Hinde Pomeraniec y Laura Leibiker: "Un editor es lo que publica, y es mucho más lo que no publica."

La literatura que hace historias con la Historia es mucho más que una moda. La Historia se hace ficción I, y la Historia se hace Ficción II, son los libros alrededor de los que giró la charla con Hinde Pomeraniecescritora y periodista y Laura Leibikerescritora, periodista y editora. También compartieron sus múltiples y ricas experiencias en el ámbito de la LIJ, en sus diversos roles, sus trabajos en los medios de comunicación, publicaciones periódicas, suplementos culturales, televisión, y la incursión en el desarrollo de plataformas digitales como ámbito nuevo de promoción y acceso a contenidos literarios. El encuentro se llevó a cabo en La Nube, el lunes 1 de agosto de 2016, como parte del ciclo de Literatura infantil y juvenil en el año del Bicentenario de la Independencia. Libro de arena publicará la segunda parte el viernes próximo.




Mario Méndez: Buenas tardes. ¿Cómo están? Bienvenidos una vez más a este ciclo sobre El Bicentenario y la ficción histórica. Tenemos dos de las tres personas invitadas. Lamentablemente, Federico Lorenz nos avisó por mail que le surgió una reunión. Saben que él es el director del Museo de Malvinas, y además creo que tenía un  problemita personal. Quizá, todavía, sobre la hora llega. No lo vamos a extrañar porque están Laura Leibiker e  Hinde Pomeraniec. Las presento, como siempre hago, todos los lunes de este ciclo. Laura Leibiker es escritora, periodista y editora. Y además, locutora nacional. Trabajó en radio, en televisión, en Cablín… En otras señales de cable, en la revista La Nación de los chicos, donde fue jefa de redacción… ¿Y en Humi no trabajaste, cuando estabas en La Urraca?

Laura Leibiker: No, porque yo llegué a La Urraca cuando Humi ya no existía.

MM: Bien. Primera conductora en vivo de Cablín junto a dos marionetas: Sonio y Marimonia. Les paso el dato para que la busquen en Google, porque es muy divertido verla entrevistando a muchos de los autores que han venido a este ciclo. Uno lo ve, por ejemplo, a Eduardo Abel Gimenez, presentando el Bichonario de El Quirquincho, un libro grandote que los más grandes recordarán. Verlo es muy divertido, y además, el tiempo nos sigue manteniendo lindos a todos. Dirigió las colecciones El Barco de Vapor y Gran Angular en SM, entre 2006 y 2012. Y actualmente es la directora editorial de Norma para Argentina y Chile. Publicó varios libros: Detengan el mundo, estoy embarazada, Cómo elegir la escuela de nuestros hijos, con Sandra Pugliese, Adivinanzas con yapa, y El libro de las pulseritas, con Andrés Cascioli en La Urraca, que editaba las famosas revistas Humor y Sex Humor donde también trabajaste…

LL: Sí.

MM: Por eso te preguntaba si habías trabajado en Humi. Y muchas cosas más en las que ya vamos a ir hurgando. Hinde Pomeraniec es escritora y periodista, se graduó como Licenciada en Letras en la Universidad de Buenos Aires. Se desempeñó como docente universitaria en dicha universidad, y trabajó en diversos medios gráficos nacionales y extranjeros. Desde el ’89 hasta el 2010 trabajó en el diario Clarín, como editora de la sección Cultural y analista de Política internacional. Entre 2005 y 2010 condujo junto a Pedro Brieger el noticiero Visión 7 Internacional y en la actualidad conduce nuevamente el noticiero internacional de la TV Pública. En 2007  publicó su primer libro, Katrina, el imperio al desnudo, en 2009, Rusos, postales en la era de Putin. Fue editora en el grupo Norma desde 2010, y publicó ese mismo año, Blackie, la dama que hacía hablar al país. Dejó Norma en 2014. Y me enteré, hace unos minutos, que es directora editorial de un proyecto de libro digital.

Hinde Pomeraniec: Pero antes somos autores del mismo libro, Mario.

MM: Eso viene después. Es el plato fuerte. (Risas). No me spoilees…

HP: Sí, ahora estoy trabajando con e-books.

MM: ¿Nos querés contar?

HP: Bueno. Mi nuevo trabajo es en el grupo Vi-Da, que es bien conocido porque son los mismos que publican la revista TKM, y por otro lado son los dueños de la tienda digital Bajalibros, que es la tienda digital más grande de libros en español. Pero el grupo tiene otras divisiones. Una es Indielibros, que es una editorial para libros con autoedición con curaduría, y con otros proyectos en donde hay talleres de capacitación y enseñanza de todo lo que tiene que ver con libros electrónicos. Otro es Leamos, que es un club de lectura digital por suscripción, que es una especie de Netflix de los libros. Después está Bidi, que son Bibliotecas Digitales, que se venden a universidades y a colegios, y en donde en lugar de pensar en el libro de papel se piensa en la posibilidad de bibliotecas virtuales, que pueden ser de libros que ya están o de libros nuevos o por hacerse. Y después está Grandes Libros, que es una red social de lectores que estamos lanzando ahora, y que es una plataforma para que los lectores puedan comentar los libros, comentarse y recomendarse cosas. Y hay otro proyecto que es Intercultural, que son bibliotecas virtuales bilingües para enseñanza. Esto, en toda Latinoamérica y Miami. Un proyecto grande, y que todavía tiene mucho por delante. Veremos.



