Ni muertos ni vivos ni muertos vivos

Las apariencias engañan al más prevenido, al más convencido, al más cauto y lúcido. Creemos ser quienes no somos en realidad. Nos convencemos de la identidad de la máscara que portamos.  Libro de arena comparte una nota acerca de una relación entre el film Los Otros y el cuento largo Otra vuelta de tuerca, que se sitúa en la comunicación entre el mundo de los vivos y el mundo de los muertos, en una comunicación en que las relaciones entre cine y literatura son vastas y ricas.


Por César Barbería*


Henry James es un clásico. Y lo es porque es inevitabe pensar en la actualidad de sus narraciones, exponentes de los relatos de misterio, extraños o fantásticos. Los otros (The others) es una película dirigida por Alejandro Amenabar, quien también es responsable por el guión y la música. Se trata de un film español rodado en 2001.  Los otros cuenta la historia de Grace y sus dos hijos, Anne y Nicholas, quienes viven en una antigua mansión victoriana. Los dos niños sufren de una extraña enfermedad que no permite que se expongan a la luz, por lo que su madre impone una férrea disciplina en la casa, que consiste en un recorrido minucioso por sus inagotables habitaciones cuyas ventanas son cerradas para evitar el paso de la luz. Al mismo tiempo les imparte una exhaustiva instrucción religiosa a los niños. La familia está literalmente encerrada en su propio mundo interior, ajeno a las noticias del afuera. Tres sirvientes llegan a la casa y a partir de allí el mundo de Grace empezará  a cambiar.
La película nos sitúa en un mundo fantástico ingeniosamente creado a partir de recursos del cine clásico. No necesita valerse del despliegue del universo de la técnica para crear el revés en la historia, tan terrorífica como alucinante. Para el hábito visual de la cultura del hiperrealismo, al que Hollywood nos tiene acostumbrados como espectadores, la propuesta de Amenábar es clásica. Resuelve todo el asunto, todo el misterio, a través del guión. Solo en el final conocemos el evento oculto que da sentido a la historia. Los acontecimientos están presentados de forma cronológica, pero durante el transcurso de la película nos damos cuenta de que a la narración le falta algo. Hay un acontecimiento previo del que no se habla. Esa elipsis crea una atmósfera perturbadora, sobre todo desde la perspectiva de la protagonista, que se ve aturdida y confundida, tratando de resolver un enigma cuyas huellas difusas se asoman crípticas, al igual que ocurre en los sueños. Algunos indicios nos anticipan la orientación que la historia finalmente tomará:
Anne: are you going to leave us too?
Mrs. Mills: Of course not! Why would I leave you?
Anne: The others said they wouldn’t. They did. Then it happened.
Nicholas: Quite!
Mrs. Mills: What do you mean Anne? What happened?
Anne: Mummy went mad.
Nicholas: Nothing happened!
Anne: Yes it did!
Nicholas: No, it didn’t
Anne: Yes, it did!
Queda claro que el evento del que no se habla tal vez tenga especial importancia para el desarrollo de la historia. Lo no dicho funciona como disparador de múltiples interpretaciones y constituye un elemento generador de suspenso típico del fantasy. En ese deslizamiento entre lo dicho, lo visto y lo sabido se juega la semejanza con el relato Otra vuelta de tuerca de Henry James. La ambientación, la construcción de los personajes y las situaciones en que se relacionan, todo ello nos remite al escritor norteamericano. En Otra vuelta… los dos niños, Flora y Miles, son enviados a una antigua mansión en las afueras de Londres, en donde viven situaciones fuera de lo normal, o parecen vivirlas. Todo el misterio en la nouvelle de James se desarrolla a partir de lo no dicho o de los sobreentendidos que la institutriz, que está a cargo de ellos, cree interpretar. En ambas obras los niños están conectados con un mundo alternativo al real, ven fantasmas, su conducta está influida por esa experiencia; una mujer es responsable de su cuidado, y no comprende, no obstante, su mundo; una ama de llaves actúa de vaso comunicante entre ellos. Estas coincidencias en cuanto a la forma del relato, son solo algunas de las más llamativas. Pero lo central tiene que ver con el parecido en cuanto a la resolución de la modalidad fantástica de ambos discursos, el del film, y el del texto escrito. Ambos hacen ver otra realidad que explica el mundo que viven los personajes. En rigor de verdad, es el texto de Henry James el que conquista esta posibilidad a través de las noticias que hablan de la existencia de los fantasmas, resultado de la lectura y punto de vista excluyente de la institutriz. Las apariciones de Peter Quint y de la anterior institutriz, Mrs. Jessel; la muerte, en el final, de Miles, poseído por el espíritu de Quint, son su confirmación. En el cierre, ambas obras muestran la conexión con el mundo de los muertos, pero solo en el film estos se hacen presentes trastocando el estatuto de los personajes, que emparejados con los “intrusos” y con los sirvientes, saben ahora que ellos mismos están también muertos. La madre de Anne y Nicholas, que había obstruído, negado, el recuerdo traumático de su propio crimen, reconoce entonces su culpa y acepta, junto con sus niños, su verdadera realidad.

* César Barbería: vive en Vicente López, es devoto lector y amante del buen cine al que siempre busca conectar con la literatura que lo apasiona.

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