Barbi Couto: “Seguimos definiéndonos como una editorial que hace libros ilustrados, con licencias libres, y que trata de rebuscárselas para seguir estando”

En esta primera parte de la lindísima conversación con Barbi Couto, editora de Ediciones de la Terraza nos fuimos enterando de los orígenes de la editorial, de los ejes que la vertebran, de sus primeros libros, de la pasión que sienten por la imagen, de las primeras obras, como la colección Acordeón, de la influencia de aquellas primeras editoriales que exploraron el libro-álbum y, entre otras cosas, de cómo funcionan las campañas de financiamiento colectivo, que son mucho más que campañas de financiamiento.

Mario Méndez: Buenas tardes Es un placer, una alegría tener acá, desde Córdoba, a Barbi Couto, editora de Ediciones de la Terraza. Como suele ocurrir en las pequeñas editoriales, editora todo terreno. Desde llevar cajas o tenerlas en la escalera de su casa, como me contaba hace un rato, hasta elegir los libros que quiere publicar, hacer gerencia y economía, etcétera. Es un salto interesante, porque venimos de entrevistar a María Fernanda Maquieira, que es de un grupo grande, Santillana, editora de Loqueleo, y a María Amelia Macedo, editora del grupo Penguin, y ahora nos vamos a Córdoba, y a una editorial pequeña, independiente, autogestiva, así que voy a darle la bienvenida a Barbi, y a preguntarle cómo nace Ediciones de la Terraza, cómo está formada. Que nos pongas en conocimiento de tu editorial, que ya tiene once años. 

Barbi Couto: Muchas gracias; es una alegría enorme estar invitada a este espacio. Le decía a Mario que he leído varias de las entrevistas en el blog. Lo conocía por esas lecturas, no sabía que eran las desgrabaciones de estos encuentros, así que muy agradecida. Me gusta mucho conversar, a veces de más, así que si me quieren cortar, corten nomás.  Empiezo por la primera pregunta. Ediciones de la Terraza nació en el año 2012. Somos tres. Mauricio Micheloud, que además de editor en La Terraza es mi compañero, Vanina Boco, y yo. Los tres nos conocíamos desde antes, y teníamos un pequeño estudio de comunicación y diseño. Hacíamos la gráfica y la comunicación para distintos eventos, las coberturas de los eventos, y también la construcción de las memorias. Entonces empezamos a hacer libros, pero eran libros para otros. Llegó un punto en el que tuvimos la necesidad de tomar todas les decisiones. No sólo lo que el cliente quería, sino cómo lo haríamos nosotros. Y ahí empezó la idea de tener una editorial propia. Pero venimos los tres del ámbito de la comunicación, de hecho, los tres somos comunicadores sociales. Así que fue entrar al ámbito de la Edición como desde un costadito. Los tres fuimos muy lectores, siempre, pero cuando tomamos la decisión había que ver cómo era esto, qué era lo que se estaba editando en Córdoba. Empezar a conocer el paño, sabiendo editar libros, sabiendo diseñar, sabiendo hacer un montón de cosas como editores, pero de saber cómo era el paño cordobés en relación a eso. Esa fue un poco la puerta de entrada, nos llevó un tiempo conocer con nombre y apellido algo que ya conocíamos como lectores. Conocer ese trasfondo de ir a presentar libros, los