Hinde Pomeraniec y Laura Leibiker: "Un editor es lo que publica, y es mucho más lo que no publica."
La literatura que hace historias con la Historia es mucho más que una moda. La Historia se hace ficción I, y la Historia se hace Ficción II, son los libros alrededor de los que giró la charla con Hinde Pomeraniec, escritora y periodista y Laura
Leibiker, escritora, periodista y editora. También compartieron sus múltiples y ricas experiencias en el ámbito de la LIJ, en sus diversos roles, sus trabajos en los medios de comunicación, publicaciones periódicas, suplementos culturales, televisión, y la incursión en el desarrollo de plataformas digitales como ámbito nuevo de promoción y acceso a contenidos literarios. El encuentro se llevó a cabo en La
Nube, el lunes 1 de agosto de 2016, como parte del ciclo de Literatura infantil y juvenil en el año del Bicentenario de la Independencia. Libro de arena publicará la segunda parte el viernes próximo.
Laura Leibiker: No, porque yo llegué a La
Urraca cuando Humi ya no existía.
MM: Bien. Primera conductora en
vivo de Cablín junto a dos marionetas:
Sonio y Marimonia. Les paso el dato para que la busquen en Google, porque es
muy divertido verla entrevistando a muchos de los autores que han venido a este
ciclo. Uno lo ve, por ejemplo, a Eduardo Abel Gimenez, presentando el Bichonario de El Quirquincho, un libro
grandote que los más grandes recordarán. Verlo es muy divertido, y además, el
tiempo nos sigue manteniendo lindos a todos. Dirigió las colecciones El Barco
de Vapor y Gran Angular en SM, entre 2006 y 2012. Y actualmente es la directora
editorial de Norma para Argentina y Chile. Publicó varios libros: Detengan el mundo, estoy embarazada, Cómo elegir la escuela de nuestros hijos, con
Sandra Pugliese, Adivinanzas con yapa, y El libro de las pulseritas, con Andrés Cascioli en La Urraca, que
editaba las famosas revistas Humor y Sex Humor donde también trabajaste…
LL: Sí.
MM: Por eso te preguntaba si
habías trabajado en Humi. Y muchas cosas más en las que ya vamos a ir hurgando.
Hinde Pomeraniec es escritora y periodista, se graduó como Licenciada en Letras
en la Universidad de Buenos Aires. Se desempeñó como docente universitaria en
dicha universidad, y trabajó en diversos medios gráficos nacionales y
extranjeros. Desde el ’89 hasta el 2010 trabajó en el diario Clarín, como editora
de la sección Cultural y analista de Política internacional. Entre 2005 y 2010
condujo junto a Pedro Brieger el noticiero Visión 7 Internacional y en la
actualidad conduce nuevamente el noticiero internacional de la TV Pública. En
2007 publicó su primer libro, Katrina, el imperio al desnudo, en 2009,
Rusos, postales en la era de Putin.
Fue editora en el grupo Norma desde 2010, y publicó ese mismo año, Blackie, la dama que hacía hablar al país.
Dejó Norma en 2014. Y me enteré, hace unos minutos, que es directora editorial
de un proyecto de libro digital.
Hinde
Pomeraniec: Pero
antes somos autores del mismo libro, Mario.
MM: Eso viene después. Es el plato
fuerte. (Risas). No me spoilees…
HP: Sí, ahora estoy trabajando
con e-books.
MM: ¿Nos querés contar?
HP: Bueno. Mi nuevo trabajo es en
el grupo Vi-Da, que es bien conocido porque son los mismos que publican la
revista TKM, y por otro lado son los dueños de la tienda digital Bajalibros, que es la tienda digital más
grande de libros en español. Pero el grupo tiene otras divisiones. Una es Indielibros, que es una editorial para
libros con autoedición con curaduría, y con otros proyectos en donde hay
talleres de capacitación y enseñanza de todo lo que tiene que ver con libros
electrónicos. Otro es Leamos, que es
un club de lectura digital por suscripción, que es una especie de Netflix de
los libros. Después está Bidi, que
son Bibliotecas Digitales, que se venden a universidades y a colegios, y en
donde en lugar de pensar en el libro de papel se piensa en la posibilidad de
bibliotecas virtuales, que pueden ser de libros que ya están o de libros nuevos
o por hacerse. Y después está Grandes
Libros, que es una red social de
lectores que estamos lanzando ahora, y que es una plataforma para que los
lectores puedan comentar los libros, comentarse y recomendarse cosas. Y hay
otro proyecto que es Intercultural,
que son bibliotecas virtuales bilingües para enseñanza. Esto, en toda
Latinoamérica y Miami. Un proyecto grande, y que todavía tiene mucho por
delante. Veremos.
MM: ¿Desde cuándo estás con esto?
HP: Esta es mi tercera semana, así
que es bien flamante.
MM: ¡Mucha suerte!
HP: Gracias.
MM: Bueno, ahora, el plato fuerte.
