Para saber cómo es la soledad… habrás de ver que Luisito no está…


Se cumplen hoy diez años de la partida de Luis Alberto Spinetta, el tan querido y admirado Flaco. En Bibliotecas para armar lo homenajeamos con esta nota de un fan, que lo vio muchísimas veces, que lo fotografió y que, sobre todo, lo admiró profundamente. Por Marcelo Giraudo*




Corrían los ajetreados años setenta en un pueblito tranquilo de provincia, donde la siesta obligada de los pobladores era ajena a nuestras visitas de los hogares de amigos elegidos con el corazón, con varios discos bajo el brazo.

Una de esas casas era la de mi amigo de la infancia “Mayi”, que con el correr de los años pasó a ser mi segundo hogar y él a ocupar el rol de hermano. En ese mismo lugar y con una variada y paradójica colección de vinilos, en la que se mezclaba el folclore, los discos de moda y la cumbia colombiana, comenzamos a incursionar en la por entonces llamada “música progresiva argentina”, con el mítico grupo quilmeño “Vox Dei” y su “Jeremías
pies de plomo”.

Escuchábamos a los pioneros y revolucionarios Beatles y estábamos preparados para lo nuevo y diferente, en un medio hostil y conformista impuesto por las radios, la disquería o la confitería del pueblo, alejados de la posibilidad de adquirir algo diferente a lo propuesto
por el negocio de la música.

Así fue que llegó a nuestras manos y oídos el profundo y bello “Durazno sangrando” de Invisible, un disco que me inició en la obra de Luis Alberto Spinetta y que aún hoy,
después de más de cuatro décadas, me sigue sorprendiendo y emocionando. Una obra conceptual basada en “el secreto de la flor de oro” de Carl Jung y una música sublime y única.

Descubrimos que este gran músico, era absolutamente exigente en su música, letra y arte de tapa y así conocimos e investigamos su obra anterior y esperábamos con devoción la que vendría.

Tuvo que llegar el día y la gloria de conocerlo en persona, en un concierto debut (para nosotros) en el club Estudiantes de Bahía Blanca, presentando uno de sus discos maravillosos y más elaborados “A 18 minutos del sol”, con una formación jazzera, disco bastante olvidado también por los medios proclives al negocio discográfico. De ese primer concierto me quedó grabada la imagen del flaco entrando por el costado del club y subiendo al escenario, la noche en que nos quedamos bajo un tapial esperando el colectivo que nos regresaría al pueblo, una de las tantas noches sin dormir después de verlo al flaco, como la de su concierto en el bello teatro Colón.

Hoy se cumplen diez años de su partida física, dirían esos medios que solo recuerdan efemérides y hacen un resumen de su basta carrera creativa, olvidándose de sus mejores obras y resaltando solo lo más conocido comercialmente. Aquello de lo que justamente Luis rezongaba, para que no volvieran a pedir esos temas en sus conciertos.

No lo conocí personalmente, nunca quise o me atreví a saludarlo o decirle en directo lo que significaba para mí, quizás para no molestarlo ni interrumpir esos momentos previos a sus conciertos, donde su mente estaría a mil, o bien en los finales de sus recitales, de los que nos íbamos plenos, con el alma llena y a la espera del siguiente concierto. Era suficiente el diálogo, la entrega y la felicidad que nos daba un artista y un ser humano como Luis.

No soy amigo de los aniversarios y mucho menos de estos, porque estos seres te acompañan siempre, con sus obras que se renuevan. Solo me recuerda esta fecha que hace diez años que no tenemos la ansiedad de esperar el nuevo material del Flaco, presentado previamente en sus conciertos de cada año en el teatro Auditórium de Mar del Plata, o en cualquier sala de buenos aires, siempre que fuera sentado, con esa paz que te daban esos conciertos y la mente y el corazón abiertos para recibir su nuevo material.

Luis nos dejó legados, ideas, posturas que nos van a acompañar como formas de vida: su entereza y tenacidad para crecer como músico y escritor; por él recorrimos algunos escritos del antropólogo Carlos Castaneda y su influencia en su genial formación de Spinetta jade, los pasajes en varias obras solistas influenciado por Michel Foucault, o sus comienzos surrealistas con Antonín Artaud en Pescado rabioso. sus posturas ante los molestos “cantá esto o aquello”, insistiendo en escuchar lo nuevo y el placer de exigirse al hacerlo, o bien sus cruzadas contra las discográficas rechazando sus mandatos. Jamás abandonó la poesía, ni en los momentos desgarradores de amigos desaparecidos, cuando al dolor lo transformó en arte. El juicio a la discográfica en su primer disco solista, porque usaron una foto de Almendra para lograr mayor venta, o el cartel que se puso en el pecho para salir en la tapa de una abominable revista de chismes donde aclaraba irónica y sabiamente: “no lea basura,lea libros”.

Además de ser el gigante artista que fue, los que lo conocieron y disfrutaron de cerca, siempre hablaban de su humor continuo, brillante y coloquial, que también compartía entre tema y tema en sus conciertos, desde ese concierto en Bahía Blanca hasta la maravillosa despedida en Vélez Sarsfield con las bandas eternas, pasando por salas pequeñas o el mismísimo Colón.

Preparado para “su camino definitivo”, como él mismo lo definió y que nos costó dolorosamente aceptarlo, logró dignamente hacer que su vida privada fuera suya.

Me queda el mismo sabor y sensación de mis amigos de la vida que ya no están, nunca se fueron del todo, pero tampoco los tengo, para escucharlos, abrazarlos o compartir al menos una de las cuarenta obras geniales que dejó Luis, para que nunca se fuera de nuestros corazones.

Para saber cómo es la soledad… habrás de ver que Luisito no está…










*Marcelo Giraudo nació en Puan, un pueblo cercano a Bahía Blanca, pero es marplatense y otamendino por adopción. Aficionado de la fotografía, ha sacado fotos en varios recitales de Luis A. Spinetta, como la que acompaña la nota, de Pat Metheny y de otros muchos artistas. Es un apasionado de la música y ex alumno de guitarra de Mario Corradini y de bajo de Jorge Armani.

Comentarios

  1. Gracias Marcelo Giraudo! seguiremos escuchando al Flaco, cada día de nuestras vidas , eterno Luis, y su poesía!

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  2. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

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  3. Felicitaciones por tu escrito, Mar... me hiciste emocionar.. porque además de lo que Luis significa, y repito: significa, en tiempo presente, musicalmente, su proceder en todas partes expuso su don de gran persona.

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  4. Grande Giraudo querido... Me recuerda las infinitas anécdotas que me contaste de esos conciertos, como cuando lo viste en el Auditorium presentando Kamikaze, o en el Astral -si mal no recuerdo- tocando solo todos los temas del recién salido Privé. Algunos otros los hemos compartido, como aquel de La la la con Fito en el estadio Mundialista, o la época de Tester... En fin. Gran abrazo compañero

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