circuitos, las ferias, las librerías… De hecho, a la primera librería que fuimos, fue a la en la que yo compraba todos mis libros. Cuando empezamos a hacer el sello, la decisión fue, la de investigar un poco qué había en Córdoba, y qué era lo que nosotros queríamos que identificara a nuestro sello. Si vamos a sumar a una ciudad que ya tiene editoriales, ¿en qué queremos que se diferencie la nuestra? Y coincidimos en que queríamos que fueran libros ilustrados. Teníamos la colección Robin Hood en los estantes. De pronto estábamos hojeando un libro y esa magia de descubrir una imagen, y empezar a ver si era o no lo que nos habíamos imaginado hasta ese momento en la lectura… Había algo ahí con la ilustración, y aparte con que uno de los editores, Mauri, es ilustrador, y habíamos trabajado todo ese tiempo en productos siempre muy ilustrados. Fue como muy fácil, que una de las condiciones que íbamos a pedirles a nuestros libros era que fueran muy ilustrados. Que la imagen fuera un lenguaje, que fuera protagonista en nuestros libros. A veces nos han hecho esas preguntas. “Yo tengo el texto y solamente quiero el libro diseñado” … Y no. Si vamos a editarlo nosotros, vamos a buscar que sea ilustrado. Eso, por un lado. Por el otro, sabíamos que no teníamos un peso, y que editar libros iba a implicar conseguir recursos, entonces queríamos ver de qué manera podíamos explorar formas de financiamiento diferentes, o cómo íbamos a forzar los límites de las condiciones de producción, y que rindieran el libro más hermoso que pudiéramos hacer. Un poco de ahí salió la colección Acordeón, de la que después, seguro, les cuento un poco más sobre cómo podemos hacer una colección con muy poca plata. Igual, hubo una campaña de financiamiento colectivo, fue pensado como eje de trabajo. Si queremos hacer libros y no tenemos recursos, ¿cómo hacemos? ¿Qué vuelta le podemos dar? Y el otro eje, tenía que ver con que queríamos que los libros se pudieran compartir. En ese momento quizá no lo sabíamos tanto, pero después, mirando hacia atrás, nos damos cuenta de que era nuestra historia como comunicadores sociales. Con una formación pensada en estar brindando acceso a la información. Como sujetos, tenemos derecho a la información y a tener una voz propia. Era una inquietud nuestra como periodistas desde siempre. Qué pasa con la gente que nunca puede llegar a un medio para poner su voz en el camino. Qué pasa con la intermediación, con esas voces que se pierden en el camino. Ahí había un doble juego de acceso a la información, de poder tener la propia voz. Y necesitábamos ver de qué manera eso se plasmaba en una editorial. Y un poco fue a través de las licencias libres que permiten que los libros se puedan copiar y se puedan compartir. Fue muy claro, porque esos fueron los tres ejes desde el día uno. Antes nos tomamos un tiempo para pensar la editorial, y cómo queríamos que fuera. El año pasado, cuando cumplimos los diez años, encontramos los flyers originales, y siguen siendo esos los tres ejes de trabajo, desde el comienzo en el 2012. Y seguimos definiéndonos así, como una editorial que hace libros ilustrados, con licencias libres, y que trata de rebuscárselas para seguir estando. 