Como saben, este nuevo ciclo está dedicado a la literatura histórica, o la
narrativa histórica, o la historia hecha ficción. Este encuentro estaba pensado
con Hinde, Laura y Federico, porque habla de estos dos títulos que ahora vamos
a explorar. La Historia se hace ficción l, en el que Hinde y yo
coincidimos, Federico ya vamos a ver qué hizo
y Laura fue la editora. Y el que acaba de salir, fresquito, que es La Historia se hace Ficción ll, que se
va a presentar el martes que viene…
LL: En realidad se van a presentar
los dos juntos…
MM: Es cierto, pero este ya está
circulando hace meses, es un best seller. Contá cómo va a ser la presentación.
LL: La verdad es que logramos la
asistencia de casi todos los autores, que son doce. Van a estar presentes diez.
Hay dos que viven lejos y no pueden venir. Es una buena oportunidad para que se
junten todos y charlemos con el público
que venga, sean docentes, estudiantes de magisterio, lectores en general, sobre
cómo se abordaron estos textos, y por qué surgió este proyecto. Creo que va a
ser un encuentro muy interesante para conversar, para poner en discusión desde
qué lugar cada uno de los escritores decidió partir para plantearse una ficción
que tuviera que ver con alguna temática histórica. En el segundo, algunos
decidieron ficcionalizar todo, tomar un solo personaje histórico y después
inventarle una historia que puede haber sido cierta o no. Y otros se ciñeron
mucho más a lo histórico. De ese abanico, de lo que a cada uno se le fue despertando, vamos a
charlar un poco en esa presentación.
MM: Ahora sí, vamos a hablar un
poco de La Historia se hace ficción l.
Les cuento o les recuerdo que formamos parte Hinde, Liliana Bodoc…
HP: No, no hagas eso… Empezá por
Liliana Bodoc. (Risas).
MM: Bueno, en orden alfabético:
Liliana Bodoc, Federico Lorenz, Hinde Pomeraniec… No está en orden alfabético…
LL: Está en el orden en el que
están los textos dentro del libro…
MM: Bien. Estos dos libros, esta
serie, tienen como idea llevar las efemérides a la ficción. Entonces están
organizados por fechas mensuales.
HP: Sigue el calendario escolar.
MM: Entonces, el 24 de marzo, que
es el primer cuento, el que abre el libro, que escribió Liliana Bodoc, es
obviamente por el ’76. Después viene el de Federico, que es sobre Malvinas, y
luego salta al de Hinde que ¿en qué fecha está?
HP: En abril. Tiene que ver con el
Día de la Diversidad.
MM: ¿Ese no tiene una fecha
específica?
LL: Sí, tiene una fecha que recién
ahora está empezando a conmemorarse en las escuelas. Todavía no está en todas
pero figura en el calendario nacional, y tiene que ver con el Levantamiento del
Gueto de Varsovia.
MM: ¿Ven? Eso tendría que haberlo sabido para hoy pero no lo estudié. Todos los textos tienen un documento previo al comienzo de la ficción. Voy a buscar el de Hinde. El cuento se llama “La bobe se puso triste de nuevo”. Y el documento es una foto muy impresionante, de mujeres y niños apuntados por soldados nazis, con las manos levantadas. Y el texto dice: “Si bien no se sabe con seguridad quién tomó esta fotografía, diversos investigadores creen que fue el oficial nazi Franz Konrad, apodado “El rey del Gueto”. Como muchas de sus fotos quedó registrada en los informes que los nazis desarrollaron en el transcurso de la guerra.” Luego del de Hinde viene María Inés Falconi, que tomó el 25 de Mayo, luego viene el del Méndez, (risas) que toma el 20 de junio, y Ani Shua escribió el de la Declaración de la Independencia. Así que el segundo empieza con San Martín…
HP: Exactamente. Sergio Olguín con
San Martín.
MM: La embocaron con la rima.
LL: Lo logramos. Cinetto con el
Día del Maestro y Sarmiento, Graciela Bialet recuerda lo que es el Día de la
Juventud (no recuerdo el nombre de la efeméride, tiene que ver con el reclamo
por el boleto estudiantil y la desaparición de los chicos de La Noche de los
Lápices). Oche Califa escribió un poema épico sobre la llegada de Colón, Paula
Bombara sobre La Vuelta de Obligado, y Franco Vaccarini sobre el Día de los
Derechos Humanos.
MM: Bien. Vamos a seguir con La historia se hace ficción l. ¿Cómo te
llega a vos, Hinde, la propuesta de escribir este cuento y participar en el
libro?
HP: Bueno… la verdad es que no es
cierto que Laura se quedó con mi cargo.
(Risas). Pero, como directora editorial de Norma, decidió que además de haber
sido yo editora de literatura infantil, podía escribir para chicos. Y me hizo esta
propuesta. Como ella sabe qué temas me interesan a mí, se imaginó que como
periodista, y por los temas de política internacional, y por una cuestión
familiar, naturalmente, yo podía interesarme en hacer algo que tuviera que ver
con el levantamiento del gueto de Varsovia. Y la verdad es que tenía razón.
