María Fernanda Maquieira: “Editar a María Elena fue como un sueño”

En esta segunda parte de la entrevista a la editora y Publisher de Loqueleo, vieja y querida amiga, seguimos hablando de las políticas públicas, de la Feria y la CONABIP, para luego meternos de lleno en el catálogo, las novedades, la relación de la editorial con la escuela, con la mirada pospandémica y la necesidad de ver qué pasa con los chicos y chicas lectores después de dos años tan complejos. Nos hizo un recorrido por lo que en el momento de la entrevista se estaba viniendo, y que ahora los lectores ya están disfrutando. Y nos contó maravillosas anécdotas con algunas de las más importantes y queridas autoras de nuestra LIJ, como María Elena Walsh, Elsa Bornemann, Graciela Montes, entre otras. Sencillamente, imperdible.


Mario Méndez: Laura Gutman, que, no es casual, trabaja en MICA, en industrias culturales, hablando de lo de CONABIP y las políticas culturales, dice que es verdad que pudieron continuar las políticas públicas a lo largo del tiempo porque son independientes, cosa que les permite mantenerse al margen de las políticas y le gestión pública. Por otro lado, lograron el reconocimiento necesario para poder acceder a fondos, tanto privados como públicos. En otro mensaje medio largo Debby habla de un plan a diez años pensando en la educación de los chicos, y dice que para los bibliotecarios esos tres días en la Feria del Libro también son una fiesta. Mercedes dice que es muy buena la propuesta de descuento para docentes.

María Fernanda Maquieira: Bueno, claro, por supuesto. Nosotros, como todas las editoriales respetamos la Ley del Libro (los libros tienen un precio fijo establecido). CONABIP tiene un 50% de descuento como en otras ventas públicas, por ejemplo el Ministerio de educación. Entonces está permitido que  los bibliotecarios compren con ese descuento. Y eso para ellos es buenísimo. Porque con la plata que tienen compran el doble de libros que si los tuvieran que comprar a precio de tapa. 

MM: Qué lindo cuando uno puede comprar los libros a mitad de precio. 

Laura Gutman: Aparte los comprás, no con el afán de comercializarlos. Esa es la columna vertebral que ellos supieron mantener viva. Lo que quería decirles que desde adentro de la gestión cultural pública, nosotros también sentimos ese corte entre una gestión y otra. Porque las decisiones no se toman a partir de la gente que trabaja en los programas de lectura, sino mucho más arriba. Es un sistema muy burocrático. Nosotros cuando cambia una gestión no sabemos qué va a venir, qué va a pasar… Se viven momentos de mucha tensión. Lo que hacemos es gestión cultural pública. 

MM: Natalia Jáuregui dice que las alumnas de formación docente conocen gratuitamente dos cuentos de una antología, por ejemplo, Filotea, de Ema Wolf, y luego se compran el libro para atesorar los cuentos restantes que contiene toda la obra.

MFM: Claro. Una pequeña muestra que te encanta, y te dan ganas de leer todos los cuentos.

MM: Hablamos bastante de la nostalgia, pero hablemos del futuro. Contanos cómo vienen las novedades para la Feria. 

MFM: Bueno, estamos en la pospandemia, acomodándonos. Ya el año pasado fue mejor; volvió a funcionar la rueda en las escuelas, fue un año completo de clases, gracias a las vacunas y a equilibrase la cuestión del COVID.  Pero el contexto y las crisis impactan fuertemente en la industria, y en las escuelas.  En Loqueleo tuvimos que hacer un gran análisis acerca de qué publicar, cuánto publicar… No es que salimos para adelante con las novedades como si nada hubiera ocurrido. Analizamos, estudiamos, vemos los huecos del catálogo, qué nos hace falta, qué no nos hace falta, qué nos están pidiendo… Y una cosa importante es analizar qué pasó y qué sigue pasando, porque esto no terminó todavía, en las infancias en pospandemia. Porque sigue sucediendo este proceso. A nosotras, a todo el equipo, con Gaby y con Lucy nos gusta mucho estudiar, analizar, mirar qué está pasando. Observamos, sobre todo, un impacto muy fuerte en el primer ciclo. Porque son niños que en el 2020 estaban en sala de cinco, o en primer grado, y tuvieron que hacerlo solitos en su casa. Aprender a leer y escribir, y tantas cosas de todo ese proceso que es tan fuerte y tan importante. Recordemos que en 2021 tampoco fueron al colegio con normalidad. Empezó un poco más tarde; esos niñitos pasaron a segundo, sin la lectoescritura, con muchas dificultades. Un tema muy fuerte en lo emocional,  en los vínculos… muy pegaditos a sus papás, poco contacto con sus pares, no ver a los abuelos, no ver a los amigos… Todo eso impactó muy fuerte y es algo que hay que estudiar. No es “Ahora salgo a hacer libros para chicos de cinco, seis, siete años”. No. ¿Qué chicos de cinco, seis, siete años? ¿Qué está pasando en la escuela? Charlamos mucho con las maestras y los maestros, para ver qué está pasando, qué están enseñando, qué están leyendo. Porque observamos  que libros que antes  se leían a los 7, 8 años, por ahí ahora los  están leyendo los chicos de 9 o 10… Cosas que fueron pasando y nos hicieron reanalizar el catálogo y pensar qué libros podíamos publicar y para quién. No hay que olvidarse del destinatario real, no somos editores de laboratorio. Hacemos los libros para los niños reales. Todo esto lo explico porque tiene que ver con el plan lector con el que salimos todos los años. Tenemos un plan lector con algún eje, con alguna cuestión que ayude a anclar las lecturas en la escuela. Les muestro un poquito acá las novedades que publicamos. Salimos con 4 novedades en torno a un concepto. El eje tiene que ver con los clásicos, con repensar o revisitar los clásicos.

