Lola Rubio: “Todos los editores queremos darles tiempo a los libros para desarrollarse, para llegar hasta sus lectores”

En esta primera parte de la entrevista con Lola, expresidenta de ALIJA y editora en Fondo de Cultura Económica, conversamos de muchas cosas, de las lógicas del mercado editorial, de la responsabilidad de las y los editores con sus autores y autoras, de los circuitos de venta y sus características diferenciales, y de la importancia de las ventas institucionales.  Además, nos dimos el lujo de que Lola nos diera un recorrido por su más reciente publicación, Mara, de Paula Bombara y Raquel Cané.

Mario Méndez: Bueno, acá estanos. En un nuevo encuentro del paseo por las editoriales que realizamos desde Bibliotecas para armar, con el auspicio de ALIJA. Y estoy con mi predecesora en la presidencia de ALIJA, Lola Rubio. No será por ese lado que encaremos fundamentalmente la charla, sino por su labor de editora. En su momento en Tinta fresca, en Ríos de tinta… supo editarme hace unos cuantos años. Y actualmente es la editora del Fondo de Cultura Económica, una de las editoriales más importantes de Hispanoamérica. Una editorial exquisita, sobre todo en cuanto a lo que a nosotros nos compete, que son los libros para niños y niñas. Los libros ilustrados del FCE son célebres con toda justicia. Así que, bienvenida, Lola. Compartimos también como estudiantes los claustros de la carrera de Edición, y como si fuera poco cumplimos años el mismo día. 

Lola Rubio: Fuimos durante un pequeño tiempo, colegas en Filosofía y Letras en Edición, cuando dábamos clases. 

MM: Es verdad. Bueno, Lola, ¿cómo va eso? ¿Cómo anda el FCE?

LR: Estoy muy contenta, es un momento muy bueno para mí como editora del Fondo. Yo hace muchos años que estoy, y estamos publicando desde hace un año y medio. Imaginate que es un anhelo acariciado largamente. Entré a fines de 2005 y desde entonces se armaron muchos proyectos que no llegaron a destino por distintos motivos. Así que cuando el año pasado teníamos todo listo para salir, yo tenía mucho temor. No me atrevía ni a que me contaran qué libro estaba en imprenta. Porque era “hasta que no lo vea, no lo creo”. Así que estoy muy contenta; esto no me pasó nunca, en toda mi vida en Fondo. 

MM: ¿Desde cuándo estás en Fondo, Lola?

LR: Casi diecisiete años. 

MM: ¡Pensé que menos! ¿En Tinta Fresca me editaste hace más de diecisiete años?

LR: No, lo que pasa es que el tiempo en que yo estuve en Tinta Fresca, que fue entre 2010 y 2011, logré tener una licencia en la biblioteca de la escuela, y estaba en simultáneo en Tinta Fresca y en Fondo. No había una real competencia, porque Fondo en ese momento no estaba publicando libros, entonces editaba para Tinta Fresca y hacía trabajo de promoción en FCE. Igual, hace unos cuantos años, ya hemos pasado los diez o doce años desde que salió Ana y las olas, una novela histórica que si no la leyeron, creo que todavía se consigue, preciosa. 

MM: Sí, todavía anda dando vueltas. Cada vez que corresponde, Lola, cito las palabras que dijiste cuando se presentó la colección, adonde estaba Ana y las olas y algunos libros más. Que los editores de libros para chicos tienen múltiples personas a convencer, a quienes dirigir su trabajo. Preferiría que lo digas vos que lo decís mejor.