MM: ¿Desde cuándo estás con esto?

HP: Esta es mi tercera semana, así que es bien flamante.

MM: ¡Mucha suerte!

HP: Gracias.

MM: Bueno, ahora, el plato fuerte. Como saben, este nuevo ciclo está dedicado a la literatura histórica, o la narrativa histórica, o la historia hecha ficción. Este encuentro estaba pensado con Hinde, Laura y Federico, porque habla de estos dos títulos que ahora vamos a explorar. La Historia se hace ficción l, en el que Hinde y yo coincidimos, Federico ya vamos a ver qué hizo  y Laura fue la editora. Y el que acaba de salir, fresquito, que es La Historia se hace Ficción ll, que se va a presentar el martes que viene…

LL: En realidad se van a presentar los dos juntos…

MM: Es cierto, pero este ya está circulando hace meses, es un best seller. Contá cómo va a ser la presentación.

LL: La verdad es que logramos la asistencia de casi todos los autores, que son doce. Van a estar presentes diez. Hay dos que viven lejos y no pueden venir. Es una buena oportunidad para que se junten todos y  charlemos con el público que venga, sean docentes, estudiantes de magisterio, lectores en general, sobre cómo se abordaron estos textos, y por qué surgió este proyecto. Creo que va a ser un encuentro muy interesante para conversar, para poner en discusión desde qué lugar cada uno de los escritores decidió partir para plantearse una ficción que tuviera que ver con alguna temática histórica. En el segundo, algunos decidieron ficcionalizar todo, tomar un solo personaje histórico y después inventarle una historia que puede haber sido cierta o no. Y otros se ciñeron mucho más a lo histórico. De ese abanico, de lo que a  cada uno se le fue despertando, vamos a charlar un poco en esa presentación.

MM: Ahora sí, vamos a hablar un poco de La Historia se hace ficción l. Les cuento o les recuerdo que formamos parte Hinde, Liliana Bodoc…

HP: No, no hagas eso… Empezá por Liliana Bodoc. (Risas).

MM: Bueno, en orden alfabético: Liliana Bodoc, Federico Lorenz, Hinde Pomeraniec… No está en orden alfabético…

LL: Está en el orden en el que están los textos dentro del libro…

MM: Bien. Estos dos libros, esta serie, tienen como idea llevar las efemérides a la ficción. Entonces están organizados por fechas mensuales.

HP: Sigue el calendario escolar.

MM: Entonces, el 24 de marzo, que es el primer cuento, el que abre el libro, que escribió Liliana Bodoc, es obviamente por el ’76. Después viene el de Federico, que es sobre Malvinas, y luego salta al de Hinde que ¿en qué fecha está?

HP: En abril. Tiene que ver con el Día de la Diversidad.

MM: ¿Ese no tiene una fecha específica?

LL: Sí, tiene una fecha que recién ahora está empezando a conmemorarse en las escuelas. Todavía no está en todas pero figura en el calendario nacional, y tiene que ver con el Levantamiento del Gueto de Varsovia.


MM: ¿Ven? Eso tendría que haberlo sabido para hoy pero no lo estudié. Todos los textos tienen  un documento previo al comienzo de la ficción. Voy a buscar el de Hinde. El cuento se llama “La bobe se puso triste de nuevo”. Y el documento es una foto muy impresionante, de mujeres y niños apuntados por soldados nazis, con las manos levantadas. Y el texto dice: “Si bien no se sabe con seguridad quién tomó esta fotografía, diversos investigadores creen que fue el oficial nazi  Franz Konrad, apodado “El rey del Gueto”. Como muchas de sus fotos quedó registrada en los informes que los nazis desarrollaron en el transcurso de la guerra.” Luego del de Hinde viene María Inés Falconi, que tomó el 25 de Mayo, luego viene el del Méndez, (risas) que toma el 20 de junio, y Ani Shua escribió el de la Declaración de la Independencia. Así que el segundo empieza con San Martín…
HP: Exactamente. Sergio Olguín con San Martín.

MM: La embocaron con la rima.

LL: Lo logramos. Cinetto con el Día del Maestro y Sarmiento, Graciela Bialet recuerda lo que es el Día de la Juventud (no recuerdo el nombre de la efeméride, tiene que ver con el reclamo por el boleto estudiantil y la desaparición de los chicos de La Noche de los Lápices). Oche Califa escribió un poema épico sobre la llegada de Colón, Paula Bombara sobre La Vuelta de Obligado, y Franco Vaccarini sobre el Día de los Derechos Humanos.

MM: Bien. Vamos a seguir con La historia se hace ficción l. ¿Cómo te llega a vos, Hinde, la propuesta de escribir este cuento y participar en el libro?