Salimos con un libro de Cecilia Pisos, Un año de cumpleaños, como para estos niñitos que les decía recién, del primer ciclo, que todavía no tienen tan afianzada la lectura. Mayúscula de imprenta. Y es muy divertido. Ella es muy buena en esto. ¿Se acuerdan del cuento aquel de los tres chanchitos, que venía el lobo y les soplaba la casa de paja? Y la casa de madera, y la de ladrillos… Bueno, ella toma esa historia, y la repiensa: muchos años después, los tres chanchitos tuvieron cada uno tres chanchitos. Esas familias crecieron y la familia se hizo enorme. Imagínese la cantidad de cumpleaños que hay en esa familia por año. Todos los días hay uno. Entonces, la nona Rosa, a la que le encantan los cumpleaños, y hacer piñatas, es la que se encarga de hacerlas en cada cumpleaños. Entonces viene el lobito terrible, que es el nieto de aquel lobo feroz que les soplaba las casas, y les sopla las piñatas y se las tira abajo. Todo un juego de resignificación de aquel cuento. Finalmente, el lobito quería que lo invitaran al cumpleaños.  Venía a molestar ahí, a  tirar abajo la piñata, porque quería que lo inviten. No era más que eso. Lo hace muy divertido, con muchas rimas, canciones, juegos… La verdad es que está buenísimo el libro. Otro que es un gran maestro es Guillermo Saavedra, un poeta impresionante, que toma distintos personajes de la tradición de los cuentos clásicos: la bella durmiente, el flautista de Hamelin, el soldadito de plomo, etcétera, y hace unos textos narrativos al estilo de Cuentos en verso para niños perversos, de Roald Dahl, que son cuentos clásicos renarrados en formato poético. Y son súper divertidos. En la tapa se ve La bella Mireya, “que baila tango en Pompeya”. El tercer libro es parte de un gran proyecto que tenemos, de rescate de la obra de Graciela Montes. Estamos publicando muchos libros suyos; ella tiene un gran caudal de obra que son fabulosas y muy importantes en la historia de la literatura infantil argentina, que son un tesoro y es importante que no se pierdan. Entonces estamos publicando sus obras. En este caso, Historias del rey Arturo es una antología de historias de tradición anglosajona. Son cuentos medievales de los caballeros de la Mesa Redonda, contados por Graciela Montes.

MM: ¿Van a sacar todo lo que ella publicaba? ¿Los mitos…?

MFM: No vamos a poder sacar todos los libros, porque La mar de cuentos es una colección enorme, que obviamente es muy difícil de abordar, pero sí vamos a ir publicando algunas cosas de ella. 

MM: Qué bueno. 

