Ileana Lotersztain y Carla Baredes: “Hacemos libros para leer, libros que apelan a la curiosidad”

En esta charla con Ileana y Carla, las editoras de iamiqué, científicas, además, repasamos el singular camino de una editorial diferente, que empezó a contracorriente en el 2000, con un solo libro, y que hoy, tras un poco más de veinte años, se ha convertido en una de esas rara avis que marcan camino, que son referencia a pesar de que, como al principio, siguen haciendo libros distintos, fuera de los moldes.

Mario Méndez: Buenas tardes. Vamos con una presentación no muy formal, pero un poquito. Ileana Lotersztain es licenciada en Biología. Y Carla Baredes es licenciada en Física. Las dos provienen del mundo de las ciencias. Después de hacer una capacitación y especializarse en la divulgación para niños y jóvenes, se metieron en este mundo de la edición para niños y jóvenes. Y lo primero que quiero preguntarles, porque me llamó mucho la atención, en el lindísimo catálogo que tienen, en la página en la que se presentan, ¿cómo es eso de que fueron al Jardín juntas, y a la secundaria, juntas, y se conocieron en la universidad cuando ya se habían recibido?

Carla Baredes: Fuimos al mismo Jardín de Infantes, al mismo secundario y a la misma universidad, porque las dos fuimos a Exactas, de la U.B.A., Ileana a Biología y yo a Física. El tema es que yo soy mayor que Ileana, unos ocho años (aunque parezco de la edad de ella… ja, ja). Y nunca nos cruzamos porque, en la escolaridad, ocho años es un montón. Cuando nos conocimos, haciendo la especialización en divulgación científica, ambas ya recibidas, nos enganchamos muy rápido en la forma de ver la divulgación. Tenemos algunas características bastante parecidas las dos y un día descubrimos que habíamos ido al mismo secundario: “qué casualidad, qué genial que también fuiste al Liceo 9”… y otro día, ya pasado eso, descubrimos que habíamos ido al mismo Jardín, una cosa loquísima. Un jardincito, de esos de barrio. El Peter Pan, que ya no existe. 

MM: El mundo es muy pequeño. Mis dos hijas fueron al Liceo 9. Hermoso colegio. Hoy hablé con Tony Santa Ana que les mandó muchos saludos y me dio letra. Una de las cosas que me dijo fue que les dijera que me cuenten la anécdota de por qué se llaman Iamiqué, que es muy divertida. Yo no la escuché nunca, y seguramente acá habrá algunos que tampoco. 

Ileana Lotersztain: Bueno, la historia se remonta un poco más atrás. Carla ya comentó que nosotras nos conocimos haciendo un curso de divulgación científica en la Fundación Leloir. Ahí tuvimos mucha onda entre nosotras, y en ese momento alguien me ofreció a mí colaborar con una editorial escribiendo libros de texto en forma free lance. Yo hacía los libros de Biología y luego la propuse a Carla para escribir los de Física. Era un trabajo muy solitario, entonces Carla se trajo su computadora a mi casa y empezamos a trabajar juntas, nos leíamos los textos, nos consultábamos las dudas que nos surgían... Y pasaba esto que pasa a veces con los libros de texto: tienen cosas muy pautadas, cosas que quedan afuera, que no se pueden contar, porque no hay espacio o porque el tema no da. Y nos iban quedando un montón de cosas afuera que eran lindas para contar. También teníamos esto de que cuando hay un científico o una científica en la familia o en el grupo de amistades siempre aparecen preguntas. Nosotras teníamos un cuaderno en el que íbamos anotando ese  montón de preguntas y esas cosas interesantes para contarlas alguna vez. Yo en ese momento colaboraba con Página 12 haciendo divulgación para público adulto y entonces se nos ocurrió ofrecer una serie de fascículos para que el diario los regalara los domingos. Así que agarramos esas preguntas que teníamos y armamos el primer fascículo apelando a los amigos, la familia… Lo diseñó una amiga, lo ilustró un amigo, lo imprimió Pablo, el marido de Carla… Presentamos el proyecto, gustó mucho, pero como suele pasar, primero había que buscar un sponsor. Nosotras somos muy entusiastas y nos dijimos que teníamos que avanzar con el proyecto, porque después de que nos dieran el Sí iba a salir un fascículo por semana. Nos pusimos a escribir y diseñar y llegó un momento en el que, realmente, ya teníamos material para un libro entero. El SÍ no llegaba… y ahí nos dijimos ¿cómo seguimos con esto? ¿A quién se lo ofrecemos? ¿Querés contarlo vos, Carla?

