CUANDO EL ARTE ATAQUE – 40 años de Teatro Abierto

Hoy se cumplen cuarenta años de la realización de Teatro Abierto, uno de los grandes momentos de resistencia cultural contra la última dictadura militar. María Trombetta recuerda ese gran hecho artístico, y además nos acerca la mirada de uno de sus impulsores: el inolvidable Osvaldo Dragún.



Por María Trombetta

El campo teatral argentino venía soportando, desde principios de los años ’70, persecuciones, exilio, censura. Los y las artistas resistían, buscando fisuras que dieran paso a la creatividad, refugiándose en metáforas y procedimientos que les permitieran sortear el control y el terror. 

Sin embargo, hacia finales de la década, un hecho en particular les marcó el límite: las autoridades del Ministerio de Educación de la dictadura eliminaron de los planes de estudio del Conservatorio Nacional de Arte Dramático las cátedras de Teatro Argentino e Historia Argentina, intentando borrar de un plumazo siglos de tradición y conocimiento y el trabajo de todos los artistas e intelectuales que habitaron el camino que los había llevado hasta allí. 

Fue entonces el momento de la organización: se propusieron generar un evento cultural que pusiera en primer plano la vigencia e importancia del teatro argentino convocando a actores, dramaturgos, directores y técnicos. La premisa fue la creación de obras cortas, de 30 minutos de duración, que se presentarían durante tres meses en el horario de las 18 hs, para permitir la participación de quienes tuvieran simultáneamente otros espectáculos en cartel. Quienes participaron renunciaron de antemano a obtener réditos económicos, ya que el objetivo que los reunía era de otra naturaleza: se había decidido que las entradas se ofrecerían a precios populares y lo recaudado se destinaría a cubrir los gastos de producción. El público respondió de manera instantánea y entusiasta, agotando funciones por anticipado.



El 28 de julio de 1981 se realizó el acto de apertura de Teatro Abierto, en la sala del Teatro Picadero, que había sido cedida por su propietario para el desarrollo del ciclo. Allí, el presidente de la Asociación Argentina de Actores, Jorge Rivera López, leyó el discurso inaugural, redactado por Carlos Somigliana, que dejaba en claro las motivaciones del encuentro:

“Porque queremos demostrar la existencia y vitalidad del Teatro Argentino tantas veces negada; porque siendo el teatro un fenómeno eminentemente social y comunitario, intentamos mediante la alta calidad de los espectáculos y el bajo precio de las localidades recuperar un público masivo; porque pretendemos ejercitar en forma adulta y responsable nuestro derecho a la libertad de opinión; porque necesitamos encontrar nuevas formas de expresión que nos liberen de esquemas chatamente mercantilistas; porque anhelamos que nuestra fraternal solidaridad sea más importante que nuestras individualidades competitivas; porque amamos dolorosamente a nuestro país y este es el único homenaje que sabemos hacerle; y porque por encima de todas las razones nos sentimos felices de estar juntos.”

Unos días después, durante la madrugada del 6 de agosto, un sospechoso incendio destruyó las instalaciones del Teatro Picadero. Lejos de intimidar al movimiento, el suceso generó una ola de solidaridad que amplificó su resonancia. Las salas comerciales ofrecieron su espacio para la continuidad del festival, que finalmente se completó en el Teatro Tabarís de la calle Corrientes, y cuya primera edición (hubo otras en 1982, 1983 y 1985) culminó el 21 de septiembre en medio de una multitudinaria convocatoria. De en medio de las cenizas, nacía la leyenda.

  


Osvaldo Dragún, uno de los impulsores y protagonistas de Teatro Abierto, cuenta en un vibrante texto de hace algunos años cómo fue el proceso que los llevó a imaginar, impulsar y producir el ciclo de teatro más emblemático de nuestra historia.  Aquí lo compartimos con los lectores de Libro de Arena:

http://www.teatrodelpueblo.org.ar/teatro_abierto/dragun001.htm


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