MFM: Y el cuarto, El Tincho Fierro, es un libro muy divertido de María Inés Falconi. Lo que ella hace es tomar nuestro gran clásico de la literatura argentina, el Martín Fierro, y lo cuenta para chicos. Es una obra muy difícil. Es una obra monumental, escrita en versos, muy difícil, muy política, muy compleja, y muy controvertida también. ¿Cómo contarle esto a un chico de once o doce años? Ella lo hace muy bien. Eligió el formato de la obra de teatro. Una gran obra de teatro donde cuenta esta historia del Tincho Fierro, un alter ego de Martín Fierro, muy gracioso. En lugar de payadas hacen rap… es un gran trabajo de María Inés, porque para poder hacer esto, estudió la obra de una manera que ni se imaginan. Ahora les muestro otros que sacamos, ya un poquito más avanzado, estos salieron en febrero. Los dividí por edad. Estos tres primeros son para este primer ciclo del que hablamos. Cuentos cortos, con humor, con mucha intervención de la ilustración. Cuatro calles y un problema que es otro clásico de Graciela Montes y es un cuento hermosísimo. No sé si todos lo habrán leído, pero lo súper recomiendo porque es uno de los grandes cuentos de Graciela. El ratón García, de Ricardo Mariño que es otro de nuestros autores favoritos, es un autor prácticamente exclusivo de Loqueleo. Este es muy gracioso. A todos los chicos de esa edad se les caen los dientes. Es gran acontecimiento de la vida de un chico de cinco a siete años es que se le caen los dientes y viene el ratón Pérez. ¿Pero qué pasa? A veces a los chicos se les caen tanto los dientes que lo Pérez (porque no hay un solo Pérez, hay una familia de Pérez), no dan abasto. Entonces contratan al ratón García, que nunca se entera de nada, pobre. No da pie con bola, se equivoca todo el tiempo, se burlan de él, y el ratón García termina vendiendo quesos, porque con los dientes es un fracaso.


Y Supergato, de Liliana Cinetto, que es una obra nueva de Liliana, recién estrenada. Es un personaje de un gato que quiere ser superhéroe. Ella nos cuenta cómo es que este gato decide eso. Es divertido, ella tiene mucho feeling con esa franja de edad, manejo del humor; a los chicos les encanta y les divierte. Y los otros tres que publicamos, ya para chicos un poco más grandes, de un segundo ciclo, son muy diferentes cada uno de ellos. Les cuento rapidito. La ballena que comió piratas, escrito a cuatro manos por Silvia Schujer y Vicente Muleiro, que es una historia muy original, porque toma el momento en el que Vernet fue nombrado gobernador de las Islas Malvinas, y va desde Buenos Aires con toda su familia, la mujer que estaba embarazada y los niños chiquitos, a vivir a las Islas Malvinas como gobernador. Cuando llegan se encuentran con un montón de problemas, entre los cuales está la piratería, la matanza de lobos, de ballenas, una carnicería, les diría; pueblos originarios que se disputaban el territorio, con sus historias y sus leyendas… Silvia y Vicente estudiaron ese período, y obviamente, crearon una ficción. No es una historia realista. Es una ficción con todos esos condimentos de la historia de las Islas Malvinas, desde un lugar muy distinto, muy atípico. De un período muy poco conocido. Los otros dos libros, son “heredados” de un problema que todos seguramente conocen, y que es que la editorial SM cerró en la Argentina. Por eso, muchos autores quedaron sin casa editorial. Les devolvieron los derechos y tuvieron que salir a buscarla. Había obras muy buenas, de mucha tradición en nuestra literatura. Y todas las editoriales intentamos rescatar (no todos porque es imposible) pero por lo menos ir tomando y rescatar algunos de esos libros que fueron muy buenos y que siguen siendo muy fuertes y muy importantes en la literatura. Es el caso de estos dos, La rosa de los vientos, de Paula Bombara, que creo que fue su primera novela publicada. Una novela de aventuras, una novela muy entrañable, porque habla de la hermandad que es algo muy lindo; es una novela muy querida y muy leída en las escuelas. Y El complot de Las Flores, que también es un libro muy querido y muy leído de Andrea Ferrari; un libro que cumplió veinte años desde su primera edición y que cuenta la historia de una adolescente que se tiene que ir con su familia en pleno 2001. Vivían en Buenos Aires, su papá es médico, tenían una vida, al papá le ofrecen un trabajo en un pueblo súper remoto de la Patagonia, que no saben ni dónde es, se tiene que mudar toda la familia y empezar una vida nueva en ese lugar. Es muy interesante, porque si bien los adultos recordamos bien ese momento, los chicos no tienen ni idea de lo que pasó en el 2001. No importa tanto eso; lo que importa es cómo en esos momentos históricos, que puede ser el 2001 o puede ser cualquier otro, las familias y los chicos, los adolescentes, tienen que inventarse una nueva vida, mudarse, cambiar de lugar. Y eso es algo que le pasa a un chico o una chica en cualquier momento: se van a vivir a otra provincia, o sus papás se separan y tienen dos casas, o se van del país, exiliados o por razones económicas. Esos movimientos ocurren, y es muy interesante que haya, desde la literatura, textos que interpelen esas experiencias, que para los chicos pueden ser muy fuertes. Es una novela muy realista, que apunta a esas experiencias de vida tan fuertes, que se pueden atravesar con un libro. 

