Cincuenta años de la salida de Artaud, el disco de Luis Alberto Spinetta

Mañana se cumplen cincuenta años de la salida de Artaud, el disco de Luis Alberto Spinetta que surge como consecuencia de sus lecturas del poeta, dramaturgo, novelista y actor francés. La obra de Spinetta está atravesada por sus lecturas: Carlos Castaneda, Bataille, el surrealismo, Foucault, se asoman con mayor o menor intensidad en temas y títulos de su discografía. Sin embargo, el álbum que relaciona su música con la literatura de manera más explícita es justamente, Artaud. El disco se llama igual que el escritor que inspiró su creación. En los fragmentos que compartimos, extraídos de Crónica e iluminaciones, (en el que se transcriben sus charlas con Eduardo Berti), Y Martropía (una extensa entrevista con Juan Carlos Diez) el músico hace referencia a la relación entre la obra del francés, y su propia escritura. Y puntualiza las razones por las cuales le rinde homenaje.



Martropía (fragmento) 


 

-¿Antonin Artaud fue un kamizaze? 

-Sí, se supo jugar por sus ideas y su poesía, aun a costa de unos dolores tremendos. Después, con tipos como John Lennon, surgió un antídoto intelectual para ese sufrimiento. Lennon es el símbolo de una intensidad muy heavy de creación, pero en aras de algo más liviano de sobrellevar, que no acarrea el peso de ese dolor. 

-¿En algún sentido tu disco, Artaud fue hecho, paradójicamente, para liberarte de Artaud? 

-El disco tiene algo de antídoto. Una vez más, creo que yo traté de asirme a las formas poéticas y al impulso que guiaba al autor, más que al acontecimiento que él describe. No me interesa mucho el dolor, sino la forma en que uno puede llegar tan profundamente dentro de sí mismo, como para encontrarlo de esa manera, que es lo que hizo Artaud. Por lo tanto, no me gusta tanto el producto de todo eso, que es el sufrimiento, y cómo verlo dentro de uno. Pero sí el hecho de haber corrido el riesgo de escribir increíblemente eso. 

El disco Artaud de alguna manera refleja cosas de la vida de Artaud e inclusive de la vida de Van Gogh, también por el paralelo con el libro Van Gogh el suicidado por la sociedad, escrito por Artaud. Pero, obviamente, tratando de suplir la curiosidad por hallar el dolor, suplirla por la posibilidad de encontrar la belleza o la felicidad. 

-¿Vos sos consciente de que mucha gente conoció a Antonin Artaud por tu disco y después se volcó a leerlo? 

-No sé, alguna vez se me cruzó, y mucha gente me lo ha dicho. Me alegro por la gente que lo leyó, sobre todo por la gente a la que le gustó. Es mucho más lindo que Bukowski, ¿no? Y lo seguirá siendo, independientemente de que sus teorías del dolor no sirven. Las de Bukowski menos. 

(…) 

-¿Cómo conseguiste sacar Artaud con esa forma irregular que rompía con el diseño estándar de las tapas de los discos? 

Tuve unas luchas! Me pedían de rodillas: “Te la hago de oro, pero cuadrada!”. Y yo les contestaba: ”Nooo, ahora que me la aceptaste no te vuelvas atrás. Pensá que estás sacando un disco muy original y chau”. Las disquerías devolvían los discos porque las tapas se doblaban en las bateas. 

-No, directamente no entraban. 

-Se les doblaban las puntas en el transporte y la gente los devolvía. Y, a la vez, el que tiene hoy ese disco tiene algo del rock nacional. Al sobre interno que decía “Informe frío” yo lo quise diseñar como si fuese el prospecto de un remedio escrito con letras verdes. 

-¿Vos tenés ese disco? 

-No, no lo tengo. 

-¿Por qué pensás que es un álbum clave para tus seguidores? 

-No tengo la menor idea. En parte es por el mito de la tapa. 

-Tu álbum Privè, de 1986, igual que Artaud, ¿también tiene ese sentido catártico para salir del dolor? 

-Está cargado de eso, sí. Buscando un punto de luz en esa maroma. Ya el hecho de que uno pretenda reemplazar un ítem como el dolor por la felicidad implica que uno está sufriendo. Pero no es el sufrimiento de Artaud, ni el de Van Gogh, y espero que nunca lo sea. NO me gustaría ser un gran artista porque haya sufrido semejantes cosas en mi vida. Aparte, ha pasado casi un siglo. No es bueno, no es justo, no me parece tan coherente, si bien hay mil razones para estar mal, pero no es cuestión. Sobre todo no impregnar la obra de tristeza, o con un drama tan jorobado.  



Martropía. Conversaciones con Spinetta
Juan Carlos Diez
Aguilar, 2018.

 

 

Crónica el Iluminaciones (fragmento) 


 

-¿Qué libros de Antonin Artaud inspiraron este disco? 

