110 años del nacimiento de Cesare Pavese

Ayer se cumplieron 110 años del nacimiento del gran  narrador y poeta italiano Césare Pavese. Su literatura estuvo marcada por los mitos de las colinas piamontesas, por los campesinos que construían sus vidas con esos mitos como sustrato, por el choque entre el mundo del campo y el de las grandes ciudades, y por la Segunda Guerra. Este año, los lectores de Pavese celebramos la publicación en castellano de sus dos grandes  libros de poemas: Trabajar cansa, y el póstumo Vendrá la muerte y tendrá tus ojos, en una edición argentina, traducidos por Jorge Aulicino. En el prólogo, además de hacer un recorrido breve pero preciso de las características de la literatura pavesiana, el traductor nos presenta algunos aspectos vinculados con la decisión de suicidarse, y con su trabajo como traductor de Melville, Faulkner, Melville y los autores del policial negro norteamericano. En el cierre de ese prólogo, se nos sugiere que el oficio de traductor, acaso le haya permitido a Pavese descubrir que “toda lengua artística, y también la del mito, es una lengua extranjera”. Libro de Arena comparte uno de esos poemas, que este año han llegado a nosotros, gracias al esfuerzo de tres pequeñas editoriales argentinas.

Grapa en septiembre

Las mañanas transcurren claras y desiertas
sobre las costas del río, que al alba se enturbia
y oscurece su verde, en espera del sol.
El tabaco que venden en la última casa
todavía húmeda, al borde de los prados, tiene un color
casi negro y un sabor jugoso: humea azulino.
Tienen también la grapa, color de agua.
Ha llegado el momento en que todo se detiene
y madura. Las plantas lejanas están quietas:
se han vuelto más oscuras. Esconden frutos
que caerían de un sacudón. Las nubes esparcidas
tienen pulpas maduras. Lejos, sobre las avenidas,
cada casa madura bajo la tibieza del cielo.
No se ven a esta hora más que mujeres. Las mujeres no fuman
y no beben, saben solamente detenerse en el sol
y recibirlo sobre ellas tibio como si fuese fruta.
El aire, crudo de niebla, se bebe a tragos
como la grapa, cada cosa ahí exhala un sabor.
También el agua del río ha bebido la orilla
y la macera en el fondo, en el cielo. Las calles
son como las mujeres, maduran inmóviles.
A esta hora cada uno debería detenerse
en la calle y mirar cómo todo madura.
Hasta hay una brisa que no mueve las nubes
pero alcanza a conducir el humo azulino
sin romperlo: es un nuevo sabor que pasa.
Y el tabaco se empapa de grapa. Y así las mujeres
no serán las únicas que gocen la mañana.

Trabajar cansa + Vendrá la muerte y tendrá tus ojos
Cesare Pavese
Del Dock - Griselda García- Cartografía, 2018. 

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