MM: Qué bueno, qué buen rescate. Qué sorprendente lo de Silvia y Vicente también. Pero qué lindo el rescate de La rosa de los vientos y de El complot de Las Flores, que fue Premio Barco de Vapor de España.

MFM: Sí, fue el libro que consagró a Andrea. 

MM: Tal cual. Gracias, Fer por compartir las novedades.

MFM: No puedo pasarles más, porque son absolutamente secretas. 

MM: Están bajo siete sellos…

MFM: Pero son muy buenas también. 

MM: Espero que sí. Dice Pato Pereyra: “Quería preguntarle a Fer cómo se hace para balancear en un catálogo los clásicos como Roald Dahl o Paterson, Graciela Montes o Elsa Bornemann, y los autores nuevos. ¿Qué tensión hay en eso?

MFM: Es interesante la pregunta, porque muchas veces se deben preguntar cómo entrar a una editorial como Loqueleo, autores más nuevos, más jóvenes, que recién se inician y que implican editoriales más pequeñas. La verdad es que es difícil entrar, porque  tenemos un catálogo tan grande, y tenemos tantos autores en la casa que publican y que nos traen sus obras, que es muy difícil entrar. Porque tampoco publicamos tanto, como ves. Les acabo de mostrar las novedades. No es que publicamos diez novedades por mes. Esto es para todo el año.. Ni siquiera damos abasto para publicar a los autores que ya publican en Loqueleo. Nos gusta generar espacios para que venga alguien nuevo, En estos años ha venido gente más nueva, más joven. Martín Blasco, Nicolás Schuff, Laura Ávila o Clara Levin, que son gente de una generación más joven, Para nosotros, hace unos años, ellos fueron más nuevos. Entonces vamos a habilitar los espacios para que la generación más joven entre, por supuesto, sin olvidar la tradición de  publicar a Laura Devetach, a Adela Basch, a Elsa Bornemann, que también las tenemos. Yo siempre aconsejo empezar por editoriales más pequeñas. Entiendo que a todo el mundo le encanta imaginarse verse publicado en Loqueleo, en Norma, en Random. Por supuesto, el deseo es ese, poder llegar a las grandes editoriales, a las grandes ligas. Pero creo que el camino se va haciendo desde lo pequeño. Los autores de adultos también lo hacen. Pienso en Dolores Reyes, en Julián López, Selva Almada, Samantha Schweblin… No entraron a Alfaguara, no llegaron y entraron a Taurus o a Anagrama. Empezaron en Mar Dulce, en Sigilo, en Eterna Cadencia, hicieron carrera, hicieron camino, batallaron mucho. Dolores, por ejemplo, publicó su primera novela en Sigilo, y ahora la está publicando Alfaguara, en su segunda novela. ¿Cuántos años tuvo que batallar Dolores, laburando como loca? Uno la ve ahora… qué lindo, qué exitosa, pero todo lo que hay detrás hay que imaginárselo. Es un camino complejo y arduo. Otra opción es la de los concursos. Muchos escritores han ganado concursos. Entre ellos, Andrea, Paula… han ganado un concurso con su primera novela y después se fueron haciendo conocidos. Es un camino que está bueno el de ganarse un premio y después ir haciendo tu carrera. Pero hay que tener paciencia. Y otra cosa que quiero decir, que por ahí es odiosa, es que no hay que publicar tanto. Hay que elegir lo que uno va a publicar. Uno escribe, escribe, escribe… No todo se publica. Hay que elegir qué publicar, cuidarlo, curarlo muy bien, llevarlo adónde va a tener buena acogida, dedicarle un tiempo a ese librito y no querer volver a publicar en seguida, porque me parece que es un camino que alguna gente lo puede hacer, y lo hace muy bien, y le sale muy bien, pero eso no es para todo el mundo. Todos creen que van a publicar cinco libros al año… No es para mucha gente ese camino. O bien, quien lo puede hacer hoy es porque hace veinticinco años que está laburando. Fue como una hormiguita, y hoy se puede dar el lujo de publicar dos o tres libros en un año en distintas editoriales. Es la foto de hoy, pero hay que ver la foto de esa persona hace veinte años batallando y batallando. Ése es el consejo que les doy a quienes escriben o a quienes quieren publicar. 

MM: Muy bueno. Miremos la foto. Además, éramos más jóvenes.