LR: Sí, es cierto. Uno tiene que seducir a un número muy grande de lectores. Los lectores son en última instancia los destinatarios; uno pasa por una carrera de vallas y obstáculos, hasta que llega al lector final. El que sería el “lector meta”, en términos de marketing. Para eso, uno tiene que seducir a todo el comité editorial, como en cualquier editorial. Uno tiene que convencer hacia adentro, no sólo a su responsable editorial, que sería quien perfila y define el gusto, por decirlo de alguna manera, sino también al departamento comercial. Uno puede llegar a escuchar cosas muy severas de parte de la gente que hace la venta de los libros. Pueden llegar a decirte cosas muy desconcertantes, como que no les interesa promocionar el libro que ya existe, que no piensan hacer esfuerzos por ese libro. Entonces no es buena idea publicar algo que tu propio comité no te está respaldando. Cuando uno planea una publicación, a uno le tiene que gustar, desde ya, porque ese es el primer lector. Le tiene que gustar a tu equipo editorial y a tu equipo comercial. Si vos tenés el aval del equipo comercial, le estás dando la mejor familia al libro. Si no, realmente lo estás conduciendo por un camino de un poco de maltrato. Es muy importante asegurarnos un recorrido comercial. Esto no significa que sea un best-seller, o que te lo saquen de las manos. Significa que todo el equipo de tu empresa considera que el libro se merece estar en esa familia. Es la razón por la cual no me quedé en Tinta Fresca. Porque no sentía que eso estuviera pasando. Es un compromiso muy grande; vos le pedís una obra a un autor, no es que el autor no pueda llevarlo él a otra editorial, porque hay montones de ejemplos que muestran lo contrario. Pero estás metiéndole el libro en un callejón, del que le va a llevar unos años sacarlo. Estás metiendo a esa obra en un cajoncito, y si no está funcionando todo bien, al autor le queda esa obra retenida por un buen tiempo. Por contrato. Es como un poco cruel, y a  mí me perturbaba mucho este funcionamiento que tenía el catálogo de Tinta fresca. Ellos respaldaban mucho algunas obras, porque a lo mejor conocían a los autores u sabían cómo promocionarlos. Cuando lo que vos publicabas no era tan fácil de mostrar y de promocionar, lo cajoneaban. Es la lógica del vendedor. Es sabido que los vendedores venden lo que se vende. ¿Y qué se vende? Lo que los vendedores venden. Es como un círculo que puede ser virtuoso o vicioso. Entonces, estar en un equipo, como siento que me pasa ahora en Fondo, que hay un departamento comercial que está muy comprometido con los libros, (incluso con los contenidos de los libros); sentís ese respaldo. Y cuando le pedís a un  autor que entre le estás dando un importante apoyo a esa obra. Entonces lo contratás con tranquilidad. Lo contrario te vuelve loco, te llena de intranquilidad.

MM: De lo que dijiste se desprende que hay una cosa de responsabilidad, con respecto, no solo al libro que elegiste, sino al autor. Te sentís responsable de que ese autor tenga lectores.

LR: Y sí, porque como enseñaba Patricia Piccolini, publicar es "hacer público". No es solo dar a difusión, sino construir este lectorado. Por ejemplo, acabamos de publicar un libro precioso de Paula Bombara y de Raquel Cané, Mara. Paula Bombara ya tiene su público lector, Raquel Cané tiene sus seguidores en la ilustración, pero vos les garantizás tu esfuerzo por darles nuevos lectores, ampliar ese lectorado. Después, puede pasar que no lo logres. Por múltiples motivos. Pero por lo menos, lo que tenés que garantizar es el esfuerzo porque eso no pase. Y hay condiciones. Yo siento que en este momento las condiciones de Fondo, las condiciones del mercado, y de la gente que está en Fondo, garantizan el esfuerzo. Y eso está bárbaro. Como que tenemos un catálogo pequeño en estos momentos, porque hasta ahora tengo siete libros publicados. Muy amorosamente publicados, muy cuidados, y además son pocos, pero estamos muy encima de esos libros.

MM: Hay unas cuantas cosas curiosas para sacarle más jugo a esta charla. FCE es una de las editoriales más grandes e importantes de Hispanoamérica. Sin embargo, en la Argentina publica libros que la mayoría de las editoriales que los publican son medianas en el mejor de los casos, o directamente, pequeñas. Y recién tienen editados en la Argentina, con todos estos años de trabajo, siete libros. Cuando por ahí te encontrás con una editorial que empezó el año pasado, que salió con doce o con veinte. ¿Cómo se vive esa realidad un poco extraña? 

