Bella y Bestia son
Libro de arena acerca una reseña sobre la versión de "La Bella y la Bestia" de la serie española Cuéntame un cuento donde los relatos y las fábulas tradicionales se interpretan desde una nueva perspectiva áspera y cruda, lejos de las hadas y de las soluciones mágicas.
Por Belén Leuzzi
Hace poco descubrí un ciclo
televisivo español de remakes de los
célebres cuentos de los hermanos Grimm y otros tradicionales, llamado “Cuéntame
un cuento”. Pero, aunque originalmente se transmitía a la noche, no se trata precisamente de historias cómodas que nos dejan dormir plácidamente. En ellas,
las fábulas y la fantasía se entrelazan con un thriller psicológico y escenas bastante fuertes.
El quinto capítulo de esta serie estuvo dedicado a “La bella y la bestia”, que de pequeña era
una de mis historias favoritas de las vistas de Disney porque Bella era una
chica a la que le gustaba leer y porque veía el interior de las personas. Y,
sinceramente, porque era morocha, cuando la mayoría de las princesitas eran
rubias. Ciertamente, luego aparecieron otras más modernas como Mulan, Valiente, etc., pero son más de otra generación que la propia.
En esta versión, nuestro príncipe no
es más que un guapo actor arrogante con mucha fama y con poca prudencia para
engañar descaradamente a su esposa. Ésta –llamada “la hechicera” por la voz en
off-, cansada de sus infidelidades y su desprecio, le provoca un accidente
automovilístico donde el bello rostro de la estrella se deforma por las
quemaduras. Su nueva apariencia hace recordar al Fantasma de la Ópera más que a
un monstruo, ya que utiliza una máscara para tapar sus heridas.
La esposa-hechicera es encontrada
muerta en su mansión justo antes de ser detenida por intento de homicidio, pero
eso no significa que acabe la magia…
Y, como es de esperarse, aparecerá
en su vida una joven inquieta e intelectual que le cambiará la vida a Iván, la
bestia. Miranda –la bella- se encargará de escribir las memorias de este actor
destinado a no aparecer más en las pantallas, tras la maldición de su mujer
antes del “accidente”: “Haré que nadie más te vea”. Tarea difícil de cometer
pues Iván es perseguido por tormentosos recuerdos de su mujer que no lo dejan
dormir. Pero no se sienten como recuerdos, sino como presencias reales. Y es
allí donde el género psicológico y el fantástico comienzan un juego que despistan
al espectador. ¿Está soñando? ¿Se está volviendo loco? ¿Era cierto el hechizo
de la bruja?
La resolución la dará nuestra bella
de espíritu curioso que irá destramando los hilos de esta historia, pero que no
quedará del todo cerrada.
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