MFM: Teníamos el pelo negro, por lo menos. 

MM: ¿Te acordás? Otra pregunta de Pato, ¿Cómo, cuando se vuelven a reeditar los libros, se decide el cambio de las portadas? Estaba viendo, por ejemplo, que se volvió a publicar El complot de Las Flores, un clásico, con una portada que quizá es más juvenil. No sé si esta fue una decisión para captar un nuevo público. 

MFM: Normalmente, cuando un libro pasa de una editorial a otra se hace de nuevo. La edición se hace desde cero, es muy raro que conserves las ilustraciones de la otra editorial. Además, otra cosa muy importante, por lo menos en Loqueleo, no sé si en todas las editoriales, es que los autores revisan a fondo su libro. Lo vuelven a corregir, nosotros les sugerimos cosas, Entonces elegimos ilustradores nuevos, portadas nuevas, tipografías nuevas. Es verdad que esta nueva tapa de Raquel Cané le dio una onda más juvenil, pero a Andrea le gustó muchísimo, a nosotros nos pareció hermosa. Quizá hace veinte años era un libro más infantil. Ahora, por la temática y por cómo está contado, nos parece que apuntamos a chicos quizá de doce o trece años. Pero sí, obviamente se eligen ilustradores nuevos. Por ejemplo, con Graciela Montes, cuando publicamos la colección Había una vez, había algunos dibujados por Lima, otros por Oscar Rojas, por Elena Torres… Una cosa linda es que les dijimos a ellos mismos y les ofrecimos hacerlos de nuevo. Fue muy lindo. Lima, por ejemplo, dijo que sí, inmediatamente. Y Elena. Isol también. “Lo quiero hacer otra vez porque no me gusta cómo lo hice hace equis años”.

Lo hicieron con su estilo de ahora y le dieron un aire nuevo. Y en otros casos decidimos cambiar. Por ejemplo, en el caso de Irulana y el ogronte, era precioso lo que había hecho Claudia Legnazzi, pero bueno, por diferentes razones decidimos probar con Virginia Piñón. Graciela estuvo de acuerdo, vio los bocetos de personajes, le gustó… Y es un libro nuevo. El Irulana… de antes y el de ahora son dos libros muy diferentes. Interesantes los dos, cada uno en su época. La corrección del texto es muy interesante porque la hace el propio autor. También nosotros se la comentamos o le hacemos sugerencias. Por ejemplo, Andrea dijo: “Esta frase ya no me gusta, porque no me representa hoy. No me gusta esta palabra, la quiero cambiar”.  La cambió. Está bien que el autor mismo quiera corregir algo. Quiera reescribirse a sí mismo. ¿Por qué no?

MM: Me ha tocado también. Tenía varios libros en SM, incluso uno que está a punto de publicarse en Loqueleo, y lo estamos mirando porque sí, es cierto, cambió la forma de leer,  cambiaron algunos códigos. Y uno tiene que acomodarse, no sólo por la necesidad de los nuevos códigos de lectura, sino porque uno siente también que hay un cambio que mejora al libro. 

MFM: Por supuesto. Vos sos mejor escritor que antes, seguramente. Te gusta más cómo escribís ahora, si bien es respetable ese texto escrito hace veinte años, y te gusta y lo seguís sosteniendo. Pero quizás hay algunas cositas que querés mejorar, alguna palabra que ya no te gusta tanto y que preferís cambiar… La misma Graciela Montes corrige los textos. Cuando publicamos Irulana…, voy a decir rapidito esta anécdota porque es preciosa, le mandamos las pruebas y ella marcó en una página que decía “las botas lustrosas…” y tachó la palabra “lustrosas”. Entonces nos mandó un mail (cada mail que nos manda es una clase de edición), y dice: “¿Por qué las botas deberían ser lustrosas? Ya no me gusta esa palabra. Prefiero dejar “las botas” y listo. No necesito que diga “lustrosas”. Probablemente cuando yo publiqué por primera vez ese libro en los noventa, estaba muy cerca del final de la dictadura, y la palabra “botas” me remitía a los militares, y las botas eran lustrosas. Y hoy, no. Hoy yo no quiero que las botas sean lustrosas”. Y, la borró. Cada uno se lee a sí mismo y es interesante; uno evoluciona, mentalmente, ideológicamente. Nuestras hijas nos hacen cambiar. Muchas cosas, muchas formas de pensar. “Ya no me gusta que el personaje diga esa palabra. Quiero cambiarla”. O  “me resulta ostentoso ese estilo que yo tenía antes, demasiados adjetivo, quiero cambiarlo”. Y me parece que está bueno darle esa oportunidad al autor de que lo haga. 

