Cazadores ocultos
Diario Bae publica una nota sobre las bibliotecas más exóticas de Buenos Aires. Y, ahí, de forma destacada, aparecen las que están en peluquerías.
Librerías a puertas cerradas, específicas, distintas. Un recorrido alternativo por algunas de las estanterías más exóticas de Buenos Aires, de la mano de libreros y libreras imprescindibles.
Desde librerías “puertas adentro” hasta aquellas de vidrieras con títulos que invitan a entrar por su diseño particular. La Libre, Mi Casa Librería Atípica y A cien metros de la orilla son algunas de esas “librerías exóticas” ineludibles en este paseo temático, porque prevalecen las editoriales independientes, ediciones latinoamericanas que, por las trabas en la importación, no están a mano de cualquiera, títulos de colección y demás joyas que son celosamente elegidas por los libreros.Buenos Aires es la ciudad con más librerías del mundo (hay 25 por cada 100.000 personas, según el estudio de World Cities Culture Forum 2014), por eso estaría a salvo del postulado que arriesga “el fin del libro”. Se suman a estos números las librerías “puertas adentro”, estas trincheras literarias que resisten con trabajo de hormiga el mercado de grandes cadenas. Y, al menos para que la circulación de los libros no se detenga, el programa Bibliotecas para Armar aporta lo suyo con creatividad en cada barrio.Matías Reck, editor de Milena Caserola y uno de los fundadores de la Feria del Libro Independiente y Alternativo (FLIA), reflexiona sobre estas librerías desde el primer eslabón de la cadena de producción de un libro: la escritura y la edición. “Son exóticas por su especificidad. Incluso los libreros de esas librerías exóticas son exóticos, son lectores-editores-escritores que están del otro lado del mostrador cuando ya no hay mostrador, pero hay mucho que mostrar.En estos últimos años, surgieron cerca de 400 nuevas editoriales independientes, y los únicos que conocen este fondo de lectura son los libreros de este tipo de librerías, que son las que hacen el verdadero puente entre las editoriales desconocidas y los lectores”, dice.Como desprendimiento de la FLIA, Darío Semino creó La Libre, ubicada con vidriera a la calle en el barrio de San Telmo y que actualmente se está preparando para ser cooperativa. Conocida en el barrio y en el ambiente por sus eventos, La Libre cruza las fronteras del mostrador e invita a compartir presentaciones de libros, talleres, reuniones y proyección de películas. Cristian De Nápoli es uno de sus libreros y miembro de esta sociedad en formación. Premiado también por su labor como traductor de portugués e inglés al castellano, ávido lector y recomendador innato, Cristian analiza en diálogo con TMB: “Buenos Aires es una ciudad tan sofisticada en lo que hace a libros que hay público para todo. El lector que se acerca sabe, en general, que estamos totalmente en sintonía con las editoriales independientes y vienen a buscar, en su mayoría, libros sobre teoría política, teoría de género, movimientos sociales y literatura”.Yerba Mate Libre, de Guillermo de Pósfay, es un caso exótico de literatura más vendida. “Es una ciencia ficción que transcurre en Argentina en el año 2030 donde está prohibido el consumo de yerba mate. A partir de eso, surgen movimientos clandestinos para cultivarla. El vestido de mamá es un libro infantil que narra la experiencia de un nene que se viste con la ropa de la madre y que, a pesar de sufrir bullying por parte de sus compañeros del colegio, se siente orgulloso de vestirse con ropa de mujer. Un libro que no se lo puedo recomendar a cualquiera. Lo distinto acá son las ediciones caseras que en otra librería no van a tener porque son muy chicas y, por ejemplo, no tienen código de barras”, explica el librero.Ni el código de barras, ni una distribuidora, ni la apertura de una cuenta hacen falta para integrar el catálogo de una librería alternativa. La curaduría de los títulos pasa por el criterio de cada librero en base al contenido, a la calidad de los autores o a la excentricidad de la edición.El asunto, Tierra firme, Adriana Hidalgo, Milena Caserola, Caja Negra, Bajo la Luna y Katz son algunas de las editoriales que se apostan en las mesas de esta librería de San Telmo que alberga más de 200 editoras y más de 3.500 títulos para deleitarse.Mi Casa Librería Atípica, con más de 15 años de vida, es de las primeras en la especie que atiende a puertas cerradas. Es la casa de Nurit Kasztelan, poeta, editora y codirectora de la editorial