Crónica medieval

Un viaje en el tiempo a veces se nos permite en la ciudad. La Feria Medieval realizada en el Centro Cultural del Sur es prueba de ello. Úrsula Manrique comparte el relato de su visita al evento y sus impresiones acerca de los distintos aspectos de su producción, comidas, vestuarios, música, ambientación, que hoy publica Libro de arena.



Por Ursula Manrique*

El pasado sábado 11 y domingo 12 de Abril, se llevó a cabo en el Centro Cultural del Sur una de las ediciones de la Feria Medieval.

Para todos aquellos que nos sentimos atraídos por este periodo de la historia, la Feria fue una gran oportunidad para llevar al punto máximo la pasión por todo aquel imaginario de época. Comenzamos a recorrer la Feria como quien comienza un juego, con grandes expectativas por lo que nos íbamos a encontrar y conociendo las reglas: dejarse llevar. Y digo comenzamos porque si desean emprender el viaje, es ideal y recomendable hacerlo con aquellas personas que al igual que uno mismo, se sientan atraídos por esa especie de encanto medieval. Ya unas cuadras antes, al acercarse al predio en donde se llevó a cabo, podíamos observar a personas caracterizadas como guerreros medievales, campesinas, reinas, caballeros negros, monjes, entre otros.
El éxito de esta edición es innegable, así lo atestiguan la cantidad de personas que asistieron, de todas las edades y la falta de comida en las tiendas feudales, más de un asistente tuvo que quedarse con las ganas de probar delicias del Medioevo (me incluyo entre tan desafortunadas personas). Por momentos se dificultaba un poco ver los stands y puestos, quizás esto se deba a que se esperaban menos asistentes de los que realmente fueron, lo que nos daría la pauta de la masividad que paulatinamente adquieren este tipo de actividades.  La novedad de estas ferias en la Ciudad, sumada a la pasión por el periodo, fueron quizás la mayor convocatoria.
En los puestos se podía comprar bijouterie medieval, ropa, “brebajes y pociones”, probarse cotas de malla y armaduras, presenciar una batalla cuerpo a cuerpo, realizarse peinados para emular a una doncella feudal y hasta tirar a un blanco con arco y flecha. A este respecto vale destacar mi gran asombro al salir de la carpa de donde habíamos disfrutado de una banda de música irlandesa, y encontrar a una de mis acompañantes portando un arco y una flecha ¡propios! Por supuesto, fue posteriormente empuñado oportunamente por todo el cortejo que la acompañaba.
Muy probablemente podremos disfrutar de este Burgo Medieval nuevamente en el mes de Octubre y esperamos con ansias que así sea, ya que personalmente me quedaron algunos deseos pendientes, como realizarme un elaborado peinado (la cola para esperar hacérselo era bastante larga) y de probarme un vestido de los que se vendían para sentirme, aunque sea un momento, como una princesa o reina, experiencia que algunas de las niñas presentes en la feria, tuvieron la oportunidad de vivir.
Luego de concluida la visita, la sensación es la de haber estado una tarde fuera del tiempo, de haber sido transportados a aquello que mediante el relato de la historia, sabemos que pudo llegar a ser. La ficción, el cine, los libros, el arte en general, nos han seducido y ayudado a forjar ese deslumbramiento por lo Medieval: fuimos en busca de contagiar a la vida cotidiana de ese embrujo. También la imaginación en este punto, resulta fundamental, para entregarse plenamente a este juego de recrear el tiempo.


*Ursula Manrique: es de 25 de mayo pero vive acá y estudia Artes en la UBA

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