MM: Está buenísimo. Justo hablando de Graciela Montes, Natalia Jáuregui dice: “Es invaluable la tarea de María Fernanda de recuperación de la obra de Graciela Montes, a través de la colección de Pequeñas historias, de la reedición de las Claritas, los ratones Pérez, Irulana y el Ogronte. Pregunta si ya han reeditado Otroso.

MFM: Sí, también tenemos Otroso reeditado. La obra de Graciela es un clásico, un ejemplo de cómo textos después de años se siguen sosteniendo, siguen siendo interesantes, siguen interpelando a los chicos, porque les encanta. Hoy, justo hablábamos con Lucy, mi editora de Tengo un monstruo en el bolsillo. No es de Loqueleo, es de otra editorial. Lo lee con su hijo de siete años que está maravillado con esa lectura. Es impresionante. Todo el tiempo quiere que le lea ese libro. Un libro de los noventa que se sigue sosteniendo, sigue siendo interesante. Es increíble. Graciela es increíble. 

MM: Vos has tenido la suerte enorme de editar a grandes maestros: a Graciela Montes, a Elsa Bornemann, a María Elena Walsh… Me acordé de Elsa por eso de los libros que siguen siendo elegidos. Yo lo comento a veces cuando hablamos del panorama de la LIJ; en el primer premio favorito de los lectores de ALIJA, que era la elección de los lectores, en sexto grado ganó Socorro… ¿Hace cuánto lo leíamos? Hace treinta y cinco, cuarenta años. Y los chicos de ahora votaron Socorro. Es un libro inoxidable, maravilloso. 

MFM: Sigue siendo uno de los libros más vendidos de Loqueleo. A pesar de que hay infinitas ediciones piratas, usados, lo que quieras, sigue siendo de los más vendidos todos los años. Sigue siendo favorito. Sí, es inoxidable. Si vos le preguntás a una persona de cuarenta años por un cuento de terror de su infancia… “Las manos” es un clásico. Y María Elena, para mí fue el sueño de mi vida, porque yo me crié con María Elena Walsh. Mi infancia fue la de una niña de los años setenta, madre maestra… Imagínense. La pedagogía de esa época… Teníamos el disco de Cuentopos, leído por ella. Los libros, Dailan KIfki, Tutú Marambá, con las tapas blanquitas. ¿Se acuerdan? MI vieja nos leía y yo amaba a María Elena. Para mí, fue mi infancia. Después, la vida avanzó, yo jamás en la vida me imaginé que iba a ser editora de libros para niños. Estudié Letras en la UBA… Cuando entrás a Letras no ves un libro de LIJ ni en un dibujito. No existe. Yo no tenía hijos, ni otros niños alrededor y estudiaba Letras en la UBA. Todo muy serio: Beatriz Sarlo y David Viñas eran algunos de los profesores, leíamos a Barthes y a los formalistas rusos (jaja). Estaba casi terminando la carrera, daba clases en escuelas, y un día me fui a caminar por mi barrio, Palermo, que es donde sigo viviendo, y vi en una esquina una librería chiquitita que se llamaba Sopa de letras. Me gustó el nombre, me acerqué, miré la vidriera y eran todos libritos para chicos. Me pareció raro… no tenía idea de la LIJ ni sabía de su especificidad. Te hablo del año ´90. Entré, estaba la dueña, nos pusimos a conversar, le dije que me parecía muy linda su librería. Nos hicimos amigas del barrio y yo iba todo el tiempo a mirar esos libros, ese mundo que estaba ahí, y que yo no sabía qué era pero me atraía tanto. Y me ofreció si no quería trabajar ahí haciendo talleres de escritura creativa para los niños del barrio. Así que arranqué ahí y fue hermoso, porque empecé a leer literatura infantil, y a conocer todas estas colecciones y a descubrir ese universo. Después entré en ALIJA, hice cursos de literatura infantil, y luego fue un camino sin retorno. Me metí a estudiar y me dije que eso era lo más hermoso que había visto. Y que la literatura infantil era lo que yo quería hacer en la vida. Después de algunos años de hacer distintos trabajos, arribé a Alfaguara en el año 1997 y aprendí todo sobre edición. Pasó un tiempo, que fue de mucho crecimiento para el sello, y mi jefa de esa época, que fue Herminia Mérega, una gran maestra, un día me preguntó qué autor o autora querría publicar. Y le contesté que a María Elena Walsh. Yo ni la conocía, ni tenía acceso a ella, ni tenía idea de cómo hacer algo así.  Entonces me dijo “Vamos a ver. Vamos a visitarla.” “¿Te parece?”. “Vos quedate tranquila que yo consigo una entrevista”.  María Elena en ese momento trabajaba en una oficina en SADAIC, y la fuimos a visitar. Yo tenía un miedo, una vergüenza, un pudor… Herminia, por amigos en común, tenía trato con ella, se pusieron a hablar de gente conocida, charlaron de arte, de música. Y así como era María Elena re directa nos dijo: “Bueno, chicas, ¿ustedes qué quieren?”. Yo me imaginaba pedirle un cuento, algo chiquito. Pero entonces Herminia le dijo: “Queremos todo”. “Bueno, déjenmelo pensar”. Y salimos. Creo que pasó una semana, llamó y nos dijo: “Bueno, chicas, ya lo pensé. Está bien. Me voy con ustedes”. Casi nos morimos. ¿Y ahora qué hacíamos?  Así que armamos un plan, volvimos a verla y acordamos un contrato por toda su obra para hacer una edición especial y así creamos la colección AlfaWalsh.