CB: Bueno, yo estoy casada desde hace mucho tiempo con un gráfico, que proviene de una familia de impresores. Es decir, estaba casada con alguien que hacía algo completamente distinto a lo que hacía yo: yo era física, trabajaba para el CONICET… Para él hacer un libro no tenía la misma connotación que tenía para mí y muy frescamente me dijo que por qué no lo hacíamos nosotras. Apareció otro amigo de la familia que nos dijo que nos apoyaba con el plan. Como somos científicas, le preguntamos a gente amiga si conocían gente del mundo editorial para hacerles algunas consultas y así fueron apareciendo contactos: un hermano, un amigo, una prima… A toda esa gente, que no conocíamos, pero a la que podíamos llegar, le empezamos a preguntar, a pedir consejos sobre cómo les parecía que teníamos que hacer para publicar un libro. Y nos decían que si no invertíamos en publicidad no íbamos a poder, que la ley número uno dice que nadie sale al mercado con un solo libro, que íbamos a necesitar a alguien del medio porque si no, no íbamos a poder entrar… Eran muchos los que creían que el proyecto probablemente fracasara… “Libro que no se mueve, libro que no se vende”, decían… No estábamos en condiciones de hacer todo eso ni era lo que queríamos. Nadie nos había dicho “Háganlo”, que era lo que queríamos escuchar. Los que leían los textos, que desconocían el medio tanto como nosotras, nos decían que estaban buenísimos. La gente que sí sabía, desde todos los ángulos, porque hablamos con un montón de gente (un librero, un distribuidor, editores) nos dijeron que no. Que lo que estábamos haciendo no era una buena idea. Así que teníamos dos posibilidades: o atendíamos esas respuestas que habíamos salido a buscar o decíamos “¿Y a mí qué?”. Y lo que ocurrió fue que no nos importó nada de todo lo que nos dijeron y seguimos adelante. Lo cual ya no sería muy científico. Así que dijimos “¿Y a mí qué?” y nos fuimos a registrar ese libro que íbamos a hacer. La persona que nos atendió nos preguntó si íbamos a hacer una edición de autor o si íbamos a registrar una editorial. Le preguntamos cuál sería la diferencia y nos dijo que, en principio, una editorial se fundaba para hacer más de un libro y que, para registrarla, teníamos que ponerle un nombre. Y como pensábamos que quizá después hiciéramos otro libro, decidimos registrar una editorial. Nos fuimos para pensar tranquilas el nombre, que ya casi estaba dado... Después jugamos un poco con cómo escribirlo para que sonara simpático, que no fuera tan obvio y que se leyera “bien”: iamiqué. Lo gracioso es que hay gente que no se da cuenta de entrada qué quiere decir y nos preguntan si es un nombre mapuche o de dónde viene esa palabra…




IL: Pero una vez que lo contamos no se olvidan más. 

MM: No, claro. Es realmente muy linda la anécdota. Me hicieron acordar de una propaganda (alguno se acordará) que decía “No va a andar”. 

CB: A ver… respecto de las opiniones que nos daban las personas del medio… yo ahora, tal vez aconsejaría lo mismo. Hay cosas que se van dando porque uno golpea en el momento justo, justo se da la situación para hacerlo. Creo que era un buen momento. Creíamos mucho en lo que estábamos haciendo y a las dos nos encanta la divulgación. Había muchas ganas, mucha juventud, mucho empuje y paciencia, que es otra cosa que hay que tener. Al día de hoy nos sigue encantando la divulgación y seguimos teniendo esas ganas… lo que lamentamos es no tener el tiempo para hacer todos los libros que nos gustaría.

MM: Es verdad. Bueno, anduvo. A pesar de que salieron en el 2000. 

CB: En el 2000 salió nuestro primer libro, sí. 

MM: Empezó a estallar todo en la Argentina, en el 2000, 2001, todo se fue un poco al diablo. Y ustedes se largaron con un solo libro, el primero, contra corriente, porque es cierto; en la carrera de Edición, lo primero que se dice es que no se sale al mercado con un solo libro. Y hoy tienen sesenta y uno, creo…

CB: Sí tenemos más de sesenta, seguro. Tenemos un montón ya. 

MM: Acá Debby pregunta cuál fue ese primer libro.