HP: Bueno… la verdad es que no es cierto que Laura se quedó con mi  cargo. (Risas). Pero, como directora editorial de Norma, decidió que además de haber sido yo editora de literatura infantil, podía escribir para chicos. Y me hizo esta propuesta. Como ella sabe qué temas me interesan a mí, se imaginó que como periodista, y por los temas de política internacional, y por una cuestión familiar, naturalmente, yo podía interesarme en hacer algo que tuviera que ver con el levantamiento del gueto de Varsovia. Y la verdad es que tenía razón. Porque en cuanto me lo propuso y en cuanto acepté esa osadía de integrar un libro con  gente como vos, Liliana, Ani Shua, María Inés y Lorenz, dejé todo lo que estaba haciendo. Lo único que me interesaba era ponerme a escribir ese relato. Lo que hay que decir es que en Norma la narrativa histórica ya tenía una colección, entonces yo ya sabía cómo habían trabajado algunos de los autores con esta idea de tomar el escenario histórico, pensar argumentos en función de eso y conjugarlo. Empecé a pensar, y al mismo tiempo sabía que era una efeméride. Sabía que tenía que ver con la Argentina y con los chicos. Y sabía que era una manera de bajarles a los chicos una historia tremenda. Aunque yo no tengo toda la experiencia como escritora para chicos que tienen otros, sí me gusta respetarlos como lectores. Me parecía que se podía contar todo, de una manera más accesible. Y que seguramente, esa manera accesible iba a ser a través del relato de una familia. Yo no tengo familia que haya estado en el Gueto ni que haya estado en campos de concentración. Toda mi familia vino a la Argentina antes de la Segunda Guerra. Vivieron desde acá todo lo que tuvo que ver con el nazismo. Así y todo, a lo largo de mi vida me crucé con muchos sobrevivientes, puedo saber qué fue lo que sintieron. Siempre estoy leyendo algo que tiene que ver con eso. Entonces me resultó muy interesante poder cruzar lo que tenía que ver con la experiencia personal de la gente con la que había hablado, más la experiencia de la literatura, poniendo El Pianista (no la película de Polanski sino las memorias de Szpilman, que había leído antes de la película y habían sido algo impresionante para mí), por esa idea de moverse como un sobreviviente dentro de un lugar devastado. Y quería que quedara conciencia de lo que había pasado, pero también de que al mismo tiempo, muchos de esos sobrevivientes habían logrado tener una vida feliz en Argentina. Porque dentro de todo lo que uno sabe, la Argentina los había recibido bien. La verdad es que no hubo un padecimiento tremendo en términos de antisemitismo en la Argentina. Fue bastante acogedor lo que se encontró. Era posible encontrar amistades, era posible encontrar nueva familia, era posible encontrar a otros sobrevivientes y a otros judíos no sobrevivientes. Y que, al igual que mi familia, habían pasado el nazismo viéndolo desde este lado del Atlántico. Teniendo en cuenta todo eso fue que se me ocurrió el relato. Y me gustaba mucho la idea de las matrushkas, las muñequitas rusas. Que fueran varias mujeres las que se ocuparan de contar esto. Me gustó lo de reconstruir pensando nombres, pensando edades… cosas de construcción de un autor de ficción que yo no había hecho nunca, porque yo nunca había escrito ficción. Lo más parecido que había hecho, tomando recursos de la ficción, es un libro de crónicas como el de los rusos, en donde por momentos aparezco en primera persona, y con recursos y tensión narrativa, pero no es ficción. Me gustaba tomar la ficción y jugar incluso con cuestiones personales, estilizándolas, y que pasaran a ser ficción. Esto, en síntesis.

MM: Que no es poco. Habías leído, por supuesto, El pianista y otros textos…

HP: Muchísimas memorias, sí.

MM: ¿Y cuando te pidieron el cuento buscaste nuevas lecturas?

HP: Sí. Leí El gueto de las ocho puertas, de Alejandro Parisi, que es una historia real que Alejandro  trabajó con esa sobreviviente, que murió hace poco. Alejandro tiene mucho trabajo así, hecho con gente que quiere escribir sus memorias, y que se las cuenta a un escritor que tiene todos los recursos y lo resuelve como una ficción. Uno lo lee, sabe que no es una ficción, pero está escrito con todos los elementos de la ficción. Muchas veces, cuando uno escribe una autobiografía no puede hacerlo, no tiene esa distancia. Lo que sí me pasó (yo soy muy llorona en general, con lo que leo, cuando entrevisto, me emociono), fue que cuando lloré escribiendo, con los años que yo llevo leyendo, sentí que había podido tomar una cierta distancia y que había un efecto en  términos de la emoción que se había conseguido. Creo que eso está. No la cosa del golpe bajo, sino algo que permita entender, también desde la emoción. Que los maestros y los chicos puedan entender qué pudo pasar ahí. Aunque es una primera ficción para chicos, me parece que algo de eso se pudo conseguir.



MM: Yo creo que sí. ¿Fuiste a alguna escuela, hasta ahora?

HP: No, no me llevaron. (Risas).