MM: Que sigue existiendo. María Amelia Macedo habló de eso. La mantienen en Random. 

MFM: La mantienen, sí. Fue un trabajo de uno o dos años. De ir a visitarla, de mostrarle todas las pruebas, de repasar todos sus textos, Le dedicamos la vida esos dos años. Imagínense lo que era estar ahí, ver su biblioteca, escucharla hablar… Fue como el sueño de la vida de un editor. Hermoso. 

MM: Hermoso. Me da una envidia, y una alegría… Disfruté del lanzamiento de AlfaWalsh, en un teatro en la calle Corrientes. La gente hacía cola en la calle para entrar a ver el lanzamiento de la colección. 

MFM: El Gran Rex lleno de docentes. 

MM: Gente del music-hall

MFM: Sus amigos, claro. Había actores, actrices, cantantes… Cantó Jairo, María Elena habló en el escenario… Fue una fiesta increíble. Después, varias veces hicimos firmas en la Feria, donde había multitudes. Hicimos otro evento hermosísimo en el que cantó Jairo otra vez, ya María Elena estaba muy mayor y enfermita…fue su última presentación pública allá por 2008. Una cosa tan entrañable que me acuerdo y fue una dicha. Fue precioso. Y de un gran aprendizaje. 

Y con Elsa Bornemann fue muy lindo también. Ella era de perfil muy bajo, muy de estar en su casa, muy callada, pero muy respetuosa del trabajo. Hermosa. Muy generosa, siempre. También tenemos toda su obra, y la acompañamos hasta sus últimos días, cuando ya estaba enferma. Esto que decíamos que el editor termina siendo familia, a Elsa la acompañamos literalmente hasta el día de su muerte. Esa intimidad que se genera con tus autores, no solo en ver sus textos desde el momento de la creación sino en conversar de todos los temas, en acompañar ciertos momentos de su vida, nacimientos, cumpleaños, viajes, etc… Es más que un trabajo esto. 

MM: Sí. La verdad que sí, es emocionante. Y podríamos seguir, porque también está Graciela Cabal, y Carlos Schlaen…

MFM: Mucha gente queridísima. Gustavo Roldán… 

MM: No sigamos por ahí que nos vamos a emocionar. Martín Linares dice que es excelente que el autor pueda rever sus textos. El despropósito está en reinterpretarlo, cuando no pueden defender los motivos por los cuales se hacen las modificaciones. En una clara alusión a lo que pasó con Roald Dahl. 

MFM: Claro, por supuesto. Eso no, eso de ninguna manera. No se toca un texto sin el autor. No. 

MM: Acá podría haber pasado, por suerte no pasó, con Quiroga, ¿no? Hay cosas que hoy no se publicarían…

MFM: Bueno, nosotros publicamos Cuentos de la selva. Hicimos una edición especial de homenaje en algún aniversario, en Loqueleo. Una hermosa edición ilustrada. Claro, los leés hoy y son muy perturbadores. Son terribles, pero todos hemos sobrevivido a esos cuentos. 

MM: ¿Cómo vas a sacar “Las medias de los flamencos”? No se pueden tocar. 

MFM: ¿Por qué los chicos de hoy se van a perder esa dicha? Nosotros, de niños, no nos traumamos tanto con “El almohadón de plumas”… Un poquito…

MM: Andá a saber. También hemos mantenido a muchos psicólogos…

MFM: Está bien, hay que darles trabajo a los psicoanalistas. Un poquito. 

