Mansfield completa
Lo superfluo, lo mínimo, lo aparentemente leve muestra su peso y complejidad en manos de una narradora de excepción como Katherine Mansfield. Sus Cuentos
completos, vistos desde la perspectiva de Adriana Márquez revelan los mundos ocultos que se despiertan en las situaciones más simples de la vida cotidiana.
Por Adriana Márquez*
Katherine Mansfield
murió a los 34 años. Este dato, solo este dato podría hacernos esperar un
legado escrito de no muchas piezas, y pobres o escasas experiencias ricas para
la escritura. Sin embargo, nada de esto ocurre con Mansfield: sus Cuentos completos incluyen cinco libros
publicados en vida (el primero, en 1911; el último, en 1924) y varios relatos
inconclusos que revelan una mirada profunda sobre los acontecimientos y las
personas. Las clases sociales, los roles (familiares, sexuales, laborales), lo
dicho y lo silenciado, lo supuesto, lo que se espera del otro, lo que nunca se
espera del otro, la rutina, las hipocresías; en definitiva: la complejidad de
la vida y las relaciones humanas, con todas sus contradicciones y reveses, es
el principal tema de sus relatos.
Lo más cautivante de
la narrativa de esta autora neozelandesa, a mi parecer, es la observación
escrutadora y a la vez sutil sobre acontecimientos aparentemente triviales. Es
en ellos donde ve todo un mundo escondido. Y no lo muestra: relata lo que
sucede en primer plano y por debajo se intuye, se huele, se presume un segundo
plano que en realidad es el punto de partida del relato, el corazón mismo del
cuento. “Felicidad”, uno de los más bellos, no se detiene a dar una semblanza
sobre la felicidad, como podría suponerse, sino que más bien se pregunta,
calladamente, qué es lo que sostiene a una persona que durante todo un día se
ha sentido inexplicablemente feliz, desbordada plenamente por ese sentimiento… y
que en un segundo ve cómo esa felicidad es interrumpida por el peso de un
incidente que todo lo trastoca. Su felicidad deja de ser una estructura confiable
que da seguridad y se convierte de golpe en una maqueta con la que no se sabe qué
hacer. El relato no nos dice qué hace esa persona entonces, sólo muestra la
situación como si pintara un cuadro. Y deja una sensación de sorpresa. De
sorpresa muda.
En sus cuentos
breves, Mansfield observa –a la par que denuncia– la explotación laboral a la
que niñas y mujeres se ven sometidas, en relaciones donde prima la
insensibilidad frente al cansancio o dolor ajenos (“Vida de Ma Parker”, “La
niña que estaba cansada”), describe con sutileza y hasta fino humor la
situación de muchas mujeres que a comienzos del siglo XX se debatían entre su
rol de madre-esposa y su deseo de emancipación (“Mariage à la mode”), muestra cómo
impactan en los niños los prejuicios de clase de los adultos (“La casa de
muñecas”).
Podría decirse que
Katherine Mansfield escribe sobre una pareja feliz y narra su infelicidad,
escribe sobre una mujer hacendosa y narra su desdichada vida, escribe sobre una
ostentosa fiesta en el jardín y narra el funeral pobre en el barrio de al lado.
Escribe sobre lo visible y narra lo invisible. O mejor aun, nos hace creer que
importa escuchar las voces de la fiesta pero finalmente nos deja con la
perturbación de ese funeral vecino. Convoca a sus lectores a la incertidumbre
sin definir sentidos ni dejar moraleja, sino mostrando que el mundo y las
personas son a la vez festivos y trágicos, en un armonioso contrapunto.
Así, en todos sus
cuentos Mansfield muestra una postal de la vida cotidiana donde lo más
importante, lo que está siendo narrado, es aquello que no está delante en la
foto sino casi fuera de foco, o allá en el fondo, pequeño, o en un mínimo gesto
o un dicho al pasar. La cotidianeidad bajo la lupa en la escritura de esta
excelente narradora.
Cuentos completos
Katherine Mansfield
Barcelona, Editorial Debolsillo, 2007
*Adriana Márquez: es Licenciada en Letras, docente del Taller de lectura y escritura en la materia Semiología (CBC - UBA). Publicó el libro de relatos De paso (2013, Editorial Simurg). Dicta talleres literarios.
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