MM: Seguramente pronto irás. Y a vos Laura, ¿cómo se te ocurrió (salvo que fuera una venganza), meterla en este baile a Hinde? (Risas).

LL: Bueno, un poco de eso hubo. (Risas).

HP: Para nada.

MM: La verdad es que el desafío como editora es grande. Hay una relación familiar, es periodista, escribió, sabe escribir, evidentemente, pero no había escrito literatura ni para chicos ni para jóvenes.

LL: La conozco muy bien a Hinde. Trabajé con ella y la conozco bien. Sé de lo que es capaz. Y creo que ella, sin haber hecho ficción, hizo mil veces ficción. No es consciente de la cantidad de veces que lo hizo. Una lee sus columnas en La Nación, y es pura ficción. Es una mezcla de ficción con algún recuerdo personal, algo que vio… Pero la verdad es que tiene esa capacidad de darle a sus textos una forma muy literaria. Con una tensión en el medio, con un final sorprendente… esa es la literatura que por lo menos yo quiero ofrecerles a los chicos. Y en particular, me parecía que como la temática era tan sensible a su mundo, ella podía encontrar alguna llave, algún disparador muy interesante. También teníamos un compromiso, porque ella me decía que si yo veía que no podía, le dijera. Sabía que si hubiéramos ido por un lugar que no era el apropiado lo podíamos volver a conversar. Yo estaba muy segura y muy tranquila. Estaba mucho más tranquila que ella, que era la que tenía que hacer el laburo. Para mí era fácil estar tranquila. Y la verdad es que cuando me mandó el texto (y les diría que como editora es el punto más sensible y que me hace elegir o  no editar un texto), la emoción que me despertó fue muy fuerte. Antes no podía, ahora puedo atravesar hasta los errores de ortografía. Ahora, un error de ortografía me cuesta, pero lo fundamental es lo que me provoca el texto cuando leo: tiene que ser una emoción genuina. Porque por lo general yo no tengo ningún compromiso previo con los textos. No sé de qué se tratan, no sé por dónde van. Si un texto me emociona, para mí ya tiene un lugar. Después veré si puedo publicarlo o no, ya es otra cuestión. Y me pasó con el texto de Hinde que, aún sin terminar, aún con algunos problemas con las edades de los personajes, algunas cosas que después hubo que reconstruir de alguna manera, tenía algo, una vibración, esto de ese personaje y de que hay algo que nunca le contó a nadie. Estos sobrevivientes atravesaron, en muchos casos, cincuenta o sesenta años de sus vidas sin contarle a nadie lo que les había pasado. Su familia sabía que habían estado en el “campo” y que habían logrado escapar, pero qué había ocurrido en concreto, era algo que muchos sobrevivientes no podían contar. Tomar al personaje y hacerlo vivir esa experiencia… Que alguien de la familia (por insistencia, por frescura, por juventud), se impusiera y dijera que necesitaba saber por qué se pone a llorar su bobe, por qué no quiere hablar. Y que la bobe le pudiera contar aunque sea una parte de eso que había sido el sufrimiento y la posibilidad de escapar de ese lugar, para mí como lectora fue central. Creo que en este texto, Hinde logró (más allá de lo bien que está escrito por su experiencia y por su hábito de escribir tanto; es un texto que se desliza con naturalidad) esa emoción. El oficio yo lo daba por descontado. Si ella generaba la emoción, para mí ya estaba.

HP: Los periodistas estamos acostumbrados a poner nuestros textos en discusión todo el tiempo. Antes y después. En una redacción, vos tirás la página ahí y viene alguien y te dice: “Esto es una porquería, tenés que darlo vuelta”. Periodista susceptible, tiene que buscarse otro trabajo. No hay manera. Esto era más íntimo. Yo estaba segura, porque la conozco, de que Laura es la mejor editora y por eso es también la más mala de todos. Pero siempre con un sentido común por el que cada cosa que Laura te dice, en el noventa por ciento de los casos, tiene razón. Y no solo como editora. Como lectora te dice que algo hace ruido. Y esa devolución, esa discusión en el ir y venir, fue riquísima. Fue generando un texto mucho más rico. Trabajar con un editor siempre es saludable. Aunque uno mismo sea editor. Porque es muy difícil ser editor de los textos de uno. Lo podemos hacer, por supuesto. Pero cuando tenés algo de una complejidad como esta, trabajar con un editor es bueno. De hecho, hace poco me pasó como lectora con una novela que estaba esperando leer, y cuando la leí sentí que le había faltado editor, que faltaba alguien que se hubiera animado a decirle al autor que eso no estaba bien. Y eso no ayuda, porque el texto siempre queda mucho más pulido con un editor. Trabajar con ella es eso. Ahora somos responsables las dos.

MM: Ya que se están tirando flores, la otra vez habló de vos Ani Shua, del cuento que aparece en La historia se hace ficción l. Dijo algo así como: “¡había que poner tantos errores en un texto tan corto!”. (Risas). Porque contaba que se había largado a escribirlo porque estaba empapada de 1816 por el libro que escribieron con Lucía Laragione y que ustedes le pidieron un cuento para Norma; que pensó que lo hacía rápido y que vos se lo salvaste con tu trabajo.