M: Muy bien, son consecuentes con esta  triple idea fundacional. No es fácil mantenerse en una línea, a veces porque las circunstancias te aprietan, otras veces porque uno cambia, también. Puede cambiar de idea. Vamos a las tres líneas. Más allá de que tu compañero, Mauricio, ilustra, ¿por qué tanta mirada puesta en la ilustración? ¿Por qué ese era un eje que, todavía hoy, no se discute?

BC: Creo que como la elegimos como eje, como fue funcionando y como nos gustaba, se ha ido acrecentando a lo largo de los años. No es la misma idea ahora, de por qué hacemos libros ilustrados, que cuando recién arrancamos. No estoy muy segura de que, en ese momento, no era poco más que porque nos gustaban los libros ilustrados y teníamos ese recuerdo de nuestra infancia, de lo lindo que era encontrar una imagen dentro. Había algo de eso. Dos años antes de que arrancara la editorial yo hice el taller de ilustración en los libros para chicos que daba Liliana Menéndez en el PROPALE. Un poco antes, cuatro años antes. Acababa de nacer mi hija, yo estaba haciendo este curso, y fue descubrir cómo había cambiado la ilustración en los libros de cuando yo era niña, al 2000. Y de pronto encontrarme con una cantidad de ilustradores impresionante, con el concepto de libro-álbum y un montón de cosas. Yo crecí con los libros troquelados de la colección Muñequitos, y algunas cosas más, pero muy rápidamente me convertí en lectora de libros “gordos”, entonces por ahí fueron a principios de los ochenta los libros ilustrados, y no mucho más. Y en ese curso fue impactante. Y lo compartía con mi compañero: “Mirá este ilustrador, mirá este catálogo”. Y empezamos a comprar libros con la excusa de que iban a ser para mi hija cuando naciera. Por supuesto, fueron para ella cuando nació y ahora están en la biblioteca de la familia. Empezamos a comprar y comprar y a leer, y yo creo que ahí nos enamoramos de la ilustración. Cuando empezamos a editar ya estaba esto de que si eran novelas tuvieran imágenes, los cuentos también, pero ahí ya había un enamoramiento, de que un libro ilustrado era como dos libros, una cosa mucho más potente. Después, esto lo hemos ido abonando, hemos ido estudiando sobre imagen, los dos éramos diseñadores gráficos, yo, diseñadora editorial, así que la lógica de la distribución de los elementos en la página, la composición de página, todas esas cosas ya formaban parte de la gramática de lo visual. Entonces, cuando ya estuvimos un poco más aggiornados, pensamos que se les pedía muy rápido a los chicos que empezaran a leer libros sólo de texto. No había tanto disfrute ni cosa fina con respecto a la imagen, y nosotros queríamos poner el foco ahí, en que fuera desafiante. Por lo menos fue lo que intentamos con los libros, y sí, somos unos enamorados de la imagen. Cada vez más. Creo que el punto cero fue uno, y a lo largo de los años hemos tratado de ir conociendo a cada vez más ilustradores, yendo a muestras, a mirar qué es lo que hacen los colegas que hacen libros con ilustraciones, formándonos lo más que podemos en qué es lo que se dice sobre los libros-álbum, sobre la historieta… Sobre los géneros que son, sobre todo, visuales. Y animándonos a experimentar. Pero somos vocacionales, eso seguro. Como lenguaje, digo. 

MM: Es una buena respuesta, que incluso ya me da un título para la entrevista: “Somos unos apasionados de la imagen”. Seguramente vas a dar otros títulos posibles. Recién mencionaste la colección Robin Hood y otros libros que leías. De tus primeros recuerdos de lectura. Te traigo un poco más cerca. Ustedes empezaron en el 2012. Unos diez años antes, hace una explosión en la Argentina el libro-álbum. Ediciones del Eclipse, Calibroscopio, Pequeño Editor… esas editoriales, y otras de las que seguro me olvido, pero con esas tres ya tenemos bastante. ¿Esas experiencias influyeron en la idea y en la formación para De la Terraza?

BC: Sí, definitivamente, algunas las fuimos conociendo con el tiempo. Este catálogo que está dando vueltas en digital, La ilustración en los libros para niños, que es una muestra que hizo Liliana Menéndez, en la que todos los cuadros estaban puestos a la altura de los niños. Funcionaba como catálogo y ahí estaban todos. No quiero ponerme a nombrar porque soy muy mala con los nombres y no quiero olvidarme de nadie. Estaban todos los ilustradores. Era la época de los blogs y empecé a seguirlos a todos. Después, en las redes, pero en ese momento en el blog. El de Gustavo Aimar fue quizás el primer blog que seguí. Ese catálogo fue la primera puerta de entrada. Nos permitía ver las ilustraciones, de quién eran los libros y por quién habían sido editados.

Fue un trabajo de exploración. Acá, en Córdoba, sacando Comunicarte, no había tantos sellos profundamente ilustrados. Sí había muchos sellos, pero de literatura. Pienso, por ejemplo, en Caballo Negro, Viento de Fondo quizá era la que se parecía más a lo que nosotros queríamos hacer de libros objeto. Pero sí, para que te des una idea, cuando nosotros sacamos la colección Acordeón, el modelo era la colección Fuelle, de Pequeño Editor. Y teníamos las dudas sobre si estaba siendo una inspiración, un homenaje, o si era demasiada copia. Pero queríamos hacer algo así, porque teníamos Canción decidida, en la biblioteca, lo habíamos visto en una librería y nos habíamos enamorado profundamente. Y cuando llegaron los primeros libros de esa colección, como Tijeras, que lo trabajamos antes de tener editorial, les proponíamos hacer algo parecido a Canción decidida. Todo un acordeón que se abra… y más o menos en ese tiempo, sacamos los primeros libros, los de María Zeta, que es la autora de El amor es circular, y nos dijo que tenía ese proyecto de libro y que le encantaría que fuera como un acordeón. Listo. Tuvimos los dos primeros Acordeones. Pero es como decís vos, estar viendo lo que hacen otros es fundamental… Buenos, son los que nos permitieron saber qué era lo que queríamos hacer, en ese camino de exploración que uno va haciendo.