LR: Yo soy muy resistente y soy muy conservadora en cuanto a las cosas que aprendimos. Viste que muchas veces la gente protesta respecto de su formación, ¿no? Yo soy una enamorada de las cosas que aprendí estando en la facultad. Hay muchas cosas que aprendí que me siguen resultando muy operativas. Con las que sigo acordando, desde lo teórico a lo práctico. Una es la idea de que uno no puede estar sacando libros a lo pavote. Esa metáfora de que los libros son hijos, la asimila en el modelo de la preparación. Vos tenés nueve meses de embarazo. No estás teniendo un pibe por mes. La preparación, hacerles el lugar en esa familia, cuidarlos, buscar las condiciones… hay una lógica comercial en el publicar mucho. ¿Por qué? Porque yo soy librera, y hoy me llega el servicio de novedades de tal y tal editorial. Entonces yo le hago lugar en la mesa. Si esta editorial me trae buenos libros, le hago un lugar en la mesa muy contenta, porque sé que voy a vender, que es lo que yo quiero hacer como librera. Si el mes que viene no me trae ningún libro y al otro tampoco, y hasta el año que viene no me trae ningún libro, yo no tengo una recordación de marca. Dejo de tener presente lo que hace esa editorial. Deja de estar en mi percepción. Hay que entender cómo es la lógica comercial, lo que se llama el canal de venta, que pide el backlist de los libros del Fondo… no sé… Farenheit 451, y las novedades. Su clientela también se compone de personas que buscan libros que les gustan desde siempre, y de novedades. Entonces el librero tiene que tener tiene que tener ese mix de oferta para sus clientes, para que quieran volver. Porque uno va a una librería donde lo atendieron bien, donde tiene una buena selección de backlist y una buena selección de novedades. ¿Qué pasa? La lógica de la editorial que está mandando mucha cantidad de novedades por mes, tiene que ver con que el librero tiene que poner todo lo que le va llegando en una mesa. Vos te vas haciendo lugar en esa mesa como editor. Hay una razón comercial en la necesidad de estar publicando todo el tiempo. 

MM: Estábamos con la cuestión de los canales comerciales. Hablaste de un departamento comercial de FCE muy comprometido con los proyectos. Pero ese departamento, no llega a escuelas, ¿no? Trabaja en librerías…

LR: No. No es la característica. Hay dos grandes perfiles, en general, en las editoriales. Estamos haciendo generalizaciones. Después hay un montón de variantes. Está la editorial que va al canal comercial, el mayorista, la librería, la distribuidora, y está la editorial que hace su trabajo en la escuela.  Lo que se llama “la literatura por adopción”. Por prescripción. Entonces hay un cuerpo de promotores, que visitan escuelas. En general, ese tipo de material cuesta conseguirlo en una librería. Salvo una librería muy grande y especializada. Si uno quiere conseguir, por ejemplo, algo de Loqueleo, probablemente no lo tengan. Y a la inversa, no hay promotores que vayan a las escuelas de parte del Fondo. A veces voy yo, yo articulo ahí, recomendando. En general hago un vínculo previo, me escriben por correo electrónico, y cuando se justifica y puedo voy de visita. Pero es una cosa más artesanal. No es ese barrido, ese peinado que hace un departamento de promoción, de una editorial que trabaja en el canal escolar. 

MM: Hay también, y en eso participamos todos, los pequeñitos, los medianos y los gigantes, otro canal que es muy satisfactorio. Más que nada porque como autores y como editores vemos que nuestros libros llegan a muchísimos lectores, que son las compras institucionales. Ustedes participan  siempre. 