LL: No digamos eso de nuestros autores porque no es cierto: Ani es genial. Sí tuvimos un colaborador fantástico, que aunque hoy no haya venido extrañamos, que fue Federico. La colección de narrativa histórica ya existe. Pero cuando pensamos estos libros… voy a contar toda la historia. Federico Lorenz nos vino a ver cuándo las dos trabajábamos en Norma. Estaba la idea de hacer en algún momento, no sabíamos para qué colección, textos de ficción que introdujeran textos históricos en el aula.

MM: Está buenísimo. Yo estaba convencido de que ustedes lo habían convocado a Federico…

HP: Federico trabaja así en la escuela.

LL: Nuestras dos hijas son egresadas del Buenos Aires. Las dos lo tuvieron como profesor, las dos lo aman y te hablan todo el tiempo de él. Querían estudiar Historia  y decían que era por Federico. Después se les pasó. (Risas). Estamos hablando de hace cuatro años. Un día vino a proponernos esta idea de hacer una selección de textos de ficción que él leía en el aula. No escribirlos, seleccionarlos…

HP: Incluso lo pensábamos más para los docentes…

LL: Para introducir temáticas. Por ejemplo, si hay que hablar de Europa, hay un texto literario, una novela de tal siglo que el primer  capítulo podría ser…

HP: O Dickens para Revolución Industrial. Eso que para uno es natural, pero no para los pibes. Ponerlo ahí, juntarlo.



LL: Como para ofrecérselo a los docentes. A ese proyecto no le vimos mucha salida en ese momento. Quedó ahí. Después, hace como tres años, tuve una reunión con mi equipo, para pensar ideas. Es algo que hacemos en la editorial. Juntarnos y pensar dos días enteros sobre qué más queremos hacer. Y charlando con las asesoras pedagógicas que son las especialistas en LIJ en el aspecto comercial, las que salen a vender literatura en las escuelas, empezamos a pensar que las efemérides eran una cosa recurrente en las escuelas, que se presenta todos los años, que todos los años se ven las cuestiones históricas y que entonces podía ser como remar en dulce de leche. “Otra vez el 25 de Mayo, y qué más podemos decir”. Eso quedó encendido pero sin la claridad de saber qué hacer, porque a mí me parecía poco literario. Yo soy editora de literatura, yo no quiero hacer textos históricos. Pero seguimos amasando esa idea. Los libros surgen también de ese amasado, de ese ida y vuelta. “Lo hacemos, no lo hacemos, lo hacemos de este modo”. Teníamos gente en la editorial que decía que eso no le iba a interesar a nadie. Otros decían que les parecía bien pero no había claridad de cómo hacerlo. ¿Una lista de efemérides? No. Entonces le seguimos dando vueltas. Y me acordé de Federico, y de lo que había traído. Y empezamos a tratar de construir qué era lo que podíamos hacer con las efemérides de un modo literario. Y ahí se nos ocurrió ver qué pasaba si nosotros contábamos un cuento que estuviera situado en la época o tuviera a uno de os protagonistas. Era muy amplio…

HP: Era como un marco.

LL: Y trabajamos con Federico la idea de ofrecerles a nuestros autores elegidos, documentos históricos que fueran buenos disparadores para una ficción. Como Federico es un gran  lector de ficción y es un gran escritor también, podía seleccionar como profesor de Historia algunos documentos que le parecieran interesantes, y que fueran buenos disparadores. Algunos de nuestros autores no usaron esos documentos, usaron otros. Pero todos usaron alguno. Los que les había mandado Federico o alguno propio. Porque les parecía un buen punto de partida. Con ese material más el trabajo del autor se fueron construyendo estas ficciones, que la verdad es que son todas muy diferentes. Tenemos, en el primer tomo el de Liliana Bodoc, que lo leés y preparen los pañuelos, es tremendo…

HP: Yo.

LL: A mí con Liliana me pasa que es como si me apretaran un botón. Leo a Liliana y es una catarata inmediata. Me emociona que ella lo haya escrito. El texto de Federico es extraordinario, porque es la vuelta de los soldados de Malvinas cuando llegan a Puerto Madryn. Y la expectativa de ellos es que los reciban mal porque ellos perdieron la guerra, y el pueblo los recibe de una manera amorosa.

HP: Perdón que me meta con una cosa… Hay una cosa que me parece que funcionó, tanto en el caso de Federico como en el mío. Hay algo del orden de la crónica que está. Porque Federico conoce esos espacios como pocos, y yo estuve dos veces en Varsovia, en Polonia. Me parece que hay algo ahí, cuando hablás de la emoción, que tiene que ver con la emoción del lugar conocido por uno. Y más allá de que sean ficciones, hay algo de cronista.

LL: Y también es cierto que las efemérides del calendario escolar (y era algo con lo que teníamos que lidiar), tienen doscientos años, cien años, treinta años. No es lo mismo contarle a un chico lo que pasó en Malvinas (por más que para él sea un hecho histórico porque no había nacido), que hablar del 25 de Mayo. Porque la verdad es que  en la referencia de la Guerra de Malvinas, su papá o su abuelo se la pueden contar perfectamente. Y puede haber todavía una discusión política que se abra…

MM: Es más actual.

