País imaginado
Como tanteando en la oscuridad ciertos relatos obligan a perderse en la
lectura para entender lo que está pasando, para recorrer el laberinto de su
historia, y no siempre resulta que encontramos el hilo de Ariadna para volver. Libro de
arena comparte una lectura favorita que
es a la vez una reseña que va bordeando en una escritura inasible, tan inasible
como la memoria de la niñez que se cuenta en la historia de El país
imaginado, de Eduardo Berti.
Por Silvina Rodríguez*
Hay
algo de inasible en esta historia. Posiblemente el hecho de que la misma
transcurra en una China desconocida para mí, hoy y siempre, pero quizás más en
la novela, donde el relato ocupa algunos años de la década del ’30 en la vida
de una adolescente de la que no sabemos siquiera el nombre. Lo inasible pasará
por la levedad, me pregunto. Y no, la trama no es leve, me remite un poco a
“Seda” de Baricco, pero no tenemos aquí ningún occidental en el cual anclarnos,
navegamos por aguas absolutamente nuevas. Y así nos deslizamos por la
narración, que nos toma un tiempo, el de ella, no el nuestro, siempre el de la
protagonista que alterna con un diálogo con su abuela, muerta al inicio de la
novela. Especie de fantasma bienhechor, si esto existiera. Unas líneas en
bastardilla, siempre separadas de los otros capítulos, los diálogos en sueños
de la adolescente con su abuela. Y también un amor imposible, y otro posible.
La vida y la muerte, “el país imaginado”. Las tradiciones chinas, inundándolo
todo. Pero en los intersticios se cuela Ling, la otra. O la misma.
Un poco
críptica, tal vez, como reseña. Para comprender que no hay explicación posible,
solamente la lectura.
Imagino
que hay tanto que me ha quedado en el tintero, no puedo ni pronunciar los
nombres (“Xiaomei”, estoy obligada a revisarlo en el texto, me siento
analfabeta, ella también es la protagonista, es la destinataria del libro, que
en realidad tiene dos partes, “Xiaomei” y un curioso “Epílogo” dividido en
partes, pequeños capítulos, el final del final del final y así no termina, me
quedo con las últimas palabras de la protagonista que proponen un juego más, ya
fuera del libro) y está bien que así sea, nada es tranquilizador, por el contrario,
cierro el libro y el mundo tal como lo vemos puede tener una infinidad de
lecturas. La no clausura de la historia que sigue, más allá de nosotros.
El país imaginado
Eduardo Berti
Buenos Aires, Impedimenta, 2011
*Silvina Rodríguez es feriante de Tierra de Libros y disfruta compartir sus reseñas de los libros que más le han impresionado.
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