CB: El libro se llamaba Preguntas que ponen los pelos de punta. Le habíamos puesto ese nombre. Y cuando lo terminamos de hacer teníamos un montón de preguntas que no habían entrado en el libro. Entonces decidimos ponerle un 1, porque era posible que hiciéramos un segundo. Y ahí entró la cadena de comentarios de que no sabían si estábamos locas por haber hecho un libro así, o por haber puesto un 1 en la tapa. Teníamos una fe total en que la cosa iba a continuar. Se llamó así. Ahora, con una experiencia de veinte años, pensamos que fue un nombre muy largo, que poner un 1 en la tapa fue malísimo, porque la gente piensa que si no leyó el 1 no puede leer el 2. El 2 era genial, era un libro divino, pero la gente no lo quería si no estaba el 1. Fue un libro muy largo, tenía como setenta y dos páginas… El nombre nos gustó mucho y lo conservamos para una serie. De esos tres primeros libros que hicimos en 2000, 2001 y 2002, el 2 y el 3 están reeditados y reformulados en esa serie que después fue con otros temas y otros libros. Pero esos fueron los primeros libros, y salió uno por año. 

MM: Qué bueno, qué emoción ver los primeros pasos, ver el primer libro…

CB: Hoy, mirando acá a ver qué libros tenía, esta era la tapa (lo muestra). Ven que ya tiene logo. La primera edición no lo tenía. 

MM: Yo creo que lo tuve en la escuela. En esa época era maestro de grado y estaba en la escuela. 

Gloria Candioti: Es un libro que circuló mucho. 

IL: Sí, estuvo en muchos Planes de Lectura; en la Argentina, en países de América Latina, la verdad que nos dio muchas satisfacciones. 

MM: Realmente. Hay una cosa que la explica el lugar donde se conocieron, se estaban capacitando para hacer divulgación científica. Pero hay una cuestión de originalidad en Iamiqué, que la hace distintiva. Uno puede ver cinco, diez, varias editoriales dedicadas al mismo ámbito, son muy hermosas, los libros son bellos, y hay otras, dentro de la LIJ, que se dedican a los libros para la escuela, o apuntan a llegar a las aulas. Pro ustedes son únicas; es raro, y no sé si ustedes tienen alguna explicación para eso, que no haya generado imitadores. Porque cuando salió Harry Potter, todo el mundo salió a escribir sobre magos que se enteran de que lo son a los once años. 

CB: EL fenómeno de Iamiqué no es cómo el de Harry Potter

MM: Están un poquito abajo, quizás, en lo financiero, no sé si no están en la lista de Forbes debajo de Rowling. Fuera de chiste, ¿por qué no hubo imitadores? ¿Era muy difícil? 

IL: En parte, lleva mucho trabajo hacer libros informativos bien hechos, a conciencia. Es mucho trabajo de investigación, no son temas fáciles de contar, encontrar ilustradores que lo quieran hacer… Hacerlo bien demanda mucho esfuerzo. En parte tiene que ver con eso. 

MM: Yo pensaba lo mismo.

CB: También creo que se dio una conjunción de cosas. Nosotras somos científicas. Yo sería incapaz de hacer un libro de ficción. No puedo ni evaluarlo. Vengo de otro lado. Y me parece que ese espíritu con el que empezamos está presente en todos los libros: el placer que nos dio a nosotras estudiar ciencias, las razones por las que elegimos estudiar ciencias, cómo fuimos de niñas, cómo fueron nuestras familias… No casualmente eligieron el mismo jardín y la misma secundaria para nosotras. Hay algo del conocimiento que nos sigue generando mucho placer. Nos gustó mucho hacer todos los libros que hicimos porque nos conectó con esa curiosidad que tenemos. Además, creo que somos divulgadoras natas, nos gusta contar la ciencia, aunque nos lleve mucho tiempo cada proyecto. Cada libro de Iamiqué tiene por ahí dos años de trabajo. Es un montón de tiempo. No hay libros que hayan llegado y hayamos dicho “esto ya está”. Hay mucho compromiso de parte nuestra, mucha lectura, re lectura, búsqueda de información… Hablé con editores que tienen editoriales preciosas y hacen un poco el mismo comentario: que los libros informativos llevan mucho trabajo. Y por ahí no tienen tanto mercado, se hace difícil moverlos. Los planes de Lectura no siempre los incluyen, como ocurre en Argentina que la mayoría de las veces ni los contemplan… Nuestros libros están como en un borde: enseñan, pero no son libros para el aula, hay que tener muy claro eso también. Creo que en eso iamiqué tuvo algo distintivo. Siempre digo que hacemos libros para leer, no queremos crear vocaciones ni que salgan hordas de científicos… Hacemos libros que apelan a la curiosidad y que se sustentan en el placer que da entender, conocer, darle explicación a cosas que vemos, que nos pasan… Ahí estamos las dos, porque las dos tenemos una conexión con lo científico desde siempre, es lo que elegimos como profesión… Hay algo ahí que es fundacional. 

