Una Canción de Navidad
Cuando
ser feliz pasa por dejar de lado una actitud egoísta, cuando se resuelve en
pensar y hacer cosas por los otros, asistimos a una poderosa transformación: la
celebración de la vida misma; de la propia y de la ajena, la que vemos
proyectarse en los que quedarán tras la muerte que nos espera. Libro de arena propone transitar de la metamorfosis a la
celebración, al festejo, al ritual excepcional o cotidiano, con esta bella nota
de Pía Chiesino acerca de Una Canción de Navidad de Charles Dickens.
Por María Pía Chiesino
Para
los lectores de Dickens, escribir acerca de los cambios que podemos
encontrar en su obra no es, en principio, una tarea difícil. La mayoría de sus
personajes son niños (Oliver Twist, DavidCopperfield, Pip, de Grandes esperanzas), o personas muy
jóvenes (Dorrit). Es normal, por lo tanto que cuando crezcan, o cuando cambie
su suerte, se modifique también su manera de pensar y de vivir.
Oliver, por ejemplo, que es “naturalmente
bueno”, tiene que ajustarse a los códigos de la pandilla de Fagin durante el
tiempo que pasa con ellos. Aunque eso implique entrar con otros a robar en una
casa desconocida. Esa estrategia de supervivencia del personaje, queda atrás
para siempre, cuando se reencuentra con su verdadera familia, y encuentra el
amor y la tranquilidad que no había conocido desde su nacimiento.
Pero hay un texto de Dickens, en el que
el cambio tiene una importancia especial. Se trata de esa hermosa novela corta
que es Canción de Navidad. En esta
novela, el cambio llama la atención y es especialmente relevante, porque
Ebenezer Scrooge, el personaje, es un hombre muy mayor para cambiar, y es
además, profundamente avaro y miserable. Lo que indicaría la verosimilitud, es
que un personaje de esa edad no tiene la menor posibilidad, ni la
predisposición que se necesitan para pensar en cambiar su existencia.
Scrogge está convencido de que celebrar
la Navidad es una estupidez, de que darle un asueto navideño a su empleado es
un derroche de dinero, y que tampoco tiene sentido en esa fecha, el ejercicio
de la caridad con los pobres o huérfanos. Es un personaje cerrado a todo tipo
de celebración y de placer. Y su socio Jacob Marley, muerto siete años antes,
era igual a él.
Es por eso que cuando leemos Canción de Navidad, la posibilidad de
que Scrooge festeje algo se nos presenta desde el comienzo como un imposible,
una especie de “callejón sin salida” para los lectores. Y considerando además,
que Dickens es uno de los grandes narradores realistas del siglo XlX, lo
verosímil, lo esperable, sería que todo en la vida de Scrooge se mantuviera
inalterable.
Pero en esta novela, el que hace el
primer cambio es Charles Dickens, cuando introduce un elemento que no aparece
en sus otras grandes novelas y que motoriza la posibilidad del cambio en el
personaje. En Canción de Navidad,
aparece lo sobrenatural, de la mano del relato de fantasmas.
A partir de la visita del fantasma
atormentado de Marley, que le anuncia además la visita de los tres espíritus
navideños, Scrooge se inicia en un viaje por el tiempo que le permite una
reflexión sobre su propia vida. Esto le permite entender el porqué de su
rechazo a las celebraciones, y comprender además, que si cambia su actitud en
el presente, el futuro (que se presenta como sombrío y doloroso), puede ser
diferente. Para él y para quienes lo rodean.
En este viaje asiste a la contemplación
de su soledad en la niñez, a la distancia paterna, al abandono de su novia de
juventud, que lo amaba sin importarle qué bienes tuviera o dejara de tener, y
que según palabras de la propia joven, “lo libera de obligaciones”, para que el
continúe con la vida que ha elegido.
En el momento en el que viaja por las
Navidades presentes, Scrooge se entera de que incluso aquellas personas a las
que ha maltratado (su empleado, su sobrino), brindan por él en la Nochebuena.
Lo que lo aterra del futuro, es asistir a
la posibilidad de que nadie llore su muerte, y sobre todo lo atormenta la
posibilidad de la muerte del hijo menor de su empleado Bob Cratchit.
Todas estas visiones solamente son
posibles en el relato, por la presencia de los tres espíritus que lo conducen
en ese viaje por las tres dimensiones del tiempo, que se condensa en una sola noche.
Al despertar, ya en Navidad, Scrogge es otra persona. Ha comprendido que acaba de
llegar a su vida la posibilidad de celebrar. Se junta entonces a almorzar con
su sobrino y envía un pavo como obsequio a casa de Cratchit.
En las novelas de Dickens, nos
encontramos con personajes que enfrentan situaciones dolorosas y extremas que
provienen de la realidad exterior. En este caso, nos presenta un personaje que
se reivindica al enfrentarse a su peor enemigo, que no es otro que él mismo.
En todos los casos, el gran marco histórico
es la Revolución Industrial. Pero en el caso de los niños, el esfuerzo propio y
la ayuda de algún personaje adulto benefactor, va a permitirles cambiar una
vida de sufrimiento que no han elegido.
La importancia que tiene el cambio que se
opera en la vida de Scrooge, pasa justamente porque se trata de un personaje adulto, que ha construido su vida eligiendo
beneficiarse con la usura, el egoísmo y
la injusticia.
Esa ruptura con su propia historia de
vida, es la que lo rescata para nosotros, y finalmente, lo hace querible. Esa
historia lo ha conducido a quedarse solo juntando moneda tras moneda y billete
tras billete.
Para Dickens, hasta un hombre casi
anciano puede decidir para sí un cambio
de fortuna. Más allá del presente sombrío, sus personajes ven en algún momento,
una luz de esperanza. Y esto será así, hasta para el avaro EbenezerScrooge,
aunque para conseguirlo Dickens tenga que enviarle de visita a esos tres
espíritus. Gracias a ellos comprenderá que puede ser mejor persona, y en
consecuencia, hacer finalmente, aquello
que rechazó durante la mayor parte de su vida: disfrutar de la celebración de
la Navidad, pensar en los demás, y cerca del final de su vida, ser feliz.
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