Porque en cuanto me lo propuso y en cuanto acepté esa osadía de integrar un
libro con gente como vos, Liliana, Ani
Shua, María Inés y Lorenz, dejé todo lo que estaba haciendo. Lo único que me
interesaba era ponerme a escribir ese relato. Lo que hay que decir es que en
Norma la narrativa histórica ya tenía una colección, entonces yo ya sabía cómo
habían trabajado algunos de los autores con esta idea de tomar el escenario
histórico, pensar argumentos en función de eso y conjugarlo. Empecé a pensar, y
al mismo tiempo sabía que era una efeméride. Sabía que tenía que ver con la
Argentina y con los chicos. Y sabía que era una manera de bajarles a los chicos
una historia tremenda. Aunque yo no tengo toda la experiencia como escritora
para chicos que tienen otros, sí me gusta respetarlos como lectores. Me parecía
que se podía contar todo, de una manera más accesible. Y que seguramente, esa
manera accesible iba a ser a través del relato de una familia. Yo no tengo familia
que haya estado en el Gueto ni que haya estado en campos de concentración. Toda
mi familia vino a la Argentina antes de la Segunda Guerra. Vivieron desde acá
todo lo que tuvo que ver con el nazismo. Así y todo, a lo largo de mi vida me
crucé con muchos sobrevivientes, puedo saber qué fue lo que sintieron. Siempre
estoy leyendo algo que tiene que ver con eso. Entonces me resultó muy
interesante poder cruzar lo que tenía que ver con la experiencia personal de la
gente con la que había hablado, más la experiencia de la literatura, poniendo El Pianista
(no la película de Polanski sino las memorias de Szpilman, que había leído
antes de la película y habían sido algo impresionante para mí), por esa idea de
moverse como un sobreviviente dentro de un lugar devastado. Y quería que
quedara conciencia de lo que había pasado, pero también de que al mismo tiempo,
muchos de esos sobrevivientes habían logrado tener una vida feliz en Argentina.
Porque dentro de todo lo que uno sabe, la Argentina los había recibido bien. La
verdad es que no hubo un padecimiento tremendo en términos de antisemitismo en
la Argentina. Fue bastante acogedor lo que se encontró. Era posible encontrar
amistades, era posible encontrar nueva familia, era posible encontrar a otros
sobrevivientes y a otros judíos no sobrevivientes. Y que, al igual que mi
familia, habían pasado el nazismo viéndolo desde este lado del Atlántico.
Teniendo en cuenta todo eso fue que se me ocurrió el relato. Y me gustaba mucho
la idea de las matrushkas, las muñequitas rusas. Que fueran varias mujeres las
que se ocuparan de contar esto. Me gustó lo de reconstruir pensando nombres,
pensando edades… cosas de construcción de un autor de ficción que yo no había
hecho nunca, porque yo nunca había escrito ficción. Lo más parecido que había
hecho, tomando recursos de la ficción, es un libro de crónicas como el de los
rusos, en donde por momentos aparezco en primera persona, y con recursos y
tensión narrativa, pero no es ficción. Me gustaba tomar la ficción y jugar
incluso con cuestiones personales, estilizándolas, y que pasaran a ser ficción.
Esto, en síntesis.
MM: Que no es poco. Habías leído,
por supuesto, El pianista y otros
textos…
HP: Muchísimas memorias, sí.
MM: ¿Y cuando te pidieron el
cuento buscaste nuevas lecturas?
HP: Sí. Leí El gueto de las ocho puertas, de Alejandro Parisi, que es una
historia real que Alejandro trabajó con
esa sobreviviente, que murió hace poco. Alejandro tiene mucho trabajo así,
hecho con gente que quiere escribir sus memorias, y que se las cuenta a un
escritor que tiene todos los recursos y lo resuelve como una ficción. Uno lo
lee, sabe que no es una ficción, pero está escrito con todos los elementos de
la ficción. Muchas veces, cuando uno escribe una autobiografía no puede
hacerlo, no tiene esa distancia. Lo que sí me pasó (yo soy muy llorona en
general, con lo que leo, cuando entrevisto, me emociono), fue que cuando lloré
escribiendo, con los años que yo llevo leyendo, sentí que había podido tomar
una cierta distancia y que había un efecto en términos de la emoción que se había
conseguido. Creo que eso está. No la cosa del golpe bajo, sino algo que permita
entender, también desde la emoción. Que los maestros y los chicos puedan
entender qué pudo pasar ahí. Aunque es una primera ficción para chicos, me
parece que algo de eso se pudo conseguir.
MM: Yo creo que sí. ¿Fuiste a alguna escuela, hasta ahora?
HP: No, no me llevaron. (Risas).
MM: Seguramente pronto irás. Y a
vos Laura, ¿cómo se te ocurrió (salvo que fuera una venganza), meterla en este
baile a Hinde? (Risas).
LL: Bueno, un poco de eso hubo.
(Risas).
HP: Para nada.
