Un otoño de incertidumbre
En este recorrido por la poesía que hacemos durante el mes de mayo, les acercamos una urdimbre de voces entretejida por Diana Tarnofky, que tiene como eje la obra de Roberto Juarroz.
Por Diana Tarnofky
Una y mil veces me pregunto… ¿Por qué la poesía en las bibliotecas públicas, populares, comunitarias, en las bibliotecas al paso?¿Por qué la poesía en el hospital? ¿Por qué la poesía en centros de salud? ¿Por qué la poesía en las plazas?¿Por qué en las calles? ¿Por qué en los merenderos? ¿Por qué en los centros comunitarios?¿Por qué en las escuelas? ¿Por qué en las familias?
Y mientras busco respuestas, (sería mejor decir "llamados" como diría Roberto Juarroz), camino hacia una certeza: la necesidad de poesía en la vida. La urgencia de acceso al universo poético al alcance de todes, como es urgente el aire para respirar, el agua, la tierra, el fuego.
Poesía en tiempos de confinamiento. Poesía como uno de los tópicos esenciales ¡Poesía sin tapa boca! Poesía que se acerca y abraza tan lejana a cualquier tipo de aislamiento social. Poesía como una piel que abraza y es refugio , abrigo. Poesía que interroga, provoca, trastoca.
Quiero compartir un entretejido de voces que puse a dialogar para seguir pensando y realizando acciones poéticas en presencia y en virtualidad.
Les propongo un recorrido sinuoso alternando dos entrevistas para escuchar/leer la voz del poeta Roberto Juarroz:
Comenzaremos con fragmentos de una entrevista que le hizo Alejandra Pizarnik para la revista venezolana Zona Franca, y que se publicó en el número de diciembre de 1967. Y continuaremos con una charla entre el poeta y Guillermo Boido.
El camino que andaremos, estará regado por poemas, un jardín florido en este otoño lleno de incertidumbres.
Bienvenides a esta aventura.
Empezamos con la entrevista, en la que Juarroz afirma:
“…Creo que un diálogo sobre la poesía debería estar hecho de preguntas y presencias, no de preguntas y respuestas. La poesía es pregunta y llamado. Tal vez sería preciso inventar un diálogo de preguntas, o por lo menos un diálogo de llamados y presencias. Pero ¿cómo encarnar un diálogo de esta índole? De la misma forma en que se puede encarnar lo poético. Así, podríamos también sospechar, acaso, que el hombre, en general, más que hacer preguntas, en última instancia formula llamados, llama a alguien o a algo. Un diálogo de esta clase se encarnaría, entonces, localizando o sintonizando algunos núcleos donde sea posible concentrarse y entusiasmarse…”
A veces todo es un pretexto
para que pueda surgir una nueva forma
Una confabulación para que nazca el milagro
de otra formulación de lo ignorado.
Roberto Juarroz
Definir la poesía es una imposibilidad, una utopía, algo que no puede hacerse. Yo preguntaría: ¿se puede definir la vida? ¿Se puede definir la muerte, la música, el amor? Sueño de una definición.
Es decir: la explicación de lo que no se comprende —en este caso, la poesía— sólo es posible por un único camino, la creación. La creación sólo es explicable por la creación, así como el amor sólo es explicable o comprensible o ubicable por el amor. Basho vivía el Zen, lo creaba diariamente, se creaba en esa dimensión del espíritu en busca de lo absoluto. Y hay algo que los textos no señalan, pero que nosotros sabemos: Basho era, también, uno de los más grandes poetas de su tiempo. La única manera de recibir una creación, escribí alguna vez, es crearla de nuevo. Tal vez, crearse con ella.
Verónica Parodi, escribe La luna de plata a partir del Haiku creado x Martsuo Basho:
Un viejo estanque
se zambulle una rana
ruido de agua
(Matsuo Basho)
En el camino hay un estanque
Se zambulle una rana
Hay un ruido en el agua
En el camino cien luciérnagas bailan
Prenden y apagan
Farolitos del alma.
En el camino y en el estanque
Está la luna de plata
Y yo la guardo en mi caja.
En el camino y en el estanque
Se zambulle una rana
Hay un ruido en el agua
Cien luciérnagas bailan,
Farolitos del alma
Y a la luna de plata
Yo la guardo en mi caja.
