90 años del nacimiento de Gary Snyder

Si hay una generación literaria que parecía tener comprados todos los números del talonario de la muerte joven, era la de los beatniks estadounidenses. El viaje como eje de la vida personal, el intento constante de huir de la rutina, el consumo de drogas, la búsqueda de sentido a la propia vida en los Estados Unidos de la posguerra podría habernos remitido a un catálogo de mártires.

No fue así, felizmente. Los únicos que murieron antes de cumplir los 50 años fueron Jack Kerouac y su gran amigo Neal Cassady, a quien transformó en Dean Moriarty, el protagonista de En el camino. Otras figuras importantes del movimiento, (Corso, Ginsberg, Burroughs), llegaron a ser septuagenarios o pasaron los 80 años. Sin ir más lejos, en marzo pasado, Ferlinghetti cumplió 101 años.

Hoy cumple 90 años Gary Snyder. Antropólogo y escritor, probablemente sea el que profundizó más la relación con el budismo zen. Fue la figura que inspiró a Kerouac para la construcción de Ryder, el protagonista de Los vagabundos del Dharma. Viajó por Oriente durante años. Cuando regresó a Estados Unidos en 1969, se estableció en un pueblo rural de Sierra Nevada, donde sigue viviendo y acomodando su vida a los tiempos de la naturaleza. Celebramos este cumpleaños de Snyder con tres poemas breves de su gran libro La mente salvaje.



Para Lew Welch durante una nevada

Nieva en marzo;
sentado entre el blanco fulgor leo una tesis
sobre ti: tus poemas, tu vida.

El autor es mi estudiante,
e incluso me cita.

Cuarenta años desde que bromeamos
en una cocina de Portland,
veinte desde que desapareciste.

Todos esos años y sus instantes,
panceta friéndose, portazos de un coche,
poemas probados con los amigos
serán un archivo más,
otro borroso texto.

Pero la vida continúa en la cocina
donde aún guisamos y reímos
viendo nevar.


La cama en el cielo

La moto repiquetea     por las calles desiertas
camino de casa a la una de la mañana
        placas de hielo brillan bajo la luna
                      las sorteo por un paso seguro

La luz aterida y desnuda se vierte
llenando la cuenca sobre Kioto
        y la llanura
                      un vago ensueño glaciar

Desde aquí ciento cincuenta kilómetros limpios
el cementerio detrás
        Namu     Amida     Butsu
                      cincelados diez mil veces

Las ruedas revientan los charcos de barro
las colinas al norte brillan blancas
        debería quedarme fuera     solo
                      a ver la luna la noche entera

Pero la cama está llena tendida oscura
te abrazo y me hundo en el calor
        mi estómago contra tu vientre

                      siente moverse a nuestro bebé

La madre osa

Se oculta el rostro
                 para hablar de comer salmón
          bromea conmigo
                 "Qué sabrás tú de mis modos"
          y me besa a través de la montaña.

A través y bajo capas,
                 pliegues y barrancos;
          la boca llena de arándanos,
                 compartimos.



La mente salvaje
Gary Snyder
Árdora, 2016.

Comentarios

Entradas más populares de este blog

Cincuenta años sin J.R.R. Tolkien: cómo lo cuidó un sacerdote español y qué tiene que ver la Patagonia con “El señor de los anillos”

El crimen casi perfecto, de Roberto Arlt, Ilustrado por Decur

La lectura del tiempo