El Tirontirano

Tiranosaurio-Elefante-Mono. Atrapados por la imaginación nos transformamos en lo que imaginamos. Las transformaciones todo se lo devoran. Pasando de un color a otro atravesamos distintos estados de ánimo. Nombrando un objeto con otros nombres le damos una nueva función cada vez. Jugando el juego del otro somos el otro: un tiranosaurio, un elefante, un mono, una burbuja. Libro de arena publica el cuento "El Tirontirano" de Patricia López Arex, alumna de los talleres de Iris Rivera, como parte de los textos referidos al tópico del mes: las metamorfosis.


Patricia López Arex*

Al mismo tiempo que cerró la puerta con el pie, Manuel abrió la bolsa.
Encontró dos capas azules. Una decía Manu, la otra, Pilar.
Dos caballos de palo con crines de lana y bozal de soga. 
Dos espadas. Una como para la estatura de Manuel y otra, como para una tía alta y ancha.
Tía y sobrino entraron y salieron de las habitaciones montados en sus caballos.
Iban ensartando almohadones, cortinas y muñecos de peluche.
Tantas batallas les dieron un hambre atroz. Pilar entonces se puso a fritar una montaña de papas bastón. Hasta ahí todo iba bien.
Durante la espera, a Manuel se le ocurrió probar la capacidad de planeo de la capa pero con él atado.
Saltó a  la silla,  de ahí a la mesa, se asomó al borde y abrió los brazos.
Cuando lo vio, la tía enverdeció por fases: verde agua…Manu sentate. Verde manzana…Bajate in-me-dia-ta-men-te. Verde loro barranquero... ¡Basta, nene! Se acercó y le dio un tirón de orejas ¡Tac!
Manuel la miró con mirada polar y se sentó sobre la mesa a lo indio.
Pilar marchó hacia las papasAl llegar se arrepintió del tirón y se lo quiso retirar.
Entonces apagó el fuego y caminó hacia Manuel. Lo tomó de la oreja pero advirtió que el tirón, como buen depredador de presas pequeñas, se convertía  en un tiranosaurio de dientes curvos y afilados.
La  tía se erizó hasta el pelo. Sin perder tiempo, corrió  a buscar la pinza “t”, especial para tiranosaurios, tirones y tías.
No bien la vio acercarse, el animal huyó dando zancadas. Las fuertes pisadas retumbaban  en la cabeza de Manuel, quien  se tambaleaba  al compás.
La tía le agarró la cola  al tiranosaurio con la punta de la pinza. La bestia tironeó para soltarse y la cola se le desflecó por completo. Sin su cola, perdió el equilibrio y resbaló por el pabellón de la oreja como por tobogán enjabonado. Las nalgas se le arrugaron intentando frenar y tanto se entrompó que se convirtió en elefante.
El pelo de la tía se enlació. Corriendo, fue a buscar la pinza E, especializada en elefantes, enojos y errores.
Desde el fondo de la oreja, los ojos miopes del elefante no podían distinguir entre una pinza y un maní, pero corrió con la trompa estirada por si acaso aquello podía comerse.
En cuanto pudo ver que no, frenó tan bruscamente que la trompa se le frunció  como bandoneón y cayó sentado. A Manuel le vibró hasta el tímpano. Cuando el elefante desplegó al fin la  trompa, largó el  aire comprimido en la cara de Pilar. Con semejante  ventarrón, a la tía, los pelos se le volaron para atrás y los ojos se le ajaponesaron.
El elefante se río a carcajadas. En una de esas aspiró,  y a Pilar los pelos se le vinieron hacia adelante y le taparon la cara  como si fuera perro pastor inglés.
Contento con el jueguito, el elefante resopló… y aspiró. Los pelos atrás…y adelante. La tía japonesa. La tía pastor inglés.
El elefante, de tanto travesear, se convirtió en mono justo en el momento en que Pilar lograba ponerse la capa de vincha para terminar con el jueguito. Trató de agarrarlo de la orejota y el mono  se le escurrió entre  los dientes separados de la pinza E.
La tía partió entonces a buscar la pinza M, exclusiva para monos, mocosos y macanas. Cuando llegó, estaba tan colorada que el mono la vio como helado de frutilla y le pasó la lengua.
La tía  se ablandó y dejó caer la pinza en el dedo gordo de su propio pie. Pegó tal  alarido que la boca le quedó como para cepillarse las muelas del juicio.
El mono se estiró para abrazarla del cuello, pero con el envión, se le metió entero en la boca abierta.
Así la tía se tragó al mono que fue elefante que fue tiranosaurio que fue tirón. En fila, cayeron todos  garganta abajo.
Con tanta animalada, el tirón le quedó trabado en la garganta. ¡Gulp!.
Pilar pasó de roja a azul y de azul  a violeta.
Manuel, atento a la emergencia, se paró en la mesa, estiró los brazos y le dio a su tía- un golpazo en la espalda ¡Tac!
Pilar empezó a hacer ruidos  zoológicos y al fin ¡Uahhc!
Con la exhalación, soltó una burbuja enorme que flotó en  el aire.
Sobrino y tía se miraron, la miraron. La burbuja tembló.
Entonces montaron sus caballos de ojos brillantes, empuñaron sus espadas aceradas. Entraron y salieron de las habitaciones persiguiéndola.
La acorralaron y  a la cuenta de tres... ensartaron la burbuja que fue mono, que fue elefante, que fue tiranosaurio, que fue tirontirano, que fue tirón.


*Patricia López Arex: tiene experiencia como mediadora de lectura con bebés, niños, adolescentes, familias y docentes en espacios hospitalarios. Su cuento "Blablanda"  fue seleccionado por la Cátedra de Lenguaje  Visual III de la Facultad de Bellas Artes de la Plata. Los alumnos produjeron ocho libros con el mismo cuento ilustrado de ocho maneras diferentes. Cursó el Postítulo  de Literatura Infantil y Juvenil de CePA y trabaja en la escritura, la lectura y la literatura infantil desde hace años en el taller de Iris Rivera. 



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