Mary Poppins siglo XXI
Como una
Mary Poppins Siglo XXI, Diana Tarnofky aterriza en la Biblioteca Guiraldes con
su carrito lleno de recursos, para invitar a los asistentes a disfrutar de un Banquete de poesía.
La palabra es como llave,
La poesía está servida. Los asistentes a la Capacitación para auxiliares de bibliotecas son los invitados a participar de un encuentro donde se espera que las palabras y el juego disparen nuevas propuestas en cada uno de ellos. Como mediadores de lectura, esperan probar de todo para preparar las recetas y convidarlas a su vez a nuevos lectores.
Alguien tiró
La palabra es como llave,
puede abrir, puede cerrar.
Habrá que darle una vuelta
que me sirva para entrar.
Laura Devetach
La poesía está servida. Los asistentes a la Capacitación para auxiliares de bibliotecas son los invitados a participar de un encuentro donde se espera que las palabras y el juego disparen nuevas propuestas en cada uno de ellos. Como mediadores de lectura, esperan probar de todo para preparar las recetas y convidarlas a su vez a nuevos lectores.
Con su
despliegue de palabras y colores, Diana nos avisa que está por comenzar a
llover poesía. Se abren entonces los Pups,
Pequeños universos portátiles,
paraguas intervenidos que generan una pequeña burbuja de intimidad para
compartir lecturas, palabras, poesías.
Diana cuenta: “Conocí los PUPS en el encuentro internacional de
narración oral en Chile: Valparaíso es un cuento. Coté Rivara, narradora de dos
orillas-Chile –Francia- fue quien
compartió en aquella ocasión- ella conoció esta propuesta en París- la
posibilidad de salir a las calles con estos dispositivos que propician el
intercambio poético en la vía pública.”
El juego
comienza, los participantes entran a los pequeños universos para que los
salpiquen los textos de Laura Devetach, Juan Lima, Diana Bellesi.
Si la poesía
no se fuera alguna vez
para el lado de los tomates
sólo probaríamos
ensalada de
frutas.
(el poeta
cuando no
sueña
vuela)
Juan
Lima
La
siguiente propuesta es acercarse a los libros servidos en la mesa, mirar al
azar los poemas, elegir alguno que los interpele, un fragmento que les cuente algo.
Los asistentes se levantan casi corriendo, circulan entre los libros, se toman
unos minutos antes de quedarse con uno. Asumen diferentes actitudes: algunos
apartados y en silencio, otros comentando con sus compañeros o la docente lo
que van encontrando. Unos se quedan con el primer libro que eligieron, mientras
otros prueban de todo un poco. Diana reparte Pups de diferentes tamaños y
colores, y comienzan a circular las lecturas.
Cualquier
excusa sirve para poner en movimiento las ideas. Los Pups invitan a entrar a ese mundo paralelo habitado por la poesía.
El banquete poético, para convidar a compartirlo. Una cajita de bombones, o una
caja con sobrecitos de té que al abrirlos contienen textos de Antonio Machado,
Graciela Montes, Mar Benegas o Iris Rivera, para que un eventual lector se
sirva y saboree.
Mar de sonidos
en la lengua, palabras
rompen las olas.
Mar Banegas
Tras el vivir y el soñar
está lo que más importa:
despertar.
Antonio Machado
A Diana
no se le agotan las estrategias para que las palabras puedan ser dichas. Contra
el mito del silencio en las bibliotecas, su propuesta es que las voces sean
escuchadas. Jugar con las palabras, convertirlas en juguetes para que salgan de
los libros y circulen de modo lúdico.
Las
poesías llegan entonces en barcos o aviones de papel que reparte entre los
asistentes, en pajaritas voladoras, gatos de origami con poesías en el lomo. Es
el turno de García Lorca y Cecilia Pisos.
Alguien tiró
para arriba
con demasiada fuerza
un puñado de piedras.
Ahora,
tenemos las estrellas.
Un
puñado de piedras – Cecilia Pisos
Mirando
con otros ojos los objetos más pequeños y cotidianos, logramos cargarlos de un
sentido distinto al habitual. Y ahí aparecen, dentro de una diminuta carterita
de colores, las coplas populares que Diana “convida” a una asistente.
Otro
recurso, el cometa poeta, una pelota
de papel con cola de flecos de papel crèpe, vuela de mano en mano. A una señal,
se detiene para que leamos una de las poesías que lleva prendidas. Son de la
autora chilena María José Ferrada, que escribió “Niños”, un libro en el que
cada poema lleva por título el nombre de un niño o niña, libro dedicado a la memoria de los
niños y niñas ejecutados y detenidos desaparecidos durante la dictadura chilena.
LUZ
Cuando crezca será coleccionista de
sonidos.
