120 años de la muerte de Johanna Spyri
Ayer se cumplió un aniversario más del fallecimiento de la autora de Heidi. Desde Bibliotecas para armar les ofrecemos una semblanza de su vida y su obra.
Por Laura Ávila
Hay muchos autores que pudiendo escribir libros para adultos se dedicaron a la literatura para niños. Casi todos, haciendo huella al andar, terminaron descubriendo que se trata de un caminito empinado, mucho más difícil tal vez que el de escribir para personas formadas.
Dentro de ese grupo hay más mujeres que hombres. Algunas escribían para niños porque se lo pedían, como es el caso de Louisa May Alcott, la autora de Mujercitas. Ella logró una novela genuina y los editores la ubicaron dentro de un público infantil, dejándola presa de esa franja que ella llegó a detestar un poco. Otras lo hacían para aleccionar y educar, otras para divulgar credos y religiones, y otras porque les salía y ya, como fue el caso de Johanna Heusser, mejor conocida como Johanna Spyri.
Ella nació en junio de 1827, en una aldea de los Alpes llamada Hirzel. Su mamá era poetisa y su papá médico. La educaron, a ella y a sus otros cinco hermanos, en el amor por el conocimiento y la lectura.
Pero a Johanna le gustaba más la música. Trató de que le compraran un arpa, y como no lo consiguió, urdió un plan con su mejor amiga. Las chicas ahorraron todo lo que pudieron, paleando nieve, cuidando niños y guardando sus mesadas domingueras. Después juntaron sus ahorros. El resultado fue una magnífica arpa que compartieron, cargándola de una casa a la otra, hasta que las dos aprendieron a tocar.
A los 14 años la mandaron a estudiar a Zúrich, a la ciudad. Se instaló en la casa de su tía y perfeccionó su francés. Extrañaba su barrio nevado y agreste: siempre tenía ganas de volver. Les escribía largas cartas a sus hermanos menores; quizás allí se haya despertado su vocación.
Bernard Spyri estudiaba abogacía y era amigo de uno de los hermanos de Johanna. Se enamoraron, pero él no quería vivir en una aldea, así que en 1852, recién casados, se mudaron a Zurich.
Allí Bernard consiguió un trabajo de editor en un periódico y casi no pasaba tiempo con Johanna. Le gustaba la política y esa carrera en ascenso lo mantenía largas horas fuera de la casa. Johanna se empezó a deprimir viéndose sola en una ciudad que nunca le había gustado demasiado. Las cosas no mejoraron cuando nació su hijo, Bernhard, en 1855. No tenía humor para ser madre y esposa.
Pero cuando su hijito empezó a crecer vio que podía enseñarle música. Compartieron ese gusto y ese talento. Y como a él le encantaban las historias de la aldea que su mamá le contaba, ella empezó a escribirlas para que él las leyese en cualquier momento.
Fue así como Johanna Spyri escribió para niños. Pero lo hacía en la intimidad de su hogar. En sus relatos aparecía la montaña, la vida cotidiana en su pueblito, las cabras de su establo, niñas inteligentes y tiernas como ella misma lo había sido.
Ilustración de la edición de 1887 |
Heidi, su primera novela, apareció en 1880, cuando ya era una señora grande, pero fue un éxito inmediato. Los editores le pidieron más aventuras de la pequeña alpina. Y Johanna se desató escribiendo una verdadera saga.
También inventó a otros personajes, como Jorli. O mi libro favorito de la infancia, La pequeña salvaje, que es a la vez irreverente y sensible, una pequeña obra maestra.
El hijo de Johanna, y también su marido, murieron en 1884. Pero ella no se quedó sola esta vez. La acompañaba un universo de niños de papel que en cierta forma confortaron sus días y la acercaron a sus lectores, chicas y chicos de toda Europa, y con el tiempo, del mundo entero.
Johanna Spyri falleció en Zúrich, el 7 de julio de 1901, a los 74 años.
Gracias por la reseña. No conocía mucho de esta autora. Charles Tritten sigue la saga de Heidi: Heidi y Peter y. Los hijos de Heidi.
ResponderBorrar