Verónica Parodi
“…Hay una hermosa frase de Paul Eluard, que dice que el objeto del poema es dar a ver, mostrar al mundo, mostrar esto que nos disimulamos todos los días, esto que la tontería de nuestra vida no nos deja ver. Dar a ver la realidad sustancial del hombre, esto que se nos escapa por fragilidad, por incapacidad, por las presiones de la vida, que se nos escapa porque no somos capaces de proveer suficientemente a esa exigencia de lo absoluto. Pero diría: no es solamente dar a ver. Es dar a crear, dar a hacerse otra vez…”
A veces comprendemos algo
entre la noche y la noche.
Nos vemos de pronto parados debajo de una torre
tan fina como el signo del adiós
y nos pesa sobre todo desconocer si lo que no sabemos
es adónde ir o adónde regresar.
Nos duele la forma más íntima del tiempo:
el secreto de no amar lo que amamos.
Una oscura prisa,
un contagio de ala
nos alumbra una ausencia desmedidamente nuestra.
Comprendemos entonces
que hay sitios sin luz, ni oscuridad, ni meditaciones,
espacios libres
donde podríamos no estar ausentes.
entre la noche y la noche.
Nos vemos de pronto parados debajo de una torre
tan fina como el signo del adiós
y nos pesa sobre todo desconocer si lo que no sabemos
es adónde ir o adónde regresar.
Nos duele la forma más íntima del tiempo:
el secreto de no amar lo que amamos.
Una oscura prisa,
un contagio de ala
nos alumbra una ausencia desmedidamente nuestra.
Comprendemos entonces
que hay sitios sin luz, ni oscuridad, ni meditaciones,
espacios libres
donde podríamos no estar ausentes.
Roberto Juarroz
“…El poema no está hecho solamente de palabras. Está hecho, también, de silencios, como la música. La música no es sólo sonidos: el sonido constante, permanente, no sería música. El sonido y el silencio, la palabra y el silencio. Por eso Paul Claudel dijo alguna vez: Mi poema no está hecho de estas palabras puestas como clavos sobre un papel. El poema está hecho también de los silencios que rodean a esas palabras. Lo que no se dice es tan importante como lo que se dice. Por eso aquello de Mallarmé: no hay que nombrar las cosas, no hay que señalarlas simplemente y decir esto es un vaso, eso es papel, aquello es luz, esto es un rostro. Hay que sugerirlas, hay que hacerlas sospechar. Cuando uno hace que las cosas estén presentes por su ausencia, es cuando las cosas están. ¿Qué es estar presente en algo? ¿Es simplemente el hecho físico y material, definible, de esta constancia efímera y transitoria de un hombre que está aquí? ¿O la presencia de algo es aquello que, aunque invisible y lejano y pasado, permanece y se nos clava dentro? La poesía actúa por ausencia, actúa por este milagro que se da en la captación de la realidad por el hombre: nunca se entiende tanto una cosa como cuando se la nombra mediante otra cosa. Aquí tenemos la analogía, las correspondencias de Baudelaire…”
La campana está llena de viento,
aunque no suene.
El pájaro está lleno de vuelo,
aunque esté quieto.
El cielo está lleno de nubes,
aunque esté solo.
La palabra está llena de voz,
aunque nadie la diga.
Toda cosa está llena de fugas,
aunque no haya caminos.
Todas las cosas huyen
hacia su presencia.
aunque no suene.
El pájaro está lleno de vuelo,
aunque esté quieto.
El cielo está lleno de nubes,
aunque esté solo.
La palabra está llena de voz,
aunque nadie la diga.
Toda cosa está llena de fugas,
aunque no haya caminos.
Todas las cosas huyen
hacia su presencia.
Roberto Juarroz
“…La búsqueda de la libertad de las palabras es también la búsqueda de la libertad del ser. Por eso la poesía apela a un canto interno, no a la música que conocemos, sino a una música que ella cree descubrir en el sentido mismo de las cosas que dice…”
El silencio que queda entre dos palabras
no es el mismo silencio que envuelve una cabeza cuando cae,
ni tampoco el que estampa la presencia del árbol
cuando se apaga el incendio vespertino del viento.