MM: La verdad es que el desafío
como editora es grande. Hay una relación familiar, es periodista, escribió,
sabe escribir, evidentemente, pero no había escrito literatura ni para chicos
ni para jóvenes.
LL: La conozco muy bien a Hinde.
Trabajé con ella y la conozco bien. Sé de lo que es capaz. Y creo que ella, sin
haber hecho ficción, hizo mil veces ficción. No es consciente de la cantidad de
veces que lo hizo. Una lee sus columnas en La Nación, y es pura ficción. Es una
mezcla de ficción con algún recuerdo personal, algo que vio… Pero la verdad es
que tiene esa capacidad de darle a sus textos una forma muy literaria. Con una
tensión en el medio, con un final sorprendente… esa es la literatura que por lo
menos yo quiero ofrecerles a los chicos. Y en particular, me parecía que como
la temática era tan sensible a su mundo, ella podía encontrar alguna llave,
algún disparador muy interesante. También teníamos un compromiso, porque ella
me decía que si yo veía que no podía, le dijera. Sabía que si hubiéramos ido
por un lugar que no era el apropiado lo podíamos volver a conversar. Yo estaba
muy segura y muy tranquila. Estaba mucho más tranquila que ella, que era la que
tenía que hacer el laburo. Para mí era fácil estar tranquila. Y la verdad es
que cuando me mandó el texto (y les diría que como editora es el punto más
sensible y que me hace elegir o no
editar un texto), la emoción que me despertó fue muy fuerte. Antes no podía, ahora
puedo atravesar hasta los errores de ortografía. Ahora, un error de ortografía
me cuesta, pero lo fundamental es lo que me provoca el texto cuando leo: tiene
que ser una emoción genuina. Porque por lo general yo no tengo ningún
compromiso previo con los textos. No sé de qué se tratan, no sé por dónde van.
Si un texto me emociona, para mí ya tiene un lugar. Después veré si puedo
publicarlo o no, ya es otra cuestión. Y me pasó con el texto de Hinde que, aún
sin terminar, aún con algunos problemas con las edades de los personajes,
algunas cosas que después hubo que reconstruir de alguna manera, tenía algo,
una vibración, esto de ese personaje y de que hay algo que nunca le contó a
nadie. Estos sobrevivientes atravesaron, en muchos casos, cincuenta o sesenta
años de sus vidas sin contarle a nadie lo que les había pasado. Su familia
sabía que habían estado en el “campo” y que habían logrado escapar, pero qué
había ocurrido en concreto, era algo que muchos sobrevivientes no podían
contar. Tomar al personaje y hacerlo vivir esa experiencia… Que alguien de la
familia (por insistencia, por frescura, por juventud), se impusiera y dijera
que necesitaba saber por qué se pone a llorar su bobe, por qué no quiere
hablar. Y que la bobe le pudiera contar aunque sea una parte de eso que había
sido el sufrimiento y la posibilidad de escapar de ese lugar, para mí como
lectora fue central. Creo que en este texto, Hinde logró (más allá de lo bien
que está escrito por su experiencia y por su hábito de escribir tanto; es un texto
que se desliza con naturalidad) esa emoción. El oficio yo lo daba por
descontado. Si ella generaba la emoción, para mí ya estaba.
HP: Los periodistas estamos
acostumbrados a poner nuestros textos en discusión todo el tiempo. Antes y
después. En una redacción, vos tirás la página ahí y viene alguien y te dice:
“Esto es una porquería, tenés que darlo vuelta”. Periodista susceptible, tiene
que buscarse otro trabajo. No hay manera. Esto era más íntimo. Yo estaba
segura, porque la conozco, de que Laura es la mejor editora y por eso es
también la más mala de todos. Pero siempre con un sentido común por el que cada
cosa que Laura te dice, en el noventa por ciento de los casos, tiene razón. Y
no solo como editora. Como lectora te dice que algo hace ruido. Y esa devolución,
esa discusión en el ir y venir, fue riquísima. Fue generando un texto mucho más
rico. Trabajar con un editor siempre es saludable. Aunque uno mismo sea editor.
Porque es muy difícil ser editor de los textos de uno. Lo podemos hacer, por
supuesto. Pero cuando tenés algo de una complejidad como esta, trabajar con un
editor es bueno. De hecho, hace poco me pasó como lectora con una novela que
estaba esperando leer, y cuando la leí sentí que le había faltado editor, que
faltaba alguien que se hubiera animado a decirle al autor que eso no estaba
bien. Y eso no ayuda, porque el texto siempre queda mucho más pulido con un
editor. Trabajar con ella es eso. Ahora somos responsables las dos.
MM: Ya que se están tirando
flores, la otra vez habló de vos Ani Shua, del cuento que aparece en La historia
se hace ficción l. Dijo algo así como: “¡había que poner tantos errores en
un texto tan corto!”. (Risas). Porque contaba que se había largado a escribirlo
porque estaba empapada de 1816 por el libro que escribieron con Lucía Laragione
y que ustedes le pidieron un cuento para Norma; que pensó que lo hacía rápido y
que vos se lo salvaste con tu trabajo.
