La velocidad de la música
Hay libros únicos, imperdibles, atrapantes, que renuevan nuestro
interés como lectores. Así ocurre con La velocidad de
la música: el inicio de una saga que dará
que hablar. En la semana especial dedicada al libro, Libro de arena publica la reseña de la novela y entrevista
a su autora, Andrea Ferrari, que
realizó Mario Méndez.
Por Mario Méndez
En los últimos
años he tenido la suerte de recibir, de sus propias manos, fresquito, cada
libro nuevo de Andrea Ferrari. Así, leí una seguidilla de excelentes novelas,
todas premiadas: La noche del polizón,
Zoom, Los chimpancés miran a los ojos: las dos primeras obtuvieron un
Destacado de ALIJA; Zoom, además, fue
una de las doce obras de LIJ de Hispanoamérica que recibieron el Premio de la
Fundación Cuatro Gatos, y Los chimpancés
miran a los ojos quedó entre los veinte finalistas. Quizás el lector se
pregunte qué significan tantos premios (y eso que al hipotético lector, que tal
vez no lo sabe, aún no le hemos dicho que Andrea Ferrari obtuvo el Premio Barco
de Vapor de España, en 2003, por El
complot de Las Flores, y en 2007 el Premio Jaén de Narrativa Juvenil, por El camino de Sherlock). El lector de
marras, entonces, se contestará (porque imagino que es un lector perspicaz),
que estos premios significan que Andrea Ferrari escribe muy bien, que es una
excelente escritora. Y no se equivocará ni un poco.
Hará una semana
recibí, otra vez de manos de Andrea (tengo ese privilegio) su última novela, La velocidad de la música, primera
entrega de una saga policial juvenil titulada, como el blog que crea la
protagonista de la historia, Sol de Noche.
Y otra vez leí ávida y gustosamente, porque, sin dudas, la novela es
excelente.
Sol es una
adolescente atípica, hija del Jefe de redacción de un diario y de una fotógrafa
que fue asesinada en un tiroteo entre policías y delincuentes, cuando la
protagonista tenía apenas dos años. Sol, que quiere ser periodista, se ha
criado corriendo entre los escritorios de una redacción. Y no es la casualidad,
sino su espíritu de periodista en ciernes, la que la pone frente a un cadáver,
“su primer muerto”. A partir de ese encuentro, Sol, desde el anonimato que le
da su blog, y aún antes de empezar la carrera de Comunicación, comienza su
carrera periodística. En estos primeros pasos se enfrentará a la posibilidad de
un romance, a los datos del pasado, que el padre ha mantenido frescos, a los
primeros triunfos del oficio, junto a los primeros sinsabores, a las internas del diario, las vanidades, los
malos humores, la solidaridad y el egoísmo de los colegas, y hasta a otro
bloguero anónimo que investiga con ella. Y la novela, con el caso dilucidado
(desde luego, no diré nada de él, salvo que es atrapante), deja abierta la
saga. De las fuentes que ha tomado, del oficio para escribir policiales, de
cómo se ha arreglado para pensar una saga junto
con una novela, decidí hablar con mi amiga Andrea Ferrari. A continuación, lo
que charlamos.
—Sabido
es, Andrea, que además de novelista, sos (¿o fuiste? ¿Se deja de serlo?)
periodista. Contanos de dónde sale ese conocimiento tan claro de la redacción
de un diario, que ya habías usado en El
hombre que quería recordar. ¿Qué decidiste tomar de tu experiencia en un
medio? ¿Qué has dejado de lado?
—Sí,
fui periodista muchos años, buena parte de ellos en un diario. Me atrajo la
idea de volver a usar una redacción como escenario de una novela, metiéndome
más a fondo con el funcionamiento de los medios. Veo que en muchas ficciones
–novelas, series, películas—los periodistas aparecen como seres impolutos,
heroicos, algo así como paladines de la justicia. A mí me interesa mostrarlos
de un modo más realista, con sus grandes momentos y sus mezquindades, sus
internas, su cara más humana. Y hablar
de cómo se construye una noticia, cómo intervienen los intereses propios, las
necesidades, incluso el azar.
—La
protagonista, hija de periodistas, es una adolescente atípica. ¿Hay una fuente
familiar en la construcción del personaje? Yo imagino varios guiños a tu esposo
periodista… ¿estoy en lo cierto?
