Niños de hoy y de antaño
Ser niño es algo que debiera festejarse siempre. La infancia es el territorio de la libertad, es la reserva del ser humano y merece por eso la protección de la que incluso hoy muchas veces no goza. En la semana dedicada a festejar el lugar único de la niñez, Libro de arena recuerda junto al Lazarillo de Tormes a los niños que no pueden o no pudieron ocupar su lugar.
Anónimo
Por Mateo Niro
Se sabe que el Lazarillo de Tormes es la novela anónima que inaugura el género de la narración picaresca. Un género que, de alguna manera, continúa hasta nuestros días. Fue publicada por primera vez en 1554 en España. En los albores, gozó del éxito y sufrió las censuras esperables en los tiempos que corrían. Luego, siglos después, millones de adolescentes en las escuelas secundarias lo fueron leyendo hasta acá. Se trata de un niño que, por su desventura familiar y su espíritu inquieto, se suelta a la calle a tratar de sobrevivir hasta donde sus instintos y el azar le den cuerda. En los siete episodios de la novela tiene amos que deberían guardarlo y más bien lo hambrean lo suficiente para él tener que odiarlos y desearle la desgracia o, al menos, el abandono: un ciego, un clérigo de Maqueda, un escudero, un fraile de la Merced, un capellán, el alguacil y el arcipestre de San Salvador, entre otros.
Se sabe que el Lazarillo de Tormes es la novela anónima que inaugura el género de la narración picaresca. Un género que, de alguna manera, continúa hasta nuestros días. Fue publicada por primera vez en 1554 en España. En los albores, gozó del éxito y sufrió las censuras esperables en los tiempos que corrían. Luego, siglos después, millones de adolescentes en las escuelas secundarias lo fueron leyendo hasta acá. Se trata de un niño que, por su desventura familiar y su espíritu inquieto, se suelta a la calle a tratar de sobrevivir hasta donde sus instintos y el azar le den cuerda. En los siete episodios de la novela tiene amos que deberían guardarlo y más bien lo hambrean lo suficiente para él tener que odiarlos y desearle la desgracia o, al menos, el abandono: un ciego, un clérigo de Maqueda, un escudero, un fraile de la Merced, un capellán, el alguacil y el arcipestre de San Salvador, entre otros.
Desde el prólogo el
narrador protagonista, el propio Lázaro de Tormes, le escribe a un respetado
"Vuestra Merced". Es ahí que le revela que deberá contarle de pe a pa toda su vida para que
pudiera entender, por fin, aquel caso que él debe responderle: si es verdad
algo que le ha llegado como habladuría a sus oídos y atañe al Arcipestre, su
amigo. Así, toda la novela está escrita en segunda persona y, por lo visto,
desde tiempos ha , no habla más que de
líos de faldas.
Vuestra merced crea, cuando esto le oí, que estuve en poco de
caer de mi estado , no tanto de hambre como por
conocer de todo en todo la fortuna serme adversa. Allí se me
representaron de nuevo mis fatigas, y torné a llorar mis trabajos;
allí se me vino a la memoria la consideración que hacía cuando me
pensaba ir del clérigo, diciendo que aunque aquel era desventurado y mísero,
por ventura toparía con otro peor: finalmente, allí lloré mi trabajosa
vida pasada y mi cercana muerte venidera. Y con todo, disimulando lo
mejor que pude:
-Señor, mozo soy que no me fatigo mucho por comer, bendito Dios: deso me
podré yo alabar entre todos mis iguales por de mejor garganta, y ansí fui yo
loado della fasta hoy día de los amos que yo he tenido.
-Virtud es esa -dijo él- y por eso te querré yo más, porque el hartar es
de los puercos y el comer regladamente es de los hombres de bien.
La vida de Lazarillo de Tormes y de sus fortunas y adversidades
Anónimo
Buenos Aires, Salim, 2012
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