LL: No digamos eso de nuestros
autores porque no es cierto: Ani es genial. Sí tuvimos un colaborador
fantástico, que aunque hoy no haya venido extrañamos, que fue Federico. La
colección de narrativa histórica ya existe. Pero cuando pensamos estos libros…
voy a contar toda la historia. Federico Lorenz nos vino a ver cuándo las dos
trabajábamos en Norma. Estaba la idea de hacer en algún momento, no sabíamos
para qué colección, textos de ficción que introdujeran textos históricos en el
aula.
MM: Está buenísimo. Yo estaba
convencido de que ustedes lo habían convocado a Federico…
HP: Federico trabaja así en la
escuela.
LL: Nuestras dos hijas son
egresadas del Buenos Aires. Las dos lo tuvieron como profesor, las dos lo aman
y te hablan todo el tiempo de él. Querían estudiar Historia y decían que era por Federico. Después se les
pasó. (Risas). Estamos hablando de hace cuatro años. Un día vino a proponernos
esta idea de hacer una selección de textos de ficción que él leía en el aula.
No escribirlos, seleccionarlos…
HP: Incluso lo pensábamos más para
los docentes…
LL: Para introducir temáticas. Por
ejemplo, si hay que hablar de Europa, hay un texto literario, una novela de tal
siglo que el primer capítulo podría ser…
HP: O Dickens para Revolución
Industrial. Eso que para uno es natural, pero no para los pibes. Ponerlo ahí,
juntarlo.
LL: Como para ofrecérselo a los docentes. A ese proyecto no le vimos mucha salida en ese momento. Quedó ahí. Después, hace como tres años, tuve una reunión con mi equipo, para pensar ideas. Es algo que hacemos en la editorial. Juntarnos y pensar dos días enteros sobre qué más queremos hacer. Y charlando con las asesoras pedagógicas que son las especialistas en LIJ en el aspecto comercial, las que salen a vender literatura en las escuelas, empezamos a pensar que las efemérides eran una cosa recurrente en las escuelas, que se presenta todos los años, que todos los años se ven las cuestiones históricas y que entonces podía ser como remar en dulce de leche. “Otra vez el 25 de Mayo, y qué más podemos decir”. Eso quedó encendido pero sin la claridad de saber qué hacer, porque a mí me parecía poco literario. Yo soy editora de literatura, yo no quiero hacer textos históricos. Pero seguimos amasando esa idea. Los libros surgen también de ese amasado, de ese ida y vuelta. “Lo hacemos, no lo hacemos, lo hacemos de este modo”. Teníamos gente en la editorial que decía que eso no le iba a interesar a nadie. Otros decían que les parecía bien pero no había claridad de cómo hacerlo. ¿Una lista de efemérides? No. Entonces le seguimos dando vueltas. Y me acordé de Federico, y de lo que había traído. Y empezamos a tratar de construir qué era lo que podíamos hacer con las efemérides de un modo literario. Y ahí se nos ocurrió ver qué pasaba si nosotros contábamos un cuento que estuviera situado en la época o tuviera a uno de os protagonistas. Era muy amplio…
HP: Era como un marco.
LL: Y trabajamos con Federico la
idea de ofrecerles a nuestros autores elegidos, documentos históricos que
fueran buenos disparadores para una ficción. Como Federico es un gran lector de ficción y es un gran escritor también,
podía seleccionar como profesor de Historia algunos documentos que le
parecieran interesantes, y que fueran buenos disparadores. Algunos de nuestros
autores no usaron esos documentos, usaron otros. Pero todos usaron alguno. Los
que les había mandado Federico o alguno propio. Porque les parecía un buen
punto de partida. Con ese material más el trabajo del autor se fueron
construyendo estas ficciones, que la verdad es que son todas muy diferentes.
Tenemos, en el primer tomo el de Liliana Bodoc, que lo leés y preparen los
pañuelos, es tremendo…
HP: Yo.
LL: A mí con Liliana me pasa que
es como si me apretaran un botón. Leo a Liliana y es una catarata inmediata. Me
emociona que ella lo haya escrito. El texto de Federico es extraordinario,
porque es la vuelta de los soldados de Malvinas cuando llegan a Puerto Madryn.
Y la expectativa de ellos es que los reciban mal porque ellos perdieron la
guerra, y el pueblo los recibe de una manera amorosa.
HP: Perdón que me meta con una
cosa… Hay una cosa que me parece que funcionó, tanto en el caso de Federico
como en el mío. Hay algo del orden de la crónica que está. Porque Federico
conoce esos espacios como pocos, y yo estuve dos veces en Varsovia, en Polonia.
Me parece que hay algo ahí, cuando hablás de la emoción, que tiene que ver con
la emoción del lugar conocido por uno. Y más allá de que sean ficciones, hay
algo de cronista.