HP: Hay sobrevivientes.

MM: Es más, estaba pensando que en los tres, en el de Liliana, en el de Federico y en el tuyo, son cuestiones de hoy, por eso la emoción y la distancia histórica es mucho más corta.

LL: Absolutamente.

MM: De ahí saltamos justo al 25 de Mayo de 1810, es muy difícil desacartonar eso…

LL: María Inés Falconi trabajó un texto teatral muy breve. Es mayor el espacio que ocupa la explicación de dónde están y quién habla que el texto en sí. Y sin embargo, es una pequeña escena que recupera algo…

MM: Lo cuento brevemente. El de Falconi me sorprendió mucho por la elección, porque si hay un personaje histórico que en general es poco querido y más bien es rechazado, ese es Saavedra.

LL: Absolutamente. Y de hecho tuvimos una enorme discusión, porque él habla muy mal de Moreno, que en el imaginario, es “el bueno”. Era muy difícil discutirle a María Inés, porque había estudiado un montón.

HP: Sabía mucho más que nosotros.

LL: Le preguntaba: “¿Te parece que Moreno sea el malo?” A mí me parece súper interesante ofrecer en el aula esa escena, porque permite esto. Plantear que a lo largo de la historia hubo diferentes posturas. Que ganó una, pero que en realidad había posturas enfrentadas. Lo que ocurre es que a la mujer de Saavedra le regalan una rosca de azúcar…

MM: Eso es como lo de “ningún argentino ni ebrio ni dormido”, se acuerdan de la canción. Moreno aprovecha un brulote de un borrachín en una cena de los Patricios, en el que a Saavedra lo coronaban, para lanzar un decreto. Y de ahí se tomó la canción: “Ningún argentino ni ebrio ni dormido puede estar en contra de la libertad”, (que es una frase de Moreno). Pero acá, en el texto de María Inés, Saavedra dice que Moreno, que es un conspirador, lo que hizo fue agarrarse del episodio de este borracho tonto, para denigrarlo e incluso (y esto que dice es muy fuerte) para intentar hacerlo fusilar.

LL: Y habla de corrupción. Habla de cómo le piden plata (Moreno mismo) para irse al exterior, y después le pide más, y él dice que se la da para que se vaya.

MM: Lo que pasa es que uno pone en la balanza lo que conoce, y que tiene otras lecturas y dice: “Y después lo mandaste a matar”. O no se sabe…

LL: O no se sabe, pero lo que ya tiene ese texto tan breve es esa tensión. Nosotros imaginamos este libro en un aula, donde el docente trabaja la semana previa estos textos con los chicos, y después los textos históricos, los del libro de texto. Justamente, despertando el interés por conocer aquello que en estos textos no está dicho. Está apenas esbozado. O personajes que aparecen pero sobre los que no se habla mucho más. Y nos parece que lo hemos logrado, porque la verdad es que el libro salió sumamente bien, y fue muy bien recibido. Creo que además, que tengamos esta calidad de autores en la tapa, no es un dato menor, ni mucho menos. Que la convocatoria venga de autores como estos también ayuda.

HP: Yo soy una infiltrada…

MM: Eso también habla de un lindo desafío, porque no sos vos sola. Tampoco Federico es un hombre de la literatura infantil y juvenil. Fue osado. En el segundo no son tan osados, pero ya está en la primera. Está buenísimo.

LL: En realidad, yo pensaba los temas, y quién me gustaría para cada tema. A algunos los dejé elegir. Y a otros les dije sobre qué tema quería que escribieran. Algunos me dijeron que no, que no se sentían cómodos escribiendo eso…

MM: Pero el marco era muy amplio. La propuesta era muy buena (les cuento desde el otro lado). A mí me llegó la propuesta del Día de la Bandera. Y la verdad es que a mí me parecía aburridísimo… izamos la bandera… el azul y blanco… Y yo no escribí sobre la bandera…

HP: No, escribiste algo maravilloso…

MM: Bueno, gracias…  Escribí sobre el éxodo jujeño. Que me permite poner a Belgrano, claro, pero que no es personaje central. Es una historia del éxodo, y de un gaucho y de un amor, y en el medio, la bandera…

HP: La bandera como disparador. Eso pasa también en los otros títulos de la colección de narrativa histórica, en la que a veces tienen más que ver, pero otras no. Puede haber una historia de amor central en un marco histórico.

LL: Justamente en tu texto, que todo ocurra fuera de Buenos Aires, ya cuando comienza estás en ese lugar tan desolado… Estos hermanos que se quedan solos a cargo de un campo… Vos conseguiste un clima en el relato. Y también esta idea de lo que era en esa época viajar y moverse. Y la cantidad de años que uno se separaba de la familia. Y la falta de información y de noticias, y la vuelta al pago cuando parecía que no era posible. El encuentro con la mujer amada en un contexto de enorme dificultad… También es un texto muy emotivo. Uno  tiene la idea de nuestra historia y nuestra independencia, construida por personajes alejados del centro, como este chico que nace tan en las afueras de la urbe y de la información, y empieza a interesarse por la independencia. Empieza a participar activamente por voluntad propia. Porque ¿quién iba a ir a buscarlo al lugar donde él estaba? No había posibilidades de que él se incluyera. Toda la discusión política que tiene el texto, a mí me parece muy rica.

