El legado de Kipling
Más allá de los títulos, de los premios, de las controversias ideológicas, de las posturas y de las épocas, se sitúa la escritura. Indudablemente, la herencia de un escritor son sus textos, su lengua, su capacidad de hacernos ver un mundo con otra mirada. Libro de arena recuerda a Rudyard Kipling en la semana de su natalicio con una breve semblanza del autor que comparte con sus lectores Alvar Torales.
Por Alvar Torales
Quien
recuerde el nombre de Kipling seguramente lo asocie a su conocido relato El libro de la selva o El libro de la jungla, que Walt Disney
se encargó de convertir en popular y masivo a través de la versión animada con
que la historia alcanzó al gran público en 1967. Sin embargo, el poeta y
narrador “indio-inglés” cuenta en su haber con una amplia producción que le
valió su reconocimiento, más allá de la incursión en la literartura infantil y
juvenil. Sus críticos señalan con particular ímpetu la gran capacidad de observación desarrollada por el literato, que trasvasaba a la escritura con igual precisión de la palabra y concisión del pensamiento. Fue el primer escritor británico y el más joven hasta ese momento en
recibir el Premio Nobel de literatura, en el año 1907. Joseph Rudyard Kipling
ejerció su vocación literaria desde temprano. Ya a los 21 años publicó su
primer libro, una colección de poemas que bajo el título Departmental Ditties aborda aspectos de la vida cotidiana, para
pronto pasar a trabajar en el ámbito de la narrativa. Un año después ya tenía
entre sus manos su primera obra cuentística Cuentos simples de las colinas (1887), y en los dos siguientes años publicó
también Tres soldados, Bajo los cedros
deodaras, El rickshaw fantasma, La historia de los Gadsby, En blanco y negro y
El pequeño Guillermo Winkie. Los temas que revelan su deseo de exaltar la
vida primitiva y la visión romántica acerca del retorno a la naturaleza
aparecen en títulos como: Invenciones
varias (1893), El libro de la selva (1894), El segundo libro de la jungla (1895) y Capitanes intrépidos (1897). En El libro de la selva y su continuación
presenta un mítico mundo animal, regulado por las leyes de la fuerza, al que se
retorna en comunión y armonía. La línea que inauguró en el ámbito de la
literatura juvenil lo llevó a escribir también Historias para niños (1902) y las leyendas, llenas de
"humour" y lirismo sutil, reunidas en Puck (1906) y Recompensas y
hadas (1910). Su educación, británica y pro-imperialista, sembró en él las
semillas de su concepción de la cultura desde la óptica de la cultura
dominante, lo que le valió una controvertida reputación, en su situación de
doble pertenencia al universo cultural anglosajón y al indio, ya que pasó su
vida entre ambos países, Inglaterra y La India. Acerca
de este aspecto que está en los bordes de la escritura, que hace a la vida del
autor, Borges señaló que “La esencial grandeza de Kipling ha sido oscurecida
por algunas circunstancias adversas. Kipling reveló el Imperio Británico a una
Inglaterra diferente y quizá un poco hostil.” Nació en Bombay, en 1865 y dejó
este mundo en Londres, en el año 1936.
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