Veinte sillas, de Florencia Fragasso
Para ir cerrando este mes dedicado a la poesía, Irene Ferrari nos recomienda la lectura de Veinte sillas, de Florencia Fragasso y Julieta Dolinsky, editado en 2019 por Mágicas Naranjas.
Por Irene Ferrari
Imaginarse un círculo sin fin, un conciliábulo de sillas.
Disponer los sentidos. Escuchar qué tienen para decir las Veinte sillas de Florencia Fragasso en este libro de poemas para las infancias presentes, y para las que insisten en perdurar en los cuerpos adultos.
Por momentos, las sillas son una excusa para contar las emociones de quienes las habitamos. Para contar, por ejemplo, cómo los pastos y las plantas del jardín tienen ojos para un jardinero
sal picado de ver
de pies a cabeza
Y así son, también, envión para el salto que tiene que dar la vista al decidir por dónde andar el poema. En este sentido, las infancias y adulteces se entregan a lo lúdico y descubren en la relectura, los guiños que los hacen crecer y sonreír.
Otras sillas, berrinchean su aburrimiento, no quieren quedarse solas y esperando. Y es eso lo que se pregunta la autora, su camino de exploración: ¿qué les sucede a las sillas cuando se quedan sin nosotros?
Cada una de ellas, tiene un secreto. No se parecen entre sí. Tienen, en su individualidad, el rumor de la madera y la parquedad del hierro y el metal. Son familiares, huidizas, gatunas. Cada silla nos acerca al modo de decir que eligió la autora, a un recurso poético distinto para componer la belleza de su intimidad.
Y es la mirada desde un lugar no cotidiano, o de la cotidianidad patas arriba, la que nos lleva a pensar en ellas más que cómo en objetos mudos. Y entonces, evocar astronautas, colectiveros, abrazos estirados. En poder escucharlas toser e imaginar cuánto debemos pesarles cuando nos sentamos encima o cómo envejecen cuando las olvidamos afuera.
Ese asirse al juego, es el que permite que tomen la voz con un erotismo inesperado
soy tu silla, la de siempre
conozco tu espalda de memoria
o que sean objeto - esta vez sí, objeto- de una urgencia en dibujarlas.
Con ilustraciones de Julieta Dolinsky, cada una de las sillas de estas Veinte sillas, trae el deseo de continuar entreverándolas, leyéndolas, de que no acaben de decir.
Y que el silencio, en todo caso, sea la bienvenida para la próxima.
*Mi nombre es Irene Ferrari, exploro y aprendo en y de la escritura narrativa y poética desde hace un tiempo largo. Hace siete años, nació Violeta: mi sobrina y compañera de aventuras. Por eso decidí cursar la diplomatura en LIJ de la UNSAM. Desde hace un tiempo colaboro en el blog Avion que Va de LIJ y continuo formándome como mediadora.Actualmente integro el taller de Iris Rivera.
Comentarios
Publicar un comentario