—Mi
casa fue casa de periodistas mucho tiempo y, por supuesto, hay cuestiones de la
cotidianeidad tomadas de mi experiencia: eso de empezar el día desayunando
noticias, los horarios a contrapelo del
resto del mundo, la actualidad como tema permanente de conversación en la mesa.
Pero es sólo en lo superficial. Lo
cierto es que los personajes no tienen nada que ver con mi familia. Es pura ficción.
—Con
El camino de Sherlock, sospecho, no
tenías previamente la idea de una saga. Con Sol de Noche está muy claro que sí.
¿Cómo se planifica una novela que, lo sabés, tiene que dejar “picando” su
continuación?
—Es
cierto, cuando escribí El camino de
Sherlock no sabía que luego iba a tener continuación, fui decidiendo la
evolución de los personajes sobre la marcha. El caso de “Sol de noche” es
distinto, lo planifiqué como una serie. Me propuse que cada novela tenga un
tema, o un caso, que empiece y termine allí: es decir, que haya un cierre en
cada una. Pero al mismo tiempo en otros aspectos queda abierta la intriga: en
lo que respecta a la historia de Sol, a las dudas en torno a la muerte de su
madre y a ese personaje enigmático que la ayuda en el blog. Creo que tiene que
haber un equilibrio entre los hilos que cierran y los que quedan abiertos hacia
el futuro. Estoy apostando, en este sentido, a la fidelidad y la paciencia del
lector, confiando en que esta intriga va a sostener su interés hasta el final.
—¿Ya
tenés empezada, o por lo menos pensada, la segunda entrega de la saga? ¿Sucederá
en Inglaterra?
—El
segundo libro está bastante avanzado. Empieza en Inglaterra, con el viaje de
Sol, pero después la acción vuelve a Buenos Aires.
—Me
gustaría preguntarte varias cosas más, sobre lo que te estás guardando en la
manga. Pero como no corresponde “espoilear”, lo dejo abierto: ¿qué querés
contarnos, a los lectores que ya esperamos la segunda parte, de lo que vendrá?
¿O no nos querés contar nada?
—Yo
odio que me anticipen demasiado de una trama que voy a leer, así que no les
haría eso a mis lectores. Lo que pueden esperar en las partes que vendrán es un
crecimiento de Sol en todo sentido. No sólo en edad, sino en experiencia, en su
manera de pararse como periodista, en su mirada del mundo, en sus vínculos
afectivos. En ese sentido es una historia de iniciación, una saga en que el
personaje central pasará de adolescente a joven adulta.
—Finalmente,
yo estoy seguro de que será una novela exitosa. Me pregunto cómo ves la posible
entrada de La velocidad de la música en los colegios. ¿Qué creés que podrá
seducir a los docentes, primero, y a los jóvenes lectores, después?
—La
verdad es que no sé cómo piensan los docentes, pero yo diría que el tema de los
medios de comunicación es hoy un tema muy interesante para discutir. Aquí
intenté hablar no sólo de un diario sino de la manera de informar del
periodismo hoy, de la televisión, de los blogs, de las redes sociales. Todos
pasamos buena parte del día frente a alguna pantalla y creo que la posibilidad
de cuestionar qué vemos, qué nos muestran y cómo lo interpretamos nos abre
nuevas perspectivas. En cuanto a los lectores adolescentes, pienso que el policial como género conecta
muy bien con ellos. El policial pide un lector activo, que quiere anticiparse,
atar cabos, adivinar, y los adolescentes disfrutan ese lugar.
La velocidad de la música
Andrea Ferrari
Buenos Aires, Alfaguara, 2015
no es lo que busco
ResponderBorrar¿PORQUE SE LLAMA LA VELOCIDAD DE LA MUSICA?
ResponderBorrarPorque depende lo que vallas hacer, ejemplo si tu coreografía tiene pasos rápidos, no puedes utilizar música lenta verdad, y dependes mucho de la velocidad musical para ejecutar un movimiento.
Borrarse llama asi porque tomy fox estaba escuchando esa cancion antes de que chocaran
ResponderBorrarCuales son las pistas que se encuentran en el asesinato?
ResponderBorrarhola
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