HP: Después lo mandamos a leer Zama, de Di Benedetto.

LL: Siguiente paso.

MM: Sería buenísimo.

HP: La está filmando Lucrecia Martel. Y la están traduciendo ahora al inglés por primera vez.

LL: Es increíble.

HP: Para mí es una de las novelas centrales de la literatura argentina.

MM: Alguna vez leí por ahí que si Di Benedetto hubiera nacido en Francia habría sido como Camus…

HP: Sí. Es un autor superior.

LL: A mí me la recomendó Oche Califa. “Leé Zama, leé Zama”. Y unas vacaciones me pasó algo parecido a lo que me pasó cuando leí la trilogía de Liliana Bodoc. No podía creer que un autor argentino contemporáneo hubiera escrito ese texto. Me parecía mágico. Totalmente salido…

MM: Es buena la comparación con Bodoc, porque construye un lenguaje nuevo.

HP: Exactamente. Bueno… eso es arte.

LL: Se sale de lo local, de lo contemporáneo, completamente. Hasta del modo de escritura. Me parece que Saer en El entenado hace eso, este extrañamiento. Y me parece que en estas ficciones, sin haber ido a este lugar porque nuestro lector no es  capaz de decodificar eso, hay algo de eso. En tu texto, en cómo se cuenta la vida en el campo. Cómo se cuenta lo que significó el éxodo, el tener que destruir todas las posesiones, para que los realistas no tomaran nada cuando llegaran, este ida y vuelta, nos vamos pero nos quedamos, estas dudas, esta decisión de todo un pueblo de abandonar su lugar… Eso tiene una carga que muchas veces en la escuela… siento que nos centramos en los paraguas y en el Cabildo, y no estamos viendo toda la gente que pasó y que se movilizó; los que lucharon alrededor de eso.

HP: ¿Saben qué otra cosa me parece? Que cuando nos salimos del acartonamiento, nos fuimos para el otro lado. Las emociones de los patriotas, o la humanidad de los patriotas… y eso puede ser un riesgo, porque se puede entrar en una cosa hasta payasesca. Una cosa es la humanidad, y otra es hacerlo fácil para que todos vean que eran seres humanos. Ese es un límite, también.

MM: Sí, es cierto. En el caso de La historia se hace ficción l, de los seis, solamente María Inés se mete con un personaje.

HP: FIjate que con lo que hace le da una vuelta de tuerca extraordinaria a todo el pensamiento. Porque en la Argentina, el bueno es Moreno.

MM: Claro. Lo hace noble a Saavedra, lo hace un padre simpático, y te mete la duda.

HP: Lo convierte en un personaje literario.

LL: Claro.

MM: Tal cual. Ana María, y yo mismo, dejamos a los héroes medio de costado. La mirada de Ana María es desde una negra. Que de alguna manera plantea: “¿Qué nos importa esto?”.

LL: Sin embargo, hay una vuelta, porque una dice que no le importa y otra dice que sus hijos ya nacen libres. Pero sí: estaban los blancos festejando y la negra estaba en la cocina, no estaba invitada al festejo, ninguno la tomaba en cuenta ni era importante para ellos en ese momento. La dueña de casa está preocupada por el vestido, y porque sus empanadas sean mejores que las de la vecina, que por lo que está ocurriendo.

MM: La idea es que la fiesta y el símbolo son de los otros, no de ellos. Es verdad. Así que bueno… el texto de Hinde fue trabajado en el camino. ¿A vos te gusta, como editora, ir trabajando en el camino, o preferís que te llegue el texto más cerrado?

LL: A mí nunca me llega el texto más cerrado.

HP: Yo dije: es la más mala de todas. (Risas).

LL: Yo siempre tengo algo para decir. En un momento era como un juego. Me gustaba decir algo aunque no hubiera nada para decir. Pero la verdad es que creo que todos los lectores tenemos algo para decir.  A todos los lectores los textos nos hablan de un modo. Cuando uno es lector de un texto previo, que todavía no está publicado, tiene la obligación de decir. Después el autor hace lo que quiere con eso. Yo siempre les digo a los autores qué cosas encontré, pero es su texto. Lo firman ellos, entonces es muy importante que estén contentos y seguros de que lo que se va a publicar es lo que ellos quieren y no lo que quiero yo. Porque los textos pueden ir a distintos lugares. Yo siempre tengo algo para decir, pero me refiero a esto: a veces tengo preguntas sobre cosas que no llego a entender, o que me parece que tienen una doble interpretación. Entonces quiero preguntarle al autor si esa fue su intención o si se le escapó. Y además, como en general los autores están muy comprometidos con sus textos, llevan tiempo trabajándolos, dejan de sorprenderse con su propio texto; también es una instancia interesante y que todos los autores agradecen mucho, que el editor les haga comentarios. Ningún autor disfruta que le digas que está todo bien y que se lo publicás al día siguiente.