MM: Pero incluso eso también es original. Yo vivo con una científica, que es investigadora de CONICET, investiga, y por supuesto, divulga, dentro de su círculo. Pero no se le ocurre trabajar de divulgadora de la ciencia, y para chicos. 

CB: Los científicos muchas veces escriben horrible, hay que decirlo. Se ponen muy solemnes o muy vuelteros. También, porque estuvimos ahí, sabemos cuáles son sus vicios, sus errores más comunes cuando escriben. Vos les decís “pero esto no le interesa a nadie” … Y ya sabés lo que te van a decir: que no se puede no contar eso. Y sí se puede, porque acá estamos haciendo un libro que tiene que ser interesante… No estamos enseñando nada. Hay mucho trabajo con los autores, que la mayoría son científicos, mucho ida y vuelta. En general, los mejores resultados los obtenemos con aquellos que se ponen en nuestras manos, que entienden que nosotras somos las que sabemos cómo contarlo. Todo ese trabajo se hace largo, pero siempre es muy rico. Ellos mismos, científicos y científicas, quedan encantados con lo que lograron. 

IL: Sí, nos dicen que nosotras sacamos lo mejor de cada texto. Nos han dicho eso, y es muy lindo. Tienen que confiar mucho en nosotras. Y creo que confían porque somos científicas. Porque si no, no sé si confiarían tanto. Saben que nosotras nos involucramos desde lo que hacemos y que tenemos autoridad suficiente cuando les decimos que algo no se entiende. Lo mismo ocurre con los ilustradores: el trabajo es más complejo y no todos quieren trabajar con Iamiqué… En general, los que conocen nuestros libros saben que no hay infografías, ni gráficos, ni nada de eso, pero que somos muy estrictas en que las ilustraciones no manden mensajes contradictorios, equivocados, que muestren realidades que no existen… A veces son cosas muy sencillas, por ejemplo, que los animales estén en su hábitat, que tengan el tamaño que corresponde, porque hay mucho estudiado sobre eso. 

CB: Por ejemplo, Mariano Ribas, nuestro astrónomo, el que escribió todos los libros de astronomía de Iamiqué, dice que el dibujo típico del Sistema Solar, con todos los planetas girando alrededor, genera la idea de que los planetas pueden chocar. De hecho, si en esos dibujos dos planetas coincidieran en el lugar en su órbita, chocarían. Él nos dijo expresamente que no quería que estuviera ese dibujo, porque da ideas muy equivocadas que quedan muy arraigadas. 

MM: Sí, claro. Uno piensa en el Sistema Solar y piensa en eso. 

IL: Automáticamente. 

MM: Acá Gloria les pregunta si este trabajo implica mucha investigación de parte de ustedes, porque de algunos temas no sabrán tanto…

CB: De la mayoría no sabemos. (Risas). 

IL: Sabemos dónde buscar, que es lo que hay que hacer cuando uno no sabe de un tema: saber dónde informarse. 

CB: Ahora por suerte existe Internet, que es una maravilla, pero cuando empezamos no era tan fácil, había que salir a investigar cada cosa. Nuestra dinámica de trabajo suele ser la siguiente: yo voy leyendo en voz alta el texto e Ileana me escucha con el teléfono en la mano, mientras va chequeando, buscando más información… Intercambiamos ideas, interpretaciones de los datos, cotejamos… Si no entendemos algo buscamos más info a ver si lo entendemos nosotras, porque a veces la forma en que está escrito algo es crucial: no entiendo si es esto o es aquello. 

IL: En nuestros inicios tenemos anécdotas divertidas. Cuando teníamos la ENCARTA en CD, que delata nuestra edad, y después, para nuestra serie Detectives científicos, hemos ido a entrevistar a gente de la policía científica. Los policías estaban encantados. No sabían bien qué íbamos a hacer, pero estaban orgullosos: “Las señoras están haciendo una investigación para contarles a los chicos cómo trabajamos acá”, y tenemos una cantidad de libros horribles que amablemente nos regalaron: de balística, de huellas digitales, de criminalística… No los leímos en detalle, pero encontramos algunas cosas que nos sirvieron mucho. 

