Pablo y el caso de las cosas perdidas
Ningún espíritu más inquieto, más suspicaz y lleno de ganas de descubrir misterios que el de un niño. Quién no ha jugado alguna vez a ser detective de lo cotidiano. Se acerca el día del niño y, todos lo sabemos, muchos de los regalos que los chicos piden terminan rotos... o se pierden, misteriosamente, se pierden. A Pablo, que admira a Sherlock Holmes, esto le parece muy sospechoso. Libro de arena publica una historia breve del escritor de literatura infantil Mario Méndez sobre los enigmas que ocupan las horas y los juegos y pueblan la imaginación.
Por Mario Méndez
A Pablo se le
pierden las cosas. En la semana perdió un auto rojo, una brújula, una remera verde,
un patín y la última pelotita de ping pong.
El sábado decide
actuar. Se pone la gorra a cuadros y el pilotín de lluvia y toma del escritorio
de su padre una lupa grande. Abre su cuaderno y comienza la pesquisa.
-¡Estuviste
ordenando mi cuarto! –le dice a su madre, con tono acusatorio.
-De ninguna
manera, Sherlock –responde ella-. ¡Ese cuarto es un nido de caranchos!
Pablo Sherlock busca
a su padre. Esconde la lupa en un bolsillo, por las dudas, e interroga:
-¿Estuviste
jugando al ping pong?
El padre,
enfrascado en un libro, no entiende. Pablo anota que su actitud es sospechosa.
Luego entra, con
riesgo de su vida, al cuarto de su hermana Lucy, que habla por teléfono, chatea
y se pinta las uñas. Lucy, a grito pelado, lo echa. “Esta chica está loca”,
anota.
Sube al
lavadero, donde Matilde plancha. La mira a través de la lupa. Matilde tiene el
ceño fruncido: ¿Esconde algo? Pablo Sherlock
descubre una bolsa abultada. Se lanza sobre ella, pues le ha parecido
ver la rueda naranja del patín.
-¡Ajá! –exclama cuando
aparecen cuatro pelotitas de ping-pong, tres autos, un yo-yo, un reloj y un
banderín.
-¡Ajá! –repite,
y habla de tú, para ser más dramático-. ¡Eras
tú, Matilde!
La mujer está
distraída.
-Ah, de nada, Pablo.
Encontré todo eso tirado. Llevátelo.
Sherlock no la
oye. Ve entre la ropa sucia su remera verde y ya no le quedan dudas. “Caso
cerrado” anota, y se marcha con aire triunfal.
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