LR: Sí, participamos mucho, para nosotros tiene una relevancia enorme. Una venta ministerial nos mantiene alejados de los sobresaltos que, sabemos, porque estamos todos en la Argentina, pueden  llegar a ser desesperantes. Nosotros tuvimos seis años muy malos. De zozobra con cuestiones fiscales, legales, de salarios… De hecho, con la pandemia se recibió ayuda del Estado, que colaboró con el pago de los salarios. Así que la venta institucional tiene una importancia enorme. Entre otras cosas porque te permite hacer proyectos, te permite publicar algo que de entrada sabés que no va a ser recontra exitoso, y le podés dar tiempo. Ese es el tema. Creo que todos los editores quieren darle tiempo a los libros para desarrollarse, para llegar hasta sus lectores. Lo que pasa es que no siempre se puede. A veces el tiempo, los años que uno necesita para agotar una edición, para recuperar esa inversión son muchos. Nosotros, como mercado, como actividad, tuvimos muchos desajustes comerciales. A lo mejor entregás hoy un libro en consignación, (vos como editor lo sabés), y tardes meses en cobrarlo. Y si te manejaras por la inflación, tus libros se irían a un precio exorbitante. Entonces bajás tus expectativas, y no vendés el libro al precio que tendrías que venderlo. Otra cuestión de la actividad editorial, es que vos podés publicar por auto edición un único libro. Para mí, que soy muy conservadora, eso no es una empresa editorial. No es una empresa. Es otra cosa. Una empresa tiene que tener calidad, tiene que poder proyectarse en el tiempo, tiene que poder tener un desarrollo, asegurar todo esto que decíamos a los autores… En nuestro ámbito hay editoriales que tienen un único libro y a lo mejor un único empleado, que es el dueño del dinero para publicar ese único libro. Entonces, si yo le vendo tres mil o cinco mil libros al Estado, es una maravillosa ganancia. Ahora,  para una empresa del tamaño del Fondo, que el año que viene cumple noventa años, en México, solamente pagar la electricidad del edificio, es un costo fijo muy alto. Ahí hay mucha variedad entre las consecuencias de una compra, y cómo incide. Siempre inciden bien. En el chat nos preguntan si aceptamos libros de autores nóveles y novelas gráficas… Volviendo a lo que son las carreras de obstáculos. Como editora me preguntaría si necesito someterme a tantos obstáculos. Una novela de un autor que no se conoce, para jóvenes, silente y de ochenta y cuatro páginas. Son demasiados obstáculos juntos. A lo mejor yo la habilitaría, la evaluaría, porque evalúo todo lo que me llega. Los que me conocen saben que puedo demorarme dos meses, pero lo que me llega lo recibo, lo leo, respondo, Tendría que ser algo por lo que yo dijera: “Paren todo. Hay que sacar este libro Pero además, no decido nada sola, eso es obvio, se decido todo en equipo, pero bueno… No es fácil, sería una propuesta muy riesgosa. Por muchos puntos de vista, no por uno solo. 

MM: Bien. Vamos a hablar, ya que tenemos pocos, de los siete libros que pudiste editar en el FCE, en este último tiempo, corto pero fructífero. Te invito a que te explayes sobre esos siete libros.

LR: Bien. Voy a empezar por el último. Y no es un libro… tengo una copia color, porque hoy me dejé el libro en la escuela. Es la tapa (y tengo los interiores acá)  de Mara, este libro que acabamos de sacar, escrito por Paula Bombara, ilustrado por Raquel Cané. Tiene unas imágenes increíbles. Y el texto es una belleza. Les muestro algunas de las imágenes para que se den una idea. Es un libro del que estoy completamente enamorada. Porque es una propuesta riesgosa que se aceptó en la editorial y que a medida que iban pasando los meses, nos iba pareciendo cada vez más, que estábamos en el camino cierto. Que estaba bien lo que estábamos haciendo. Yo les propuse hacer una serie. Esta es la protagonista, Mara, en un santuario de Matto Groso. La idea era trabajar ese contexto de persona no humana, que es un concepto jurídico y una creación argentina. Hace unos años atrás, con lo de la orangutana Sandra, que estaba en unas condiciones de esclavitud y de abandono espantosas, de mala vida, la juez Elena Liberatori, con ese apellido, establece jurídicamente esa categoría. Vieron que jurídicamente nos dividimos en personas vivas y personas jurídicas, que son las empresas, para la ley. Uno puede responder como una persona o como una empresa. Y ella creó una tercera categoría que es la de “persona no humana”. Dice que hay animales sintientes, que sienten, que merecen protección de sus derechos, vivir en condiciones de cuidados y demás, y ordena que esa orangutana, Sandra, salga de ese encierro del zoológico y vaya a parar a un santuario para orangutanes. Con la misma sentencia, distintos animales estaban “con  permiso” para irse del zoológico. Entre ellos Mara, la elefanta. La cosa era contar un poco la historia de la vida de Mara. Había que buscar un autor que tuviera la sensibilidad suficiente como para moverse con esa historia, y que al mismo tiempo tuviese una formación científica, para que la parte científica importara también. Hay bastante de no ficción en el libro. La historia está narrada con una voz muy literaria, de la que no se puede saber ni el género, pero por la sensibilidad uno puede sentir que es una persona joven, que le está hablando a Mara, la elefanta. Entonces, mientras le hace preguntas, va desgranando información sobre ella. Costó bastante dar con el tono, no porque a Paula le costara dar con el texto perfecto sino porque había que adecuarse a todo lo que hay que adecuarse dentro de una editorial. Que fuera el tono de lo que la editorial quería contar, y demás. Nos dimos cuenta de que en Fondo teníamos muchos ensayos que trataban el tema de la animalidad, o de la relación entre los animales y las personas. Y empezamos a ver que para lo que era el plan editorial, Mara iba como anillo al dedo. Varios libros de Fondo fueron parte de la investigación de Paula. Es como que la elefanta tenía que estar, tenía que ser parte del catálogo de Fondo. Estamos muy contentos, es un libro muy especial. 