LL: Y también es cierto que las
efemérides del calendario escolar (y era algo con lo que teníamos que lidiar),
tienen doscientos años, cien años, treinta años. No es lo mismo contarle a un
chico lo que pasó en Malvinas (por más que para él sea un hecho histórico
porque no había nacido), que hablar del 25 de Mayo. Porque la verdad es
que en la referencia de la Guerra de
Malvinas, su papá o su abuelo se la pueden contar perfectamente. Y puede haber
todavía una discusión política que se abra…
MM: Es más actual.
HP: Hay sobrevivientes.
MM: Es más, estaba pensando que
en los tres, en el de Liliana, en el de Federico y en el tuyo, son cuestiones
de hoy, por eso la emoción y la distancia histórica es mucho más corta.
LL: Absolutamente.
MM: De ahí saltamos justo al 25 de
Mayo de 1810, es muy difícil desacartonar eso…
LL: María Inés Falconi trabajó un
texto teatral muy breve. Es mayor el espacio que ocupa la explicación de dónde
están y quién habla que el texto en sí. Y sin embargo, es una pequeña escena
que recupera algo…
MM: Lo cuento brevemente. El de
Falconi me sorprendió mucho por la elección, porque si hay un personaje
histórico que en general es poco querido y más bien es rechazado, ese es
Saavedra.
LL: Absolutamente. Y de hecho
tuvimos una enorme discusión, porque él habla muy mal de Moreno, que en el
imaginario, es “el bueno”. Era muy difícil discutirle a María Inés, porque
había estudiado un montón.
HP: Sabía mucho más que nosotros.
LL: Le preguntaba: “¿Te parece que
Moreno sea el malo?” A mí me parece súper interesante ofrecer en el aula esa
escena, porque permite esto. Plantear que a lo largo de la historia hubo
diferentes posturas. Que ganó una, pero que en realidad había posturas
enfrentadas. Lo que ocurre es que a la mujer de Saavedra le regalan una rosca
de azúcar…
MM: Eso es como lo de “ningún
argentino ni ebrio ni dormido”, se acuerdan de la canción. Moreno aprovecha un
brulote de un borrachín en una cena de los Patricios, en el que a Saavedra lo
coronaban, para lanzar un decreto. Y de ahí se tomó la canción: “Ningún
argentino ni ebrio ni dormido puede estar en contra de la libertad”, (que es
una frase de Moreno). Pero acá, en el texto de María Inés, Saavedra dice que
Moreno, que es un conspirador, lo que hizo fue agarrarse del episodio de este
borracho tonto, para denigrarlo e incluso (y esto que dice es muy fuerte) para
intentar hacerlo fusilar.
LL: Y habla de corrupción. Habla
de cómo le piden plata (Moreno mismo) para irse al exterior, y después le pide
más, y él dice que se la da para que se vaya.
MM: Lo que pasa es que uno pone en
la balanza lo que conoce, y que tiene otras lecturas y dice: “Y después lo
mandaste a matar”. O no se sabe…
LL: O no se sabe, pero lo que ya
tiene ese texto tan breve es esa tensión. Nosotros imaginamos este libro en un
aula, donde el docente trabaja la semana previa estos textos con los chicos, y
después los textos históricos, los del libro de texto. Justamente, despertando
el interés por conocer aquello que en estos textos no está dicho. Está apenas
esbozado. O personajes que aparecen pero sobre los que no se habla mucho más. Y
nos parece que lo hemos logrado, porque la verdad es que el libro salió sumamente
bien, y fue muy bien recibido. Creo que además, que tengamos esta calidad de
autores en la tapa, no es un dato menor, ni mucho menos. Que la convocatoria
venga de autores como estos también ayuda.
HP: Yo soy una infiltrada…
MM: Eso también habla de un lindo
desafío, porque no sos vos sola. Tampoco Federico es un hombre de la literatura
infantil y juvenil. Fue osado. En el segundo no son tan osados, pero ya está en
la primera. Está buenísimo.
LL: En realidad, yo pensaba los
temas, y quién me gustaría para cada tema. A algunos los dejé elegir. Y a otros
les dije sobre qué tema quería que escribieran. Algunos me dijeron que no, que
no se sentían cómodos escribiendo eso…
MM: Pero el marco era muy amplio.
La propuesta era muy buena (les cuento desde el otro lado). A mí me llegó la
propuesta del Día de la Bandera. Y la verdad es que a mí me parecía
aburridísimo… izamos la bandera… el azul y blanco… Y yo no escribí sobre la
bandera…
HP: No, escribiste algo
maravilloso…
MM: Bueno, gracias… Escribí sobre el éxodo jujeño. Que me permite
poner a Belgrano, claro, pero que no es personaje central. Es una historia del
éxodo, y de un gaucho y de un amor, y en el medio, la bandera…
HP: La bandera como disparador.
Eso pasa también en los otros títulos de la colección de narrativa histórica,
en la que a veces tienen más que ver, pero otras no. Puede haber una historia
de amor central en un marco histórico.
HP: Después lo mandamos a leer Zama, de Di Benedetto.
LL: Siguiente paso.