Excursiones. Nurit rebalsa pasión por los libros, entusiasmo y cierto orgullo por sostener un proyecto de vida que le permite trabajar sin jefes y disfrutar (con mucho esfuerzo) de esta tarea. Físicamente, la librería se aloja en el entrepiso de su PH en Villa Crespo, pero el ingreso es restringido. Por eso, sin mostrador, los libros se pueden adquirir a través del contacto digital con Nurit. En las estanterías conviven 3.542 títulos y más de 200 editoriales, en gran parte independientes, y en un 60% argentinas. El 40% corresponde a editoriales o autores de Estados Unidos, Bolivia, Perú y Chile, entre otros. “Tener una librería en casa tiene sus pro y sus contra. Puedo manejar mis tiempos y decidir cuándo abrir y cuándo no. Pero la noción de tiempo libre está mezclada con la cuestión del trabajo y hace que, paradójicamente, esté trabajando todo el tiempo. Por eso me lo tomo con mucha profesionalidad”, cuenta Nurit.Para el que esté a la caza de rarezas, en Mi Casa se agazapan títulos que ya no se consiguen, como A boca de jarro, de Verónica Viola Fisher; Al buen entendedor, un libro de ensayo de Seamus Heaney; El Asparagus, de Francis Ponge, y Poesía vivida, de Ernesto Cardenal, además de varios libros en inglés de poesía contemporánea de Estados Unidos. Nurit es una lectora en búsqueda de joyitas para su biblioteca personal. Uno de los que más anhela es Batman en Chile, de Enrique Lihn. En este cruce alternativo tal vez algún librero exótico pueda colaborar con su captura.A cien metros de la orilla es otra de las librerías a puertas cerradas de Buenos Aires comandada por Natalia Romero, docente, librera y escritora de poesía: “La librería es una casa para venir a buscar algo que te enamore. Yo veo así a los libros y me gusta transmitir eso. Me gusta pensar que se trata de un vínculo de amistad y no comercial”. Para recomendar, Natalia elige a Luis Sagasti, Mario Ortiz, Osvaldo Bossi, Stephen Dixon y Mariano Blatt.En todos los casos, los libreros coinciden en que la librería funciona como medio y no como fin en sí mismo. Difundir literatura, incentivar editoriales chicas y formar lectores es el objetivo a flor de piel de estos espacios. Matías Reck, desde su lugar de lector y editor, describe el fenómeno: “La librería se conforma como un paseo, como una diversión. Uno puede comprar un libro en cualquier parte, hasta por Internet. Pero ir a estas librerías es ir a tomar mate con el librero. El lugar físico de la librería está en extinción, es un mundo de comunicaciones por otras vías”.
En las peluquerías, literatura para esperar el turno
Si de encontrar libros en lugares extraños se trata, el proyecto Leyendo Espero del Programa Bibliotecas para Armar sorprende por su ingenio: peluquerías de distintos barrios de la Ciudad de Buenos Aires se incorporaron y hoy cuentan con una biblioteca de cien títulos para que los clientes disfruten en la espera, se lleven a sus casas o, incluso, los conserven y dejen a cambio otros libros. Mateo Niro, coordinador del programa, destaca en diálogo con TMB: “Sostenemos la idea del libro como capital que pertenece a quien quiera leerlo; la idea es compartir y que abran canales de intercambio bibliográfico entre vecinos. El proyecto está funcionando muy bien y próximamente vamos a incorporar, a las 30 librerías adheridas, 40 más que estarán distribuidas equitativamente por barrio”. Entre los géneros, las bibliotecas tienen literatura argentina, latinoamericana, española, género fantástico, policial, literatura de referencia e infantiles.Para la incorporación de nuevas peluquerías, desde Bibliotecas para Armar pedirán recomendación a escritores de la zona para que incorporen un título de su autoría. Luego, será invitado a la peluquería en la inauguración de la biblioteca en ese lugar.Los libreros y editores entrevistados también tienen sugerencias para estas estanterías: Matías Reck considera que Batido de trolo, de Naty Menstrual, es uno de ellos, por los peinados de las fotos que ilustran los cuentos y poemas. “Pueden ser inspiradores para ese momento”, agrega. Cristian De Nápoli sugiere Aleana, de José Sbarra y Salón de belleza, de Mario Bellatin. Nurit propone cuentos de Federico Falco, Feliz Bruzzone y Gabriela Bejerman.Mateo Niro esboza confianza en las recomendaciones de estos sabios del mundo alternativo. ¿Podremos ver estos títulos en la peluquería de nuestro barrio?
Publicada en el suplemento TBM, del diario BAE, el 28 de agosto de 2015.
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