HP: Está también el riesgo del enamoramiento. Por eso es bueno que siempre haya alguien que lo mire y que te diga algo. Es cierto, son importantes los cuidados para hablar con los autores. Una cosa es el intervencionismo per se, y otra es el trabajo de un editor, que es sustancial. A mí me parece que un trabajo en conjunto siempre se agradece. Y como editora lo digo también. Me parece que hay que ser cuidadoso cuando se habla con un autor, porque más allá de que pueda existir algún chanta por el camino, en general, la persona que te entrega un texto te está entregando lo mejor que pudo hacer. Pero uno tampoco está para mentir. Un editor es lo que publica, y es mucho más lo que no publica también.

LL: Hinde recién hablaba de una novela que no sé de quién sería, y de por qué no la editaron. A mí me pasó con una autora que a mí me gusta mucho, que es Amelie Nothomb. Venía leyendo algunas cosas de ella, y en un momento salió una novela y la compré. Y no entendí por qué el editor no le había dicho de no publicar esa. Yo pienso que ese editor, con una novela de Amelie Nothomb al año, sale ganando. Yo también pienso en los números de la editorial, porque yo trabajo para la editorial, no trabajo para los escritores. Por más que sean lo que más valoro de mi trabajo. Aun así, si un autor me trae un texto que me parece que no aporta nada a su derrotero de escritor, que no está bien trabajado, que no está terminado, que lo pone en riesgo porque dice algo que no quiere decir, que se le escapó… yo se lo digo.

HP: María Teresa Andruetto viene hablando mucho de esto es sus ponencias; del cuidado que tienen que tener los autores por no dejarse llevar. Ni por nosotros los editores, ni por la necesidad de publicar cualquier cosa. Y está bien que lo diga una persona como ella.

MM: Por su forma de publicar… no solamente por su calidad literaria. Ha hecho escuela con eso. Publica poco, incluso alguna vez en alguna entrevista dijo que si había un rechazo de un editor al que ella respetaba, no lo ofrecía a otra editorial. O lo empezaba a trabajar.

HP: Por eso digo. Además, María Teresa es una autora que siempre está agradecida a todo lo que tiene que ver con el trabajo editorial en general. No cree que puede sola. Y eso es muy emocionante. Ella agradece estas devoluciones y estas lecturas. Ella, imaginate…

MM: Sí. Yo doy clases en la Carrera de Edición. Y una de las cosas que les digo a los futuros editores es que es un trabajo en las sombras en el que uno no aparece. A veces, el reconocimiento de los grandes, el de Liliana Bodoc cuando le entregaron el premio Barco de Vapor agradeciéndote a vos (Laura) y a Laura Linzuain por su trabajo de edición, no solamente hablaba muy bien de Liliana, sino también de la importancia del trabajo de editar. Y lo hace pensar a uno en esta cuestión curiosa de aquellos autores que no aceptan que se les toque una coma.

LL: Igual, tengo que decir que en el marco de la LIJ, que fue donde siempre trabajé, no me he encontrado con autores que no acepten la edición. Me he encontrado con autores que se sienten un poco incómodos, y lo entiendo. Y trato de devolverle a cada uno de la manera que pueda tolerarlo mejor. Algunos no tienen ningún problema y lo que les digas lo van a tomar. Otros son más suspicaces. Pero en general no me he encontrado con gente que me diga que no voy a tocarle una coma. Una escritora como Norma Huidobro, acepta cosas; pero ella es tan obsesiva con el texto, que si le tocás una coma y no le avisás, se da cuenta. Si vos le ponés una coma a Norma Huidobro, tenés que tener muy claro por qué se la estás poniendo. Tené documentado, tené la RAE, tené a todo el mundo apoyándote. Porque ella la ve, y te va a preguntar. Si vos lo podés justificar, te lo va a agradecer. Si no, sacala. Pero no porque sea una autora que no acepta, sino porque trabajó tanto el texto y además fue editora durante veinte años, correctora… Aun así, nos ha pasado a veces de tener intercambios. Siempre muy fluidos. Trabajé mucho con Norma. Ella tiene un estilo, un modo y un deseo de contar determinadas cosas.

HP: Lo que dice Laura es importante, porque muchos de estos autores, (en el caso de Norma también se da) escriben para adultos y para chicos. Y es como si el narcisismo quedara para la escritura para adultos. Cuando se escribe para chicos y para jóvenes, el autor se pone más en “obrerito” en el mejor de los sentidos. Hay una disposición al trabajo en equipo, porque se escuchan las necesidades de los docentes, se escuchan las necesidades de la editorial, se escuchan los comentarios que te hace el editor. En ese sentido, tienen una disposición muchísimo menos narcisista. A mí me tocó trabajar con algunos autores que escriben para adultos, y que sé que como autores para adultos no permiten que nadie les toque nada, y que sin embargo, cuando trabajan para chicos y jóvenes tienen como una mayor generosidad. 

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