La casita de los cuentos

Rosana Kees es psicopedagoga y coordinadora del Centro de Acción Familiar Nº 8 del barrio Comandante Luis Piedrabuena de Villa Lugano. Con ella, y con Mirta Di Primo, psicóloga, cuentacuentos y a cargo de la biblioteca, estuvimos conversando sobre la importancia de sumar los libros y la literatura a los procesos de enseñanza y de cómo se pueden llevar a cabo actividades de animación a la lectura que les permitan a los destinatarios descubrir sus potencialidades como lectores.


Por María Laura Migliarino


Hablar sobre la promoción o la animación del hábito lector presupone hablar de libros; textos escolares, de divulgación, cuentos, novelas, poesías, historietas, libros ilustrados. Podríamos hacer una vasta clasificación por género, por niveles de comprensión lectora, por intereses y usos. Sin embargo, contar con una frondosa biblioteca no es suficiente. En algunas instituciones la biblioteca es la excusa, el primer eslabón de una idea mucho más ambiciosa y beneficiosa donde lo fundamental no es tener el libro, sino el lector. Y a partir de allí armar estrategias que inviten a los usuarios a pensarse de manera diferente, a cuestionarse a sí mismos y a sus relaciones con el entorno, brindándoles la posibilidad de proyectarse y ser de otra manera.
Ubicados en lugares de mayor vulnerabilidad de la Ciudad de Buenos Aires los Centros de Acción Familiar ofrecen diferentes programas que apuntan al desarrollo integral de niños y adolescentes junto con el acompañamiento de las familias. El CAF Nº 8 recibe población de Barrio INTA, Ciudad Oculta, Pirelli, Piedrabuena, y barrios aledaños, y de lunes a viernes brinda propuestas lúdicas y pedagógicas a los chicos que asisten a la jornada completa o a contra turno de la escuela. Narración, arte, música, plástica, natación, cine, son algunas de las propuestas que se ofrecen a diario junto con la biblioteca de “puertas abiertas”.
“Desde 2015 contamos con un espacio físico que estaba ahí latente, esperando ser armado para otro proyecto que finalmente no se dio y que decidimos ocupar. Empezamos a soñar con nuestra propia biblioteca. Antes habíamos tenido muchos intentos de armar algo que tuviera que ver con eso pero nunca un espacio como este. Ahora disponemos de un lugar donde los libros están ordenados y donde podemos recibir a los chicos para contar; todo en un mismo lugar”.
Según cuentan las protagonistas, tener un espacio físico para los libros era un deseo que se venía postergando hace muchísimo tiempo y que si bien no era lo más importante, porque ellas ya venían trabajando con la idea de construir lectores, conseguirlo les dio un empuje para ampliar los servicios. Mirta fue la responsable de armar el proyecto. Ella fue la que se ocupó de la recolección y organización de todos los libros que circulaban en la institución, que estaban distribuidos en todos los espacios (en las salas de los chicos, en la oficina de los profesionales) Los ordenó, los clasificó, los arregló durante meses y meses para este año poder empezar con este nuevo espacio.
“Primero se fue dando y luego se escribió el proyecto”. A la biblioteca, nos cuenta Mirta, los chicos le pusieron de nombre La casita de los cuentos. Ella misma fue la que tuvo la idea de que cada uno de los integrantes (niños, educadoras, profesionales) aportara algo. Ese gesto, esa apropiación del espacio por parte de cada uno, hizo que hoy se pueda decir con orgullo que la biblioteca “la armaron entre todos”.
“Yo antes narraba en la sala y utilizaba los cuentos de la sala y veía que se necesitaba un poco de orden. Había que clasificar, ordenar por temas, cuidarlos más. Ahora cuento los cuentos en el cuartito de los cuentos y no voy más a las salas. Y es lindo porque los chicos y las educadoras saben que ahí se van a contar y escuchar cuentos, nada más. Todos nos sentamos y escuchamos”.
La biblioteca también está abierta a los padres que desean retirar algún libro y los días jueves es el día en que los libros pueden llevarse a casa. Para cualquiera que lo necesite el libro está disponible.
Hasta aquí podríamos estar hablando de cualquier biblioteca; una biblioteca que recibe niños, que presta libros y que se nutre por donaciones externas, por compras por cooperadora o por la buena voluntad del personal que trae material desde sus casas. Sin embargo, hay algo que la define y que está ligado con su hacer. Como adelantamos, es una biblioteca abierta interesada por el lector, por el cuerpo del lector. Como diría Georges Jean, la lectura pasa por el cuerpo que lo atraviesa: el cuerpo del niño, y luego del adulto, es una especie de resonador que reacciona como sea, y en la mayoría de los casos en el inconsciente corporal, ante la lectura.
“Narro y cuento historias, invento. Y ellos también me van contando. Es un lugar cálido, apagamos las luces y pongo música previa a la lectura, se relajan, se acomodan y ahí con la música ya les voy contando algo. Luego viene el cuento y trato que coincida con lo que se está trabajando en la sala o con problemáticas que tengan los chicos. Después se conversa sobre lo leído o muestro imágenes para que los chicos cuenten. Les doy la palabra. Otras veces leemos todos. La idea es que pasen un rato agradable en la biblioteca. Cuando se van hay caramelos y perfume, en el inicio y en el cierre hay un momento de relajación donde entra en escena todo el esquema corporal”.
En sintonía con Bachelard una buena lectura es una lectura en la que está presente la realidad del cuerpo. Leer es al mismo tiempo imaginar el cuerpo y percibirlo, dice el autor. Llevar a los chicos a la lectura, al placer, que puedan tocar, curiosear, vivenciar lo que se siente al escuchar, lo que se imagina, lo que se huele, lo que se saborea, es uno de los grandes desafíos de nuestras actividades en biblioteca, nos cuentan la entrevistadas.
“El placer por la lectura se da si hay otro que invite, que cree las condiciones, si no es más difícil el recorrido”. Mirta junto con Silvia, que también trabaja en narración, animan y crean un espacio donde se transmite el placer por la lectura y el goce del libro sabiendo que la única manera de hacerlo es sintiéndolo. “Si vos no transitaste ese camino, si vos no lo sentís, no lo vas a poder transmitir”. Estos postulados valen tanto para los pequeños de un año como para aquellos que ya se están despidiendo de su paso por el CAF: “Con los escolares también narramos cuentos, nos relajamos, están presentes el perfume y el caramelo pero, además, ellos también proponen lecturas”.
La biblioteca es un espacio de disfrute donde estamos creando demanda, nos cuentan. Aún falta mucho por hacer, los padres no se acercan porque todavía se encuentra muy arraigado un discurso en donde la lectura es para otros. En gran parte las familias con las que trabajan tienen mucha dificultad para acceder a un libro y a un momento de lectura. Por eso la institución apuesta fuertemente a la creación de la demanda, saben que no será espontánea, que frente a tanto avance de la tecnología hay que hacer un trabajo de hormiga, lento pero sin pausa. Así las cosas está planteado el desafío: instalar la biblioteca como un espacio donde además de encontrar bibliografía se dan las herramientas y el tiempo para desarrollar la imaginación, la comprensión, el interés por una historia significativa. De lo que se trata es de resolver de la mejor manera posible los obstáculos que se ofrecen en una narración y crear un momento propicio para que el encuentro se produzca.


Biblioteca “La casita de los cuentos”
Centro de Acción Familiar Nº 8
Barrio Comandante Luis Piedrabuena

Villa Lugano

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