Por siempre niños

Hoy se inicia un nuevo ciclo dedicado a la relación entre cine y literatura que abordará las distopías como signo de la representación de mundos alternativos. Alvar Torales propone un recorrido por otro programa que tuvo a los niños como protagonistas. Cada texto y cada film nos hacen entrar en un universo de relaciones único que exhibe su parecido con nuestra propia realidad.


Por Alvar Torales

Me han encomendado escribir un texto sobre niños y se me ocurrió recurrir al ciclo que tan brillantemente lleva Mario Méndez en la Sociedad Hebraica "Literatura y Cine" ya que la última temática fue precisamente "Los niños protagonistas". Si bien es cierto que son niños de ficción vamos a tratar de contextualizalos en el espacio y tiempo y así poder sacar un perfil de cada uno de ellos.
Si muero antes de despertar, de Coornell Woodrich. A fines del siglo XIX o principios del siglo XX, un niño, hijo de un policía, es testigo clave del asesinato de una compañerita, situación que vuelve a repetirse un par de años después. No puede hacer nada por evitarlo ¿por qué? porque el autoritarismo en su casa y el colegio le impiden expresarse. No hay maltrato, al contrario sus padres y maestros lo aman pero el concepto de la época en que a los niños no se los consulta ni se los escucha lleva a que el pretendido respeto sea solamente temor.
Las Brujas de Roald Dahl. Aquí entramos al mundo de la magia, de la fantasía pero hay varios tópicos para señalar. Uno de ellos es que las brujas tienen como su enemigo a los niños y su objetivo es perjudicarlos. Me pregunto si estas brujas no representan al mundo adulto tan propicio para fastidiar a los niños. Solo la abuela del niño lo acompaña en su aventura y cuando al fin el niño es convertido en un ratoncito se produce una explosión de amor entre los dos. Comprenden lo que es la diversidad, lo que es el otro, lo que es ser distinto y completan esa lección de amor concluyendo que un ratoncito no vive más de tres o cuatro años que es más o menos el tiempo que le queda de vida a la abuela.
Oliver Twist de Charles Dickens. La magnífica novela de Dickens nos muestra un Londres sórdido, sucio, violento. Allí la niñez no existe, no al menos como la entendemos ahora, los niños roban, se embriagan, fuman, se prostituyen. Los niños son adultos bajitos y la única diferencia con los mayores es el dominio de estos debido a su mayor fuerza. Varios podrán decir que hay cosas que no cambiaron mucho, pero yo creo que no es así. Si bien hay muchos agujeros negros está claro que hoy hay un sentido del niño diferente, expresados en planes, campañas y leyes de protección a la infancia. Oliver, a pesar de haberse criado en un asilo, que más que un orfanato parece una cárcel de trabajos forzados, mantiene ciertos valores, valores que no se compadecen con la hipócrita moralina victoriana donde los niños y las mujeres son brutalmente explotados en la Revolución Industrial. De esta situación a los Derechos del Niño se ha recorrido un largo camino. Falta mucho aún pero estamos en camino.
El niño con el piyama a rayas, de John Boyne. En este caso podemos ver como la amistad y la confianza entre dos niños supera cualquier antagonismo. Uno, hijo del Director de un campo de concentración, el otro un prisionero judío. Estos dos niños desarrollan una amistad que está muy por encima de la terrible situación que les toca vivir. Precisamente por esa amistad, por querer ayudarse uno al otro es que finalmente se encaminarán al trágico final.
Un gran chico de Nick Hornby. Aquí vemos la timidez, algo muy común en los chicos. Quien esto escribe fue un niño muy tímido. Esa timidez comienza a diluirse cuando conoce a un joven con quien establece una particular amistad. En realidad el joven también es un solitario y la relación con el niño permite que se construya una avenida de doble mano donde ambos salen favorecidos.
Expiación, de Ian McEwan. Una niña, consentida y caprichosa cree ver lo que no ve y acusa al novio de su hermana mayor de una violación. Esto termina arruinando definitivamente la vida de ambos. A la chica le creen todos los habitantes de la casa, pero no porque confíen en ella sino porque les interesa que sea ese muchacho, el eslabón más débil de la cadena, el que vaya a la cárcel. Finalmente, la chica comprenderá su error cuando ya sea tarde. La ficción en todas sus variaciones nos ayudó a encontrar diversos caracteres; el temor que suplanta al respeto; el amor como valor que se encuentra por encima de todo lo demás; Las vicisitudes de Oliver inserto en un entorno adverso, obligado a una prematura madurez; la amistad que lleva a la tragedia o el otro tipo de amistad que muestra que las cosas no son lo que parecen y muchas veces sirven para manipular.


Comentarios

Entradas más populares de este blog

Cincuenta años sin J.R.R. Tolkien: cómo lo cuidó un sacerdote español y qué tiene que ver la Patagonia con “El señor de los anillos”

El crimen casi perfecto, de Roberto Arlt, Ilustrado por Decur

La lectura del tiempo