-Los dos más importantes que tienen que ver con el disco son Heliogábalo, el anarquista coronado, y Van Gogh, el suicidado por la sociedad. En realidad, Heliogábalo me había impactado mucho más, pero no lo podía transmitir a la temática del disco. Luego, el Van Gogh de Artaud me llevó a leer las cartas de Vincent van Gogh a su hermano Theo, de donde están sacadas varias imágenes de la “Cantata de puentes amarillos”. Pero antes que nada te quiero aclarar que yo le dediqué ese disco a Artaud pero en ningún momento tomé sus obras como punto de partida. El disco fue una respuesta-insignificante tal vez- al sufrimiento que te acarrea leer sus obras 

La idea del álbum era exponer la posibilidad de un antídoto contra lo que opinó Artaud. Quien lo haya leído no puede evadirse de una cuota de desesperación. Para él, la respuesta del hombre es la locura; para Lennon es el amor. Yo creo más en el encuentro entre la perfección y la felicidad a través de la supresión del dolor que mediante la locura y el sufrimiento. Creo que sólo si nos preocupamos por sanear el alma, vamos a evitar distorsiones sociales y comportamientos fascistas, doctrinas injustas y totalitarismos, políticas absurdas y guerras deplorables. La única forma de hacer subir el peso es con amor 

Los músicos de rock somos tipos que estamos muy desorientados. Hemos involucrado mucho a nuestro sistema neurológico y hemos aprendido muy poco de la historia reciente. Pero hay algo claro, no podemos jugar a ser Artaud. Eso significaría no haber entendido a Moris, no haber entendido a Litto Nebbia, no haber pescado una. Si yo no hubiera aprendido a salir de esa y ubicarme en mi país, no estarías conmigo en este momento: Spinetta sería apenas un nombre en una chapita de bronce, chorreada de caca, en la inmensidad de algún cementerio.  

(…) 

-Creo que la letra de “Por” es una de las más atípicas que hayas escrito en toda tu carrera. Un lingüista diría que es la ruptura del sintagma… 

-Claro, son palabras sueltas. “Árbol, hoja, salto, luz, aproximación”. 

-¿El orden de las palabras posee alguna lógica oculta? 

-Es una lógica medio surrealista. Esa canción la hicimos con Patricia, mi actual mujer (y madre de sus hijos), una tarde, en la vieja casa de Arribeños. Como la música ya estaba escrita todo fue cuestión de que las palabras entraran justo en la métrica. “Gesticulador”, por ejemplo, está puesto para que entrara a medida. 

(…) 

-¿Cómo es la anécdota de la cárcel? 

-Ah, sí. Eso fue en la época de la banda Spinetta. En 1977, creo. Me llevaron preso sin ton ni son con otros músicos como Bernardo Baraj, que ya entonces eran súper profesionales. En una de las paredes de la celda estaba escrito un verso de esta canción: “qué solo y triste voy a estar en este cementerio”. Cuando me llevaron a ver al comisario, el tipo me dijo que sus hijos tenían mis discos. “Bueno, no sólo sus hijos-le dije-, alguien escribió una canción mía en un calabozo. Venga a ver”. Antes de dejar la comisaría volví a la celda y agregué “qué calor hará sin vos en verano”.  

(…) 

-Alguna vez te dije que muchas imágenes de la “Cantata” parecen inspiradas en la matanza de Ezeiza, que ocurrió en junio de 1973, en el exacto momento en el que vos escribías la canción. Me refiero a cosas puntuales como “en un momento vas a ver que ya es la hora de volver”; el camino y los puentes que bien podrían ser los de la autopista que conduce a Ezeiza, donde se produjeron varios enfrentamientos; “con ésta sangre alrededor no sé qué puedo yo mirar”. Cuando expuse esta teoría, hace unos tres años, te reíste en mi cara. Ahora vuelvo a la carga… 

-Mirá, la “sangre alrededor” es la sangre de la herida de la oreja de Van Gogh y también la sangre de Heliogábalo cuando lo tiran en las letrinas de la ciudad. Pero probablemente hasta la matanza de Ezeiza haya influido, aunque yo no me dé cuenta-dice, y de inmediato recuerda un episodio de aquella época-: una de las cosas que me quedaron grabadas es cuando me llevaron en cana por averiguación de antecedentes, y vi un cadáver en el patio de la comisaría, manando sangre. Un tipo de unos treinta años, tirado boca abajo sin siquiera un manto, con un par de agujeros de bala y, a su alrededor, una especie de lago de sangre. Esas cosas me marcaron, sin dudas. Con esa sangre allí, ¿qué podía hacer? Yo me veía ahí, en el patio, cagándome de frio, y me preguntaba: “¿qué hago acá, qué pasa?”.- 

 


Spinetta. Crónica e iluminaciones
Luis alberto Spinetta / Eduardo Berti
Planeta, 2013.

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