MM: Tuve la suerte, por amistad, de ver un poco de “la cocina” de Paula, y la verdad que sí, es una belleza, y es un compromiso que ella se tomó por la carga doble con la que ella se lo tomó, su capacidad poética y su rigor científico, porque Paula es escritora y bioquímica. Es una gran combinación… Bueno… por algo la buscaste, ¿no? Y Raquel Cané. Gatica diría “Dos potencias se saludan”. Es una maravilla.

LR: Sí. La verdad es que el libro quedó muy potente, Uno siempre sabe que los amigos te miman, te festejan los esfuerzos. Pero hay gente que no, que uno no la conoce, que no tiene la necesidad de decirte nada o de tomar un compromiso sobre un libro, y nos están llegando unos comentarios muy movilizantes. Entre ellos de un personaje, de un niño que aparece, un niño de circo que es el asistente de la elefanta, a quien yo conocí cuando ya era un muchacho de veintipico de años, lo reencontré ahora, con motivo de Mara, y le acerqué el libro, y teníamos muchas expectativas acerca de lo que Víctor iba a decir sobre el libro, porque en este momento, el trabajo del circo no es lo que sale bien parado. Porque es un libro contrario a la idea de tener animales encerrados. No se ve al zoológico como un lugar de esparcimiento. Se ve al mundo animal en cautiverio, en condiciones de preservación para evitar su extinción, sí, pero no por esparcimiento de las personas. Y Víctor está muy contento con el libro; se siente muy respetado por el texto de Paula, siente que la historia se ha logrado transmitir de la mejor manera. Todos esos compromisos se van juntando, el libro tiene que quedar bien, le tiene que gustar a uno, tiene que quedar bien hecho, tiene que salir en fecha… En esta editorial se es muy riguroso con las fechas. Hay que cumplir con un montón de compromisos. Que además, Víctor, que es un personaje del libro le leyera, y dijera que se había dado con el corazón de la historia. Así que estamos haciendo llorar a más de uno cuando lo lee; también me han dicho eso, y también está bueno. Un poco de emoción. Salir de esos textos que no dicen nada, que a  uno le pasan por la vida y no sabe ni para qué los leyó, que no justifican el árbol tirado abajo.

MM: Tal cual. Esos libros de los cuáles pocos son los necesarios. Algunos son muy buenos, pero la mayoría muchas veces no justifican los árboles caídos. Un comentario y una pregunta. El comentario, porque lo tengo muy fresco y cuando lo mencionaste a Víctor, este muchacho del circo, ya grande, el otro día estuve en una escuela pública en Arrecifes, hay un circo que supongo que ya está por irse de Arrecifes, en unos días, y la bibliotecaria que me entrevistaba me dice que tiene un alumno nuevo, un pibe muy desenvuelto que estaba en la primera fila, que era parte del circo. Y es muy curioso, porque es como los nómades: el chico va a la escuela quince días. Llega con el informe de una escuela previa, después de Arrecifes se van a otra localidad, creo que después se iban a Brasil… un nene de quinto grado que hablaba perfectamente castellano y portugués. 