En el de la infancia, en el del recuerdo y en lo que se ve en las librerías. Pero nosotros empezamos enseguida a no sentirnos editores, porque no habíamos estudiado Edición, entonces necesitábamos explorar mucho el escenario para tratar de sentirnos más seguros. Me acuerdo de que lo primero que hice fue comprarme un libro de Edición. Un clásico que leí de punta a punta para saber qué era tener una editorial. Y después, ir a un montón de ferias a preguntar. Antes uno iba a las ferias a mirar los libros. Fuimos a preguntar y a mirar lo que hacían otros catálogos. Habitar mucho más librerías infantiles. Acá estaba En un lugar de La Mancha, que es una preciosura de librería enfocada en infanto-juvenil. Y éramos sus primeros clientes, íbamos todos los fines de semana. A la mañana íbamos a comprar las verduras y a la tarde íbamos a la librería de Vero. Mirándonos en esos sellos que decís vos, claro que sí. Y en varios más. 

MM: Qué bueno. Esa librería, En un lugar de La Mancha, tiene una fama que parece ser muy merecida, ¿verdad?

BC: Es una librería en la que el afecto de Vero Clivio, la librera, desborda las paredes, los libros. Ella tiene una dulzura con los chicos que se acercan y con los grandes que los acompañan, sabe un montón de libros y la atiende con un cariño y un cuidado, que cuando vas ahí no te querés ir. No es una librería muy grande, tuvo ya dos sedes, y siempre ha sido pequeña, pero no es el tamaño lo que lo lleva a uno a una librería. Lo que cuenta es lo que está ahí, en los estantes. Yo trabajé en esa librería un tiempo… es mucho decir eso. La cubrí a Vero algunos fines de semana, cuando ella no podía, durante un tiempo. Casi un año. Saber que ibas a estar ahí un domingo desde las tres de la tarde hasta la noche, que la gente empezaba a caer más tarde y que tenía que toda la tarde para leer todo lo que pudiera. No tuve una formación académica en literatura infantil. Mi formación fue leer, leer, leer uno atrás del otro. Los agarraba por estantes. Si vienen a Córdoba tienen que conocer esa librería, porque es muy buena. Y Vero es una gran librera. 

MM: Acá en el chat hay varios comentarios. Sebas dice que Tijeras es hermoso, creo que Diana Córdoba dijo que el libro-álbum permite tener personajes como protagonistas. Debby se adelanta con una pregunta que estamos construyendo, así que vamos a dejarla para después. Decíamos que eran tres ejes: el de los libros muy ilustrados lo hemos recorrido bastante. El de los recursos… Vos decís que cuando empezaron no tenían un mango, como la mayoría de los que alguna vez nos metimos en el mundo de las editoriales pequeñas, e independientes, siempre a pulmón. Han crecido muchísimo, después de diez años. ¿Siguen recurriendo a las campañas de financiamiento?

