumplida. Y felíz 2014 para todos.






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