Así como cada voz tiene un timbre y una altura,
cada silencio tiene un registro y una profundidad.
El silencio de un hombre es distinto del silencio de otro
y no es lo mismo callar un nombre que callar otro nombre.
Existe un alfabeto del silencio,
pero no nos han enseñado a deletrearlo.
Sin embargo, la lectura del silencio es la única durable,
tal vez más que el lector.
no es el mismo silencio que envuelve una cabeza cuando cae,
ni tampoco el que estampa la presencia del árbol
cuando se apaga el incendio vespertino del viento.
Así como cada voz tiene un timbre y una altura,
cada silencio tiene un registro y una profundidad.
El silencio de un hombre es distinto del silencio de otro
y no es lo mismo callar un nombre que callar otro nombre.
Existe un alfabeto del silencio,
pero no nos han enseñado a deletrearlo.
Sin embargo, la lectura del silencio es la única durable,
tal vez más que el lector.
Roberto Juarroz
Ahora pasamos al diálogo entre Guillermo Boido y Roberto Juarroz :
Hay un poema suyo que parece sintetizar una bella idea acerca de la función del arte: El oficio de la palabra, / más allá de la pequeña miseria / y la pequeña ternura de designar esto o aquello, / es un acto de amor: crear presencia. ¿Podría desarrollar brevemente esa idea?
—Dice Octavio Paz, en alguna parte: Toda gran poesía debe enfrentarse con la muerte, y ser una respuesta a la muerte. Por ello, si esto es cierto, la poesía es la más alta forma de la sinceridad humana, y también de la osadía del hombre. Y he pensado que, en este enfrentarse con la muerte, la poesía actual ha descubierto otra cosa: lo que el hombre necesita no son respuestas, las respuestas son imposibles. No existen respuestas como fórmulas o como objetos que nos den la solución de esta cosa sin solución que es la vida y la muerte del hombre. Lo que la poesía busca no es el confortable recurso de toda respuesta, sino algo mucho más grave y más importante para el hombre, que es, ante la imposibilidad de respuestas, crearle presencias que lo acompañen. La poesía crea, no soluciones, no fórmulas, no recetas fáciles para la vida, sino compañía para la vida. Y en ese enfrentarse con la muerte llega al extremo, llega también a transformar a la muerte en una presencia. Quizá esto ayude a comprender esa asombrosa posibilidad, en el ser humano, de lo que llamamos creación, a través del arte y la poesía. Es claro, uno se pregunta: ¿qué es la creación? ¿Es simplemente un invento que no trasciende del marco de la imaginación, de la fabulación? ¿Una especie de juego, un juguete más? ¿O es, de alguna manera, algo así como una solución que se nos da, no sabernos cómo, para la falta de respuestas finales? Por eso se me ocurre que el hombre tiene, un poco milagrosamente, la posibilidad de reemplazar la ausencia de explicaciones últimas con la gestación, por medio de su entrega total, de esas presencias. Además, me parece muy bello el sostener que un poema es una presencia como un ser humano o como cualquier otro ser. Es una compensación, sí, pero se me ocurre que no es sólo eso. Es también sentir que no somos inútiles, que no somos innecesarios, que de alguna forma colaboramos con el universo: hacemos realidad.
La biblioteca
El silencio es allí diferente.
Todo el amor reunido, todo el miedo reunido,
todo el pensar reunido, casi toda la muerte,
casi toda la vida, y además todo el sueño
que pudo despojarse del árbol de la noche.
Y el sonido allí es diferente.
Hay que aprender a oírlo
Como se oye una música sin ningún instrumento.
Algo que se desliza entre las hojas.
Las imágenes, la escritura y el blanco.
Pero más allá de la memoria y los signos que la imitan,
más allá de los fantasmas y los ángeles que copian la memoria
y desdibujan los contornos del tiempo,
que además carece de dibujo,
la biblioteca es el lugar que espera,
que va más allá de la letra,
más allá del abismo.
La espera concentrada de acabar con la espera,
de ser más que los libros,
de ser más que la muerte.
Roberto Juarroz
Estas consideraciones parecen aplicables también a otras formas de creación artística. Es decir: ¿la poesía sería el fundamento de todo arte?
