Arthur Miller
El dramaturgo y
escritor norteamericano que, como nadie, desmembró el sueño americano al
mostrar todas sus falencias y miserias sin concesiones en obras como Panorama desde el puente,
Todos eran mis hijos, La muerte de un viajante y la obra cumbre de su pluma magnífica: Las brujas de Salem. El 17 de octubre pasado se cumplieron cien años del nacimiento del genial Arthur Miller y Libro
de arena publica un artículo especial que
en su recuerdo escribió Ernesto Hollman.
Por Ernesto Hollman*
La
obra cumbre de su pluma magnífica, Las
brujas de Salem, le permite a Miller plasmar uno de los frescos más duros y
despiadados de la condición humana y norteamericana en particular: la
intolerancia. En la década del cincuenta se había declarado una nefasta caza de
“brujas” en la sociedad americana, liderada por el senador republicano Joseph Mc Carthy
para perseguir a quienes tuvieran relación con actividades vinculadas al
comunismo. Esto derivó en una lluvia de delaciones en el mundo de las artes. El
episodio histórico en que Miller basa su obra, ocurrió en Massachussets, más
precisamente en la villa de Salem, actual capital del estado de Oregon, convertido
hoy en un centro obligado para el turismo de Halloween. Con anterioridad, en
Boston había ocurrido un hecho de similares características pero de consecuencias
sociales menos graves.
Salem
estaba “regido” por calvinistas ultra
ortodoxos y en un sentido puramente histórico eran colonos de la primera hora.
Hacía muy pocos años que se había fundado el poblado, y esto implicaba que los
habitantes tuvieran pocos recursos culturales (entre otras cosas estaban
prohibidas, la utilización del derecho jurídico o celebrar la Navidad).Había
una severa moral sexual, y una total obediencia a la vida austera, sin
posibilidad de reuniones sociales. Menos aún se podían concebir la música o los
bailes.
En
este ámbito se desarrollaba la pubertad de varias adolescentes, con todo lo que
conllevaba, y que hoy asociaríamos con el desarrollo hormonal o las relaciones
emocionales con la comunidad. En este contexto se movilizo una relación muy
particular entre una esclava negra de la casa del reverendo Parris, llamada
Tituba y el grupo de muchachas. Betty Parris, Abigail Williams, Ann Putnam y
Mercy Lewis entre otras, quedaron maravilladas ante el alud de narraciones
exóticas y cautivantes con las que la
negra Tituba describía su lejano pasado, exacerbadas por una pátina de
hechicería.
Está
mezcla hizo eclosión cuando las jóvenes comenzaron a percibir el cargo de la
“culpa” luterana y la “posesión demoníaca”. Comenzó una persecución que se convirtió en la cacería en que veinticinco
personas, entre ellas muchos respetables ciudadanos- fueron ejecutados por
brujería. Cómo dato sustantivo quiero aclarar que en las actas del proceso, la confesión de Tituba deparó tres días
consecutivos, durante los cualesel auditorio quedó embriagado por los relatos con
que la mujer los fascinaba.
En
una metáfora moderna constataríamos que la esclava Tituba se liberaba, así de
su esclavitud y sometía a sus opresores a meros objetos
manipulables. Todos estos acontecimientos sucedieron en un fin
de siglo, en el que los luteranos creían
muy próximo el Apocalipsis anunciado por San Juan. Si lo verificamos como hecho
histórico circunstancial, no sale de lo que era común. A veces pueblos enteros
eran devorados por las llamas, (por ejemplo, en la Suecia medieval) por acusaciones
de brujería.
¿Por
quéha tenido este episodio tal trascendencia y el halo de satanismo que aún
perdura en Salem? En la actualidad siguen existiendo muchas de las casas
originales en la que habitaron los protagonistas de este drama y son visitadas
por miles de personas al año.
La
histeria y la mentira de estas niñas nunca fueron reconocidas como tales. La
mentira se hace realidad, todos los argumentos que puedan esgrimirse –soledad,
hastío, deseos de ser escuchadas, ansias sexuales- se evaporan ante la certidumbre
de que Satanás visitó Massachussets en la primavera de 1692. Generación tras
generación se fue acrecentando la creencia de que verdaderamente esto fue así.
La
obra de Miller se centra en el hecho concreto de la delación como estructura
dramática. El primer acto se abre con la “enfermedad” de las niñas, la
confesión de Tituba como hechicera y la sucesiva aparición de los personajes.
Miller hace hincapié en la descripción de algunos de ellos y describe su carácter
e historia personal. Del reverendo Parris, dice que es un ser repugnante. Luego
se hace presente John Proctor que tendrá todo el peso de la tragedia que se
avecina, y es un ser atormentado por la
culpa porqueha cometido adulterio con una de las jóvenes, Abigail Williams,
quién fuera una de sus sirvientas y es la portadora de la venganza y la
mentira.
El
segundo acto se abre sobre la casa de Proctor y el arresto de su mujer
Elizabeth por la denuncia de Abigail para poder cumplir el sueño de casarse con
su patrón. A esta altura de la historia las chicas han denunciado a más de cien
habitantes de la comarca. La obra se cierra sobre la negativa del ajusticiamiento
de los seres probos y que se niegan a reconocer que han mantenido pactos con
Satanás. Pese a este acto final y supremo de redención, Miller no es muy
piadoso con sus criaturas; en el fondo cada uno paga por sus miserias. Su
respeto se deposita únicamente en personajes como la anciana Rebeca
Nurse.
Miller
aclara que este suceso es y será por siempre un estigma de las sociedades
teocráticas pero que esa figura de Dios omnipresente también está en los
pueblos ateos como Rusia, donde la figura de ese dios se ha transformado en
dogmas a cumplir, a riesgo de padecer el peso de la ley, en una clara referencia a 1984 de George Orwell.
Quiero
además mencionar la experiencia que tuve como espectador de la estupenda e
inolvidable puesta que se hizo en Buenos Aires en 1972, en el Teatro Blanca
Podestá y bajo la dirección de Agustín Alezzo con un reparto excepcional.
Alfredo Alcón como Proctor y José Slavin en el papel del reverendo Parris, a
quienes se agregaban como debutantes, Leonor Manso, Alicia Zanca y Alicia
Bruzzo en los roles de Mary Warren, Abigail y Betty Parris respectivamente. Seguía
una larga lista de grandes actores que sería tedioso enumerar y contó además
con el último trabajo de la gran Milagros de la Vega como Rebeca. La sensación
de impacto emocional que recibí el día que me senté en la butaca, aún hoy la
llevo en mi corazón y perdurará hasta el día del último aliento.
*Ernesto Hollmann: nacido en Buenos Aires el 23 de septiembre de 1947. Hizo crítica de cine para las revistas Siete Días, Biógrafo y El Porteño. Ha publicado Hierofanía de Samael (poemas), editado por Faro en 1992. Fue integrante del FLH en los años '70, participó en el año 2008 de la película "Rosa Patria", de Santiago Loza, dedicada a la vida y la poesía de Néstor Perlongher. Se han publicado, además 12 poemas suyos en la antología Poesía Gay de Buenos Aires-Homenaje a Miguel Ángel Lens, de Acercándonos Ediciones.
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