La poesía de Dylan Thomas

Hoy se cumplen setenta años de la muerte de Dylan Thomas. En el prólogo a sus Poemas completos, que tradujo, Elizabeth Azcona Cranwell afirma "Dylan Thomas da el ejemplo, no sólo de la distancia que el verdadero poeta establece con las modas, la política, los movimientos de superficie, sino que además demuestra que la poesía, aún la religiosa, no debe necesariamente situarse en un mundo de abstracciones, sino que puede nacer en la zona en que el hombre es uno con la tierra y el cuerpo. Y elevarse luego desde su condición carnal a su lugar de purificación y trascendencia". En Libro de arena recordamos a Dylan Thomas con cinco poemas de ese libro, editado por Corregidor. 



UN CAMBIO EN LOS CLIMAS DEL CORAZÓN

Un cambio en los climas del corazón

vuelve seco lo húmedo, la bala de oro estalla

sobre la tumba helada.

Un clima en la comarca de las venas

cambia la noche en día; la sangre entre sus soles

ilumina al viviente gusano.

Un cambio en el ojo advierte a tiempo

la ceguera hasta el hueso; y el útero incorpora

una muerte mientras surge la vida.

Una sombra en el clima del ojo

es a medias su luz; el mar sondeado irrumpe

sobre una tierra sin arpones.

La semilla que del lomo hace una selva

divide en dos su fruto; y la mitad se escurre

lenta en un viento dormido.

Un clima en la carne y el hueso

es seca y húmeda; el viviente y el muerto

se mueven como espectros ante el ojo.

Un cambio en el clima del mundo

vuelve espectro al espectro; y cada niño dentro su madre

se repliega en su doble de sombra.

Un cambio echa la luna dentro del sol,

tira de las ajadas cortinas de la piel;

y el corazón entrega a sus muertos.


MI HÉROE DESNUDA SUS NERVIOS

Mi héroe desnuda sus nervios a lo largo de mi cintura

que rige de la cintura hasta los hombros,

desenvuelve la cabeza que, como un fantasma soñoliento,

se apoya en mi mortal regidor,

el espinazo altivo que desprecia los giros y torsiones.

Y estos pobres nervios tan atados al cráneo

duelen sobre el papel abandonado por su amante

yo me abrazo al amor con mi garabateo revoltoso

que gime todo el hambre de amor

y le cuenta a la página su vacío infortunio.

Mi héroe desnuda mi costado y ve a su corazón

que marcha como Venus desnuda

por la playa de carne y enrosca su ensangrentado pliegue;

al despojar mis lomos de promesas

promete cierto calor secreto.

Él sostiene los cables de esta caja de nervios

alabando el error mortal

del nacimiento y de la muerte, esas dos tristes sotas de ladrones.

y el hambre es emperador;

tira él de la cadena, la cisterna se agita.


ME HICE CAMARADA DEL SUEÑO

Me hice cantarada del sueño que besaba mi mente,

dejé caer la lágrima del tiempo; el ojo del durmiente

que se abría a la luz, giró hacia mí como una luna.

Así, con talones alados, volé a lo largo de mi cuerpo

y caí sobre el sueño y sobre el cielo en alto.

Escapé de la tierra y me trepé desnudo por la atmósfera,

llegué a un segundo suelo lejos de las estrellas;

y allí los dos lloramos, yo y otro ser fantasmal,

con ojos maternales sobre la cima de los árboles:

escapé de ese suelo, ágil como una pluma.

«El globo de mis padres llama en su eje y canta»

«Este lugar que andamos era también la tierra de tus padres»

«Pero esto que pisamos soporta las cuadrillas angélicas,

dulces son sus paternos rostros en las alas»

«Son sólo hombres que sueñan. Si tú soplas se esfuman».

Se esfumó así mi espectro compañero de maternales ojos,

mientras, flotando entre los ángeles yo me hallaba perdido

en la costa de nubes, entre las sombras parlantes de las tumbas;

impulsé hacia sus lechos a los hermanos soñadores

donde ellos aún duermen sin conocer a su fantasma.

Entonces, la materia de ese aire viviente

una voz dejó oír, y, trepando a las palabras,

deletreé mi visión con mano y pelo,

qué ligero el dormir sobre los suelos de esta estrella

qué profundo el velar en estas nubes como mundos.

Allí crece hacia el sol la escala de las horas

cada peldaño es pérdida, o amor hasta el final,

la sangre humana hostiga estos lerdos avances.

Un hombre, viejo y loco se trepa todavía a su fantasma

y es el fantasma de mis padres que trepa por la lluvia.


ESTE PAN QUE YO PARTO

Este pan que yo parto fue alguna vez avena,

este vino en un árbol extranjero

se zambulló en su fruta;

durante el día el hombre y por la noche el viento

segaron las cosechas, rompieron el gozo de la uva.

Alguna vez, en este vino, la sangre del verano

golpeteaba en la carne que vestía la viña,

un día en este pan

la avena al viento era alegría,

el hombre rompió el sol, abatió el viento.

Esta carne que partes, esta sangre a la que dejas

sembrar desolación entre las venas

fueron avena y uva

nacieron de la raíz sensual y de la savia;

mi vino que te bebes, el pan que me arrebatas.


Y LA MUERTE NO TENDRÁ DOMINIO

Y la muerte no tendrá dominio.

Los hombres desnudos han de ser un solo

con el hombre en el viento y la luna poniente;

cuando sus huesos queden limpios y los limpios huesos se dispersen,

ellos tendrán estrellas en el codo y el pie;

aunque se vuelvan locos serán cuerdos,

aunque se hundan en el mar de nuevo surgirán,

aunque se pierdan los amantes, no se perderá el amor;

y la muerte no tendrá dominio.


Y la muerte no tendrá dominio.

Los que hace tiempo yacen

bajo los dédalos del mar no han de morir entre los vientos,

retorcidos de angustia cuando los nervios cedan,

atados a una rueda no serán destrozados;

la fe, en sus manos, ha de partirse en dos,

y habrán de traspasarles los males unicornes;

rotos todos los cabos, ellos no estallarán.

Y la muerte no tendrá dominio.


Y la muerte no tendrá dominio.

Ya las gaviotas no gritarán en los oídos

ni romperán las olas sonoras en las playas;

donde alentó una flor, otra flor tal vez nunca

levante su cabeza a los embates de la lluvia;

y aunque ellos estén locos y totalmente muertos

su cabezas martillearán en las margaritas;

irrumpirán al sol hasta que el sol sucumba,

y la muerte no tendrá dominio.


Poemas completos
Dylan Thomas
Corregidor, 1981.

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