IL: Hemos leído mucho en cada proceso. 

MM: Ahí tienen algo de ficción; esa charla con un policía… “Acá las señoras…”, es para una novela. Cuando se decidan a publicar ficción en Iamiqué, avisen. Acá Claudia Cadenazzo dice que otro punto fuerte es que son provocadores. No solo para niños, niñas, y adolescentes, sino también para nosotros, los adultos. Nos hacen accesibles temas que no siempre son fáciles de comprender. En relación a lo cotidiano con lo científico, filosófico, y artístico. 

CB: Muchas gracias. Nos encanta provocar. Ileana y yo tenemos mucho sentido del humor. Somos irónicas… Nos conectamos también por ese lado. La cosa de provocar con la pregunta obvia nos encanta. ¿Por qué moja el agua? ¿Por qué abrigan los pulóveres? En general, los adultos quedan como más tildados con eso. ¿Por qué abriga la lana? Si agarrás el pulóver de la percha, no está caliente. Sin embargo, te lo ponés y lo sentís calentito. La frazada en el estante no te da calor. Ese lugar de juego, de provocación con la ciencia, nos encanta. Y después hemos incursionado en cosas como las que dijo Claudia, como la filosofía, que para nosotras es como la madre de las ciencias. Preguntar qué es la verdad es provocar todavía un poco más. Siempre digo que hicimos un recorrido: primero con los libros de ciencias, en los que, de alguna manera, hay una única verdad. Una verdad que puede cambiar y mañana puede ser otra, pero mientras estamos acá, hay una única verdad sobre por qué moja el agua. Si mañana se encuentra una forma mejor de explicarlo, o si descubrimos que la explicación que tenemos hoy no serviría para explicar algunas otras cosas, habrá que cambiar esa verdad, pero mientras tanto, es una. Más tarde, cuando empezamos la serie Las cosas no fueron siempre así, y quisimos contar la historia de la medicina o la historia del baño, empezamos a incursionar con científicos sociales y ya la verdad no era única. Nos ponía un poco nerviosas esto de “bueno, depende”, “hay que creer que fue así…”, “depende de cómo lo veas”. O el historiador diciendo “A mí me gusta más…” ¡¿Cómo que le gusta más?! Ahí tuvimos que aprender a convivir con los puntos de vista y en cómo se informa algo. Hay cosas que están fechadas y documentadas, pero hay otras que no. Hay cosas que cambian completamente según quién las cuente. De hecho, una editorial china publicó todos los libros de la serie excepto el que cuenta la historia de la medicina porque dijeron que tiene una mirada totalmente occidental. Lo cual es totalmente cierto. Luego pasamos a la filosofía y ahí ya no solo había más de una respuesta… Algunas veces no hay respuestas, o hay millones, o podemos encontrar otra que todavía no se dio. Para nosotras fue todo un aprendizaje.



IL: Es así, nos inquietaba bastante. 

MM: Ahí Debby dice que justo está pensando en Nada, ese maravilloso libro de filosofía para chicos. Y Sebas, que ya están a un pasito de la ficción. Sí, sí. Nos convocan.

IL: No. La ficción es el límite, me parece. Tenemos algunos poquitos libros que tienen una narración. Pero es siempre funcional a lo que queremos contar. La información va primero, es la que manda. 

MM: Claudia dice que iba a sumar eso, el humor. 

IL Sí, el humor atraviesa todos nuestros libros. La mayoría. 

MM: Es que es como un eje: desacartonar para que los chicos se interesen, hacer que la Física no sea eso aburridísimo que nos enseñaban en la secundaria. Perdón, Carla, pero era la materia más aburrida del mundo. Si a mí, el profesor me hubiera preguntado por qué la frazada está fría en el placard y después te calienta, yo hubiera dicho: “ah, mirá…”. Pero te contaban unas cosas tan aburridas, que uno decía “basta con esta materia.”

IL: Por ahí te contaban lo mismo, pero la motivación era otra cosa. Algo que decimos siempre es que si te preguntan qué consecuencias tiene que el eje de la tierra esté inclinado, puede que no te interese. Pero si te preguntan por qué hace calor en verano, es mucho más motivadora la pregunta y seguramente te va a interesar. La respuesta es la misma en ambos casos, te van a contar lo mismo porque tiene que ver con que el eje de la tierra está inclinado, pero es totalmente diferente el abordaje. 