LR: Eso contaba Víctor. Que el primer día lo ignoraban, o lo miraban con curiosidad, al segundo se trompeaba con alguien, y al tercero ya lo dejaban tranquilo, hasta que se iban. Era objeto de curiosidad, de burla, era muy agotador eso de estar todo el tiempo cambiando de escuela. Todo lo afectivo se ve muy complicado, nunca pueden echar raíces, y el desgarro puesto del lado de los niños del circo; lo que sentían, lo que significa para un niño que cuida a la elefanta como si fuera una hermana, que un día le digan que le van a vender la elefanta. Todos lloran y rompen todo de la desesperación. Porque él explicaba que cuando ve a una elefanta en un circo es porque han matado a la madre. Ninguna elefanta permite que le saquen la cría. Cuando uno ve un elefante pequeño, es porque la elefanta madre ha sido asesinada. Ninguna manada de elefantas permite que le saquen las crías. Esta elefanta en particular (y es una historia que se repite), vivió la separación de la manada, la separación de la madre, y después, cuando tiene este amigo, se la separa de él y la mandan a otro circo. Y esto se le vuelve a repetir diez años después con otro cuidador. Son animales muy castigados, afectivamente muy maltratados. Además de que no se desarrollan físicamente como tendrían que desarrollarse. Porque no caminan lo que tienen que caminar, ni siquiera saben ya conseguirse su alimento. Además de todo esto han vivido vidas tristes. Con mucho dolor. 

MM: Muy fuerte. La otra pregunta que te quería hacer, más compleja, del mundo editorial, con respecto a este libro nuevo y a los otros seis de los que nos vas a hablar, es: acaba de salir este libro, que es una maravilla, en la Argentina. ¿Llega en simultáneo a México y a otros países de Latinoamérica? ¿O por ahora es solo acá?

LR: No, está llegando. Simultáneo no ha sido nunca nada. En general, nosotros, de México hacia acá recibimos las cosas con un año y medio de delay, más o menos. Porque uno tiene que esperar a consolidar un envío gigantesco para justificar los enormes gastos de traslado. De embarque. De embalaje… Entonces, hasta que no se consolida un contenedor repleto de libros, no se hacen los embarques. Puede pasar un año y medio, dos, depende del momento. En este momento la situación crítica de la Argentina se repite en toda Latinoamérica. No es que la Argentina lo está pasando mal pero México está bárbaro, Colombia está bárbaro… No. Desde casa matriz, en todas las filiales están muy conservadores con el traslado. En este momento en particular, lo que estamos publicando acá llega muy pronto a Chile, a Perú y a Colombia. A México todavía no está llegando, porque lo que se está viendo en este nueva manera de funcionamiento comercial, es que está conviniendo, para muchos de nuestros países, hacer impresiones propias de los libros, en lugar de mandar la mercadería. México todavía está estudiando esto. Esperamos que pronto. Por ejemplo, el de Isol todavía no está en México; y nosotros lo sacamos acá en diciembre de 2021. Estamos esperando. Pero no es un tiempo inesperadamente lento. Es lo mismo que pasa cuando saca una novela México. A nosotros nos llega un año, un año y pico después. Es muy usual que la gente me escriba diciéndome que en México salió tal o cual cosa, y preguntándome cuándo va a llegar. El embarque que está viniendo ahora para la Navidad, ya está cerrado. Si sale algo para noviembre, hasta el embarque del año que viene no se recibe. Eso para bajarle el precio, porque si no serían invendibles. 



MM: Muy claro, Lola. Una pregunta más antes de seguir con los otros libros. ¿Hay un pedido, en este caso teniendo en cuenta de que Fondo es una editorial para toda Hispanoamérica, con respecto al lenguaje “normalizado” latinoamericano? Como somos tan diferentes, y voseamos y demás, ¿se le pide a la autora, en este caso a Paula, que trabaje con el lenguaje de alguna manera en particular?

LR: No, no. La verdad es que México siempre ha tenido libros muy mexicanos, libros españoles… Por ahí son más neutros los que se traducen. Por ejemplo, en uno de Oliver Jeffers no andan diciendo “guácale”. Ahí está en un castellano más impersonal, más neutro. Pero nosotros nos hemos caracterizado por tener libros respetando el habla de cada lugar. Lo que pasa es que mayoritariamente eran mexicanos. Nosotros leíamos muchos libros españoles, mexicanos o traducidos. Estos son los primeros argentinos. Y no hay problemas.

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