BC: Los libros que salieron en el primer año, empezamos a hacerlos sin saber que íbamos a tener una editorial propia. Era gente que nos conocía por otras cosas, periodistas, Fabricio Esperanza y Gabriela Vázquez, nos conocían por otros contextos, y como sabían que nosotros teníamos un estudio de comunicación nos pidieron ayuda para editar sus libros, para ver qué sabíamos. Nosotros justo estábamos tratando de convertirnos en editores y les dijimos que si se animaban vinieran con nuestro sello. Pero no eran los primeros libros que estábamos buscando editar, que sí eran Tijeras, o El amor es circular. Ya al año siguiente, ese mismo primer verano conocimos a Alex Appella. No sé si la conocen, es una artista, poeta, encuadernadora estadounidense que vive en las sierras de Córdoba. Tiene un libro muy hermoso que se llama Entonces, el libro, que formó parte de un proyecto de valijas viajeras muy interesante. Ahora ya no está haciendo ese trabajo, pero fue un espejo en el que nos reflejamos. El primer año quisimos conocer cómo era esto del mundo editorial. Se presentaba un libro de Viento del fondo, que es un sello precioso de acá, en Icho Cruz, que es en las sierras de Córdoba, en enero. El plan se contaba solo. Íbamos a temprano a pasar el día en el río, y a las ocho nos íbamos a acercar a este bar, a la presentación del libro. Y esta chica había hecho su libro con una campaña de financiamiento colectivo, IDEAME, en ese momento, y nos transmitió tan amorosamente lo que había sido para ella la experiencia para ella… de pronto, éste bar en el que se estaba presentando el libro, al que ella no conocía a pesar de ser vecina, no tenía ningún vínculo con esta persona, que había comprado treinta libros porque quería colaborar con alguien de su ciudad, de su pueblo. Obviamente se presentó ahí por el inmenso aporte que había hecho esta gente. Ella lo transmitió de una manera tan hermosa, que pensamos que eso dialogaba muy bien con lo que queríamos hacer nosotros. Con el hecho de poder decirle a la gente que no estábamos pidiéndole ayuda, sino invitándola a que se sumara a hacer posible un libro con nosotros. Y que si se sumaba en ese momento, iba a permitir que hubiera una tirada más grande, que fuera a ferias y a bibliotecas. Iban a ser cómplices. Nos parecía que eso dialogaba también con que esos libros los íbamos a colgar para que circularan.  Esa gente que fue cómplice, que fue hermosa, que nos permitió dar el paso, a su vez, iba a poder regalarle el libro, aunque sea en PDF, a toda la gente que quisiera. Había una energía fluyendo, que hacía que la gente se emocionara. Así como nos emocionamos nosotros cuando la escuchamos a ella contar lo que había vivido en la campaña, quisimos ser parte de eso, propiciar que eso le pasara a otra gente.

Al año siguiente hicimos la primera campaña, de un libro que se llamó ¡Por su culpa!, un libro de Luciana Scwarzman y Leni. Ellas dos se habían conocido en la cátedra Lenguaje Visual 3 de la Universidad Nacional de La Plata. En esa cátedra hacen todos los años, libros-álbum. Seleccionan unos textos que los estudiantes, que son ilustradores, tienen que elegir, y hacer un libro-álbum. A ellas dos les gustó su versión, y decidieron que querían mostrarlo en editoriales, para ver si alguien lo quería publicar. Llegaron a nosotros, el libro nos encantó, hicimos una campaña de financiamiento colectivo, a una escala mínima en ese momento, porque participaron cincuenta personas, y nos permitió publicar trescientas copias del libro. Podíamos publicar un poco más, pero decidimos guardar la plata para traerlas a ellas a Córdoba, para que estuvieran en la presentación. Preparamos todos los regalitos, en un evento de ilustración que hubo acá en Córdoba, que se llamó Epicentro, dedicado a la literatura y la ilustración. Fue de los primeros. Ahora hay un montón de ese tipo, pero ese fue uno de los primeros que se hizo, y se armó una feria en la que aparecieron un montón de ilustradores, que ahora son editores de su propio sello. Fue una etapa muy linda. El año pasado la recordábamos, porque son todos proyectos que nacieron hace más o menos diez años. Nosotros presentamos ahí, nos apasionó la experiencia y decidimos ir por más.

Después seguimos con Separaciones mínimas y Apapachaditos, que estuvieron ahí. Primero estuvo la campaña de Separaciones mínimas y después la de Apapachaditos, que salió ahí nomás, porque ellas estaban muy apuradas. Hicimos la campaña mientras imprimíamos el libro. Separaciones mínimas lo estuvimos cosiendo con encuadernación japonesa todo el verano. 

MM: ¿Ése es el de Germán Machado, verdad?

BC: Sí. 

MM: Esa fue la primera vez que participé en la campaña. Tengo un Separaciones mínimas.