—Tenemos que preguntarnos qué entendemos por arte. Creo que todo arte es una ruptura, una fractura de lo real habitual para obtener el acceso a otra cosa, el acceso a otra forma no tan aparente de lo real, quizás a los fundamentos de lo real. Por otro lado, se me ocurre que todo arte tiene algo de interrogación, algo de pregunta hacia el fondo de las cosas. Más de pregunta que de respuesta. Pero en esa pregunta, en esa ruptura, en esa indagación, en esa persecución de algo que no sabemos bien qué es, pero que sentimos que de alguna manera sostiene todo el resto, hay una clave de creación. O sea, el arte no es mero descubrimiento ni descripción ni explicación ni siquiera comentario. Es la aparición, la conquista de algo nuevo, de algo que no estaba. Es creación. Tal vez mi visión del arte esté sobre todo decidida o definida por mi visión de la poesía. Entiendo que la poesía es algo así como el humus, el sustrato de toda forma de creación. Si el arte es creación, el arte tiene un fundamento ó una esencia poética en el fondo, cualquiera sea su modalidad, su género o su forma.
Un amor más allá del amor
por encima del rito del vínculo,
más allá del juego siniestro
de la soledad y la compañía.
Un amor que no necesite regreso,
pero tampoco partida.
Un amor no sometido
a los fogonazos de ir y de volver,
de estar despiertos o dormidos,
de llamar o callar.
Un amor para estar juntos
o para no estarlo,
pero también para todas las posiciones intermedias.
Un amor como abrir los ojos.
Y quizás también como cerrarlos.
por encima del rito del vínculo,
más allá del juego siniestro
de la soledad y la compañía.
Un amor que no necesite regreso,
pero tampoco partida.
Un amor no sometido
a los fogonazos de ir y de volver,
de estar despiertos o dormidos,
de llamar o callar.
Un amor para estar juntos
o para no estarlo,
pero también para todas las posiciones intermedias.
Un amor como abrir los ojos.
Y quizás también como cerrarlos.
Roberto Juarroz
“…La poesía no es soledad: no hay poesía sin presencias. En una ocasión, Antonio Porchia me dijo: La compañía no es estar con alguien sino en alguien.En cuanto a la poesía, sería una forma de estar en el mundo y de reconocer el mundo en uno. Y más: la poesía está acompañada de una profunda sensación de participar del mundo y del mundo participando en uno…”
Hay que inventar respiraciones nuevas...
Hay que inventar respiraciones nuevas.
Respiraciones que no sólo consuman el aire,
sino que además lo enriquezcan
y hasta lo liberen
de ciertas combinaciones taciturnas.
Respiraciones que inhalen además
las ondas y los ritmos,
la fragancia secreta del tiempo
y su disolución entre la bruma.
Respiraciones que acompañen
a aquel que las respire.
Respiraciones hacia adentro del sueño,
del amor y la muerte.
Y para eso hay que inventar un nuevo aire,
unos pulmones más fervientes
y un pensamiento que pueda respirarse.
Y si aún faltara algo,
habría que inventar también
otra forma más concreta del hombre.
Respiraciones que no sólo consuman el aire,
sino que además lo enriquezcan
y hasta lo liberen
de ciertas combinaciones taciturnas.
Respiraciones que inhalen además
las ondas y los ritmos,
la fragancia secreta del tiempo
y su disolución entre la bruma.
Respiraciones que acompañen
a aquel que las respire.
Respiraciones hacia adentro del sueño,
del amor y la muerte.
Y para eso hay que inventar un nuevo aire,
unos pulmones más fervientes
y un pensamiento que pueda respirarse.
Y si aún faltara algo,
habría que inventar también
otra forma más concreta del hombre.
Roberto Juarroz
Mientras voy recortando y eligiendo ráfagas de la voz de este poeta tan querido que me habla al oído siguen apareciendo en este modo errático de búsquedas y encuentros, más palabras suyas, que expresan su pensamiento luminoso. Agrego entonces estos párrafos encontrados en su Poesía Vertical:
FRAGMENTOS VERTICALES
No siempre la visión y la palabra coinciden hasta la suma del poema. Muchas veces sólo quedan algunos núcleos o imágenes o roces, como si fueran los restos o las ganancias de un naufragio. ¿Pero acaso es otra cosa toda la poesía? Quizá se debiera entonces hablar aquí de fragmentos de restos, astillas de poesía, trozos de materia desnuda de los poemas que no terminaron de nacer.