Las hojas y el viento.
Los pasos de su papá al subir la escalera.
El nacimiento de los brotes en los
maceteros.
El canto con el que la abuela la hace
dormir.
Los guardará en una caja de fósforos.
Así podrá tenerlos siempre en el bolsillo,
Sacarlos cada vez que los quiera escuchar.
-
María José Ferrada
Los
recursos que Diana comparte no se agotan. Es el turno de los susurradores, tubos de cartón intervenidos
que transmiten las palabras directamente al oído de los receptores.
¿Cómo
repercute la acción de susurrar en sus hacedores/as?
El poema,
el cuento breve, las palabras, viajando por el susurrador “varitas mágicas”
decía Mirta Colángelo- van encontrando en la boca de quién las susurra
diferentes matices. En la repetición, en el juego de empezar y terminar cada
ceremonia de “dos” se abre una investigación sonora. El volumen, la intensidad,
la posibilidad de desarmar las palabras, dilatarlas, acelerarlas, jugar con
vocales y consonantes, armar texturas sonoras a partir de la melodía o ritmo
que ofrece cada palabra…las reiteraciones de ciertas frases…jugar con el decir
hasta licuar el sentido y transformarlo en sonido…y abrir la escucha a una
multiplicidad de sentidos.
El
susurro, el murmullo, la suavidad del decir, la palabra como caricia, envoltura
sonora y rítmica. Onomatopeyas e interjecciones, formando parte del mapa sonoro
que se ofrece.
Y también
la posibilidad de capturar el gesto en el rostro de quien se dispone a
escuchar…observar las miradas, las sonrisas, los estremecimientos, la llegada
de lo que se va emitiendo, el eco que repercute en el cuerpo, la resonancia
traducida en gesto…
Susurrar
Es un acto
transformador. Transforma el tiempo, modifica las lecturas, la capacidad de
escucha, la apertura de los sentidos. Lo pequeño se convierte en
extraordinariamente gigante, se amplifican los universos mínimos. El juego
tiene su territorio liberado para existir. Es democrático. Es simple,
contundente, profundo, verdadero, auténtico. Está al alcance de todos y todas.
Viaja con uno/a. Se vuelve piel y necesario, como respirar.
Mirta Colángelo,
Maga-pájara-fuego-poeta-narradora-educadora
por el arte
Diana comparte la historia de cómo llegaron
los susurradores a nuestro país, a través de Mirta Colángelo: “En el año 2007
recibe de su amigo Juan Lima mago-poeta-ilustrador-diseñador-editor, una
invitación a conocer las acciones de “Les Souffleurs “, un grupo de artistas
que salían vestidos de negro por las calles de París-con largos tubos de cartón
y paraguas negros- a realizar intervenciones callejeras compartiendo poesía, con
la intención de poner una “pausa” a la velocidad-locura de la gran ciudad.
Mirta
Recibió feliz este convite, creó su primer susurrador de color violeta-su color
favorito- y salió a compartir poesía en el marco de una exposición de cuadros
que se realizaba en Bahía Blanca, donde ella vivía. Cabe comentar aquí, que la
querida Mirta estaba habitada de poesía, llevaba en su sangre y en su piel
cantidad y calidad de poemas. No fue nada difícil para ella salir a compartir
ese caudal, ese bosque de palabras que formaban parte de sí y estaban en la
punta e sus labios dese hacía tanto tiempo.
La experiencia inaugural fue maravillosa,
para ella como para la gente que asistió a la exposición y recibió los poemas a
través del susurrador violeta. Desde ese día, Mirta desplegó en los talleres de
capacitación docente que realizaba por todo el país esta práctica mágica. Se
puede encontrar huella de la voz de Mirta en el libro De susurros y susurradores, de la Editorial Comunicarte.”
La última
parte del encuentro se centró en la narración de historias, la posibilidad de
tender puentes entre la oralidad y la palabra escrita. Diana compartió con los
asistentes el relato de experiencias en donde los textos, a partir del diálogo
con la singularidad de cada lector, permitían conectar con historias vividas o
escuchadas en las voces familiares.
En este
punto, destacó el valor de la selección de lo que uno va a compartir, y la
importancia de tomarse tiempo para realizar la mayor cantidad de lecturas
posibles, de libros, y también paisajes, rostros o situaciones.
“Recitar,
o pronunciar un texto, sea preparado o improvisado, y escucharlo, constituye
una relación de contemporáneos
presentes, de gente respirando junta…” cita
a Úrsula Leguin, Diana. Y las respiraciones de los asistentes se mezclan en
historias, opiniones, debates. El
encuentro se va terminando, pero en vez de cerrarse se abre en mil puertas, que
quedan así. Puertas abiertas para seguir invitando a pasar a leer.
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