MM: Sería buenísimo.
HP: La está filmando Lucrecia Martel.
Y la están traduciendo ahora al inglés por primera vez.
LL: Es increíble.
HP: Para mí es una de las novelas
centrales de la literatura argentina.
MM: Alguna vez leí por ahí que si
Di Benedetto hubiera nacido en Francia habría sido como Camus…
HP: Sí. Es un autor superior.
LL: A mí me la recomendó Oche
Califa. “Leé Zama, leé Zama”. Y unas vacaciones me pasó algo
parecido a lo que me pasó cuando leí la trilogía de Liliana Bodoc. No podía
creer que un autor argentino contemporáneo hubiera escrito ese texto. Me
parecía mágico. Totalmente salido…
MM: Es buena la comparación con
Bodoc, porque construye un lenguaje nuevo.
HP: Exactamente. Bueno… eso es
arte.
LL: Se sale de lo local, de lo
contemporáneo, completamente. Hasta del modo de escritura. Me parece que Saer
en El entenado hace eso, este
extrañamiento. Y me parece que en estas ficciones, sin haber ido a este lugar
porque nuestro lector no es capaz de
decodificar eso, hay algo de eso. En tu texto, en cómo se cuenta la vida en el
campo. Cómo se cuenta lo que significó el éxodo, el tener que destruir todas
las posesiones, para que los realistas no tomaran nada cuando llegaran, este
ida y vuelta, nos vamos pero nos quedamos, estas dudas, esta decisión de todo
un pueblo de abandonar su lugar… Eso tiene una carga que muchas veces en la
escuela… siento que nos centramos en los paraguas y en el Cabildo, y no estamos
viendo toda la gente que pasó y que se movilizó; los que lucharon alrededor de
eso.
HP: ¿Saben qué otra cosa me
parece? Que cuando nos salimos del acartonamiento, nos fuimos para el otro
lado. Las emociones de los patriotas, o la humanidad de los patriotas… y eso
puede ser un riesgo, porque se puede entrar en una cosa hasta payasesca. Una
cosa es la humanidad, y otra es hacerlo fácil para que todos vean que eran
seres humanos. Ese es un límite, también.
MM: Sí, es cierto. En el caso de La historia se hace ficción l, de los
seis, solamente María Inés se mete con un personaje.
HP: FIjate que con lo que hace le
da una vuelta de tuerca extraordinaria a todo el pensamiento. Porque en la
Argentina, el bueno es Moreno.
MM: Claro. Lo hace noble a
Saavedra, lo hace un padre simpático, y te mete la duda.
HP: Lo convierte en un personaje
literario.
LL: Claro.
MM: Tal cual. Ana María, y yo
mismo, dejamos a los héroes medio de costado. La mirada de Ana María es desde
una negra. Que de alguna manera plantea: “¿Qué nos importa esto?”.
LL: Sin embargo, hay una vuelta,
porque una dice que no le importa y otra dice que sus hijos ya nacen libres.
Pero sí: estaban los blancos festejando y la negra estaba en la cocina, no
estaba invitada al festejo, ninguno la tomaba en cuenta ni era importante para
ellos en ese momento. La dueña de casa está preocupada por el vestido, y porque
sus empanadas sean mejores que las de la vecina, que por lo que está
ocurriendo.
MM: La idea es que la fiesta y el
símbolo son de los otros, no de ellos. Es verdad. Así que bueno… el texto de
Hinde fue trabajado en el camino. ¿A vos te gusta, como editora, ir trabajando
en el camino, o preferís que te llegue el texto más cerrado?
LL: A mí nunca me llega el texto
más cerrado.
HP: Yo dije: es la más mala de
todas. (Risas).
LL: Yo siempre tengo algo para
decir. En un momento era como un juego. Me gustaba decir algo aunque no hubiera
nada para decir. Pero la verdad es que creo que todos los lectores tenemos algo
para decir. A todos los lectores los
textos nos hablan de un modo. Cuando uno es lector de un texto previo, que
todavía no está publicado, tiene la obligación de decir. Después el autor hace
lo que quiere con eso. Yo siempre les digo a los autores qué cosas encontré,
pero es su texto. Lo firman ellos, entonces es muy importante que estén
contentos y seguros de que lo que se va a publicar es lo que ellos quieren y no
lo que quiero yo. Porque los textos pueden ir a distintos lugares. Yo siempre
tengo algo para decir, pero me refiero a esto: a veces tengo preguntas sobre
cosas que no llego a entender, o que me parece que tienen una doble
interpretación. Entonces quiero preguntarle al autor si esa fue su intención o
si se le escapó. Y además, como en general los autores están muy comprometidos
con sus textos, llevan tiempo trabajándolos, dejan de sorprenderse con su
propio texto; también es una instancia interesante y que todos los autores
agradecen mucho, que el editor les haga comentarios. Ningún autor disfruta que
le digas que está todo bien y que se lo publicás al día siguiente.