MM: Bueno, antes de ir cerrando, porque ya hace una hora y tres cuartos que te tengo acá, voy a elegir una pregunta, perdón compañeras y compañeras que elija una, de Gerson. Sobre si hay intercambio entre las casas editoras de Latinoamérica.

MFM: Sí, hay intercambio. Depende de los momentos, las épocas, hay más o menos interés por los autores de algún país. Por ejemplo, hubo una época en la que estaban de moda autores de Uruguay. Los pedían mucho. Y tenemos la dicha de que los autores de Argentina gustan mucho en muchos países; y eso a mí me gusta particularmente, porque parte de mi trabajo es vender “mis” autores a compañeros y compañeras de otras casas. Que Mario, Paula, Andrea, Martín estén en Colombia, en México, en Chile, en Perú, está buenísimo, y es parte del trabajo que hacemos nosotros. Quizá suene un poco soberbio lo que voy a decir, pero los autores de Argentina son muy buenos, de mucha calidad literaria. Incluso es una cosa que conversamos con mis compañeras de otras casas, que me dicen que nosotros tenemos autores muy buenos, y que tenemos muchos. Tenemos autores de Colombia, México, Perú, Chile, Uruguay, pero son menos. Acá, si empiezo a nombrar, son muchos y muy buenos, cada uno en su estilo. Así que sí, ese intercambio existe, y es muy lindo. Aparte, me gusta que los chicos lean el castellano de otros países. Eso quiero decir: no se corrige lo que escribe un autor  de Colombia o de Perú. Si ellos lo dicen así. Que el chiquito de acá lea “guagua”, o lea “fresa”, y sepa que allá se dice así y acá se dice de otra forma. Tampoco quiero que un texto mío me lo cambien en México. Si acá se dice “bondi”, dejame “bondi”. Que el chico de allá aprenda que el bondi es el micro o como se llame. Es lindo eso, aparte, a los chicos no les causa un conflicto. Están acostumbradísimos a mirar en YouTube cosas de españoles, de mexicanos, miran dibujos animados en lengua neutra… No les causa un conflicto. Vos les decís que “fresa” es frutilla y listo, ya está. ¿Por qué me lo vas a traducir en el libro?  Yo tengo sobrinos españoles, que viven en España, y nos encanta jugar. “Tía, ¿cómo le dices a esto?” “Yo les digo anteojos”. “Yo les digo gafas”.  Y al maní, cacahuate, qué se yo. Es divino, yo me la paso jugando a eso con ellos. Y en la lectura también tiene que ser así. Nosotros leemos un montón de libros de autores españoles, y puede que haya un montón de palabras que no entendemos. Y las aprendemos. 

MM: Tal cual, incluso es una oportunidad de juego didáctico.

MFM: Sí, es divino saber cómo se habla en otro lado. ¿Voy a poner que en el Perú dicen “vos” o dicen “che”? Es inverosímil. Está bueno saber cómo se habla en otros lados. 

MM: Bueno, hay varios comentarios más, muchos agradecimientos, muchas felicitaciones por el encuentro, algunos sobre los derechos de autor. Brevemente, Laura, hablábamos de la  corrección política de Quiroga. No se lo puede tocar, además, o no se debería, aunque ya los derechos son de todos por el tiempo que pasó desde su muerte. 

MFM: Claro; los derechos de autor, setenta años después de la muerte son libres. Son dominio público. Igual se paga un arancel. Y se debe hacer. 

MM: Así es. Sirve para el Fondo Nacional de las Artes, ¿no?

MFM: Sí, es muy importante. 

LG: Mi pregunta sobre que no se toca a Quiroga, no tiene que ver con que ya está liberado. 

MFM: No, no creo. No sé si alguna vez alguien hizo una adaptación…

MM: Bien, ahí van saludando…

MFM: Bueno, espero que las cosas que charlamos les hayan aportado a ustedes algo más, al conocer un poquito más la trastienda de las editoriales. Si van a la Feria del Libro, vamos a estar en el stand de Santillana. Yo voy mucho, así que si se acercan nos saludamos personalmente. Veo varias caras conocidas, gracias por haber estado en la charla, y mucha gracias, Mario, por la invitación, siempre. 

MM: No, gracias a vos por este hermoso encuentro, que además es como leer un libro que uno ya leyó, y siempre encuentra nuevas cosas. 

MFM: Seguro que sí, nos ponemos a charlar y no nos para nadie. Gracias a todos y a todas. Buenas noches.

 

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"El libro", un cuento breve de Sylvia Iparraguirre