Un encuentro inesperado
¿Alguien imaginó alguna vez encontrarse con una biblioteca a orillas del mar? La Biblioteca da Paria, en la playa Pipa, en Brasil, es ese oasis alucinado, ese lugar inesperado, casi de ensoñación. Libro de arena publica una nota acerca de la experiencia de prestar libros en espacios diferentes, que renuevan la actividad de leer.
Iniciativas que combinen el
placer de las vacaciones, de una playa, de un descanso merecido frente al mar,
con el placer y la posibilidad de acceder a un libro llaman la atención
inevitablemente. Por lo insólito, primero, porque no es algo usual; pero segundo,
por lo brillante, porque en la tranquilidad que permite desconectarse de todo
es mucho más fácil conectarse con un texto, concentrarse en una lectura. Y no
siempre es posible viajar y llevar con uno un repertorio de ejemplares. La "Biblioteca da Praia" en Praia do amor, situada al lado de la conocida playa Pipa, en la ciudad de Tibau do Sul, Rio
grande do Norte, Brasil, está montada precisamente a orillas del mar. Entre
morros tupidos, arena blanca, sol infatigable y olas para surfear se encuentra
un puesto de libros que brilla por su éxito, desconcierta por lo inesperado y se
agradece por lo bienvenido. Arrancó hace unos cuatro años y fue lanzada por un surfista interesado en combinar
deporte y lectura: Adalberon Batista de Omena, de 37 años, que vio el potencial
que el proyecto podría tener turísticamente. "Começou com um banquinho e
foi crescendo. Recebemos doações, ajuda de moradores, e também comprei alguns.
A comunidade e o turismo fizeram crescer", cuenta. El préstamo de libros
es gratuito para quienes se encuentran de paseo por la playa y apenas requiere
de un depósito en garantía de unos pocos reales para quienes se llevan el libro
consigo para retornarlo más tarde. Adalberon, que da clases de surf en la playa,
sostiene que deporte y lectura son actividades complementarias que enaltecen la
cultura y que forjan el futuro de los niños y jóvenes cuando tienen la
posibilidad de acceder a ellos. Esta motivación lo llevó a desarrollar el
proyecto que actualmente alberga centenas de libros en portugués, francés y
mandarín. El puesto playero de libros, que de lejos podría confundirse con una
barraquinha de venta de bebidas, tan usual de las playas brasileras, acepta
donaciones y trueques y está abierto todos los días de 9 a 17 horas. Este oasis
de cultura escrita invita al turista a disfrutar de la lectura en un paraíso
natural. Eso sí, munido de un buen
parasol o sombrilla para protegerse de los furiosos rayos que todo lo dominan.
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