CB: Un poco, lo que está diciendo Ile, tiene que ver con algo que iba a corregirte. Vos dijiste “que los chicos se interesen” y, en realidad, ya están interesados. Creo que trabajamos con eso, apuntamos ahí. Tal vez es que ese deseo de entender no se apague, que no se censure, que no se vaya trasformado en ese desgano que suele haber. Estamos apelando a algo que en general todos los chicos tienen, y los adultos, si los motivamos un poco, también. Ile siempre me dice, después de que leemos y leemos, la cantidad de cosas para contar en las sobremesas que tendríamos si nos acordáramos de todo. 

IL: A veces estamos buscando explicaciones para algo y le digo: “Esto no va, pero te lo leo porque está buenísimo”. 

MM: Qué bueno. ¿Ustedes reciben originales, o hacen pedidos? ¿Ustedes son las que producen los proyectos la mayoría de las veces? ¿O reciben por partes iguales?

IL: Para algunas series tenemos temas que ya sabemos que queremos tocar. Y entonces, por ahí, encargamos. Pero también se nos acercan autores y autoras con quienes hemos trabajado, que traen nuevas propuestas o les pedimos que piensen alguna otra cosa. Cuando una ya trabajó bien con alguien está bueno capitalizar eso y pensar juntos o juntas diferentes temas. También compramos derechos, como en el caso de los libros de filosofía que compramos y tradujimos. Hay de todo un poco. 

CB: Sí, de todo un poco. A veces pasa que alguien nos manda una idea, como sucedió, por ejemplo, con Valeria Edelstein, que es una divulgadora muy formada. La propuesta de ella era hacer un libro sobre cómo se relacionan las ciencias con las estaciones. Le pedimos que nos cuente un poco más… Nadie escribe nada hasta que no vemos un poco por dónde va la cosa y cuál sería el temario. Y entonces le dijimos a Valeria que estaba divino pero que todo eso se podía hacer una enciclopedia entera. Le propusimos hacer un libro para cada estación, porque si no quedaban un montón de cosas en el aire. Una vez consensuado eso, trabajamos nosotras con Javier Basile que es nuestro director de arte. Armamos una idea gráfica, una forma de distribuir la info y le preguntamos por qué estación quería empezar. “Invierno”. Vamos con el libro de invierno, y vemos si tenemos el corpus suficiente para un libro entero. Y lo tenía. Hoy tenemos la serie que se llama Ciencia todo el año, y hay Ciencia para pasar el invierno, el otoño, el verano y la primavera. El primero tardó como dos años en salir. Y ya después, teniendo la serie en la cabeza, habiendo trabajado con el ilustrador, los textos fueron saliendo más rápido y logramos publicar uno por año. En el caso de la serie Sopa de ciencias -que tiene Química hasta en la sopa como primer libro- surgió porque alguien nos contó sobre una charla que daba una química en la Fundación Leloir. Contactamos a la persona, la charla era divertida y, aunque no daba para un libro, empezamos a pensar y a trabajar con ella. Y a partir de ese primer libro, convocamos nosotras más autores. Buscamos un matemático para que escriba Matemática hasta en la sopa. Ese salió divino, rápido… Juan Sabla que es un matemático espectacular, que escribe hermoso. Trabajar con él fue una maravilla, así que lo conminamos a que piense algún otro libro. Propuso hacer el de la historia de las mediciones, que es un libro precioso. Y el otro día lo llamamos y le dijimos que piense otra cosa. Física hasta en la sopa, en cambio, nos costó un montón. Creo que tuvimos tres equipos, ¿No, Ile? Todos esos procesos fueron larguísimos porque hasta que resolvemos que algo no va para ningún lado, puede pasar un año. Biología hasta en la sopa, que salió este año, también nos costó mucho. Fueron como cinco años. No todo el tiempo trabajando, pero con muchas idas y vueltas. 

IL: En general son autores y autoras muy reconocidos en su ambiente y que trabajan mucho. No suelen disponer de mucho tiempo porque es gente muy ocupada. Su actividad es la investigación y cuando les pregunta, por ejemplo, dónde están, te dicen que en China porque fueron a dar un curso. “¿Cuándo volvés?”. Nunca saben con certeza cuándo estarán disponibles. Es divertido el trabajo con cada uno, pero también es como un gran vacío cuando empezamos. Siempre tenemos la intriga de cómo nos irá en cada caso…


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