90 años del nacimiento de Juan Gelman

Con esta nota de María Pía Chiesino, recordamos a Juan Gelman, que el 3 de mayo hubiera cumplido 90 años, y abrimos el tópico del mes de mayo de Libro de Arena que, en homenaje al poeta, va a ser justamente, el género lírico.



Por María Pía Chiesino

El domingo pasado se cumplieron noventa años del nacimiento de, Juan Gelman una de las voces más grandes de la poesía argentina.

La voz de Gelman me acompañó desde muy chica. En la biblioteca de la casa de mi infancia, estaba la Obra Poética, reunida por Corregidor hasta el año ’73. Había llegado directamente de la imprenta de mi abuelo, como tantos otros títulos.

Abrí ese libro y descubrí esa voz a mis diecisiete años. En el país ya gobernaba la junta militar, Gelman estaba exiliado. Su hijo y su nuera embarazada habían sido secuestrados y estaban desaparecidos. No era un poeta del que se pudiera hablar. No se podían llevar sus libros por la calle ni decir que se lo leía. Me acuerdo de agarrar el libro, y “entrar” en la lectura a partir del largo poema que le dedicó al Che Guevara. A partir de ahí, iba y venía por Violín y otras cuestiones, Fábulas, Los poemas de Sidney West, sin poder ni querer parar.

Obviamente, el libro salió del estante de la biblioteca para quedarse en mi mesa de luz. Me acuerdo de que una tarde, cuando ya estudiaba Letras, estuvimos leyéndolo con un compañero, en los intervalos que hacíamos mientras preparábamos un final.

Él leía y volvía a leer un verso que decía “he roto un violín contra el crepúsculo para ver qué pasaba”, y decía que Gelman era una bestia.

Una de esas tardes me pidió prestado el libro, y me acuerdo de su cara de incredulidad absoluta cuando le dije que no, que ese libro no lo prestaba, porque si lo perdía era imposible de recuperar. Se ofendió un poco, pero se la bancó.

Hasta que volvió la democracia, y se lo pudo leer donde una quisiera, copié cada uno de los poemas de Gelman que encontraba, y que había quedado fuera de la edición de Corregidor, en las páginas que quedaban en blanco, al final del libro. Ahí está por ejemplo la “Balada del hombre que se cayó la boca”, que había llegado en la tapa de un disco grabado en Francia por el Cuarteto Cedrón.

En 1988  José Luis Mangieri editó Interrupciones ll, en Libros de Tierra Firme, una de las mejores colecciones de poesía que recuerde. Se organizó la presentación en Filosofía y Letras, que todavía quedaba en “Marcelo T”. Tengo por alguna parte el volante con el que se invitaba a esa presentación en la que participó también Juan Falú. Gelman no podía volver al país porque había una orden de captura en su contra, vinculada con su historia política, así que no estuvo presente.

Al poco tiempo la captura quedó sin efecto, y pudo regresar a la Argentina; de todas maneras, prefirió radicarse en México, y allí vivió hasta su muerte, en enero de 2014.

Me acuerdo de que la semana en la que Gelman murió, tuve que cruzar la Plaza Alsina de Avellaneda, y no pude no llorar cuando vi la bandera a media asta, en homenaje a ese poeta, que yo había comenzado a leer siendo muy chica, en los años de plomo, a una cuadra de esa misma plaza.

En homenaje a los noventa años de ese enorme poeta que fue Juan Gelman, el “tema” de este mes en Libro de Arena va a ser la Poesía. Su voz  y otras voces poéticas van a acompañarnos durante este mes de Mayo, otoñal, extraño y de puertas adentro.

Para abrir este homenaje, compartimos un “poema de Sidney West”, uno de sus heterónimos:




LAMENTO POR EL SAPO DE STANLEY HOOK

stanley hook llegó a Melody Spring un jueves de noche
con un sapo en la mano
“oh sapo” le decía “sapito mío íntimo mortal y moral y coral
no preocupado por esta finitud
no sacudido por triste condición furiosa” le decía
“oh caballito cantor de la humedad oh pedazo esmeralda”
le decía stanley hook al sapo que llevaba en la mano
y todos comprendieron que él amaba al sapo que llevaba en
la mano
más allá de accidentes geográficos sociológicos demográficos
climáticos
más allá de cualquiera condición
“oye mío” decía “hay muerte y vida día y noche sombra y luz”
decía stanley hook “y sin embargo te amo sapo
como amaba a las rosas tempranas aquella mujer de Lesbos
pero más y tu olor es más bello porque te puedo oler”
decía stanley hook y se tocaba la garganta
como raspándose el crepúsculo que entraba y avanzaba y le ponía
el pecho gris
gris la memoria feo el corazón
“oye sapo” decía mostrándole el suelo
“los parientes de abajo también están divididos ni siquiera se hablan”
decía stanley hook “qué bárbara tristeza” decía ante el asombro
popular
los brillos del silencio popular
que se ponía como el sol
esa noche naturalmente stanley hook se murió
antes dio terribles puñetazos a las paredes de su cuarto
en representación de sí mismo
mientras el sapo sólo el sapo todo el sapo
seguía con el jueves
todo esto es verdad:
hay quien vive como si fuera inmortal
otros se cuidan como si valieran la pena
y el sapo de stanley hook se quedó solo
  

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