1
Me falla la memoria:
recuerdo demasiado.
Recuerdo, por ejemplo, que no era.
2
Pensar entre dos,
como si hacer el pensamiento
fuera igual a hacer el amor.
“…Me subyuga el amor que se funda y sustancia en estos espacios vivos y la libertad radical de ese amor, que ya no hace distingos entre expresarse y comunicarse, entre soledad y compañía, entre ausencia y presencia, entre voz y silencio, entre amar y pensar, entre todo y algo. La palabra transfigurada de un hombre solitario puede recoger allí, por abajo, el gesto misterioso y absurdamente magnífico de la humanidad. La poesía puede entonces proyectar ese gesto y abolir en un acto de amor la distancia entre el hombre y los objetos, entre el hombre y la naturaleza, entre el hombre y el hombre, entre el hombre y la muerte. Más que un vacío, esas distancias son el músculo al que es posible dar vida con el nervio de la visión creadora, con el tatuaje inusitado de la palabra en función y explosión de ser, para mover así el mundo. La realidad está donde queremos que esté, donde somos capaces de engendrar una forma…”
“…Toda vida es sólo un amago, el anuncio o comienzo de un gesto. También la poesía es un amago, pero su ademán permanece, como si fuera algo más. El hombre y su lenguaje empujando implacablemente sus límites, desvestidos de todo cuanto no sea límite, desvistiéndose de aquello que ahora lo es. Suprema afirmación, es también lo más cercano a la suprema negación. La grandeza concreta de la poesía, como la de la vida, consiste en no estar hecha. Un salto siempre más allá, el salto que nos hace posibles…”
Bibliografía:
Entrevista a Roberto Juarroz por Alejandra Pizarnik, revista Zona Franca, n.52 diciembre 1967
Roberto Juarroz. Poesía y Creación. Diálogos con Guillermo Boido. Ediciones Carlos Lohlé Buenos Aires. Argentina. Primera edición marzo 1980.
Bordando nanas (con hilos de amor) de Verónica Parodi con Ilustraciones de Fernanda Bragone. Del Naranjo
Poesía moderna. Roberto Juarroz. Poesía Vertical 1958-1975) Nota introductoria del autor. Selección Arturo Trejo
Diana Tarnofky. Coordinadora del Taller Lectura en voz alta y narración oral. Y el Seminario La palabra es salud
En algún momento de este tiempo raro que estamos viviendo, me llegó esta poesía de Juarroz. Y me pareció especialmente hermosa.
ResponderBorrar"Inventar el regreso del mundo
después de su desaparición.
E inventar un regreso a ese mundo
desde nuestra desaparición.
Y reunir las dos memorias,
para juntar todos los detalles.
Hay que ponerle pruebas al infinito,
para ver si resiste."
Roberto Juarroz
de Séptima poesía vertical. (1982)
Gracias,.por estos diálogos, que son aire tibio en este otoño del desasosiego
ResponderBorrarDesde mi lugar, en donde la música me da tanto universo como el que aquí resuena en los poetas/poesías puestos a jugar por Diana, leer los llamados de la Acción Poética de DT me reconforta. El confinamiento y el tapaboca no impactan en el mundo, cuando se tiene cerca, o dentro, al Ser abierto "a la conquista de lo nuevo". Gracias por compartir, las búsquedas, las presencias, la inspiración y el compromiso. Muy valiosos en tiempos del frío del poema de Jaime Sabines:
ResponderBorrarSi sobrevives, si persistes,
canta, sueña, emborráchate,
es el tiempo del frío: ama. apresúrate.
El viento de las horas barre las calles,
los caminos.
Los árboles esperan,
tú no esperes:
este es el tiempo de vivir: el único.
Resuenan dentro de mi tantos fragmentos de este. articulo... Gracias Diana por acercarnos al.poeta... gracias Verdevioleta
ResponderBorrarGracias por esta lección de poesía y sensibilidad. Sencillamente hermoso
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