BC: ES éste. Lo conocen. Es el libro que más rápido aceptamos en la vida, Ya habíamos publicado  a Germán, Tijeras, estábamos justo en una reunión terracera, trabajando los tres cuando entró el mail de Germán, en el que nos decía que habían pensado en nosotros, porque querían hacer una campaña de financiamiento. Y nos adjuntaba el PDF. Lo abrimos, lo miramos y le dijimos que sí. Creo que no habían transcurrido tres minutos. Tiene el texto en una hoja de papel, y luego viene la ilustración. Por eso son “separaciones mínimas”. Cuando hicimos la campaña, hay Separaciones mínimas especiales. Este libro, por ejemplo, tiene esta que se llama “Libros libres”, que fue la separación mínima que yo le pedí a Germán. Esta es mi copia. La campaña permite hacer esto. Que uno pueda dar recompensa a quienes participen, lo que genera copias únicas. En este otro, que fue la otra campaña, Apapachaditos, esta es mi copia. Está bordada. Acá está la gente de Piedra, papel y madera, que hace libros de tela para bebés, la editora hace bordados mexicanos. El libro tradicional tiene solo este bolsillo. La edición especial estaba toda bordada. Esas pequeñas cositas eran gustos que nos dábamos cuando hacíamos cada una de las campañas. La campaña de Separaciones mínimas tiene héroes, gente que aparece y que vos no te esperabas, y que de pronto, está haciendo por la campaña más de lo que creías posible. Siempre en cada campaña hubo alguna cosita medio triste también, alguien que de pronto reclama, de una manera súper comercial, que el libro todavía no le llego y lo pagó el mes pasado… Salvo la última, cada campaña tuvo una persona que nos arruinaba la alegría infinita. Pero por contrapartida, cada campaña tenía muchas historias que nos hacían poner la piel de gallina de la emoción. En Separaciones mínimas fue Seba Vargas, que nosotros no sabíamos quién era, porque todavía no lo conocíamos, lo conocimos a partir de ahí. Todos los días hacía un  posteo, diciendo qué cosas se podían comprar con ciento sesenta pesos, que era lo que salía el libro en la campaña. “Qué preferís, una cerveza y una pizza o comprar este libro que te va a permitir, etcétera…”. Yo arrancaba el día entrando al muro de Sebas a ver qué iba a decir. Llegó a correr una maratón con una camiseta que decía Separaciones mínimas en la espalda. 

Sebastián Vargas: La media maratón de Buenos Aires. Corrí con Separaciones mínimas escrito en la espalda. 

BC: Para nosotros fue maravilloso vivir eso. Cuando cuento esas pequeñas historias, gente que no conocés y se lo das te lo quiere pagar de vuelta. Ahí les explicás que les estás dando su libro, el que ayudaron a hacer posible. Y te dan un abrazo, y sentís que estamos juntos en esto. Es una inyección de emoción, que nosotros, después, aunque no existiera una falta de recursos quisimos seguir haciendo campaña. Porque es la comunidad que nos ha hecho crecer. Es el agradecimiento infinito a la gente que está alrededor, que cuando nosotros mandamos el boletín explicando que ése es el libro que queremos hacer, no solamente te llega la plata. Te llega un mail amoroso, en el que te preguntan qué pueden hacer, en qué te pueden ayudar. Y periodistas que te preguntan cuándo hacemos la entrevista. Ahí te das cuenta de que hay como un amor que tiene que ver con la construcción de la comunidad, que no tiene precio. En el 2020 hicimos la última; tuvimos varias. Hubo un momento en el que teníamos medio catálogo hecho con campañas. Creo que son doce o catorce los libros que hemos hecho así; la última fue en el 2020. Quisimos dar vuelta el año, quisimos publicar cuatro libros juntos. Ahí ya teníamos algunos recursos, pero no nos daba para los cuatro libros. Entonces decidimos hacer una campaña, porque con la ayuda de la gente era posible sacarlos todos. Nos agarró la pandemia, nosotros éramos grupo de riesgo, todo estaba cerrado para los eventos. Recién pudimos presentarlo en septiembre de 2021, y eso no cambia. La gente que tuvo que esperar nueve meses para recibir los libros y sólo nos  daba abrazos y alegría. Y el comentario era que habían hecho una buena inversión, porque  con esa plata, en ese momento ya no compraban cuatro libros. Ahora tenemos una campaña este año, para un libro de Seba Vargas, ilustrado por mi compañero. Y estamos planteando que las recompensas van a incluir muy probablemente sobres con figuritas, y cosas así. Tenemos muchas ganas de jugar y de divertirnos juntos. Sebastián fue un gran héroe en aquella campaña; ahora queremos divertirnos a lo grande, llegando lo más que podamos a un montón de gente, que pueda tener el libro que queremos hacer. Pero aparte, el libro que podamos con la ayuda de todos. Está pensado para la segunda parte del año. Ese es el plan.