HP: Está también el riesgo del
enamoramiento. Por eso es bueno que siempre haya alguien que lo mire y que te
diga algo. Es cierto, son importantes los cuidados para hablar con los autores.
Una cosa es el intervencionismo per se,
y otra es el trabajo de un editor, que es sustancial. A mí me parece que un
trabajo en conjunto siempre se agradece. Y como editora lo digo también. Me
parece que hay que ser cuidadoso cuando se habla con un autor, porque más allá
de que pueda existir algún chanta por el camino, en general, la persona que te
entrega un texto te está entregando lo mejor que pudo hacer. Pero uno tampoco
está para mentir. Un editor es lo que publica, y es mucho más lo que no publica
también.
LL: Hinde recién hablaba de una
novela que no sé de quién sería, y de por qué no la editaron. A mí me pasó con
una autora que a mí me gusta mucho, que es Amelie Nothomb. Venía leyendo
algunas cosas de ella, y en un momento salió una novela y la compré. Y no
entendí por qué el editor no le había dicho de no publicar esa. Yo pienso que
ese editor, con una novela de Amelie Nothomb al año, sale ganando. Yo también pienso
en los números de la editorial, porque yo trabajo para la editorial, no trabajo
para los escritores. Por más que sean lo que más valoro de mi trabajo. Aun así,
si un autor me trae un texto que me parece que no aporta nada a su derrotero de
escritor, que no está bien trabajado, que no está terminado, que lo pone en
riesgo porque dice algo que no quiere decir, que se le escapó… yo se lo digo.
HP: María Teresa Andruetto viene
hablando mucho de esto es sus ponencias; del cuidado que tienen que tener los
autores por no dejarse llevar. Ni por nosotros los editores, ni por la
necesidad de publicar cualquier cosa. Y está bien que lo diga una persona como
ella.
MM: Por su forma de publicar… no
solamente por su calidad literaria. Ha hecho escuela con eso. Publica poco,
incluso alguna vez en alguna entrevista dijo que si había un rechazo de un
editor al que ella respetaba, no lo ofrecía a otra editorial. O lo empezaba a
trabajar.
HP: Por eso digo. Además, María
Teresa es una autora que siempre está agradecida a todo lo que tiene que ver
con el trabajo editorial en general. No cree que puede sola. Y eso es muy
emocionante. Ella agradece estas devoluciones y estas lecturas. Ella,
imaginate…
MM: Sí. Yo doy clases en la
Carrera de Edición. Y una de las cosas que les digo a los futuros editores es
que es un trabajo en las sombras en el que uno no aparece. A veces, el
reconocimiento de los grandes, el de Liliana Bodoc cuando le entregaron el
premio Barco de Vapor agradeciéndote a vos (Laura) y a Laura Linzuain por su trabajo
de edición, no solamente hablaba muy bien de Liliana, sino también de la
importancia del trabajo de editar. Y lo hace pensar a uno en esta cuestión
curiosa de aquellos autores que no aceptan que se les toque una coma.
LL: Igual, tengo que decir que en
el marco de la LIJ, que fue donde siempre trabajé, no me he encontrado con
autores que no acepten la edición. Me he encontrado con autores que se sienten
un poco incómodos, y lo entiendo. Y trato de devolverle a cada uno de la manera
que pueda tolerarlo mejor. Algunos no tienen ningún problema y lo que les digas
lo van a tomar. Otros son más suspicaces. Pero en general no me he encontrado
con gente que me diga que no voy a tocarle una coma. Una escritora como Norma
Huidobro, acepta cosas; pero ella es tan obsesiva con el texto, que si le tocás
una coma y no le avisás, se da cuenta. Si vos le ponés una coma a Norma
Huidobro, tenés que tener muy claro por qué se la estás poniendo. Tené
documentado, tené la RAE, tené a todo el mundo apoyándote. Porque ella la ve, y
te va a preguntar. Si vos lo podés justificar, te lo va a agradecer. Si no,
sacala. Pero no porque sea una autora que no acepta, sino porque trabajó tanto
el texto y además fue editora durante veinte años, correctora… Aun así, nos ha
pasado a veces de tener intercambios. Siempre muy fluidos. Trabajé mucho con
Norma. Ella tiene un estilo, un modo y un deseo de contar determinadas cosas.
HP: Lo que dice Laura es
importante, porque muchos de estos autores, (en el caso de Norma también se da)
escriben para adultos y para chicos. Y es como si el narcisismo quedara para la
escritura para adultos. Cuando se escribe para chicos y para jóvenes, el autor
se pone más en “obrerito” en el mejor de los sentidos. Hay una disposición al
trabajo en equipo, porque se escuchan las necesidades de los docentes, se
escuchan las necesidades de la editorial, se escuchan los comentarios que te
hace el editor. En ese sentido, tienen una disposición muchísimo menos
narcisista. A mí me tocó trabajar con algunos autores que escriben para
adultos, y que sé que como autores para adultos no permiten que nadie les toque
nada, y que sin embargo, cuando trabajan para chicos y jóvenes tienen como una
mayor generosidad.
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