Una luz en la Cultura

Uno de los principales museos históricos de la ciudad que hoy también es un complejo cultural, con exposiciones, biblioteca, teatro, cine, conciertos, entre múltiples otras actividades, tiene mucha historia encima y da para el recorrido. La manzana de las luces guarda anécdotas y datos curiosos sobre la lengua de los argentinos que es indispensable conocer. Por eso Libro de arena comparte esta crónica que conecta actualidad y pasado de este sitio histórico.



Por Corina Auster

La Manzana de las Luces, comprendida entre las calles Alsina, Moreno, Bolívar y Perú (en el barrio de Monserrat), es uno de los principales complejos históricos porteños.  Forma parte del Casco Histórico y alberga a varias de las construcciones más antiguas, como la Iglesia de San Ignacio (la más vieja en pie en Buenos Aires) obra de los jesuitas.
Su nombre se debe a un artículo del periódico “El Argos” de 1821, en el cual se mencionaban las instituciones generadoras de cultura, de gente ilustrada, de “luces”, que funcionaban allí: el Colegio de San Ignacio, llamado luego de San Carlos y actualmente Colegio Nacional de Buenos Aires, así como el antiguo edificio de la UBA. También fue sede del primer teatro (conocido como la “Ranchería”), del primer Museo de la Ciudad (hoy Museo Argentino de Ciencias Naturales Bernardino Rivadavia, trasladado a un predio en el Parque Centenario), del Protomedicato (ente encargado de la salud pública y la formación de médicos), de la Real Imprenta de Niños Expósitos y de la Biblioteca Nacional (primera biblioteca pública de Buenos Aires que después pasó a la calle México y más tarde tuvo su ubicación definitiva en Agüero y Las Heras).
Este terreno fue un obsequio de Isabel de Carbajal a los jesuitas –quienes se instalaron en el sitio en 1661- con la condición de que al fallecer la enterraran cerca del altar en la iglesia de al lado con el deseo de “resucitar pronto”.
Fantasmas aparte, se puede viajar en el tiempo y conocer cómo era la ciudad antes de la Independencia. Para tal fin, el complejo nos brinda algunos atractivos como la Sala Maza, el Patio de la Procuraduría de las Misiones, los enigmáticos túneles del siglo XVII y la Sala de Representantes.
Comenzando por la Sala Maza o Sala de la Cocina, la misma fue despacho del presidente de la Cámara de Representantes. Aquí asesinaron a Manuel Maza –presidente de la Cámara en época rosista- en 1839 por orden de Rosas quien sospechaba que conspiraba en su contra. En la etapa jesuítica esta sala era la cocina de la casa. Aún se puede percibir adonde estuvo el horno. Tiene paredes anchas y ladrillos grandes en piso y techo.
Es interesante detenerse en el Patio de la Procuraduría, la cual administraba y capitalizaba los beneficios del comercio de las Misiones, mantenía a los indígenas de las reducciones que venían a Buenos Aires para desempeñar diferentes tareas y prestaba apoyo al Colegio de San Ignacio.  Asimismo, en la Procuraduría funcionaban una escuela de primeras letras y una farmacia.
Por debajo de la Manzana de las Luces corren algunos de los túneles construidos por los jesuitas antes de su expulsión –ocurrida en 1767-. Formaban una red que unía simultáneamente las iglesias, los edificios públicos y el Fuerte. Se sospecha que los motivos fueron de defensa, de escape, para contrabando, para paso de esclavos, quizás se utilizaron como heladeras, en fin… hay diversas teorías. Todavía no se han encontrado todos los túneles porque nunca se halló el plano.  Ahora están bloqueados, sólo se puede ver un tramo sin recorrerlos, pero no importa, la magia del lugar no se pierde en absoluto. De paso, hay una leyenda curiosa: el sistema de túneles era una interconexión que llevaba al Cabildo y a las construcciones vecinas, por ejemplo, al Colegio Nacional. La tradición del colegio dice que por aquí se escapaban los alumnos y se cree que de ahí deriva la palabra “ratearse” pues en los túneles había muchas ratas.
En cuanto a la Sala de Representantes, un equivalente a lo que es hoy el Congreso de la Nación, funcionó desde 1822 hasta fines del siglo XIX. Allí juró el primer presidente Bernardino Rivadavia y asumió Juan Manuel de Rosas como Gobernador de la Provincia de Buenos Aires dos veces, entre otros hitos. Luego funcionó como Consejo Deliberante de la Ciudad y posteriormente como Aula Magna de la Facultad de Arquitectura de la UBA hasta 1972.
Un hecho crucial marcó a la Manzana de las Luces y no puede dejar de mencionarse: la Noche de los Bastones Largos. Aquí se encontraba la Facultad de Ciencias Exactas de la UBA. En 1966, durante la dictadura de Onganía, la policía desalojó cinco sedes universitarias ocupadas por estudiantes, profesores y graduados en oposición a la intervención de las universidades. Fueron sacados a golpes y muchos –intelectuales y científicos, entre ellos César Milstein, futuro Premio Nobel- dejaron sus ocupaciones y emigraron.
Este solar ha cumplido múltiples funciones. En nuestros días es uno de los principales museos históricos de la ciudad y un complejo cultural. Se realizan exposiciones y diversas actividades como teatro, cine, conciertos, actos, conferencias y se dictan talleres de varias disciplinas. Además, en una de sus esquinas tiene lugar un mercado de artesanos y antigüedades, cuenta con una biblioteca y, por supuesto, se ofrecen visitas guiadas.
Un espacio particular es su restaurant-café adonde es posible deleitarse con sus veladas virreinales transportándose a la Buenos Aires colonial.
Recorrer este edificio emblemático es una excelente oportunidad para conocer algunas páginas de nuestro pasado en búsqueda de sus huellas.


Comentarios

  1. Muy interesante descripción. Buenos Aires tiene muchos lugares que no apreciamos y son maravillosos. Felicitaciones a la página por la crónica y a la autora de la misma.

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