MM: Qué bueno todo, porque una larga pero emotiva explicación de los financiamientos, de los que, la verdad, muchos no tenemos ni idea. Uno piensa que es un recurso para financiar, para que salga el libro, pero estás explicando que el que pone para el libro es parte de la construcción, que es parte de un grupo… Es lindo que Sebas se lleve ese elogio de acá, de haber sido un héroe, es lindo que cada libro pueda tener, llegado el caso, como en separaciones, una separación particular… muy lindo.

BC: Y te muestro éste, en el que están los nombres de las personas que participaron. Como  comunicadores, nosotros sentimos que esa es una huella de producción. En la primera edición. Si hay segundas y terceras, ni importa. Va a ser siempre la huella de que fue posible gracias a que un montón de gente lo hizo posible. Y eso no dejamos de decirlo. Los libros que ya tienen segunda edición pero fueron hechos con una campaña, en la parte de legales tienen un enlace a una historia en la que se dice que la primera edición fue hecha de esa manera. Es lo justo. 

MM: Separaciones mínimas es un libro que si mal no recuerdo, también tuvo premios.

BC: Sí. Este ganó un ALIJA de Diseño, y ganó el Premio Burnichón al mejor libro editado  acá, en Córdoba, que es un premio que se da todos los años. Nosotros hemos recibido menciones algunas veces, pero ganamos con éste. Este libro tuvo mucha cosa linda en su historia, porque fue una suerte de bisagra para nosotros. En 2015 nos presentamos a una gira con un fondo que en ese momento se llamaba “de movilidad”. Nos estábamos presentando al fondo de sustentabilidad. Justo había un amigo nuestro en casa ese día, teatrero.  Le dijimos que siempre los teatreros se van de gira, los músicos se van de gira, y que por qué nosotros no podíamos irnos de gira. Y él nos preguntó por qué no nos íbamos de gira. Nosotros podríamos hablar de infancias libres, presentar el catálogo, hablar de las campañas de financiamiento colectivo… en un rato armamos el esquema de todas las charlas que podríamos dar. Y este amigo nos pasó el dato de gente querida de Rincón de los Sauces, Bariloche… Estuvimos de gira por nueve ciudades. Él nos pasó contactos, armamos la primera gira, y cuando arrancamos nos empezaron a llamar de otros lugares. Fuimos con charlas sobre financiamiento colectivo, teniendo una campaña hecha, la primera, y para cuando salió la campaña de Separaciones mínimas se sumó la gente de estas nueve ciudades. Teníamos libros para entregar en todos lados. Cada uno de los lugares a los que habíamos ido estaban siendo como sedes. Ni hablar de que, con Matías desde Uruguay y Germán desde España, hubo gente que compró el libro desde un montón de países. La gente de Panal de ideas nos decía que era la campaña más internacional que habían hecho desde que existían. Y para nosotros fue la posibilidad de conocer mucha más gente, a un montón de escritores e ilustradores de LIJ que se sumaron al conocerlo a Germán… Entre las giras y la campaña, ese año para nosotros fue especial. Hay años que son más para adentro, de fortalecimiento, y otros más para afuera. El 2015 fue un año en el que pudimos conocer a mucha gente de la que hoy podemos decir que somos amigos. 

MM: Qué lindo. Además, campaña de hacer amigos, y gira con amigos.


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