Recuerdos de Pedro Lemebel

A cinco años de su partida, Camila Castro Chiesino recuerda con este texto al escritor, cronista y artista chileno, Pedro Lemebel, referente de la literatura LGBT y de la resistencia a la dictadura pinochetista.


Por Camila Castro Chiesino

Astuto e irónico, Pedro Lemebel, en sus performances y crónicas, sin que le temblaran las piernas y mucho menos el pulso, puso sobre la mesa, el testimonio crudo de la realidad travesti durante la larga dictadura Pinochetista, durante la cual el silencio era un pacto nacional y la libertad parecía un vago recuerdo, alojado en lo más recóndito de la memoria de unos pocos. Evidencio cómo la sombra del SIDA acechaba a las compañeras, abandonadas por una democracia selectiva que las condenó a la prostitución, al hambre y a la muerte, con el silencio cómplice de la parte más rancia de la sociedad; y además de tanta soledad, y tanto desahucio; el recuerdo amoroso de las maricas amigas que se fueron; el cariño materno que acompaña y cuida en la adversidad, el arte como vía de escape.

Lemebel nació en 1952 en Santiago de Chile, más precisamente a orillas del Zanjón de la Aguada. A los pocos años su familia se mudó a un conjunto de viviendas sociales, en la Avenida Departamental. En un contexto como el chileno, donde el acceso a la educación es un privilegio para pocos, logró ingresar al Liceo Industrial y posteriormente cursó estudios en la Universidad de Chile. Allí se graduó con el título de profesor de Artes Visuales. Ejerció esta profesión hasta que a mediados de 1983 fue despedido: su apariencia y sus ideas desafiaban la rectitud almidonada de la dictadura de Pinochet.

En 1987, junto a Francisco Casas, fundó ‘’Las yeguas del Apocalipsis’’, un grupo performático que, usando el cuerpo como herramienta y la provocación como medio de impacto, irrumpía de manera sorpresiva en exposiciones de arte, presentaciones de libros o simplemente en la vía pública, con el fin de despertar al pueblo chileno, adormecido por una represión salvaje.

Todas las ramas del arte son herramientas de resistencia y de protesta. Creo que esto se debe a que muchas de ellas nacen de la necesidad de expresión que tiene el ser humano; la necesidad de colgar sobre la resquebrajada soga del tiempo, expuestos al sol los sentires más descarnados de nuestro paso por la vida, para que todos los vean, ondeando bajo el cielo de una tarde eterna.

¿Qué es lo eterno? Aquello que no tiene final, podría contestar casi de forma robótica, como los niños ante la insistencia de la maestra, que les pide que repitan como loros la tabla del siete.

Eterno es lo que no puede morir. ¿Cuándo muere un artista?, algunos dirán que en el momento en que deja el plano físico; yo creo que la muerte del artista se concreta solamente si su obra se olvida.

Pedro hizo de su cuerpo y escritura, su propia resistencia a un Chile que se empeñaba en desaparecer cualquier rasgo de insurrección, cualquier atisbo de rebelión. Pedro le puso el culo con ingenio, y se rió a carcajadas cuando la risa era silenciada por el marchar asesino de las botas dictatoriales.

Un cáncer de laringe se lo llevó de este plano hace cuatro años. Él mismo anunció su enfermedad, en el año 2011. Con la ironía que lo caracterizaba dijo: ‘’Cómo es la vida… yo arrancando del SIDA y me agarra el cáncer’’.

Creativo, provocador y contestatario, Pedro fue y es una joya de la contracultura chilena; un escritor que todo lector debería tener en su biblioteca; Pedro se fue a otro lado, pero su escritura, su irreverencia siguen más vivas que nunca en la juventud que lo guarda con cariño, en un huequito del pecho.

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